domingo, 17 de julio de 2011

Pequeño Cuento: Aprendiendo A Seducir. Parte IV



¡Dios santo del amor hermoso! Aquello solo le podía pasar a una inútil como ella... ¿Cuando había entrado él en casa?¡Que bochorno! ¿Y porqué no dejaba de mirarla fijamente con la boca abierta? ¡Se hallaba semi desnuda!Bueno, si mal no recordaba... Lo mismo que él cuando se refrescaba con la manguera... Pero no era lo mismo, él era consciente en todo momento de mostrar su cuerpo a quien pasara por allí. Sin embargo, ella estaba encerrada en su despacho esperando intimidad. ¡Ni siquiera había llamado a la puerta!


-¡Qué ocurre! -exclamó de repente Peter apareciendo allí con cara de preocupación tras escuchar los gritos.


-¡AH! -chilló ella agachándose y escondiéndose tras la mesa-. ¡Queréis largaros de aquí idiotas ! -Exclamó enfadada y avergonzada.


-¡Jesús perdón! -Se sonrojó veloz el último hombre, dándose la media vuelta para quedarse mirando a Donovan, quien aún seguía en la misma postura-. Tío, más vale que salgamos de aquí -Le susurró entre dientes, al tiempo que le daba con el codo para que despertara de su sorpresa.


-Ni de coña -Lo miró un momento con furia-, vete tu sin mí. Yo quiero saber que esta ocurriendo aquí -Dijo en voz alta y clara, consiguiendo que Silvia soltara un gemido de frustración.


-¡Pedazo de subnormal, ya estas desapareciendo por esa puerta!-Le ordenó en un bramido sin atreverse asomar un pelo por encima del oscuro y antiguo escritorio.


-No -Respondió cruzándose de brazos.


-¡Que te largues ya! -Volvió a escupir ella, al tiempo que alargaba un brazo por encima del escritorio y a tientas agarraba la grapadora y la lanzaba contra ellos, sin conseguir dar en el blanco dado que estos se agacharon rápido-. Largo Peter!


-Joder... -Se levantó y suspiró el hombre-. Sí, ya nos vamos Silvia... -Agarró por el brazo a Donovan-. Venga marchémonos , que si tres son multitud imaginate cuatro... -Sonrió un poco-. Venga Donovan, que Silvia es adulta y esta es su casa...


-¿Cuatro? -Frunció el ceño un momento él, sin ver que ella se mordía los labios nerviosa. Y Peter le guiñaba un ojo, y le señalaba hacia la esquina del escritorio, en donde asomaba unos centímetros de cabeza morena. Rápidamente se giró él para mirarlo con sorpresa. El hombre se pensaba que allí detrás, había un tío de carne y hueso escondido. Se rió un poco, al darse cuenta de lo que estaba ella sufriendo con aquello. Mejor sacaba de allí a Peter, y luego hablaría un momento con Silvia-. Venga vayámonos -Sonrió dándole una palmada en la espalda al hombre y saliendo de allí un poco más feliz y relajado.



Pocos minutos después, cuando ya se encontraban a pocos metros de sus vehículos, Peter volvió a reírse sacando su paquete de tabaco del bolsillo.


-Pobrecilla... La vergüenza que le hemos hecho pasar...


-Y lo que aún le queda... Dijo Donovan entre dientes.


-No seas así con ella... -Siguió riéndose, mientras se encendía un cigarro y le ofrecía otro a él-. Lo curioso, es que no sé quien es el que estará ahí dentro con ella... Si te has fijado, no hay ningún coche más por aquí salvo los nuestros... -Soltó el humo de la calada que había dado, para fruncir el ceño cuando Donovan rompió a carcajadas fuertes delante de su narices-. ¿Qué dije para que te rías así?


-Nada... -Se limpió las lágrimas que asomaban-. Déjalo... Puede que te lo cuente otro día -Siguió riéndose del pobre hombre, al no haberse dado cuenta éste de que ahora mismo con Silvia no había nadie... Solo un trozo de plástico, que esperaba que siguiera en donde se había quedado en el suelo, o en el fondo de un armario o mejor aún, en el cubo de la basura... Tenía que hablar con ella urgentemente.


-Que cabrón... -Dio una calada más y luego apagó el cigarro casi entero-. Ahora me vas a dejar intrigado.


-Tranquilo que no es nada... -Se encendió su cigarro, pensando que tampoco hacia falta que le contara tanto-. Yo pensaba que tú y Silvia estabais liados...


-¡Como! -Soltó horrorizado.


-Como estabais últimamente tan cariñosos y juntos...


-¡No por dios! -Levantó las manos alarmado-. Disculpa, Silvia resulta ser una mujer muy atractiva... Pero yo estoy enamorado de otra -Sonrió bobalicón-. Ella me esta ayudando en pequeños detalles, como regalos que poco poco vayan seduciendo, pero con cariño... -Se sonrojó un poco-. Tú ya me entiendes... -Carraspeó un poco-. Quiero pedirle matrimonio, pero no solo con una simple declaración de sopetón. En eso Silvia me ayuda mucho, no sabes lo mucho que valen sus consejos.


-Ya me lo imagino -Sonrió guardándose el secreto del por que era tan entendida en aquel plano del romanticismo-. Y enhorabuena... -Le golpeó con su puño en el hombro-. Ya verás como quedas como un rey con tu chica -Tiró el cigarro al suelo y lo pisó para apagarlo bien.


-Espera un momento... -Abrió los ojos de forma desmesurada-. ¡No hacía falta tener listo el tractor para hoy! Serás cabrón... -Se echó a reír juntando todos los cavos.


-La verdad es que no... -Admitió Donovan medio riendo y avergonzado-. Perdóname tío... Pero Silvia me confundió ayer, haciéndome creer que tenía una cita con un chico.


-Que no veo el porqué debería preocuparte -Alzó una ceja, para después guiñarle un ojo-. Pero viéndome a mí, se que te ocurre. Solo te voy a dar un consejo... No la dejes escapar...


-¿Tanto se me nota? -Preguntó preocupado.


-No -Se rió otra vez-. Yo lo adiviné por todo lo que me has hecho sufrir con el tractor, y tras tu reacción al saber que tiene un hombre ahí dentro -Se puso serio-. Siento que la hayas pillado en esa actitud con otro.


-Tranquilo -Sonrió-. El que está ahí dentro me lo cargo en un momento... No representa rival para mí.


-Silvia resulta ser una mujer muy romántica -Le indicó Peter-. Creo que si te digo los consejos que me ha dado ella...


-Muchas gracias por compartir tus consejos, pero primero quiero probar una idea -Sonrió para sí, sabiendo que en aquel viaje iba a estar un poco ocupado visitando la librería que tuviera más próxima para tomar apuntes.


-Como quieras... -Se alzó de hombros-. Te dejo que quiero dormir. Me has dejado baldado -Volvió a reír abriendo la puerta de su viejo todo terreno.


-Lo siento Peter... -Se disculpó con sinceridad.


-Al menos tenemos arreglado a ese viejo cacharro... -Se sentó tras el volante y le dio al contacto-. Seguro que nos irá bien esta semana... Venga, nos vemos...


-Sí, hasta mañana -Se despidió.


-Buenas noches... -Dijo poco antes de desaparecer de allí.


En pocos segundos se encontraba solo en la fresca noche de verano, acompañado de la música de los grillos y envuelto por miles de estrellas. Dando un profundo suspiro miró tras su espalda, hacia la casa. Aún habían luces encendidas...¿Estaría continuando con aquella locura? Pensó con gran pesar. No lo creía, pues conociéndola aún tenía que estar abochornada por que la hubiera pillado infraganti.


¡Pero como se le ocurría una idea tan descabellada! Aquella chica era idiota... ¿Qué diantres se suponía que quería hacer con aquel muñeco? No creía que lo fuera a emplear para perder su... ¡Ni hablar! Para nada iba a dejarla cometer semejante estupidez... Ya estaba él allí, solo tenía que convencerla de que era la mejor idea. Y además, tenía que disculparse con ella por no creerla. La pobre le había estado diciendo la verdad en todo momento. No existía ninguna cita romántica o erótica con algún chico...




Bueno... Lo mejor era marcharse a dormir a su casa, que al día siguiente iba a estar bastante ocupado con la organización del viaje, y con ciertos asuntos plásticos... Porque no creía que Silvia tuviera la puerta abierta en aquel momento. De seguro que había echado la llave y los cerrojos a las ventanas. Sonriendo por todo lo descubierto, se subió a su coche y emprendió marcha a la finca vecina. Su casa.


El despertador volvía a sonar a las seis de la mañana como todos los días. Pero aquel día lo apagó con cierto fastidio, solo había dormido un par de horas tras lo ocurrido en el despacho. ¿Cómo se suponía que tenía que actuar ahora? ¿Iba atreverse a mirar a Donovan a la cara? Con Peter no creía que hubiera mucho problema, sonrió con pesar al recordar que el pobre no se había percatado del todo de la situación que había en el despacho. Éste se pensaría que tenía un amante y listos. Como en un principio había resultado Mirabet para él. Sin embargo, ahora quería formalizar su relación pidiéndole matrimonio.


Pero Donovan era otro caso, pensó con disgusto. No creía que se lo fuera a contar a nadie, pero de seguro que tenía tema para los siglos de los siglos... Madre mía, aún recordaba su expresión de sorpresa. Gimió horrorizada, al recordar los ojos verdes del hombre mirarla con estupor. ¡Si es que tenía que haber echado la llave a la puerta principal!


Ahora ya se imaginaba que Donovan, estaría un poco más relajado por la parte correspondiente a tener una cita con un hombre. Pero no quería saber a las conclusiones que había podido llegar, al encontrarla en aquella posición y a falta de ropa. Y teniendo en su poder aquel libro y dichoso modelo de plástico. Con gran frustración, se levantó y entró en el baño para ducharse.


Antes de entrar en la cocina, primero asomó la cabeza para poder comprobar que estaba Camila sola.


-Buenos días guapa -Saludó aún quieto en el quicio de la puerta.


-¡Hola Donovan! -Se giró sonriente-. ¿Te pongo desayuno? Silvia aún no ha aparecido, esta en la ducha por lo que comprobé hará unos minutos.


-Mmm... Sí, voy un momento al despacho y vengo... -Y con gran apresuramiento y sigilo, entró en el despacho en busca de un gran trozo de plástico.


Apoyado en la puerta, recorrió con la vista toda la habitación por si avistaba algo. Pero no creía que lo hubiera dejado a simple vista, para que Camila lo encontrara al limpiar y ordenar un poco. Pero llevaba un par de minutos y no había encontrado su objetivo por los cajones y rincones. ¿Y si aún no lo había desinflado? ¡Y peor aún, y si se encontraba escondido en el dormitorio de ella! Con gran frustración se llevó las manos a la nuca y reclinó para atrás la cabeza exalando profundamente... ¡El armario! Tres zancadas grandes y un pequeño salto, le alegraron la mañana al encontrarse allí desinflado a su enemigo. De manera que lo agarró y empezó arrugarlo para meterlo en la bolsa que llevaba en el bolsillo trasero de su pantalón. Pero tubo que detenerse un momento cuando llegó a cierta parte que no estaba hecha para doblarse.


¡Vaya, realmente aquel trozo estaba muy bien logrado! Pensó completamente enfurruñado mientras comprobaba que era un vibrador, que por medio de un anclaje iba sujeto al muñeco... Menudos inventos... Si querían tenían el kit completo o simplemente la sección importante, por medio de unos anclajes parecidos a unas grapas de plástico. Genial, todo de plástico menos seguramente las pilas para que aquello hiciera su gracia... Con gran enfado castró al muñeco y lo introdujo por separado en la bolsa opaca. Ahora, solo tenía que dejarlo en su coche y entrar a desayunar como si no ocurriera nada.






Se estaba subiendo los tejanos, cuando le dio por mirar momentáneamente por la ventana y divisar a través de las cortinas, a un Donovan yendo hacia su ranchera aparcada en la misma puerta con una bolsa de plástico. Quiso acercarse más para poder ver bien, sin acordarse que los pantalones aún seguían por sus rodillas, consiguiendo únicamente perder el equilibrio y darse un vatacazo golpeándose la frente con la ventana.


-¡Hay! -Gimió de dolor, pero olvidándose pronto al acordarse de Donovan. ¿Qué llevaba en la bolsa? Tenía que averiguarlo... Con gran apresuramiento se acabó de subir los pantalones y cogiendo sus botas con las manos salió flechada a la cocina-. Hola Camila... -Saludó nerviosa mirando de forma furtiva tras su espalda por si aparecía él y colocándose allí mismo su calzado.


Donovan abrió la puerta principal con gran ímpetu y silbando una melodía, cuando se calló repentinamente al hallar a Silvia en la entrada de la cocina, colocándose sus botas. Se quedaron unos segundos mirándose fijamente, pero fue ella la que apartó veloz la mirada y completamente sonrojada. ¡Perfecto! Sonrió animado, al saber que de momento podía ser él quien llevara el control tras lo ocurrido. Silvia se incorporó tras acabar de colocarse las botas y se fue a sentar en la mesa sin mirarlo en ningún momento, y él volvió a silbar sentándose también en la mesa y justo enfrente de ella.


Pasaron unos minutos, los cuales ella no dijo nada. Simplemente se comía una naranja del centro de frutero, que siempre había dispuesto en la mesa. Fue Camila que se acercó a la mesa con el desayuno de los tres, notando la tensión en el aire. Pero a su edad hablaba sin tapujos.


-¿Aún seguís enfadados desde ayer en la comida? -Preguntó logrando que los dos prestaran atención.


-No, Camila... -Sonrió Donovan-. Silvia dice que se queda aquí, para finalizar ciertos asuntos... -Dijo lo último con cierta ironía-. Ya no está enfadada por no venir a la venta.


-¿Y a qué vienen esas caras? Inquirió en una orden, consiguiendo que Silvia adquiriera un poco de color.


-Técnicamente a lo mismo de siempre -Se alzó él de hombros de forma desinteresada.


-Apoyo a Silvia -Indicó justo antes de darle un mordisco a su sándwich.


-¡Lo ves! -Alzó ella una ceja y sonrió con orgullo.


-Donovan... -Tragó Camila-. Silvia ya no tiene quince años. Es una mujer madura, con los pies en el suelo... Para nada como las chicas de su edad, que solo piensan en divertirse y tener sexo a lo loco...


-No se por qué -Sonrió él-. Pero difiero en ello -Miró a Silvia quien de inmediato agachó la mirada.


-Como quieras... -Se alzó la mujer de hombros-. Pero aunque ella fuese así, tampoco eres nadie para inmiscuirte en ello.


-¿Verdad que sí Camila? Dile que es mí vida privada -Insistió ella.


-Sí, tienes toda la razón preciosa -Rió la mujer mayor-. Donovan, no eres nadie para decirle con quien puede meterse en la cama.


-Es que en ese punto, puedo demostrarte que Silvia esta muy verde y que ahora mismo no sabe como...


-¡Ya basta! -Golpeó ella la mesa indignada-. Soy adulta. Puedo escoger como me de la gana aunque me equivoque en ello... Tú también habrás cometido tus errores.


-Donovan, admítelo de una vez... Tiene razón -Siguió Camila apoyando a la chica.


-¡Joder! -Dio con el puño en la mesa-. Ya se que tiene razón -Señaló enfadado-. Pero también se, que ahora mismo estaba a punto de cometer un error con la pérdida de su virginidad, si es que no lo ha hecho ya.




-Es mí vida privada y hago lo que yo quiero -Lo fulminó con la mirada por estar hablando de aquello allí.


-Yo solo digo -Suspiró frustrado-. Que tal vez no le estés dando la suficiente importancia al asunto.


-El hecho de que sea virgen aún a sus veintidós años en éste pueblo... -Rió Camila-. Yo creo que ese punto no se lo toma a la ligera para nada...


-Dejadlo... -Se levantó enfurruñado-. Gracias por el desayuno, me voy a trabajar.


-Las bolsas con los tentempiés de los chicos están ahí encima -Señaló una Camila completamente risueña, viendo como salía de allí el hombre-. Hoy no es un buen día para que alguno de los chicos le lleve la contraria -Se rió-. Deberías avisar a Mike para que se lo diga a todos.


-Sí, hora le llamaré al móvil -Resopló ella.


Colgó el teléfono tras hablar con Mike, quien le agradeció aquella llamada informativa. Apoyó los brazos en la mesa y reclinó en ellos la cabeza, al tiempo que suspiraba. Estaba claro, que Donovan iba a darle mucha guerra tras lo visto de aquella mañana en la cocina. Como podía ser tan cabezota, pensó enfurruñada. ¡Y como podía pensar que iba a perder la virginidad con un trozo de plástico! Estaba completamente indignada de la actitud de él. Ella no tenía por que avergonzarse aunque ciertamente lo había hecho. No era muy habitual que dos hombres atractivos te pillaran en aquella actitud... Pero eran miles las mujeres, que tenían en el cajón de su dormitorio aquel juguete. Hoy en día era una cosa normal. ¿No se iban a clubes privados de bailarinas exóticas? Pues ellas tenían sus bailarines en el cajón de la cómoda.


Y hablando de bailarines, tenía que sacar de allí al sujeto de su vergüenza, y mirar de esconderlo en un sitio mejor. Se levantó del sillón y antes de acercarse al armario, primero puso el cerrojo a la puerta y después cogiendo una de las sillas que había allí, se alzó para llevarse su mayor chasco. ¡No estaba allí! Camila no creía que limpiando lo hubiera sacado. Además, le habría soltado alguna de sus gracias. ¡Un momento, había visto a Donovan salir de la casa con una bolsa!


-¡Maldito canalla! -Gruñó en voz alta mientras bajaba de la silla, abría el cerrojo y salía en busca de Camila, que se hallaba preparando una colada-. ¿Camila sabes si Donovan ha entrado esta mañana en el despacho?


-Sí, me dijo que iba a buscar una cosa... ¿Ocurre algo? -Frunció el ceño.


-No, pero lo que se ha llevado debo utilizarlo yo... No él... -Explicó saliendo de allí, en busca de su jeep para ir a matarlo.


***


-Oye Donovan -Se le acercó Mike-, te ha dado Camila nuestro tentempié o voy a buscarlo.


Éste dejó por un momento el alambre con el que estaba reforzando la valla, cogió su cantimplora y le dio un buen trago para ofrecérsela después al hombre.


-Las bolsas están en el todo terreno... -Se secó con el dorso del brazo el sudor de la frente.


-Bien... Descansa un poco, que nos espera mañana en el viaje un duro trabajo -Recomendó Mike-. ¡Rafael, coge las bolsas del todo terreno de Donovan! -Exclamó a uno de los chicos.


-¿Le parece bien a Janice? -Preguntó tras volver a dar otro trago de agua.


-Comprende que es mí trabajo. Además, la niña es un cielo solo llora cuando tiene hambre... Anda, acercate tu también a picar algo -Le pidió a Donovan.






Aceptando en un gesto de cabeza, soltó los alicates y se quitó los guantes, para ir con Mike hasta donde estaban los chicos. Justo en ese momento, por el camino aparecía el jeep de Silvia, arrancándole una sonrisa al saber que le había descubierto. Pero no se creía que le fuera a pedir nada allí, delante de todos... Aún con la sonrisa, se acercó hasta donde estaban todos para mostrar de pronto una expresión de horror. ¡El idiota de Rafael había cogido todas las bolsas que había en el coche sin fijarse en nada! Y en aquel momento, uno de los hombres con una manzana en la boca, sacaba con cara de sorpresa al muñeco de plástico de la única bolsa que quedaba llena, cayendo también al suelo la parte más significativa y conectándose con el golpe.


Todos se quedaron callados y a medio comer. Solo se escuchaba al trozo de plástico emitir zumbidos, y como poco a poco era callado por el motor del viejo jeep de Silvia. ¡Genial, aquello no podía ir a peor! Pensó con gran frustración.

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