sábado, 24 de diciembre de 2011

Cuento de Navidad, 4° parte

 
24 de Diciembre de 2011
 Nochebuena

Isabella se despertó con un terrible dolor de cabeza, la noche anterior le había costado mucho dormirse con todos los descubrimientos que había hecho rondándole en la cabeza.
Ahora veía a aquel lugar con otros ojos, aquellas personas ya no eran seres anónimos que se reflejaban en un informe financiero, eran reales, demasiado reales.
En dos días se habían convertido en las personas más reales que conocía, ¿qué iba a hacer ahora?.

Deseó fervientemente que la nieve se hubiese detenido  para al menos poder irse y tomar una decisión, necesitaba poner distancia.
Sin embargo al levantarse supo que una vez más, su deseo no había sido concedido.
Por una vez se había levantado antes que los demás, pero le bastó  mirar por la ventana para saber que la nevada seguía con intensidad, ¿es que nunca iba a parar? ¿Iba a quedarse allí para siempre?.
El celular de Nick que estaba sobre la mesada  seguía sin señal.
-¿Bella? – la llamó una vocecita y al darse vuelta  vio a Rose en camisón parada a pocos pasos de ella.
-Nena, ¿ya estás despierta?
-Sí…tengo hambre.
-Bien. Nick, ya se levantará y preparará el desayuno.
-¿Me haces chocolate? – preguntó la niña
-No sé como hacerlo cariño – se disculpó
-Yo te enseño. – se ofreció Rose  e Isabella asintió.
Un rato después fueron apareciendo uno a uno  los otros integrantes de la familia, porque eso eran sin importar los lazos.
-Rico- dijo Teo bebiendo su chocolate, Mandy le guiñó el ojo en aprobación y Ezequiel pidió otra taza.
-Nada mal, para ser la primera vez – dijo Nick con una sonrisa  e Isabella se sintió complacida. No había hecho subir el valor de las acciones, ni cerrado un trato por miles de dólares, había preparado chocolate y se sentía enormemente satisfecha.
Mucho más tarde , mientras los niños jugaban en la alfombra Isabella  se acercó a Nick.
-¿Los quieres verdad?
-Mucho, como a hijos.
-¿Por qué no los adoptas?
-Me encantaría pero no suelen darle niños a hombres solteros.- dijo él con tristeza – Lo peor es que si no encontramos una solución, voy a perderlos.
Sabes el lugar corre peligro y si lo cierran, ellos no tienen a donde ir. Además van a separarlos , ¿cómo sobrevivirán a eso?.
-Tal vez alguien los adopte..
-Ya son grandes, la gente prefiere los bebés. Había otros niños aquí, uno de dos años y un par de bebés. Se me partió el corazón al ver la tristeza de estos cuatro cuando adoptaron a los otros. No hay muchas esperanzas de que alguien los adopte a ellos, lo más probable es que terminen yendo de una institución a otra hasta que sean mayores de edad.
-Tal vez puedan hacer algo…- sugirió ella olvidando que era la causante de aquel peligro. Simplemente no le gustaba la idea de esos cuatro niños abandonados a su suerte. La bella Mandy debería tener vestidos bonitos y cosas lindas como cualquier niña que se acercaba a la adolescencia, Teo  con su inteligencia debería ser capaz de estudiar lo que quisiera e ir a las mejores universidades , Eze y Rose necesitaban cariño y cuidados…y todos los mimos que pudieran recibir. Además de que Rose necesitaba  buena atención médica.
¿Qué sería de ellos allí afuera?. El mundo era un lugar cruel.
-Isabella – dijo Nick sacándola de sus pensamientos-, no tenemos dinero ni poder, sólo somos un cura de una Iglesia casi abandonada y un médico rural. Lo único que tenemos es amor y el deseo de que estos niños no  sufran más injusticias de las que han sufrido. Pero en el mundo real , eso no siempre es suficiente. – finalizó él
-Lo sé- contestó ella y él levantó la vista para mirarla.
-¿En verdad no hay nadie allí afuera que espere por ti?
-Nadie.
-¿Por qué Isabella?
-Porque no sé amar – contestó ella y él la miró con ternura, casi de la misma forma en que miraba a los niños.
-Eso no es cierto- le dijo y luego se fue a jugar con los niños que lo llamaban.
 Isabella deseó que fuera cierto, deseó no haberse endurecido hasta el punto de convertirse en piedra.
A la tarde los niños le pidieron a Nick que les leyera una historia y él les leyó sobre el nacimiento de Jesús, por primera vez Isabella notó que  junto a la chimenea había un árbol de navidad. En todas las ocasiones que se había sentado allí antes, jamás lo había visto. Quizá su desinterés por la Navidad le había impedido verlo, pero ahora estaba allí con todo su colorido.
Cuando Nick terminó la historia comenzaron a preparar la cena, harían pavo relleno y había que comenzar temprano con los preparativos.
Una vez que todo estuvo listo y el pavo en el horno, se fueron  la capilla a pedido de Rose.
-El padre Patrick no está , pero Dios sí – dijo la niña y  Nick le dio la razón mientras le tomaba la mano.
Eze y Mandy tomaron a Isabella  de las manos, casi como si adivinaran que ella necesitaba ayuda para ir.
 Los niños se arrodillaron en el primer banco y Nick en el segundo, por unos instantes ella permaneció parada, luego fue junto a él.
Desde allí pudo escuchar fragmentos de las rezos de los niños.
“ Que no nos separen…” susurró la voz de Mandy
“ Quiero una familia…” dijo Teo
“ Quiero una mamá , un papá y un perro…” pidió Eze
“Cuida al padre Patrick, a Nick y a Bella…” – musitó Rose y ella sintió un nudo en el pecho.
“Déjame creer” – pidió Isabella en silencio y al mirar hacia un lado vio a Nick sonreírle y luego cerrar sus ojos azules para hacer su pedido. Pedido que ella no pudo escuchar.
-“Dale lo que él pide “ – agregó la mujer sabiendo que cualquier deseo proveniente del corazón de él sería algo bueno para todos.

Más tarde, los niños prepararon un espectáculo de villancicos  mientras ella y Nick hacían de público.
Cuando el espectáculo terminó cenaron y  entre risas y charla, Isabella disfrutó de una cena de Nochebuena por primera vez en muchos años.
Incluso recibió con tranquilidad los deseos de feliz Navidad de los niños cuando dieron las doce, Nick cumplió su  pedido y no le deseó feliz navidad, aunque le dio un beso en la mejilla.
Los niños empezaron a bostezar y Nick los mandó a la cama, prometiéndoles que cuando despertaran  encontrarían los regalos de Santa en el árbol. Sólo Rose lo miró con verdadera ilusión, los demás habían vivido demasiado para creer en fantasías y al notarlo Isabella  anheló que no fuera así. Quiso que ellos pudieran creer también. Pero también supo que los regalos que ellos querían no se compraban en tiendas ni se adornaban con moños, aunque le hubiese gustado depositar cientos de paquetes bajo el árbol para ellos.
-¿Me ayudas? – preguntó Nick luego de que los niños se durmieran y fue con Bella a buscar los paquetes que tenía escondidos en el armario de la habitación del Padre Patrick , ahora ella  sabía que donde dormía no era la habitación de Nick.
-Bueno no son cosas caras, pero eso no les importará – dijo él mientras acomodaba los paquetes.
Aquel hecho de estar acomodando regalos furtivamente con Nick, imaginando los rostros de los chicos al abrirlos por la mañana, fue demasiado para ella. Era una situación típicamente navideña, y lo peor, era que se sentía muy  bien.
Era agradable, casi idílico y eso fue demasiado para ella.
Se levantó y se fue a la capilla.
¿Qué iba a hacer?, quería volver a odiar la navidad, quería no haber conocido a esa gente, quería…
Se abrazó a sí misma, mientras deseaba que aquel Dios de Rose , del Padre Patrick y de Nick supiera cuál era su lugar porque ella ya no lo sabía.
Parada allí, lo único que podía hacer era mirar a la cruz frente a ella.
-¿Isabella? – la llamó Nick poniéndose detrás de ella y ella se dio vuelta con toda la incertidumbre reflejada en sus ojos castaños.
-Yo..
-¡Ay Isabella qué haré contigo! – suspiró él  mirando al techo y  a continuación la acercó a sí y la besó.
Ella sintió que Nicholas era el verano, el verano que derretía la nieve, el verano que irradiaba calor..un calor que ella no quería rechazar. Hacía demasiado tiempo que estaba sumida en el frío.
-Feliz Navidad Isabella – le dijo él separándose con dificultad y luego se marchó dejándola sola con los labios aún ardiéndole y el corazón más confuso que nunca.
Ella levantó la mirada y vio lo que Nick había visto antes de besarla, un ramo de muérdago colgaba justo sobre su cabeza.

25 de Diciembre de 2011
Mañana de Navidad.

Isabella madrugó, mejor dicho  no durmió.
Y al levantarse vio que dos cosas habían sucedido, la nevada había cesado finalmente dando paso a un cielo despejado y el teléfono de Nick tenía señal.
No lo dudó un minuto.
-Sí, sí , sé que es Navidad – dijo al  hombre que atendió su llamada – pero necesito un favor y voy a pagarlo muy bien. Ahora mismo te doy la dirección.
Luego buscó su ropa, aquella con la que había llegado  y se cambió. Últimamente se había habituado a andar con la ropa suelta de Nick ya que era más cómoda que su elegante traje. Uno no podía cocinar, jugar con niños o limpiar enfundada en esa prenda.
Se recogió el cabello y silenciosamente, muy silenciosamente se marchó luego de escribir una nota.

Nick:
 Soy Isabella Charles , lo siento , lo siento mucho.
No tienen nada de que preocuparse, ya no.
Espero que me perdones. Gracias por todo.

Cuando llegó a su casa era media mañana. El servicio de  asistencia había funcionado a la perfección, la habían recogido en el camino cercano a Saint Nicholas y la habían llevado hasta la ciudad. También se habían encargado de su auto, estaría un día en el taller probablemente.
-Bienvenida, señorita Charles,- dijo el guardia de seguridad de la casilla que estaba fuera de su casa.
-Buenos días..¿sucedió algo en mi ausencia?
-Todo tranquilo, sólo vino alguien a buscarla…un sacerdote.
-¿Ya se fue? – preguntó Bella con ansiedad
-Sí, dijo que vendría otro día porque quería pasar …- en este punto el hombre se detuvo sabiendo que aquella mujer odiaba incluso la mención de la palabra.
-¿Navidad? – preguntó Bella
-Sí – asintió extrañado- que quería pasar Navidad con su familia.
-Ya veo – dijo ella y luego se dirigió a su casa.
Era una mansión, grande, lujosa con una bellísima decoración, pero estaba completamente vacía…no había risas, ni charlas, nadie esperándola, ni nadie que le sirviera una taza de chocolate.
Subió apresuradamente a su cuarto.
Se dio un largo baño , evitando pensar y al salir a buscar algo de ropa se tropezó con una caja.
Una caja forrada con papel navideño, una caja con cartas.
Isabella la abrió y tomó la primera.

Srta. Charles:
                        Me llamo Amanda y vivo en el hogar de la Iglesia Saint Nicholas, quería pedirle que  por favor no destruya nuestra casa ni nos eche de aquí. Yo y mis hermanos no tenemos donde ir y además las únicas personas en el mundo que nos quieren están aquí. Aquí vive el Padre Patrick y también  está el Dr. Bless que siempre viene de visita.
Esta es mi familia, si usted necesita el dinero, yo prometo devolvérselo cuando sea más grande y pueda trabajar…por favor , ya perdí una familia no quiero perder otra.

Mandy

Los ojos de Isabella estaban llenos de lágrimas cuando terminó de leer y la mano le temblaba cuando tomó la siguiente carta. Era de Teo.

Srta. Charles:  
                           Ayer escribí mi carta a santa ..y en realidad le pedí lo mismo que a usted. Quiero quedarme aquí con mis hermanos, Mandy siempre cree que puede con todo pero no es cierto necesita ayuda, Ezequiel aun tiene miedo de noche y se viene a dormir conmigo y Rose aún no está bien de salud. No puedo dejarlos solos… si tuviéramos un papá como Nick, estaríamos bien…pero no puede ser y si no tenemos donde vivir qué pasara con nosotros.
Por favor no se enoje por esta carta, cuando supimos que el Padre Patrick iría a hablarle le pedimos que se las entregara. A lo mejor si usted sabe lo que sucede nos ayuda.
Porque usted no puede ser mala, yo sé que no
Teodoro.

Esta vez Isabella lloraba, lloraba en serio , como no había llorado con la partida de su madre , ni con cada decepción de su vida. Aún así se limpió las lágrimas y tomó la siguiente, la de Ezequiel.
Era corta, pero ella podía imaginar el dolor tras esas pocas palabras.

Srta. Charles:
                          No quiero volver a la calle nunca. Nunca. Me da miedo.
Eze.


Por último tomó la carta de Rose. Reconoció la letra de Nick y con una sonrisa recordó que la niña aun no sabía escribir bien.

Srta. Charles:

                              Me llamo Rose y el que escribe se llama Nick, es mi doctor y mi amigo, también me gustaría que fuera mi papá porque no tengo uno. Estuve enferma pero ahora estoy bien. Lo que más quiero en el mundo es una mamá, pero no me importa si no puedo tener una si me deja quedarme con mi familia en Saint Nicholas, yo los quiero mucho y ellos me quieren.
Señorita Charles, escuche a su corazón, yo siempre lo hago.

Rose

PD: Señorita Charles, yo soy Nick, el secretario de Rose en esta ocasión y también quería dejarle un mensaje. Decirle que si usted conociera a estos niños se enamoraría de ellos como yo. Son buenos chicos y merecen que alguien los ayude.

-Sí Nick, sí – susurró ella y volvió a llorar, porque se había enamorado de aquellas cinco personas que le habían devuelto la Navidad.
 Una hora después recibió un mensaje del guardia de seguridad  por el intercomunicador.
-Señorita Charles, el sacerdote está aquí de nuevo, buscándola.
-Déjalo pasar – pidió ella
-Sí señorita..
Isabella  se dirigió a la puerta y  cuando abrió se encontró con seis personas. Delante estaban Nick con los niños y más atrás un hombre mayor que debía ser el Padre Patrick.
Ella se quedó sin palabras , sintiéndose como si acabará de abrir  su regalo navideño y fuese exactamente lo que había ansiado toda la vida.
- Vinimos a traerte tu regalo – dijo Nick y con una sonrisa Eze le alcanzó un paquete.
-Rápido ábrelo – dijo Teo y ella rompió el papel. Eran unas pantuflas con forma de oso, eran bastante horrendas y las amó instantáneamente.
-Son lo que quería – dijo mientras las lágrimas  contenidas le enronquecían la voz.
-Te extrañamos hoy Bella – dijo Rose estirando los brazos  e Isabella se agachó inmediatamente.
-Yo también los extrañé cariño – dijo y se largó a llorar.
Luego sintió que unos fuertes brazos la levantaban y se vio apretada contra un amplio pecho masculino mientras unas manos cálidas le acariciaban el cabello.
-Feliz Navidad mi Isabella – dijo Nick y ella sintió que cuatro niños los rodeaban abrazándolos.


25 de Diciembre de 2012
Mañana de Navidad

Isabella se despertó con la luz que entraba por la ventana, se desperezó y corrió las sábanas de hilo que la cubrían. Estaba sola en la amplia cama
La puerta de la habitación se abrió  y entró corriendo un cachorro de labrador que se subió de un salto y comenzó a darle lengüetazos.
Luego sintió risas y al levantar la vista vio un grupo de personas en el umbral.
-¡Es Navidad mamá! – exclamó una niña desde los brazos de un hombre alto de ojos azules.
-¡Sí, es Navidad Rose! – respondió ella con alegría y al minuto siguiente tuvo a sus cuatro hijos a su lado en la cama y a su esposo abrazándola.
-¡Feliz Navidad Bella! – dijo Nick antes de besarla suavemente  mientras los niños les hacían bromas.
- Hay muchísimos paquetes bajo el árbol – dijo Eze y Bella rió por su entusiasmo infantil
-¿Qué tal si vamos a abrirlos?- sugirió Isabella ante el entusiasmo general
-Sííí – contestaron a coro los niños .
-¿Mamá crees que vaya a recibir todo lo que quería? – preguntó Rose.
-Seguro que sí – contestó Nick  adelantándose a la respuesta de Isabella con una sonrisa
-¿Todo , todo? – insistió la niña y despertó la curiosidad de  los adultos.
-¿Qué querías Rose? – preguntó Bella
-Un hermanito, uno bebé – dijo con seriedad y Bella sonrió.
-Es Navidad cariño, todo es posible. Todo – dijo y su mirada se concentró el Nicholas mientras él le devolvía la sonrisa.

                  

Navidad de 2011: encontró una familia y se aferró a ellos.
Navidad de 2012: la Navidad se convirtió en su día favorito y fue así  en todos los años siguientes de su vida.


Fin

Feliz Navidad para todos ustedes!!!!

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