domingo, 11 de diciembre de 2011

Pequeño Cuento: Aprendiendo A Seducir. Parte XIII



-Bien -Chocó las palmas Silvia-, mientras ayudas a tu marido a instalarse, si quieres yo puedo bañar a los dos demonios para que ganemos tiempo y no cenemos muy tarde -Habló con tono suave y vigilando por el rabillo del ojo la actitud de Donovan-. Estoy muerta de hambre y ese plato suena delicioso.

-¡Muy buena idea! -Apoyó su tía-. Así tu madre y yo iremos preparando la mesa y una gran ensalada, para acompañar la cena que ha preparado mi hija.

-¿En serio te ofreces a bañarlos? -Preguntó Elisabeth incrédula-. Querida prima, tu no sabes donde te estas metiendo... Y además, esta el asunto de tu mano... -Rió-. No creo que sola puedas con ellos sin dejarte hecha una sopa...

-No te preocupes -Salió Alex en su rescate-, yo puedo echarle una mano.


-No va hacer falta -Intervino aquella vez Donovan-. Yo tengo que darme una ducha, y estoy seguro que estos dos mequetrefes estarán encantados de ducharse como hombres conmigo.

-¡Zi! -Exclamó uno de los gemelos alzando los brazos al techo-. Quiero ducharme como un hombre... No quiero la bañera con juguetes... -Exigió con puchero y mirando a sus padres.

-Esta bien hombretón -Rió su padre-. Créeme que no sabes lo que has hecho -Miró a Donovan-. Te van a tener un buen rato bajo el agua y con preguntas a todo segundo...

-No me importa -Se alzó de hombros riendo.

-Claro que sí hijo -Lo felicitó Margaret, mandándole a su hija una señal con los ojos-. Esta claro que serás un buen padre.

-Gracias Margaret -Le guiñó un ojo a la mujer, para después girarse a su primo-. ¿Te importaría ir a mirar como lo lleva Sulivan con pequeña Dama?

-No, claro... -Sonrió intentando ocultar su diversión-. Ahora mismo voy... -Y tras mirar un segundo a Silvia salió de allí.

-Bien chicos -Se agachó Alan a la altura de sus hijos-. ¿Me prometéis portaros bien?

-Sí.

-Sí, papá.

-Haced caso a lo que os pida Donovan -Volvió a pedir con voz segura y calmada-. Que mamá y yo no tengamos que enfadarnos, y anular el viaje al parque de atracciones que hay organizado para dentro de unas semanas -Sus hijos negaron con la cabeza-. Bien, ya podéis marcharos con él... -Ordenó revolviendoles el cabello.

Todos se marcharon menos Silvia y las dos mujeres mayores, quienes comenzaron a preparar la mesa del salón para la cena.


-Mejor me vuelvo al despacho y ordeno un poco mi papeleo... -Habló a su madre en estado aún de confusión. En un momento, Donovan había intervenido entre ella y Alex... Y sí, había visto el gesto nervioso del hombre ante la mención del menú de aquella noche... Pues muy bien, pensó animada. Que quisiera ordenando lo que quisiera el muy cretino. Ella ya tenía el modo de desquitarse.

-Muy bien hija -Le respondió su madre-. Si te necesito para cualquier cosa te lo diré.

Estaba apagando el ordenador, cuando su madre irrumpió en el despacho con prendas de ropa en sus manos. Al momento, por el brillo que tenían sus ojos sabía que tenía un plan tramado en su cabeza.

-¿Terminaste aquí hija? -Preguntó utilizando un tono meloso.

-Sí -La miró con cierta desconfianza-. Ahora me acerco a echaros una mano.

-Tranquila, Luisa y yo lo tenemos bajo control -Sonrió-. Pero no creo que lo tenga así Donovan -Dijo con voz temblorosa-. Se ha dejado los pijamas de los niños... ¿Podrías subírselos?

-No -Le respondió seca.

-Que... ¿Qué quieres decir tesoro? -Intentó simular que no comprendía su negativa.

-Ya sabes que quiero decir mamá -Puso sus manos en la cintura y volteó los ojos-. ¿Cuando vas a parar?

-No se de que me estas hablando -Dijo con cierta altivez-. Yo solo te estoy pidiendo que le lleves esto a Donovan -Alzó las prendas al aire-. Pero en cuanto escuchas su nombre, parece que sufres un pequeño corto circuito en tu cerebro. Y te crees que estoy confabulando en tu contra.

-¡Pero si es así! -Exclamó exasperada y alzando los brazos.

-¿En serio? -Se cruzó de brazos la mujer-. ¿Y se puede saber qué es lo que pretendo ahora con estas prendas?

-No lo se... -Se alzó de hombros-. Dímelo tú.

-Realmente a veces estas tonta de remate -Suspiró-. Si quisiera prepararte una trampa con Donovan como dices... -Rió-. No lo haría cuando este se halla con dos pequeños revoltosos demonios, a los que no creo que se les pueda perder de vista en un cuarto de baño ni por un segundo... Y otra cosa más -Soltó indignada-. Más de una hija estaría más que agradecida con su madre, por que esta llevara a cabo esos planes.

-Créeme, que aquí a quien le falta un tornillo es a ti -Se acercó a ella enfurruñada y le arrancó las prendas de la mano-. Dame, así dejaré de escucharte decir tonterías... Y espero no tener que enfadarme contigo.

Salió del despacho escaleras arriba renegando a cada escalón que subía. Lo hacía para no acabar discutiendo con su madre. Porque estaba clarísimo que aquello era una jugarreta. Llevaba un tiempo que no paraba en lanzarle al hombre a los brazos. Y más desde que sabía que éste la había besado. El muy canalla no había tenido ningún reparo en contarle lo ocurrido. Sabía perfectamente que con aquel chivatazo, colocaba a la mujer de su parte. De modo, que no dudaba en que su madre estaba ahora mismo en el piso de abajo, con su tía frotándose las manos. Pero la fantasía que se hubiera montado la mujer en su cabeza, no iba ha ocurrir. No señor... Sonrió para darse ánimo así misma. Simplemente iba a llamar a la puerta del dormitorio, y cuando éste le respondiera gritaría indicándole que dejaba las prendas afuera en el suelo. Que saliera él a recogerlas... ¡Que lista era! Volvió a sonreír procediendo ya a dar dos golpes en la puerta oscura de madera.

Un segundo, dos segundos, tres segundos... Frunció el ceño al no obtener respuesta. Se acercó y pegó la oreja... Nada, no se oía nada. Aquello significaba que aún seguían bajo el agua. Se apartó y prestó atención en el pasillo por si oía ruidos... Tampoco nada... Soltando el aire un tanto frustrada, volvió a dar un par de golpes con su mano sana un poco más enérgicos. Allí todos iban a lo suyo, menos ella. Era obvio que su prima estaba un poco ocupada dando la bienvenida a Alan, que aún tardaría un poco más en salir del dormitorio. Y ella, estaba allí seguro que para verse envuelta en otro marrón de su madre.

Muy bien... Aspiró aire hasta el máximo y llevó su mano al pomo de la puerta. Mejor acabar con aquello cuanto antes. No habían respondido aún, de modo que estaría bajo la ducha. Entraba, dejaba la ropa encima la cama y salía corriendo.

Fue valiente y abrió la puerta, pero por si las moscas lo hizo solo dos centímetros. Miró con cuidado por la rendija y pudo comprobar que no había ninguno de los tres andando fuera del baño. Pero aún así sería precavida y lo haría todo rápido.

Estaba dejando las prendas de ropa encima de la cama, de espaldas a la puerta cuando escuchó como ésta misma se cerraba en un golpe suave y seco. Se quedó medio inclinada, con la respiración parada y los ojos cerrados y apretados. No quería mirar... No señor... Ni de broma pensaba abrir sus ojos... Ahora se daba cuenta que la habitación estaba completamente en silencio. No venía ni un sonido del baño. ¡Su madre la había engañado! Maldita fuera. Ya buscaría la manera de vengarse... Dio un pequeño respingo, cuando notó un movimiento a su lado. Era obvio que ahora lo tenía a su lado, enfrente... Donde fuera, pero a dos pasos de ella y no ha cincuenta como le gustaría tenerlo. Soltando un profundo suspiro de resignación por aquella victoria de su madre, abrió los ojos para encontrarse al objeto de sus pesadillas eróticas delante suyo y con mirada entre sorprendida y divertida.

-Hola... -La saludó éste riendo y... Y... ¡Estaba desnudo! Bueno, llevaba unos boxers negros puestos. ¡Pero para ella era como si no llevara nada! Era la primera vez que veía toda la musculatura de su cuerpo. Dios, aquel hombre era como un imán enorme. Solo tenía ganas de mirarlo y tocarlo. ¡Mierda, la cosa no podía haber sucedido peor!

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