domingo, 25 de diciembre de 2011

La esperanza de la navidad



Había una vez un príncipe que lo tenía todo. Era rico y poderoso,  y como si eso fuera poco la naturaleza lo había dotado de belleza, inteligencia y salud.
Estaba acostumbrado a hacer sus propias reglas y que se hiciera su voluntad, no había  conocido jamás un contratiempo ni un obstáculo que no pudiera solucionar.
El príncipe tenía una voluntad de acero y un corazón de hielo, él dictaba las leyes y los demás las seguían…
No le importaba la Navidad pues  desde siempre para él había significado lujosas fiestas  y regalos caros, y él podía tener eso todos los días…no le encontraba ningún sentido a aquel festejo.
El príncipe tampoco creía en milagros porque nunca había necesitado uno,  ni le importaba el amor porque nunca le habían enseñado su verdadero valor.
Había una vez un príncipe que lo tenía todo pero le faltaban muchas cosas, entonces un día…

 

20 de Diciembre 

Charles Ebenezer  miró enfurecido el fax que acababan de mandarle ,odiaba cuando las cosas no salían como las planeaba. De hecho usualmente , todo salía tal cual lo deseaba, parecía que ni el destino se atrevía a contradecirlo, sin embargo esta vez no era así. Algo estaba fuera de su control y lo enfurecía.
Tomó el teléfono y llamó  a la única persona que era capaz de resolver aquel problema.
-Hola Charles, soy Charles…-dijo al teléfono recurriendo al viejo juego entre el nombre de él y el apellido de la mujer que estaba al otro lado de la línea. Se conocían desde siempre.
-Hola – respondió ella y él escuchó unas extrañas risas de fondo.
-¿Estás ocupada Isabella?-preguntó arqueando una ceja.
-Sólo un poco Charles, pero dime por qué llamaste.
-¿Recuerdas la construcción en las tierras que compré en aquel país de Latinoamérica?
-Sí, qué sucede.
-Está parada, hay algún asunto con activistas y no sé  bien qué más,  algo relacionado con indígenas y la propiedad  de esas tierras, mi abogado ya lo está arreglando pero necesito ayuda con la construcción y sé que tienes un equipo allá. ¿Podrías arreglarlo para mañana? Estoy perdiendo muchísimo dinero.
-Lo siento  Charles pero  ya comencé mis vacaciones navideñas…
-¡¿Vacaciones navideñas?! Tú odias la Navidad y jamás dejas de trabajar en esta fecha, vamos Isabella de qué hablas…
-Bueno , las cosas cambiaron desde que me casé…quiero pasar más tiempo con mi familia. Les prometí a los chicos que haríamos algunas compras juntos y también prepararemos algunos postres…
-¡¡Cielos Santos Isabella!!¿Qué te hicieron esos niños y el medicucho?- la interrumpió él.
-Inmensamente feliz Charles, deberías probarlo y si piensas insultar a mi familia…
-No, no, espera…Isabella, necesito solucionar esto.
-¿Por qué no vas personalmente? Como dijiste tengo gente trabajando allí, podrías hablar con ellos, si acceden a ayudarte, no tengo problema.
-En ese caso, iré. Después de todo si uno quiere un  trabajo bien hecho, lo mejor es hacerlo uno mismo.- contestó enfadado.
-Gran verdad .Lo siento debo irme, Rose me llama, enseguida te enviaré los datos de contacto. Buena suerte Charles y por si no te veo Feliz Navidad– dijo ella y colgó.
Charles miró atónito el teléfono, Isabella Charles acababa de desearle Feliz Navidad.  La única persona a la que respetaba como su igual en los negocios, por su tenacidad e inteligencia , había perdido su sano juicio.
Enfadado llamó a su secretario para organizar el vuelo en su jet privado y luego salió a hacer los preparativos.
Al salir a la calle los copos de nieve blanquearon su abrigo y su cabello oscuro, se sacudió con fastidio. No comprendía que le encontraban de encantador a una navidad blanca, aunque por lo visto él iba a librarse de la nieve navideña.

Un hombre de ojos azules se acercó  a la mujer que sonreía.
-¿Bella, sucede algo? - le preguntó a su esposa y ella lo miró mientras su cara se iluminaba al escuchar su voz.
-Nada serio Nick, aunque me gustaría estar allí.
-¿Allí, dónde?-preguntó él intrigado.
-Cuando Charles se encuentre con ella.
-¡¿Qué?! ¿Lo llamaste?
-No, claro que no, esperé que él me llamara. Es tan previsible. No sé como ha llegado tan lejos en los negocios.
-¿Y no le dijiste nada?
-No, es mejor así…
-¿Amor, estás segura?
-Sí, conociéndolos esto es lo mejor. El factor sorpresa es determinante para la causa.
-Pero Charles puede ser peligroso cuando está enfadado.
-Sí, lo sé. Pero, he aprendido que  hay gente que es más peligrosa aún.
-¿En serio? –le preguntó él sonriéndole.
-Sí, en serio – dijo ella y él se acercó para besarla. Luego fueron interrumpidos por cuatro niños y un perro.

Era ya  bien tarde cuando Charles arribó a su destino y lo primero que descubrió es que Isabella Charles tenía un retorcido sentido del humor. La gente que le había ofrecido estaba trabajando ciertamente , pero para alguien más.
Y lo segundo que descubrió era que prefería el clima invernal, en su apuro por marcharse no había considerado muy bien su vestuario  y el calor tropical le había quitado el aliento. El aire húmedo y caliente había provocado que su camisa se pegará incómodamente a su cuerpo, se había deshecho del saco, pero los pantalones del traje eran demasiado gruesos , y el calzado de cuero, sofocante. Sentía la garganta seca y la piel sudorosa. Aquello sólo aumentó su enfado.
Una vez más tomó el teléfono.
-Isabella, ¿por qué tu gente está trabajando para Hope Dickens? ¿Sabías que esa mujer es quien está impidiendo mi construcción?
-¿En serio? ¡Vaya Charles, supongo que deberás hablar con ella entonces! – respondió la mujer con un tono de voz que no lo convencía.
-Pero esa endemoniada mujer está metida por allí en medio de la selva y construyendo no sé que diablos en medio de mi tierra.
-Ve a hablar con ella –contestó Bella con calma.
-Iré Isabella, no sólo hablaré con ella, me encargaré de meterla en prisión si es necesario y cuando regrese hablaré contigo. De verdad me estás preocupando . ¿Ahora ayudas a activistas?.
-Charles…no vuelvas a llamar a menos que sea necesario. Realmente estoy ocupada. – respondió y le colgó.
-¡Maldición!- gritó él y a los gritos le dio ordenes al guía, se subió al jeep todo terreno y se dispuso a internarse en terreno desconocido, mucho más desconocido de lo que él pudiera imaginar.

Una niña pequeña tiró de la falda a Bella para llamar su atención.
-¿En qué piensas mamá? – preguntó Rose.
-En Hope…espero que esté bien.- respondió y la niña sonrió ante la mención de aquel nombre.
-¿Por qué antes no te gustaba ella? –le preguntó a Isabella y esta recordó su anterior antipatía por la joven.
-Supongo que porque no te conocía a ti cariño…
- ¿Y ahora ella te gusta?
-Sí Rose, ahora Hope me gusta mucho – respondió alzando a su hija del suelo.
-¿Y al señor Charles va a gustarle?
-No cariño, a Charles no va a gustarle nada. Pero sabes, él necesita conocer a alguien como ella.
-¿Y ella , necesita conocer a alguien como él?
-No lo sé Rose, tal vez deberíamos preguntarle a papá si necesitaba conocer a alguien como yo –respondió ella.
-Por supuesto – dijo Nick desde el umbral y Bella sintió que el corazón se le aceleraba.
-También nosotros necesitábamos conocerte – agregó Rose con su seriedad característica  e Isabella pensó que no necesitaba ningún otro regalo aquella Navidad. Lo había recibido todo un año antes.
Un rato después cuando estaban solos, Isabella recostó la cabeza contra el pecho  de su esposo.
-¿Nick?
-¿Sí?
-Creo que Rose y Hope tienen un corazón demasiado grande…tal vez por eso…
- Sí , es verdad, tal vez es demasiado grande para ellas. Pero no te preocupes,  nuestra Rose está bien…
-¿Y Hope?
-Ella siempre lucha…-contestó Nick y Bella suspiró pesarosa, esa no era la respuesta que quería oír.

Unas cuatro horas después, Charles llegaba a un claro en la selva donde había un pequeño poblado y gran grupo de personas.
-Por allí –le señaló el guía y empezó a caminar hacia donde le señalaban.
Antes de que su celular hubiera dejado de funcionar, sin importar lo caro que era, no tenía alcance en la selva , su secretario le había hecho llegar toda la información que tenía sobre  Hope Dickens.
Había nacido en Latinoamérica, pero siendo bebé había sido adoptada por una familia  extranjera de alcurnia, por un matrimonio sin hijos y con dinero. Los Dickens tenían estirpe y llevar a esa criatura exótica  les había resultado un toque de cristiana piedad y de aventura en sus vidas,  habían criado a la niña y más o menos cuando ella había cumplido  quince años , su padre adoptivo había perdido toda la fortuna y habían quedado fuera del circulo social al que pertenecían.
Aun así habían conservado a la niña y ella se había graduado de abogada, aunque por lo visto tanta educación había sido inútil. Había terminado siendo una activista que defendía distintas causas perdidas por el mundo y ahora acababa de meterse con él, claro que estaba más que dispuesto a demostrarle que ella era menos que una hormiga. Iba a devolverla al lugar al que pertenecía. Tal vez los Dickens la habían sacado del charco, él pensaba hundirla.
Siguió avanzando  hasta verse frente a una joven que lo observaba, no parecía una digna contrincante, era pequeña de piel bronceada , cabellos y ojos oscuros. Charles casi estuvo a punto de reír, él comía gente así como desayuno, sin embargo la mujer ni parpadeó.

Hope observó al hombre que avanzaba hacia ellos, en la mañana  Isabella se había comunicado para advertirle sobre la visita que tendría.
Charles Ebenezer en persona había ido hasta allí. Levantó la mirada y la clavó en aquellos ojos que la miraban como si fuera una presa dispuesta a ser aniquilada.
Era un hombre atractivo, aunque eso no era importante para ella, estaba acostumbrada a ignorar la parte estética de las personas, pues había conocido gente de belleza extraordinaria que escondía la fealdad en su interior y mucha gente marginada por los cánones estéticos y que guardaban almas hermosas.
Así que su apreciación de aquel hombre era algo meramente objetivo, de hecho  más que atraerla , le repelía , le daba la sensación de ser un animal de crianza. El producto de  la cruza de especimenes adecuados durante generaciones y generaciones, el  tipo olía a dinero y clase alta y lo que era peor, a soberbia.
Hope se  preparó para el combate.

-¿Srta. Dickens? – dijo él y ella se le acercó.
-Sr. Ebenezer – lo saludó y pudo ver como lo sorprendía, primer tanto para ella.
-¿Sabe quien soy?.Bueno, en ese caso, también sabe que está cometiendo un delito y que quiero que se vaya inmediatamente de mis tierras.-dijo reponiéndose de la sorpresa inicial, no esperaba que ella supiera quien era.
-En realidad la propiedad sobre este lugar aún está en discusión, los abogados están resolviendo eso y por si no lo sabe son patrimonio de una comunidad indígena que vive aquí, así que …no tiene derechos que reclamar.
-Usted lo dijo, aún está en discusión y por lo tanto no puede construir nada aquí…- dijo él y con la mirada recorrió a los trabajadores que habían en el lugar.
-Necesitamos  trasladar a esta gente antes de que lleguen las lluvias y además es imperativo construir un centro de salud.
-No me opongo a eso,  siempre y cuando sea fuera de mis tierras.
-¡¡Qué no son sus tierras , es que habla otro idioma!! – se exaltó ella.
-Usted elige, Srta. Dickens , se van por las buenas o los echo por la fuerza y tengo entendido que no sería su primera vez.
- Y yo tengo entendido que tampoco sería la primera vez que usted se comporta como un monstruo – le respondió ella .
-Bien, se lo advertí – dijo él frunciendo el ceño y sacó su celular para dar orden de que se deshicieran de aquella mujer molesta y su grupo de refugiados. El gobierno debía encargarse de ellos, no él.
Tarde recordó que su teléfono estaba sin señal, ¿cómo se le había ocurrido hacer una inversión tan grande en un lugar tan poco civilizado?
Un hombre y una niñita se acercaron hacia ellos.
-¡Esperanza! –gritó la niña y se lanzó en brazos de Hope.
-¿Qué sucede? – preguntó el hombre y con disgusto Charles descubrió que era un cura, “¡lo que le faltaba!”
-No es nada padre, sólo el Sr. Ebenezer que quiere desalojarnos…-dijo ella
-Pero no puede hacerlo, se acerca la Navidad tiene que comprender la situación de esta gente, seguramente no será tan despiadado como para hacer esto…-dijo el cura .
-Mire , Navidad o no Navidad ésta es mi tierra y si tantas ganas tiene de dar sermones , déselos a ella o a su gente, creo que una charla sobre el robo no les vendría mal .
-¿Eso es agua bendita?- preguntó ella señalando la botella que llevaba el cura en la mano.
-¿Eh? S..sí- respondió aún atontado por las duras palabras de Charles, y antes de que alguno pudiera reaccionar Hope tomó la botella y la vació en la cabeza morena del empresario.
-¿Qué diablos…?- se preguntó mientras se limpiaba el agua que le caía por la frente
-Tal vez tenga algún efecto favorable – se excusó ella y Charles la tomó de un brazo.
-¡Tú…! – la acusó
La niña que la acompañaba se puso a llorar, el sacerdote intentaba convencerlo y Hope trataba de zafarse de su agarre. En ese instante se sintió un trueno que los hizo callar a todos.
-¡Sígame! – ordenó Hope a Charles.
-Es sólo agua…-contestó él aun enfadado
-Señor Ebenezer, haga lo que le digo –insistió la joven y de pronto una intensa cortina de agua se descargó sobre ellos. Era tan fuerte que Charles sentía que el agua le azotaba el cuerpo, tenía que parpadear y aun así no podía ver con claridad. En una décima de segundo se había desatado un diluvio universal.
Estaba desorientado, cuando sintió una mano tomar la suya y el tirón que le dieron lo obligó a correr siguiendo a la joven que lo arrastraba con ella.
En algún momento del camino se tropezó y fue a dar al barro, nuevamente la joven le tendió la mano y lo guió a través de la intensa lluvia.
Finalmente llegaron a un refugio, entonces bajo techo, finalmente Charles pudo ver, que estaban en una especie de cabaña, el cura estaba junto a ellos con la niña en brazos y Hope estaba a su lado aún sosteniéndolo de la mano.Cuando él levantó la mirada, ella lo soltó de prisa.
Poco rato después la lluvia comenzó a amainar y el cielo se despejó.
-¿Qué diablos fue eso? –preguntó él.
-El comienzo de la estación de las lluvias, bienvenido a la selva – dijo ella mirándolo con una sonrisa.
-Pase, va a necesitar secarse – le dijo ella y lo invitó a entrar a la precaria construcción.
De no muy buena gana, él la siguió.
Primero había estado empapado en sudor por el calor, luego agua bendita y ahora estaba como un perro mojado y cubierto de barro. Soltó una maldición por lo bajo.
- Quiero irme de aquí…-musitó él pero ella lo escuchó.
-No creo que pueda hacerlo, la lluvia debe haber bloqueado los caminos…
-Fueron unos minutos.
-Intensos minutos y el terreno aquí no es firme. Basta un poco de agua para que no se pueda transitar. Por eso necesitamos construir caminos – explicó ella sacudiendo su cabeza. En ese momento Charles se dio cuenta de que ella estaba tan mojada como él, la camiseta blanca que usaba y el pantalón corto de lienzo se le habían pegado al cuerpo, sin embargo parecía no importarle, por lo visto estaba acostumbrada. él en cambio se sentía sumamente incomodo.
-Iré a buscar a su guía, aun debe andar por allí – dijo el cura y tomó a la niña de la mano- de paso llevaré a Lita con su mamá. Debe estar preocupada. Hope, hay unos pantalones limpios míos por allí, no hay camisas me temo .
-No se preocupe, yo encontraré algo –dijo la chica.
-No necesito nada –se adelantó a decir Charles.
-Está bien, pero tendrá que quedarse así mucho tiempo, yo que usted lo pensaría. Voy a cambiarme- le dijo ella ,entonces se metió en una de las dos habitaciones que había.
Charles paseó la mirada por el lugar. Había un escritorio, lleno de papeles, un par de sillas y no mucho más.
La muchacha volvió inmediatamente con una musculosa y unos pantalones largos y amplios.
-Siéntese – lo invitó ella.
-No es necesario.- contestó y se movió incómodo. A pesar de la pobreza se sentía mal al pensar en sentarse estando en aquel estado.
- Tal vez deba esperar un tiempo, tome le traje esto. Puede cambiarse allí  y también lavarse el barro– le dijo ella y le dio el pantalón . Él no solía cambiar de idea, pero sinceramente sentía que estar embarrado minaba su autoridad, era difícil sentirse tan sucio y tratar de darle órdenes a aquella criatura que parecía tan cómoda consigo misma.
Tomó el pantalón que ella le extendía
-¿Hay ducha?.—preguntó y ella lo miró con una sonrisa burlona.
-Señor no tenemos agua corriente aquí, hay un balde y unos botellones de agua que puede usar. Yo le buscaré una remera.
-¡Rayos! – protestó él y se dirigió al baño.
Hope tenía ganas de dejarse caer en la silla y quedarse allí un buen rato.Estaba cansada, pero debía aprovechar cada instante, primero lo había sorprendido al saber quien era, luego la lluvia lo había desconcertado, necesitaba ganar tiempo hasta que los abogados resolvieran la verdadera propiedad de la tierra. Además existía la posibilidad de que Charles Ebenezer descubriera que tenía un corazón si conocía la situación de la gente de allí. Y ella no podía dejar pasar aquella oportunidad.
Un rato después , él salió del baño, los pantalones le iban cortos y sueltos porque obviamente era más alto y delgado que el padre Santos, Hope pensó que parecía otro hombre.Con aquellos pantalones, la camisa abierta y mojada- era obvio que la había enjuagado y estrujado- y el cabello húmedo se lo veía menos intimidante, bueno en realidad seguía siendo intimidante pero en otro sentido. Uno que la joven no quiso analizar.
-Tome – dijo y le alcanzó la remera
-¿Panda´s lover? (amante de los pandas) -preguntó él señalando la prenda.
-Tengo otras ,una de “Salven a las ballenas” y una de “Soy un árbol de los bosques tropicales”, si esa no le agrada…-dijo ella y lo escuchó maldecir por lo bajo
-¿Por qué todas son así?
-Me las suelen dar en las organizaciones en las que trabajo  y son las únicas prendas grandes que tengo –le respondió encogiéndose de hombros.
Él miró la ropa con desagrado , pero se quitó la camisa y se puso la remera.
Por un segundo ella pensó que debería tomarle una foto y extorsionarlo, no había forma de que a él le gustara aparecer con aquella apariencia en los medios.
En aquel momento los interrumpió la llegada del guía junto con el padre.
-¿Cuándo podemos irnos?-preguntó Charles que había decidido arreglar sus problemas con  Hope Dickens desde la ciudad.
-Lo siento Señor, pero los caminos están bloqueados, no podemos transitar con el jeep.Debemos quedarnos aquí al menos por esta noche.
Por la oscura mirada de Charles todos los presentes comprendieron que prefería caminar sobre el infierno antes que pasar la noche allí, pero no tenía más remedio. Había llegado a echar a aquella gente y ahora debía pedirle alojamiento.
-Pueden quedarse con el Padre – intervino Hope y muy en el fondo él estuvo agradecido de que ella no lo obligara a pedir por favor un lugar donde dormir.
-Si no hay otra tormenta podemos irnos mañana –explicó el guía.
-Será un gusto tenerlos con nosotros, si me acompañan los acomodaré en mi humilde habitación –les dijo el cura y los dos hombres asintieron.
El padre Santos tenía mucho que decirle a Charles Ebenezer, sin embargo Hope había hecho un leve movimiento de negación cuando dejaron su vivienda y por su mirada el cura comprendió que la joven  tenía otros planes para el hombre.
Debía confiar en ella, la joven sabía lo que hacía y si ella no podía hacerlo cambiar de opinión no habría ser sobre la tierra que lo hiciera.


Charles se despertó en medio de la noche, estaba durmiendo en un lugar terriblemente precario, en el suelo, pero no era eso lo que le quitaba el sueño sino el sonido de lluvia y de un fuerte ventarrón que daba la impresión de ser capaz de derrumbar el lugar en cualquier momento.
Se levantó y descubrió que se había desatado un nuevo temporal.
-Es normal…-sintió que decía una voz a sus espaldas
-¿Esto pasa siempre? – preguntó al cura que compartía su insomnio.
-Es frecuente en la época de lluvias…
-¿Y la gente aun quiere quedarse aquí?- volvió a preguntar.
-Es su hogar son descendientes de los indígenas que habitaron estas tierras, aunque de todos modos la comunidad que habita aquí ha sido sacada de su hogar una y otra vez, ahora quieren trasladarse un poco más al norte antes de que la estación de lluvias empeore, este lugar puede ser peligroso. Allí se están construyendo casas  más estables y mejor equipadas,  también una estación sanitaria y se planea instalar el agua corriente.
-¿Dónde? –preguntó él y cuando el cura le contestó, frunció el ceño. El lugar del nuevo asentamiento también le pertenecía y además ya estaban construyendo allí sin consultarle.
Lo lamentaba por ellos pero no era su problema, él tenía otros planes para aquellas tierras.
-Será mejor que duerma señor Charles, con este tiempo dudo que mañana pueda marcharse.
El hombre maldijo una vez más su apresuramiento, había ido sólo sin el equipo necesario y ahora estaba varado allí, en la selva, con un cura, un guía inútil, una chica que pretendía salvar el mundo, un grupo de personas que probablemente lo odiaban y  para empeorarla luciendo una camiseta que declaraba su amor por los pandas.


21 de Diciembre

Se despertó con la claridad matinal que le daba en los ojos, finalmente se había dormido muy tarde.
No había nadie más en la vivienda, así que asumió que los demás se habían despertado antes. Salió y se encontró con que caía una finísima llovizna.
Había un grupo de gente hablando  y lo miraron con desconfianza cuando él se acercó, sin embargo se tranquilizaron cuando una voz que reconocía les habló. Hope y el guía estaban con la gente del lugar
-Charles – lo llamó ella y él se le acercó.
-Quiero presentarle a algunas personas – dijo ella respetuosamente y él observó que lo estudiaban con atención.
-Ella es Carmen, la maestra y él es Alejandro, nuestro médico –dijo ella señalando a las personas más jóvenes. Ellos extendieron su mano y él les devolvió el saludo.
Luego Hope se dirigió a la gente mayor que los acompañaba y les habló en una lengua de la que él conocía pocas palabras.
-Ellos son Isabel ,Ixchel y Quelo, son los  jefes del poblado – le explicó y las tres personas lo saludaron aunque en sus miradas aún brillaba la desconfianza. Todos ellos sabían porque estaba allí, sólo Hope parecía ignorarlo a propósito.
De repente Charles sintió que le jalaban la ropa, un niño pequeño lo miraba con grandes ojos azules en su cara morena.
- Hola – le dijo y le dedicó una amplia sonrisa.
-Él es Diego, el hijo de Carmen.
-¿Podremos irnos? – le preguntó al guía  haciendo caso omiso a los intentos de la joven de integrarlo .
-Lo siento señor Ebenezer pero con el temporal de anoche, los caminos siguen bloqueados
Quelo nos acaba de informar que se cayeron un par de árboles, así que tendremos que esperar.
-¿Cuánto?-insistió él
-No lo sé.
-¿Es que a nadie le importa quedar incomunicados? – preguntó con enfado.
-La verdad es que sí, pero ya ve este lugar parece abandonado por todo el mundo, a pocos le importa si la gente queda incomunicada por días. Si hay una emergencia o lo que sea. Pero estamos tratando de cambiar eso, así que no se preocupe.
-¡¡Usted lo hizo a propósito para retenerme aquí!!- la acusó él.
-Sí, claro..antes de que llegará realicé el baile de la lluvia, doblegué a la naturaleza con el sólo objetivo de contar con su encantadora compañía .- se burló ella.
-No sea irónica.
- Venga conmigo – dijo ella – Discúlpennos – se excusó  y se marchó dando largas zancadas mientras Charles la seguía.
-Suéltelo –dijo él.
-Mire he tratado de ser todo lo educada que he podido , pero usted es intratable.
-Ni usted quiere estar con nosotros, ni nosotros tenerlo aquí, pero así están dadas las cosas. Pronto el camino estará transitable y podrá marcharse, mientras tanto compórtese no lo digo por mí, sino por esa gente, ellos no merecen su desprecio.
-¡Debo ser educado? ¡Han usurpado mis tierras!
-De hecho no, este lugar les ha pertenecido por generaciones y generaciones, han sido abandonados y discriminados,  encima de eso les han robado.Esta tierra es su patrimonio, además de ser una reserva natural del país, pero algún funcionario inescrupuloso la puso en venta y usted la compró.
-Sea como sea, es mía. Puedo probarlo, y eso me da derechos.
-Lo sé, pero ellos también tienen derechos y los estamos defendiendo. Junto a los abogados del país y los de la organización estamos trabajando para que así sea. El estado deberá devolverle su dinero, así que no se preocupe.
-Quiero la tierra, además aunque me devuelvan el importe, yo invertí mucho más, teníamos planes para un Hotel y un centro recreativo y usted lo arruinó todo.¿Sabe lo que cuestan todos esos contratos que ahora serán nulos?
-Me alegra ser quien lo arruinó…-respondió ella.
-¡Vaya abogada!¿ Así respeta las leyes?- le preguntó
-Existen otras leyes más importantes que tienen que ver con la humanidad, y esas leyes son las que más respeto. Igualmente , son  abogados del país lo que llevan el caso, yo sólo hago consultoría en lo que necesitan.
-¿Y qué hace instalada aquí?
-Ayudo, en lo que puedo.-respondió ella con sencillez y él la miró con incredulidad.
-Sigo siendo el propietario y créame de una forma u otra me libraré de ustedes.
-Lo sé, tiene el poder para hacerlo, pero eso no significa que sea lo correcto , y ya que está obligado a quedarse aquí, yo que usted no andaría gritando a los cuatro vientos que piensa librarse de nosotros.
-¿Me amenaza?
-No, no es mi estilo, sólo que es de mal gusto.- respondió ella y una vez más los interrumpieron los niños.
-Esperanza, ¿nos acompañas a buscar flores? –invitó la niña.
-Si la lluvia, ya calmó – agregó  Diego y ella aceptó – le dio una mano a cada uno y dejó a Charles sumido en sus oscuros pensamientos.

Un rato después volvieron los tres con los brazos cargados de flores tropicales.
-¿Su almuerzo? – preguntó él que estaba de pésimo humor por el calor. Estaba acostumbrado a hacer una llamada y obtener todo lo que deseaba, verse sin poder usar su celular e incapaz de cumplir sus caprichos le arruinaba el ánimo.
-No sea infantil –lo reprendió ella y él la miró asombrado. Nadie solía reprenderlo.
-Son para adornar el árbol – le aclaró Diego
-¿El árbol?
-El árbol de Navidad –explicó la niña
-¿Es que celebran la Navidad?
-Claro, dejamos de sacrificar gente  hace mucho tiempo – dijo Hope con enfado.
-No lo dije para molestar, sólo que pensé…
-Son cristianos, ¿por qué cree que hay un sacerdote aquí?
-¿Y van a adornar el árbol con flores?
- ¿Quiere verlo? – preguntó Hope y antes de que él pudiera responder Diego le agarró la mano. La joven le dirigió una mirada que dejaba en claro que no debía rechazar al niño.
Los cuatro se dirigieron hacia el centro del poblado, allí había gente reunida cargando flores y niños riendo felices. El árbol distaba de ser un abeto, era un espécimen propio del lugar.
-¡¿Eso es el árbol de Navidad?!- preguntó él
-Es un árbol y lo adornamos para celebrar la Navidad , así que sí , ese es. Lo que importa es el significado, no su apariencia. Todos nos reunimos para adornarlo y tiene que ver con nuestros mejores deseos, mantiene el espíritu navideño y eso es lo importante. –aseveró ella.
La joven se separó un poco y la próxima vez que él la vio estaba trepada adornando con flores las verdes ramas.
De repente Charles vio a Hope tambalear entre las ramas y por instinto corrió hacia al árbol para llegar a tiempo a atraparla entre sus brazos , a ella y un montón de flores que les cayeron encima.
-Gr..gracias – titubeó ella abrazada  a él y el hombre la  puso en el suelo con prisa.
-No es nada, no deberías  colgarte de las ramas como un mono.
-Sí, supongo que es cierto – dijo ella sorprendida.
-¡Vaya tradiciones! – se quejó él mientras se alejaba.
-¿Estás bien Esperanza?- preguntó Diego corriendo hasta ella.
-Sí, sólo que...nunca pensé que me atraparía. Quiero decir, hubiera creído que a él no le importaría-dijo la muchacha más para sí misma que para el niño.

A la tarde, Hope se acercó hasta el lugar del Padre Santos para ver a Charles.
-Le traje esto -dijo ella y le alcanzó la ropa de él limpia y seca.
-¿No más pandas?
-No, tenía una sobre elefantes pero no creo que sea de su estilo – le dijo bromeando.
-Gracias por la ropa y la comida que envió – le respondió él.
-Gracias por no dejarme caer – respondió ella.
-Fue sólo por reflejos…-se justificó él.
-Ahhh, ¿ de haber tenido tiempo de pensarlo me hubiera dejado caer? – preguntó ella
-No lo sé- respondió con sinceridad.
-Es sincero…- comentó ella
-En realidad sí, no tengo mucha necesidad de mentir
-Cierto, las cosas siempre se hacen como quiere,¿verdad?
-Sí – respondió llanamente.
-No sé si en su caso es virtud o defecto.
-Supongo que defecto, me preocuparía si me reconoce alguna virtud – respondió él.
-Sí , también yo me preocuparía.
-¿Puedo preguntarle algo?- la interrogó
-Sí, por supuesto.
-¿Por qué la llaman Esperanza?
-Ah, es mi nombre. Hope y Esperanza significan lo mismo.  Prefieren Esperanza y me gusta, es el nombre que me dio mi madre antes de morir, luego mis padres lo cambiaron al adoptarme. Supongo que ahora  me identifico más con Hope, pero me gusta como suena Esperanza.
-Ya veo- dijo él sin entender muy bien por qué le había hecho aquella pregunta, pero lo cierto era que la Srta. Dickens le daba curiosidad. Desprendía una energía interminable, iba de un lado para el otro y parecía que todos la querían.
-Se me olvidaba, también vine a darle esto – dijo ella y sacó un termo y un par de tazas, luego vertió el contenido en ellas y el aroma tuve un efecto relajante en Charles.
-¿Café?
-Sí, el regalo navideño de mi madre, también me envió cocoa y un montón de cosas que uno no comería jamás con tanto calor. Sin embargo, los chicos están encantados, no han probado jamás muchas de estas cosas. Pensé que extrañaría el café.
-Pensé que éramos enemigos – respondió él aceptando la  humeante taza, a pesar del calor, el café era siempre bienvenido, más para alguien que lo bebía a diario, durante intensas horas de trabajo. Aquella bebida era su única adicción.
-No me gusta tener enemigos, estamos enfrentados, usted peleará por esta tierra  con todos sus medios y yo también. Sólo que para mí eso no significa que deba eliminarlo Sr Ebenezer.
-¿Sólo bañarme en agua bendita? – preguntó él y ella se sonrojó levemente.
-Bueno, en realidad si lo piensa es algo positivo…
-No soy muy creyente señorita Dickens, así que…
-Créame las bendiciones nunca están demás y tampoco creer, sobre todo en estas fechas.
-Buen café – dijo él evadiendo cualquier otra respuesta y ella asintió con una sonrisa.
-Sí, mi madre sabe hacer regalos, a pesar de los 35 grados de calor, es delicioso –respondió ella y él se quedó pensando en su propia madre. Seguramente estaba comprando costosas joyas para su gran fiesta navideña, no recordaba la última vez que ella le había hecho un regalo.
Se preguntó también sobre cual era la relación que tenía aquella joven con sus padres adoptivos, cuando los nombraba su voz estaba llena de cariño.
-¿Los quiere? –preguntó repentinamente sin poder evitarlo.
-¿Mmm? – contestó ella tras tomar un sorbo de café.
-A sus padres…
-Claro, los amo. Han sido los mejores padres del mundo, de hecho creo que no van a perdonarme fácilmente que  esté lejos en estas fiestas. Pero ellos saben lo que significan para mí. Los Dickens fueron uno de los milagros que me concedieron, ¿sabía que me adoptaron en Navidad?
-No, no lo sabía-contestó ya que el informe no había sido tan preciso.
-Sí, mi verdadera madre murió en octubre  , días después de tenerme, y como ella estaba sola en el mundo yo fui a parar a un orfanato. Mis padres estaban paseando por aquí y junto a unos conocidos habían visitado el orfanato porque eran vísperas de Navidad, allí me encontraron y finalmente el día de Navidad pudieron llevarme con ellos Yo aun no cumplía tres meses….¿Y usted?
-¿Qué?
-¿Ama a sus padres?
-No lo sé- respondió él. Lo habían criado más las niñeras que sus padres, ambos tenían otras ocupaciones que los mantenían ocupados. Le decían que estaban orgullosos cuando sacaba buenas notas o demostraba sus habilidades en deportes o cualquier actividad que realizaba, pero no recordaba abrazos, ni besos ni demostraciones de cariño Le habían dado la mejor educación, todos los gustos, nunca le había faltado nada que quisiera y probablemente ellos le habían dado aquella seguridad que él tenía. No los odiaba, pero tampoco estaba seguro de quererlos, eran sus padres, nunca  antes había analizado mucho el asunto. Aunque sintió una leve punzada al escuchar a Hope hablar sobre los suyos, no tenía ningún lazo sanguíneo con aquella gente , pero era obvio que tenían lazos afectivos.
-Hay muchas cosas que no sabe…-le dijo ella haciendo referencia a las dos veces que había contestado con un “No lo sé” a sus preguntas.
-Eso parece – dijo él y le dio la taza vacía.
-Ya que tiene tiempo, puede dar una vuelta por el poblado, a la noche está invitado a comer con nosotros. Tal vez pueda aprender algunas cosas si mira un poco a su alrededor.- le sugirió y luego se marchó.

Charles odiaba que le dijeran que hacer, pero con el correr de las horas se sintió aburrido y no tuvo más remedio que ir a recorrer el  lugar.
Vio las precarias viviendas y se asombró de que sobrevivieran a los  frecuentes temporales, vio mujeres cargando agua del pozo y recordó que allí no había agua corriente. De hecho la idea de no haberse dado una ducha aquella mañana aun lo estremecía. También observó a ancianos y niños claramente desnutridos.
Se encontró con el médico y éste se sintió en la obligación de darle detalles  sobre la salud y el abandono en que vivían aquellas personas.
Durante el tiempo que caminó por allí, todo lo que vio fue pobreza, gente que no contaba con lo mínimo. Agua, comida, medicamentos, educación, todo parecían ser privilegios a los que no tenían derecho.
Charles nunca había pensado demasiado en la justicia del mundo, mejor dicho para él era algo totalmente maleable, él siempre obtenía lo que quería sin importar los medios  y eso  era suficientemente justo.
Sin embargo, ahora, contemplando la miseria en que vivían aquellas personas, estaba interrogándose sobre el orden de las cosas.
Y cuando hablaba con alguno de ellos, con las pocas palabras que entendía o si encontraba a alguien que hablara su idioma, lo más jóvenes lo habían aprendido con la maestra o con Hope, escuchaba una y otra vez hablar de Esperanza.
Él ya no podía distinguir si hablaban de la mujer o del sentimiento, aunque tenía la sensación de que allí eran una misma cosa.

Hope había conseguido medicamentos y una partida de vacunas, Hope había convencido a  Isabella  de que la ayudara en la construcción del centro de salud, Hope había conseguido donaciones de ropa y comida, una y otra vez ella aparecía en todas las conversaciones.
Finalmente a la noche se vio arrastrado por el cura a una cena comunitaria al aire libre. La gente estaba en pequeños grupos, compartiendo la escasa comida que había.
Había pobreza pero también solidaridad y risas, su mirada se dirigió hacia la joven morena y ella le devolvió una sonrisa, mientras los niños como siempre, la rodeaban.
El sacerdote se acercó a ella y a él no le quedó más remedio que seguirlo.
Ella le pasó un recipiente con comida y antes de darse cuenta se vio incluido en las  charlas del grupo  con Diego sentado a su lado oficiando como traductor.
Un poco después de terminar de comer, la lluvia volvió a caer con fuerza , dispersándolos y Charles comprendió que nuevamente la naturaleza lo obligaba a quedarse allí. Aunque esta vez no sintió  enojo, sino una resignación tranquilizadora como si su mente aceptara el hecho de permanecer un tiempo más en aquel lugar de colores vivos, vegetación exuberante, pobreza y ausencia de tecnología. También allí estaba la Esperanza, hecha persona y contagiando todo lo que tocaba.
Finalmente esa noche, acunado una vez más por el sonido de  la lluvia y el viento, durmió tranquilo.


22 de Diciembre

Una vez más  Charles se despertó con la luz del sol y esta vez pudo percibir también los sonido. Voces humanas, canto de pájaros, todo se unía allí formando un difuso coro matinal.
Con el cerebro descansado tuvo una idea. Así que salió a buscar a Hope.
La encontró con las mujeres del pueblo, amasando en unos grandes recipientes en el suelo.
-Hope…-la llamó y luego se dio cuenta que era la primera vez que la tuteaba.
-Buenos días Charles – le respondió ella que no  dejó  pasar la posibilidad de acabar con la formalidad.
-¿El equipo de Isabella que está trabajando en la construcción tiene vehículos verdad? Ellos pueden sacarme de aquí.
-Sí tienen vehículos, pero lamentablemente el temporal también los aisló a ellos, de hecho estamos encerrados a medio camino.  Ellos quedaron en la zona de construcción a varios kilómetros, el camino hacia aquí no se puede transitar y nosotros tampoco podemos salir.- explicó ella con paciencia.
-Pero…
-Están trabajando Charles, la gente de Isabella se está dedicando a despejar el camino, probablemente para mañana logren llegar, entonces podrás irte…-le dijo y entonces una mujer le dijo algo a la chica referido a la labor que estaba haciendo y ella se disculpó por entretenerse.
-Hiciste que me retaran- le dijo a él.
-¿Qué están haciendo?
-Panes de maíz para la cena navideña –le respondió la joven y él pensó en las abundantes cenas navideñas a las que estaba acostumbrado. Por lo visto la de allí sería muy diferente.
-No parece algo que se coma en Navidad…-comentó él y ella sonrió
-Lo importante no es lo que se come Charles, sino compartir y el sentimiento. Además es mucho más satisfactorio cuando uno lo hace con sus propias manos para la gente que ama…¿por qué no pruebas?-sugirió y luego le dijo algo a la mujer llamada Ixchel que le había presentado anteriormente.
La anciana se acercó a él y luego de indicarle que se sentara en el suelo, pudo un recipiente al lado de él y le depositó una buena cantidad de masa en las manos.
Él miró a la mujer y luego sus propias manos con desconcierto. Hope rió.
-Amásalo así –le dijo y antes de darse cuenta él se encontró amasando tal como ella le indicaba. Aquello también era nuevo, no solía trabajar con sus manos. Daba órdenes por teléfono y manejaba computadoras, con eso había construido un imperio, no tenía la más minima idea de cómo amasar pan de maíz.
Sin embargo siguió con dedicación las instrucciones de Hope y las que cada tanto daba Ixchel. Al mediodía pudo probar el pan que había hecho. Hope llegó hasta él y tras ordenarle abrir la boca le dio un trozo de pan tibio. Era delicioso, lo más rico que había probado en mucho tiempo.
Le pidió a la joven que se lo dijera a la anciana y está rió encantada, luego le dijo algo a Hope que ella se negó a traducir pero que la hizo sonrojar.

“Quédatelo”- le había dicho Ixchel y Hope había negado con la cabeza para luego sonrojarse. Sin embargo cuando miró a Charles Ebenezer , algo extrañó le agitó el pecho.
Había llegado allí para destruir todo lo que ella había defendido, pero ahora se lo veía distinto. Tal vez porque estaba despeinado, con la camisa suelta ,y comiendo pan de maíz con una satisfacción casi infantil.
Tal vez porque era atractivo o porque lo más atractivo era que ella sentía que podría ser una buena persona de tener la oportunidad.
No podía dejar de mirarlo y cuando él concentró sus ojos verdosos en ella, la sensación que la inquietaba se acrecentó. Afortunadamente, el médico llegó para interrumpirlos.
-¿Qué pasa? – preguntó ella
-Anoche se desprendieron varios techos, así que vamos a arreglarlos, porque por las nubes que se están juntando parece que hoy también tendremos mal tiempo.
-Bueno, vamos –dijo ella  y lo siguió.
Inesperadamente Charles se limpió las manos en sus costosos pantalones, ya inservibles, y los siguió.
Un rato después mientras reparaban las casas, la mujer entendió por qué aquel hombre manejaba un negocio  relacionado con la construcción. Organizó al grupo que había ido a ayudar y agilizó el tiempo, más rendimiento en menos tiempo, además de dar acertadas sugerencias para mejorar la calidad de la construcción.
Pensó que era una pena que él no usará esas habilidades para ayudar, sin embargo ahora estaba colaborando.
Se sintió un  poco culpable, tal vez ella no tuviera que ver con el clima, pero sí estaba manipulando un poquito las cosas para que él permaneciera allí.
Sólo quería un poco más de tiempo, tenía la sensación de que si él pasaba tiempo allí , entendería y no podría expulsarlos. La gente del lugar ejercería su magia y aunque él no lo sabía , no podría borrarlos fácilmente de sus recuerdos.


-Gracias – dijo ella cuando terminaron y le acercó algo de beber.
-No te preocupes, es agua de botella, cortesía de Isabella.
-¿Cómo convenciste a Isabella para que te ayudara? – le preguntó él y anotó mentalmente tener una buena charla con la Sra. Isabella Bless –antes Charles- tan pronto regresara a la ciudad.
-Nos conocemos desde hace mucho tiempo…-dijo ella
-Sí, pero si  no me informaron mal, ella te hizo echar de sus oficinas con la policía.
-Sí, hace unos años hubo un problema con una de sus construcciones en una reserva de animales. Yo fui a exponerle los hechos y Bella me dejó muy en claro su posición. Creo que ha sido así desde que éramos jóvenes…yo intentaba convencerla de “mis causas perdidas” y ella me daba una dosis de realidad. Nunca fuimos amigas..y creo que Isabella se hubiera deshecho de mi con mucho gusto.
-¿Qué hizo que esta vez fuera diferente?
-Rose…y Nicholas.
-¿Umm?
-Yo conocía al marido de Isabella , somos amigos de hecho y bueno hablé con él antes de venir aquí .No sabía que se hubiera casado con Isabella y cuando él me sugirió que hablara con su esposa acepté. Cuando descubrí que era Isabella casi caí de espaldas, pensé que iba a echarme de nuevo, pero me escuchó. Cuando le pregunté por qué, me dijo que por Rose. Cuando conocí a la pequeña lo comprendí.
-¿Todo por una niña?
-Oh, no, deberías conocerla. No sólo a ella, los otros tres también son encantadores. Pero la pequeña es un milagro y tiene el don de convencer a todos, además pensó que era buena idea ayudar a otros para Navidad  y Bella no pude negarle nada a sus hijos.
-No lo entiendo, juro que no.
-Deberías conocerlos, lo entenderías – le dijo ella y él pensó que los había cruzado un par de veces pero no les había prestado demasiada atención. Sin embargo debía haber algo especial en ellos para que hicieran cambiar tanto a Isabella.
-¿Así que te ayudó?
-Sí, y también somos amigas ahora…nos une Rose.
-Pequeña traidora..-murmuró él.
-¿Qué?
-Nada, nada y pensar que ella odiaba la Navidad.
-Bueno, parece que ahora la ama, como yo.
-¿Tanto te gusta?
-Sí, es mi época favorita. Me gusta la cena de Nochebuena con la gente que quiero alrededor y me gusta la Navidad, es más fácil creer en ese día.
-No le encuentro nada de especial…
-Es el día más especial del año.¿Alguien te espera para Navidad? – preguntó ella
-No.Nadie.-dijo él y era verdad. En general no le daba importancia a esa fecha o terminaba asistiendo a alguna lujosa fiesta de las tantas a las que lo invitaban.
-¿Te quedarías a pasarla con nosotros?- lo invitó ella.
-No, no creo que deba. Nada ha cambiado Hope, apenas salga de aquí voy a recuperar lo que es mío –le dijo y se marchó.
-Todo ha cambiado pero no lo sabes –dijo ella


Estaba sentado en un tronco pensando en lo que había sucedido. Era verdad, lo que le había dicho a Hope era verdad, tan pronto saliera de allí , él volvería a ser el de siempre.
-¿Me ayudas con mis regalos? – le preguntó Diego y Charles elevó la vista para mirar al niño que estaba frente a él sosteniendo un manojo de papeles.
-¿Tus regalos? ¿Los de navidad?
-Sí.
-¿Quieres envolverlos? – preguntó sin entender muy bien lo que el niño quería.
-No, escribirlos –le contestó él
-¿Cómo?
-Sí escribimos lo que deseamos para los demás y para nosotros mismos en papeles y luego los colgamos al árbol para que Dios lo sepa. Pero no sé escribir muy bien, y mamá está ocupada. Esperanza  nos lo enseñó, aunque ella dice que en realidad Dios puede ver en nuestros corazones, así que conoce nuestros deseos y a aquellos que son sinceros los concede.
-Debí imaginarlo – murmuró él, sólo Hope podría convencer de  creer a gente que le faltaba todo y que tenía todas las razones del mundo para renegar de la fe.”¿Podían creer que Dios cumpliría sus deseos cuando hasta él parecía haberlos abandonado a su propia suerte? “ sin embargo los ojos limpios y claros de Diego , evitaron que él dijera en voz alta sus pensamientos y en lugar de eso aceptó ayudarlo.
-A ver..dime que quieres escribir.- dijo y lo sentó sobre su falda.
-Que proteja a mamá y a toda la gente que quiero.
-¿Algo más?
-Que no se lleve a Hope…-dijo el niño y él frunció el ceño, aquella gente se había acostumbrado a ella, qué harían cuando se marchara de nuevo a la ciudad o a otro país lejano a defender una nueva causa.
-¿Es todo?
-Que podamos quedarnos aquí…y yo pueda ser doctor cuando grande para ayudar a la gente como Alejandro.
-Bien, listo – dijo después de terminar de escribir los papeles.
-¿Y tú? ¿Qué quieres? – preguntó el niño.
-Irme – dijo rápidamente ni siquiera quería pensar en lo que quería.Diego lo miró con tristeza, sin embargo se le ocurrió que él podía ayudarlo.
- Si quieres irte dile a Esperanza que te preste su radio..seguramente así te vendrán a buscar.-dijo el niño inocentemente revelando el secreto que todos habían ayudado a conservar.
-¿Radio? ¿Hay una radio aquí?
-Sí, porque los teléfonos no funcionan…
-Maldita sea – dijo y se levantó de prisa. Aquella mujer le había mentido. Lo había obligado a quedarse allí. Dando grandes zancadas se dirigió a la casa de Hope, sin embargo cuando iba a entrar se detuvo en el umbral.Allí estaba la radio, y ella la estaba usando. Por lo visto había dejado la puerta abierta en un descuido así que le llegaban las voces con sorprendente claridad.
-Vuelve a casa …-dijo una voz cargada de pesar y él pudo escuchar lo que la joven respondía.
-Lo siento mamá, pero voy a quedarme aquí hasta que todo se resuelva.
-Hija, es demasiado esfuerzo para ti, por favor…
-Estoy bien, no he tenido ningún otro ataque…
-Hope, estamos preocupados.
-Mamá, tengo derecho a decidir lo que voy a hacer. No quiero estar en un hospital, si me voy a morir será haciendo lo que amo…
-Hope..
-Estoy bien, lo siento. No te preocupes, hablamos luego. Saludos a papá –dijo la joven y cortó la comunicación. Luego se echó a llorar desconsoladamente.
Charles se quedó en la puerta sin saber que hacer, había venido dispuesto a pelear con ella , pero no sabía que hacer con aquella mujer llorosa .Tal vez debiera entrar y abrazarla, pero había escuchado la comunicación furtivamente y estaba seguro de que ella no quería que lo supiera.
“¿Por qué había hablado de morir? ¿Qué era lo que de verdad quería decir Diego cuando había pedido que no se llevaran a Hope?”
Se alejó de allí, de repente lo que parecía tan importante como la existencia de una radio, ya no lo era.
Se fue a caminar un poco, necesitaba pensar con claridad.

Un par de horas después se fue cruzó con Carmen.
-¿Dónde está Hope? – le preguntó a la mujer.
-Fue a la Iglesia…
-¿Iglesia?, no sabía que hubiera una
-Bueno, no hay un edificio, pero Hope va a rezar a un lugar en la selva. Ella dice que  Dios está en cualquier parte, así que esa es su Iglesia, hasta que nos mudemos y se construya una.
-¿Por donde? – preguntó él y la mujer le indicó
Ciertamente parecía un lugar sagrado. Entraban unos rayos de sol que iluminaban el pie de un gran árbol, había helechos y flores exóticas, pájaros y mariposas, lo mejor de la creación estaba reunido allí. Arrodillada al pie del árbol estaba Hope, hablaba con Dios en voz alta, ajena a su presencia.
-Cuida a mis padres, a mis amigos , a Isabella , Nick y sus hijos, ayuda a la gente de aquí y concédeles su milagro. Perdóname por mentir al ocultar la radio y haz que Charles sea feliz y tenga una maravillosa navidad… y dame fuerza para concluir lo que empecé..-musitó finalmente.
-¿No hay nada que quieras para ti? –preguntó él delatando su presencia, se sentía incomodo por escuchar a hurtadillas y sobre todo por escuchar que ella lo nombraba en sus plegarias. La joven se puso de pie y lo miró sorprendida.
-Yo...todo lo que pedí es para mi.
-No, pediste por los demás, no hay nada que quieras para ti.¿No hay un milagro que desees?
-Ya he recibido muchos milagros, desde el día que mi madre me trajo al mundo, luego que mis padres me adoptaran y me amaran fue otro milagro. He recibido mucho Charles…no puedo pedir más, no me animo. No sería justo que le dieran tanto a una sola persona.-dijo ella.
-¿Qué pedirías? – insistió cuando ella llegó junto a él.
-Una casa..con alguien que me ame…
-Todos te aman Hope. –dijo él sabiendo que era una verdad absoluta.
-No esa clase de amor, alguien que me ame como yo a él, y niños y risas y un perro. Poder sentarme a contarles historias de Navidad y armar el árbol con ellos y…ver que mi pelo se va poniendo blanco con el correr de los años. Una familia feliz y tiempo para disfrutarla…sólo eso –respondió ella con la voz cascada y él sintió que algo dentro suyo también se quebraba.
-Hope…-pronuncio su nombre sin saber que decirle.
-Sabes de la radio…-dijo ella al ser conciente de que él la había estado escuchando.
-Sí, lo sé.-respondió
-Ya puedes irte Charles, ya nada te retiene – dijo ella y se alejó de prisa.
Una hora después, el cura lo buscó para llevarlo a que utilizara la radio. Hope no se veía por ninguna parte.
Charles se comunicó con su gente e hizo todos los preparativos para irse al día siguiente, podría haber arreglado su partida inmediatamente pero no podía. Hope se había equivocado, había algo que lo retenía.


23 de Diciembre

A la madrugada se despertó por el ruido de la lluvia nuevamente, sólo que era muy fuerte, demasiado. Algo de aquel sonido lo alarmó, salió deprisa y vio que apenas estaba amaneciendo, pero el cielo estaba totalmente oscuro, apenas pisó el exterior se hundió varios centímetros en el barro.
-¿Qué pasa? – preguntó el Padre Santos desde atrás de él y Charles comprendió que por primera vez se había despertado antes que los demás.
-Llueve, pero…- dijo y se dio cuenta que estaba gritando pues el viento estaba muy fuerte y se llevaba las palabras
-¡Es demasiado fuerte!- contestó el cura y el guía salió junto a ellos.
-Veamos si todos están bien –sugirió Charles y se adelantó.
Se acercó hasta donde vivía Hope y vio que ella también estaba en el exterior.
-¡¿Están todos bien?! – gritó Charles
-¡No lo sé! – gritó ella y cuando él iba a  acercarse la lluvia se intensificó. Además un par de personas llegaron corriendo dando gritos de alarma.
-¡¡Un alud!! – exclamó Hope apenas se dio cuenta y salió corriendo con Charles siguiéndola.
-Tenemos que sacarlos de aquí –dijo ella y la gente empezó a reunirse. Antes de que pudieran hacer algo,  a través de la selva se abrió paso un río de lodo.
-¡No tenemos tiempo! – gritó Charles y rápidamente organizó a la gente. Despertaron a aquellos que aún dormían, trataron de sacar las pertenencias mínimas. El medico buscó los remedios que pudieran necesitar y se reunieron.
-¿A dónde ? –preguntó la joven sintiendo que estaban perdidos.
-Reunámoslos y luego veremos – contestó Charles, pero no había mucho que hacer o iban directo hacia el derrumbe de tierra o se internaban en la selva.
En ese momento el ruido de motores se mezcló con los truenos y maravillados vieron que se abrían dos caminos, la gente de Charles que había venido a buscarlo y la gente de Isabella que había logrado llegar hasta allí.
Inmediatamente se pusieron a reunir a la gente para subirla a los medios de transporte disponibles, Hope corría de un lado al otro mientras el agua y el lodo iban desbordándose, Charles trabajaba a su par.
-¡¡Diego!! – gritó Carmen llamando al niño que se había desprendido de su mano  y de pronto la mujer lo vio tropezar y caer para ser arrastrado por la corriente. Sin embargo Charles también lo vio y alcanzó a sacarlo justo a tiempo. Corrió con el niño hacia la madre y luego los llevó a una todoterreno para que los sacara de allí.
-¡¡Hope!! – gritó y se fue a buscar a la mujer que corría de un lado para otro rescatando gente. Ella le hizo señales de que estaba bien y cada uno siguió trabajando por su lado.Para alivio de todos la lluvia se detuvo tan repentinamente como había llegado ,lo que les permitió trabajar con más facilidad. Entre los trabajadores con la maquinaria de construcción, los vehículos , el equipo de Charles y los del poblado lograron impedir la tragedia y poner la gente a salvo.
-¿Y Hope? –le preguntó a Alejandro.
-No,la vi – respondió el médico y entonces un grito los alertó. Ixchel sostenía el cuerpo inmóvil de la chica.
-¡¡No!! – gritó Charles y junto al médico corrieron hasta ella.
-Tuvo otro ataque, fue mucho esfuerzo para ella – dijo el cura mientras Alejandro hacia maniobras de resucitación. Charles ni siquiera podía respirar al verla allí cubierta de barro  y quieta.
-¡Tiene pulso! –gritó Alejandro y pudieron respirar tranquilos.
-¡Mantenla con vida! – gritó de pronto Charles y corrió a donde estaba la radio.
Un rato después un helicóptero trasladaba a la joven.

24 de Diciembre

Tras consultar con Alejandro y los médicos que asistieron en la emergencia, Charles decidió trasladarla de nuevo a su país a un hospital especializado.
Allí estaban ahora Charles, los padres de Hope y Nicholas Bless esperando los resultados.
-Vamos a practicarle una cirugía, es la única posibilidad, pero su estado es delicado – dijo el médico.
-Ella no quiso operarse antes porque era muy riesgoso – dijo su madre entre lágrimas.
-Me temo que necesitamos un milagro – dijo el médico y Charles perdió la paciencia, se lanzó contra él y lo tomó de las solapas del guardapolvo.
-¡¿Milagro?! ¡Usted es médico, cúrela! – ordenó iracundo.
- Cálmate, están haciendo todo lo posible – dijo Nick.
-Pero…
-Vamos Charles, no empeores las cosas – dijo y se lo llevó de allí. Ya había sido complicado explicarles a los padres de Hope quien era él  como para empeorar todo con su comportamiento.
-¿Qué va a pasarle?-preguntó
-No voy a mentirte Charles, su estado es grave, ya lo sabíamos de antes. Ahora todo depende de la cirugía y de la fuerza de Hope. El médico no estaba equivocado, un milagro no nos vendría mal.
-No creo en los milagros –dijo él
-Pero yo sí – le dijo Nicholas y en ese momento llegó Isabella.
-Yo también creo Charles, recibí uno.
-¿Qué haces aquí amor? – preguntó Nick.
-Quería venir personalmente, los informes por teléfono no alcanzan, Nick.¿cómo está?
-Va a entrar a cirugía .Voy a ver a sus padres, quédate con él.- dijo a su esposa y se marchó.
-¿Cómo hiciste para creer en milagros, Isabella? – preguntó alzando los ojos cargados de pesar hacia ella.
-No me dieron opción Charles, mañana es Navidad, la mejor época para milagros. Pide por ella, Charles.
-Yo…
-¿Qué significa Hope para ti? – preguntó ella.
-No quiero perderla – respondió porque eso era lo único que tenía en claro.
-Entonces ten un poco de fe, como ella lo hace- le dijo.
Un rato después él fue a hablar con los padres mientras esperaban .
-Ella estará bien – les dijo aunque él mismo dudaba- Hope me contó que ustedes eran su milagro, así que seguramente todo irá bien.
-Ella fue nuestro milagro – dijo el padre – Hope nos enseñó muchas cosas, antes de ella no hubiéramos sobrevivido a la perdida de nuestra fortuna y prestigio, sin embargo con ella en nuestras vidas , eso no significó nada. Teniendo a Hope, tenemos todo – dijo el hombre y sus ojos se llenaron de lágrimas.
Charles estaba acostumbrado a tener todo lo que quería, una llamada telefónica, un depósito bancario, todo lo podía tener con sólo chasquear los dedos. Ahora estaba totalmente vulnerable.
“Pide y cree” le había dicho Isabella y sólo había un lugar donde podía ir.
Charles entró a la capilla del hospital, por primera vez entraba a pedir algo. Por primera vez no sabía si aquello que quería era posible.
Se arrodilló frente a la cruz y habló en voz alta.
-No sé como funciona esto-empezó a decir con cierta incomodidad- De lo único que sé es de negocios, así que …tal vez deba hablarte con el lenguaje que entiendo. Hope dijo que tuvo sus milagros. Sus padres dijeron que ellos también habían tenido uno, e incluso Isabella afirma que lo recibió…de todo ello deduzco que  todas las personas tiene derecho a un milagro, así que vengo a reclamar el mío. Quiero que me concedas mi milagro, aunque en realidad quiero cedérselo a Hope, que se cumpla el deseo que no se animó a pedirte, déjala tener una vida larga y feliz…si ella está bien, también se habrá realizado mi milagro. Los médicos dijeron que era la única forma en que ella se salvaría, por favor, por favor, déjala conmigo. Sé que no la merezco, pero la necesito…- rogó Charles por primera vez en su vida. Estaba seguro de hacerlo mal, seguramente aquel no era el procedimiento indicado, pero si Hope tenía razón, ÉL sabría leer en su corazón y comprendería su desesperación y su amor.
Cuando un  par de horas después Nick entró a decirle que la operación había salido bien, sintió que le habían quitado un peso de encima.
Aún habría que esperar, pero haber sobrevivido a la operación era una buena señal.
-Hay que esperar , la mantendremos dormida hasta mañana y luego veremos como avanza Hasta entonces no hay nada que hacer- dijo el médico.
-Ve a descansar muchacho, no hay nada que podamos hacer – dijo el padre de Hope y entonces Charles asintió. No había nada que hacer allí, pero tenía otras cosas importantes que realizar.
-Bien, vuelvo mañana – dijo él y tomó su teléfono, cuando  se le acercaron para decirle que no se podía utilizar , dijo que era una emergencia, ignoró a la enfermera y salió caminando deprisa.

25 de Diciembre

Apenas tenía fuerzas para abrir los ojos.
-Hope , cariño -  escuchó a la voz de su madre llamarla, así que abrió los ojos a pesar del esfuerzo que le requería
-Hola nena – dijo su padre cuando ella abrió los ojos.
-Hola…-dijo con dificultad y enfocó a sus padres que la miraban preocupados.
-¿Qué pasó?
-Te  dio otro ataque en la selva, Charles te trasladó aquí y te operaron ayer de urgencia .-explicó rápidamente su padre.
-Por lo visto , todo irá bien señorita Dickens –habló el médico desde atrás de sus padres.
Hope vio que sus padres sonreían aliviados y ella suspiró profundamente, entonces vio a Diego sonreír, a Ixchel…y..abrió más los ojos para observar aquello.
-¿Qué es eso? – preguntó
-Lo hizo Charles pensó que te gustaría verlos en Navidad – dijo su madre y señaló las gigantografías que empapelaban el cuarto.
-Sí, ese hombre insistió que sería bueno para su recuperación –dijo el médico dejando en claro que se había visto obligado a hacer caso a Charles.
La joven observó maravillada las caras sonrientes de sus amigos que la observaban desde la pared, incluso había imágenes de la selva, era como estar allí, no parecía un  cuarto de hospital y en un rincón descubrió un árbol de navidad adornado  con flores tropicales y con papelitos atados.
-Son deseos para ti, de toda la gente que conoces, incluso de la gente de la selva, de las organizaciones, de los hijos de Isabella, creo que hay mensajes de todo el mundo – dijo su madre.
-¿Charles..? – preguntó ella
-Sí, también lo hizo él y dijo que éste era tu regalo – mencionó el padre y le mostró un manojo de papeles.
-¿Qué es?- preguntó ella
-Las escrituras de las tierras- dijo el hombre y ella sonrió. No podía creer que fuera verdad, Charles había hecho todo eso por ella.
-Descanse señorita, ya ha hecho mucho esfuerzo, no se preocupe que tendrá mucho tiempo – dijo el médico y ella sonrió a su vez. Luego cerró los ojos vencida por el cansancio.
Era un sueño maravilloso, una casa grande con un parque, había tres niños corriendo junto a un perro color café y ella corría a su lado. Sintió que la llamaban y se dio vuelta, entonces vio a un hombre que la saludaba. Era Charles y tanto los niños como el perro se echaron a correr hacia él, ella no, ella lo miró y luego caminó despacio, despacio y con el corazón acelerado , dirigiéndose a los brazos del hombre que amaba.
Hope se despertó de golpe y entonces descubrió  que Charles se había dormido junto a ella.
Él abrió los ojos y la miró.
-Tuve un sueño – dijo Charles.
-También yo …-respondió ella
-Estabas tú, era una casa grande con parque, había tres niños y …
-….un perro – agregó ella
-Sí, un perro.- asintió extrañado.
-¿De qué raza?
-De ninguna o de todas, quien sabe, lo más probable que lo hayas recogido de la calle. Grande y de color café. – le dijo él con una sonrisa .
-Sí parece el mismo perro. ¿Crees que como te dormiste a mi lado compartimos el sueño?
- Claro que no. No sabes nada Srta. Dickens. Ese sueño es la respuesta que esperaba..
-¿Respuesta?
-Sí , a mi pedido.
-¿Y qué significa?
-Que vas a quedarte conmigo, por mucho tiempo.
-¿Estás seguro?..mira que me gusta regalar dinero y andar por el mundo defendiendo causas perdidas.
-Sí, lo sé. Pero tengo muchísimo dinero y puedo hacer más. También tengo un avión para seguirte e igual creo que con tres niños estarás entretenida…
-Cuatro – dijo ella.
-¿Qué?
-Ah, no lo sabías en tu sueño, pero en el mío sí. Venía un cuarto en camino.
-Bueno, no hay problema. Cuatro es un buen número.
-Sí, lo es.
-Tengo una condición –dijo él.
-¿Cuál?
-Yo le pongo el nombre al perro, tú le podrías algo tonto .Y no pienso usar camisetas de “Soy un árbol tropical”, ni de pandas
- De acuerdo – dijo ella.
-Feliz Navidad,  mi Esperanza – le dijo él.
-Feliz Navidad, mi Charles – respondió ella y él se inclinó para besarla suavemente.



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