miércoles, 11 de enero de 2012

El Dulce sabor del Amor 13


No quedando de otra, tengo que recapitular... ¿En que nos quedamos? Ni yo me acuerdo, ¡ah si!...
Pues resulta que nuestra Candy no estaba muy contenta de encontrar una enorme fila de mujeres haciendo cola para ver a Drake, digo yo, la chica está vendiendo gracias a él ¡Que importa el cómo! Pero noooo, el corazón es traicionero, ciego, desesperado y en muchas ocasiones celoso, así que por mucho que se lo advertí, no hizo caso y sopas, se va de boca a reclamar algo inreclamable (algo me dice que esa palabra no es correcta pero que más da), él percibe que ella está molesta y entonces...
-          ¡Estás molesta! – Dijo con voz triunfal.
-          Tengo mis razones.
-          ¿Sólo por qué no te dejaban entrar?
-          Murray chismoso – Musitó – ¡No, no solo por eso! – Exclamó de pronto.
-          ¿Entonces…?
Buena pregunta ¿Y entonces? ¿Entonces qué carajo le digo?  Imperiosa por encontrar una respuesta dijo lo primero que se le vino a la mente.

-          ¡¿Qué le voy a decir a todas esas mujeres cuando ya no estés?! ¿Qué eras empleado temporal? ¿No te pusiste a pensar que probablemente mis ventas bajarán? – Ok, estaba siendo exagerada pero no le quedaba de otra.
-          ¿Por eso estás tan molesta?
-          ¿Crees que habría otro motivo? – Dijo dirigiéndose a la mesa de trabajo y empezando a golpear más que amasar un gran trozo de masa para galletas.
-          Prefiero no contestar. – Dijo él y ella le lanzó una mirada asesina. Drake alzó las manos en un gesto de rendición. – ¡Las que no te dejaban pasar fueron ellas no yo!
-          Te espera una pila enorme de trastos sucios. – Le anunció.
-          ¿No tienes idea de lo rápido que soy lavando trastos verdad? – Le dijo con una sonrisa.
¿Qué acaso todo para él era divertido? ¿No se suponía que alguien como él jamás en la vida había osado lavar un plato? Seguro tenía una legión de sirvientes atendiéndole a él y a sus hermanos de toda la vida. ¿Por qué rayos lucía tan contento?
-          Ellas están aquí porque tus postres son deliciosos. – Le dijo él de pronto desde el fregadero. – No por mí.
-          Eso lo sabré dentro de unos días cuando ya no estés aquí. Si las ventas bajan, planeo demandarte.
-          ¡Santo cielo, sí que estás molesta! – Exclamó él para luego soltar una carcajada.
-          ¿Tú no lo estarías?
-          Claro que no, si tú fueras a mi empresa y empezaras a atraer clientes en lugar de enojarme te contrataría.
-          ¿Ósea que estás aceptando que todas esas mujeres estaban aquí por ti y no por mis postres? – Candy dejó de golpear la masa y lo miró.
-          No. Sólo es una comparación, pero, ¿estás celosa?
-          El que está celoso es Murray, él nunca ha atraído a semejante cantidad de féminas. - ¿A quién quería engañar? Claro que ella lo estaba, pero ni loca se lo daría a demostrar o al menos intentaría no ser tan obvia. – Lo que estoy es preocupada por mi negocio.
-          Así que… ¿Ni un poquito celosa? – Insistió él.
-          Ni siquiera voy a contestar a eso.
El corazón le latía a mil por hora ¿quería matarla o qué? ¿Por qué le preguntaba eso? ¿Qué pretendía? Relájate Candy, relájate se dijo a sí misma. Así que lo ignoró y siguió con las galletas. Tarde se dio cuenta que ese día ella no hacía galletas y que la masa debía estar en el refrigerador, dejó de agregar harina. Pero dadas las ventas del día probablemente tendría que trabajar el doble. Tenerlo cerca no hacía precisamente sencillo el preparar, hornear, nada… Se distraía con facilidad, él la distraía, lo oía canturrear  una canción como si estuviera haciendo la cosa más divertida del mundo, ella en lo particular odiaba lavar trastos, el sonido de su voz la hipnotizaba pero, ¿a quien quería engañar? Todo en él la ponía en un estado patético. De pronto entró  corriendo Sally y cual misil teledirigido fue hacia Drake, por supuesto.
-          Yo lavo eso. – Le dijo a Drake y él le sonrió haciendo que ella se ruborizara.
-          Oh por Dios. – Suspiró Candy. – Hoy te quiero en el mostrador. – Le dijo a Sally que pareció no oírla.
-          Podemos lavarlos los dos si quieres. – Le decía su empleada a un Drake que no ponía resistencia alguna, el muy…
-          ¿Sally? ¡Sally! – Tuvo que levantar la voz.
-          ¿Si? – Dijo Sally pero sin verla, enfocada totalmente en Drake.
-          Vete al mostrador. No voy a desperdiciar dos pares de manos para lavar platos.
-          ¿Pero, por que? – Dijo ella aun embelesada en Drake quien parecía verlo todo muy divertido.
-          ¡Cielo santo! – Exclamó Candy llevándose una mano a la frente en un gesto cansado. – Drake ¿podrías sacarla de su trance y enviarla al mostrador?
-          Sally… - Dijo él.
-          ¿Sí? –Contestó la aludida con mirada soñadora.
-          ¿Podrías ir al mostrador por favor?
-          Claro, lo que tú digas. – Se dio la media vuelta y se fue.
Candy no sabía si reír o llorar.
-          Eres un peligro, definitivamente.
-          ¿Yo? – Preguntó con inocencia.
-          Sí, tú. Por lo que… - Se calló cuando él se acercó a ella.
-          Si yo soy peligro tú eres caos, mírate llena de harina. – Limpió su frente con la mano y la posó en su mejilla.
¿Y ella se atrevía a culpar a Sally de atontarse por Drake? Estaba tan cerca que pudo tener la dicha de ver sus ojos, ya sabía que eran negros pero esta vez vio que había pequeñas motitas cerca de su iris de un tono más claro, algo así como chocolate pero no tan oscuro.
-          Chocolate… -Dijo ella.
-          Harina… esto me recuerda aquella vez, con la harina…nunca antes habría pensado que la harina podría resultar tan atrayente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...