lunes, 9 de enero de 2012

Email Erroneo ; penúltima parte


Cogió su móvil de encima la mesa y salió un tanto apresurada a los pasillos en dirección al despacho de su eterna pesadilla de navidad. Le sudaban las manos y a ella en su vida, jamás le habían sudado las manos. Aquello solo significaba una cosa… Estaba completamente acojonada. Y aquello era por culpa de Andrea, si no hubiera estado mandándole emails aquella mañana para una puñetera tontería, como lo era la fiesta de la empresa… Con gran frustración, pudo ver que la mesa de Margarite, la secretaria del dios griego estaba desocupada. De momento todo iba bien, no iba a tener moros en la costa.


Ánimo, un metro para abrir esa puerta y poder tener la suerte de eliminar el email… ¡Pero no! Aquella mañana se había levantado con el pie izquierdo al parecer, cuando escuchó a la mujer mayor llamarla.

-Rose… Espera… -Dijo la mujer tras ella-. Me temo que Andreas no se halla en el despacho. Ha salido a…

-Ver a Mónique… -Se giró con una de sus mejores sonrisas en el rostro, costándole un montón pues no estaba para sonrisas-. Lo sé… Estuve con él, solo venía a buscar un papel orientativo que me ha dejado en su mesa.

-Oh… -Frunció el ceño un segundo-. Pues nada cielo, puedes entrar… -Indicó con tono amable. Sabiendo que no tenían nada que temer de ella, al tener la amistad que tenía con la familia Ziris.

-Gracias Margarite –Mostró una cálida sonrisa y abrió la puerta para cerrarla tras sí, con una calma que no sabía de donde sacaba.

Una vez dentro de la guarida del lobo, cogió aire y miró a su alrededor. Era la primera vez que entraba allí. Siempre que se había reunido con él, había sido en el despacho de su padre o en el de ella propio. Soltó un gemido de desilusión, al ver que aquella habitación estaba decorada con una sencillez muy práctica, y no como ella se la había imaginado al saber como era de Don Juan aquel hombre. Era raro que no hubiera una habitación extra para instalar una cama de matrimonio, pero mirándolo de otra manera… Aquel gran sofá de la esquina de cuero negro podía tener su utilidad.

Dejando de pensar en tonterías, dio los pasos necesarios con cierto apresuramiento para llegar al frente de la pantalla del ordenador. Y allí, moviendo el ratón para que saltara el protector de pantalla pudo averiguar que el muy condenado tenía el correo cerrado.

-¡Joder! –Exclamó llevándose una mano al pecho, cuando el móvil en el bolsillo de su pantalón comenzó a temblar y sonar. Lo extrajo para ver que era su amiga Andrea que le acababa de enviar un email.

“9:08 horas; oficina norte planta 5ª”
Andrea
Para: Rose.marquetin@monrouge-gmail.com
Asunto: Email erróneo

¿Sigues en el edificio o estas en la planta baja, después de haberte lanzado por la ventana?
Se puede saber dónde demonios estas. Me excusé y subí a verte, pero resulta que tu despacho esta vacío. Ahora estoy en mi mesa, comiéndome las uñas de la mano que no tengo gracias a dios.
Andrea

“9:10 horas, oficina norte planta 8ª”
Rose
Para: Andrea.coordinadora@monrouge-gmail.com
Asunto: Rw: Email erróneo

¡Tú comiéndote las uñas, pero yo tirándome del pelo!
Estoy en el despacho de Andreas. Me colé en él, pero el muy desgraciado tiene el correo cerrado. ¿No sabrás descifrar claves por casualidad? Ahora salgo corriendo hacia mi despacho, para escribir una carta de renuncia. Me niego a verlo después de que éste lea su correo.
Rose

Cerraba la puerta del despacho, cuando sus ojos se toparon con los de él al final del pasillo. Al momento, sintió como las piernas le fallaban un poco cuando pudo vislumbrar que éste fruncía el ceño al verla allí. ¡Otra vez volvía a sudar como una condenada! Tenía que pensar en algo rápido, pues este se le estaba acercando a grandes zancadas.

-¿Lo encontraste querida? –Preguntó Margarite sentada desde su escritorio.

-Mmm… Sí… -La miró por unos instantes con ojos aterrorizados. ¡Dios ya lo tenía encima! Y cada vez notaba como si le faltara más aire…

-¿Me buscabas Rose? –Preguntó éste un tanto confuso al verla allí, una vez que se detuvo enfrente de ella.

-Sí… -Madre de dios, si podía escuchar hasta sus pulsaciones en el oído a toda bomba-. Yo quería… -¡Podría alguien abrir alguna ventana! Se estaba quedando sin aire… Gritó mentalmente, poco antes de que todo se tornara oscuro y cayera en los brazos del hombre.

¿Estaba tumbada? ¿Aquello significaba que aún estaba en su cama y que todo había sido una pesadilla? Desde luego, menudas bromitas le gastaba su inconsciente… Sonriendo un poco, abrió los ojos para poder levantarse. Pero no lo hizo… ¡Aquello no era su dormitorio!

-¿Ya estas despierta? –Preguntó Andreas, levantándose tras su escritorio pero no sin antes hablar con su secretaria pro el intercomunicador-. Margarite, puedes traerme un pequeño desayuno para Rose y para mí, ya se ha despertado… No, tranquila creo que es lo único que necesita…

No quería mirarlo, por eso que estaba mirando fijamente al suelo. Pero de aquella manera, pudo ver sus zapatos negros cuando este se posicionó delante de ella. Y luego a él reclinarse delante… Sus ojos marrones eran tan cálidos… Pero su alma no, pensó con amargura al segundo. ¿Qué le diría?

-¿Te encuentras mejor? ¿Cómo vienes al trabajo sin desayunar? –La regañó con suavidad. Aquel no era Andreas. El Andreas que ella conocía, ya le habría soltado alguna buena… -. Sabía que eras tonta, pero no tanto… -Sí, aquel ya era el idiota de su vecino.

-Por favor, no comparemos nuestros intelectos que sabemos que aquí el sorprendido serías tú –Dijo mordaz al tiempo que intentaba levantarse del sofá negro, pero éste con cierta delicadeza le daba un pequeño empujón para volver a sentarla-. ¡Oye para que me empujas!

-Vas acompañarme en el desayuno que traerá ahora Margarite –Ordenó mirándola fijamente.

-No gracias, me eh traído el mío –Volvió a intentar levantarse, pero una vez más fue suavemente empujada-. Oye simio, deja de repetir todo el rato lo mismo… -Lo encaró rabiosa. Quería salir de allí y poder huir lo más lejos posible. Pero sería difícil teniendo la familia que tenía…

-Pues te lo guardas para merendar –Gruñó posicionándose de pie-. Desayunarás conmigo y hablaremos sobre los anuncios de publicidad –Unos golpes en la puerta los interrumpieron-. Vete sentando en mi escritorio y abriendo el email, aún no lo abrí pero mi correo esta abierto… -Dijo caminando hacia la puerta para ayudar a su
secretaria con la bandeja del desayuno, no viendo como Rose daba un enrome brinco y en dos pasos se hallaba sentada en el sillón y borrando su email. ¡Que efectivamente ninguno de los dos había sido abierto!

Ahora sí, ahora si que notaba nuevamente como podía respirar con tranquilidad y el sonido de sus pulsaciones, iba bajando de tono en el eco de sus oídos. El email erróneo, se hallaba borrado y ahora engulliría aquel sándwich que él le ofrecía con gran satisfacción, sabiendo que estaba salvada. Por fin algo que no le salía mal aquel día…

Veinte minutos después, su móvil guardado en el bolsillo de su pantalón interrumpía la conversación que estaba manteniendo con él sobre la campaña publicitaria para la noche de fin de año.

-Mejor que lo mires –Indicó él-. Cuando estabas durmiendo, no ha parado de sonar… Y como estaba donde estaba, no me atreví a cogerlo… -Sonrió un poco.

-¡No estaba durmiendo! –Protestó veloz con mirada asesina-. Y me alegro que hayas dejado quietos tus tentáculos.

-Puedes estar tranquila, tu virginidad esta salvaguardada de mis instintos más apasionados… -Soltó de repente con voz teatrera.

-Idiota –Lo insultó con los ojos entrecerrados.

-¿Y ese odio tan fuerte hacia mi? –Preguntó de repente él con tono animado-. Deberías de tener cuidado –Le guiñó un ojo-. Dicen que del odio al amor, solo hay dos pasos…

-Ha –Rió con sarcasmo, pero completamente nerviosa por aquella indicación de él. Pero no tenía que estarlo, ella misma había borrado el email sin abrir-. Ni en mis mejores pesadillas Andreas. Tendrías la suerte de que yo fuera otra tonta más caída a tus pies… -Añadió cruzándose de brazos.

-Sabes un dicho de mi madre –Rió mirándola fijamente-. Nunca, hay que decir que de esta agua no beberé…

-¿Pero a ti que mosca te ha picado hoy? –Se puso de pie con el ceño fruncido. Allí pasaba algo, estaba segura…-. ¿Acaso Andreas, las mujeres han visto que no hay gran cosa en ti y te han abandonado?

-¿Dime por qué siempre te han molestado todas las novias que eh tenido? –Preguntó con aire desenfadado, pero con mirada escrutadora.

-Eso, son imaginaciones tuyas –Sus nervios estaban comenzando aparecer nuevamente. No quería que supiera que odiaba a todas sus novias de joven, por que ella quería ser todas aquellas chicas que él llevaba colgadas de su brazo. Pero llegó un día que comprendió que era sueño imposible, de modo que lo puso en su lista negra-. ¿Y ahora a qué viene este interrogatorio? Son muchos los años que nos conocemos y que yo sepa, jamás te interesó mi opinión respecto a nada –Soltó con cierto remordimiento por ser débil y confesar que un poco de su opinión si le gustaría.

-¿Eso quién lo dice? –Preguntó frunciendo el ceño.

-Yo –Respondió escueta.

-Pues estas muy equivocada –Sonrió-. Siempre eh tenido tu opinión en cuenta, lo malo que no eran aún lo suficientes maduras.

-¿Perdona? –Lo encaró rápidamente con cierto aire de enojo.

Unos golpes en la puerta y la aparición de Demetrios Ziris, hicieron que se calmara veloz y no saltara al cuello del hombre.

-Hola chicos –Se acercó hasta ellos con una sonrisa y curiosidad en la mirada-. Vine a dejarle unos papeles a Margarite, cuando me dijo que estabais los dos aquí dentro, y quise echar un vistazo por si estabais con la tercera guerra mundial… -Bromeó un poco sabiendo del choque de ellos dos.

-Como ves, aún seguimos enteros –Rió Andreas.

-Pero por pocos segundos –Señaló ella cruzándose de brazos.

-Vamos tesoro –La abrazó Demetrios-. No seas así con mi hijo, después de que te ha sujetado en brazos cuando te desmayaste. Me lo contó Margarite… -Respondió al ver la sorpresa en el rostro de ella.

-Lo hizo por tener espectadores delante –Explicó en un pequeño gruñido-. Conociéndolo, seguro que me dejaba golpear contra el suelo.

-Increíble –Rió Andreas-, no se porque, pero eso es más parecido a lo que tu me harías a mí.

Un nuevo pitido en su móvil, hizo que no le respondiera algo ante aquel comentario.

-¿Tienes acaso un novio y no lo sabemos? –Preguntó Andreas mirándola a los ojos con diversión-. Ya van cinco pitidos en este rato…

-Vaya Andreas, de verdad conoces tú el significado de la palabra “novio”… -Soltó sacándole una risa al padre-. Os dejo, quiero ir acabar los últimos detalles de la publicidad.

Salió de allí bien apresurada, para poder dirigirse a su despacho y encerrarse en él para gritar, golpear… Lo que fuera, con tal de que le calmara su estado nervioso. Andrea, tenía que decirle algo… Seguro que era ella la de tanto mensaje… Cogiendo aire, se sentó en su sillón para ver el correo en el ordenador.

“9:27 horas; oficina norte planta 5ª”
Andrea
Para: Rose.marquetin@monrouge-gmail.com
Asunto: Rww: Email erróneo

¿Ahora eres bruja que tienes poderes para desaparecer?
¡Se puede saber en dónde demonios te metes! Me tienes histérica perdida, incluso me hiciste llamar a la oficina de recursos personales por si estabas allí entregando de verdad tu renuncia.
Responde maldita.
Andrea.

“9:34 horas; oficina norte planta 5ª”
Andrea
Para: Rose.marquetin@monrouge-gmail.com
Asunto: Rwww: Email erróneo

¿No habrás hecho algo malo?
Dime por favor, que fuiste al baño y te quedaste encerrada en él. No me atrevo a subir hasta su oficina y preguntarle a Margarite si estas viva… Imagínate que te han pillado con las manos en la masa, y se creen que yo soy cómplice de lo que fueras hacer….
Mándame alguna señal, lo que sea.
Andrea.

“9:43 horas; oficina norte planta 5ª”
Andrea
Para: Rose.marquetin@monrouge-gmail.com
Asunto: Rwwww: Email erróneo

Voy a dejar de ser tu amiga.
Te parece bonito tenerme en este estado. Queda poco para que pase una hora, desde que me dijiste que estabas en su despacho intentando abrir el correo electrónico.
Míralo por otro lado, tampoco es tan malo que sepa que estas enamorada de él aunque tu lo niegues… Si el hombre ya esta acostumbrado a tener mujeres tras él. ¿Qué significará una más?
Cuento hasta tres y quiero una respuesta.
Andrea.

“9:51 horas; oficina norte planta 5ª”
Andrea
Para: Rose.marquetin@monrouge-gmail.com
Asunto: Rwwwww: Email erróneo

Conté hasta tres unas mil veces, pero no recibí ninguna bendita señal.
Rose por el amor de dios, soy muy joven para morir de un ataque al corazón. Como lo haga, te juro que te perseguiré hasta tu último suspiro en un fantasma vengador.
¡Aparécete!
Andrea.

“10:01 horas; oficina norte planta 5ª”
Andrea
Para: Rose.marquetin@monrouge-gmail.com
Asunto: Manicomio

Te juro que estoy mirando una lista de los mejores manicomios para inscribirte en él. Por que una cosa así, no se le hace a una amiga. Quiero una respuesta en menos de cinco minutos, sino me voy a comprar una señal gps para metértela por donde te quepa y dejar de perderte…
Te quedan cuatro minutos.
Andrea.

Sonriendo por las tontas palabras de su amiga, se dispuso ya más calmada a responderle.

“10:05 horas, oficina norte planta 8ª”
Rose
Para: Andrea.coordinadora@monrouge-gmail.com
Asunto: Rw: Manicomio

¿Eso harías a una amiga, meterla en un centro de esos?
Ya estoy en mi despacho. Podemos respirar con tranquilidad. Pude borrar el email sin que él lo leyera.
¿Acaso estas con la regla, para estar tan histérica?
Rose.

“10:07 horas; oficina norte planta 5ª”
Andrea
Para: Rose.marquetin@monrouge-gmail.com
Asunto: ¡Lo borraste!

¿Desde cuando eres la reencarnación de un hacker?
¿Se puede saber qué puñetas hiciste para poder borrar ese email? Por que por mucho que lanzaras su ordenador por la ventana, el correo seguiría sin abrirse en cualquier otro aparato.
¿Vamos a vernos al mediodía? Acepto comer, pero como mucho una ensalada… ¡Sigo queriendo ir de compras!
Andrea.

“10:10 horas, oficina norte planta 8ª”
Rose
Para: Andrea.coordinadora@monrouge-gmail.com
Asunto: Rw: ¡Lo borraste!

¿Por qué tan poca fe en mí?
Pues resulta, que cuando me marchaba con el ánimo por los suelos y estaba cerrando la puerta de su despacho, me encontré con él de morros. Supongo que por los nervios de ser pillada, que me desmayé… Sí, estoy bien. Al despertarme, se creyó que era por no desayunar, así que me obligó hacerlo con él. Y cuando acabé me hizo abrir a mí el correo de la publicidad en su ordenador. Que suerte la mía, que el que envié por error, se hallaba impecable… ¡Di saltos al verlo eliminado de la papelera!
Por cierto, tú adonis sigue igual de pedante que siempre. La navidad no lo cambia.
Rose.

“10:12 horas; oficina norte planta 5ª”
Andrea
Para: Rose.marquetin@monrouge-gmail.com
Asunto: Rww: ¡Lo borraste!

Creo que si le ocurrió algo a tu cabeza cuando te desmayaste… ¡Pues te recuerdo que es tu adonis!
Y no me lo puedo creer, has estado con él a solas en una habitación y no tienes ni un solo rasguño. ¿Verdad?
¡OH! No me digas que en vez de salir despeinada por pullas, saliste con las braguitas húmedas.
Andrea.

“10:10 horas, oficina norte planta 8ª”
Rose
Para: Andrea.coordinadora@monrouge-gmail.com
Asunto: Rwww: ¡Lo borraste!

¿Braguillas húmedas? Por favor, aún no tengo edad de sufrir incontinencia.
No sabía que tuvieras una mente de quinceañera. ¿Acaso debe ocurrir algo por estar en la misma habitación que él y a solas? ¡Así, ya se! Doble ración de arcadas…. Jejejeje…. Y lo de adonis, vuelvo a indicarte que ya no lo es… Digamos que fue un pequeño lapsus de una época tonta.

Quedamos a la una en el vestíbulo del edificio, ya decidiremos si comemos o picamos algo por el camino mientras miramos ropa para ti.

Sí, ya tuve suficiente por hoy del perfume de Andreas como para tener que olerlo ésta noche otra vez.
Rose.

Aún sonriendo, disminuyó la ventana de su correo electrónico sabiendo que su amiga ya no le diría nada más. Conectó su carpeta de música a bajo volumen y comenzó a trabajar, pues sabía que iba a ser lo único que conseguiría apartarla de pensar en cosas que no debía. Y tampoco quería saturarse la cabeza por el momento, pues era obvio que después Andrea lo haría perfectamente ante su negativa de asistir aquel año a la fiesta de navidad de la empresa.

Tras la marcha de su padre del despacho, pudo reclinarse en su sillón y dejar la mente centrada en el descubrimiento inesperado que había tenido hacía una hora. ¿Era cierto, entonces? Toda aquella rabia que iba dirigida hacia él, era por eso… ¡Y durante todos aquellos años! ¿Su sueño prohibido siempre había estado al alcance de sus manos? Soltó un suspiro, para dejar una pequeña sonrisa en sus seductores labios.

Sus pulsaciones aún iban a mil por hora. Se encontraba con Monique, que con la excusa de revisar los contratos del apoyo para la campaña de navidad, le estaba lanzando con sutileza que ella acudiría sola a la fiesta de la empresa… Iba a responderle aquella invitación, cuando su iphone le pitó indicándole dos correos nuevos en su bandeja de entrada. No iba hacerle caso, sabiendo que era Rose con la publicidad. Pero le llamó la atención el ver que eran dos con diferente titulo. Y sobre todo, uno que hacía referencia al tiempo del mediodía para comer. Le extrañaba que ella quisiera quedar con él al mediodía.

Se le escapó la risa, al recordar como Mónique había tenido que agarrarlo del brazo para poder llamar su atención, al ver que se había quedado pasmado con su móvil. ¡Y vamos que estaba ido en aquel momento! No se esperaba una cosa como aquella. Por lo visto, por equivocación del parecido con el nombre de alguien de la empresa y que tenía bastante confianza con Rose. Él había sido también seleccionado en un email, que suponía que no querría ella que él se enterase. Y gracias a ese email, se había enterado y de mucho…

De los insultos que iban dirigidos a él, ya estaba más que acostumbrado. Pero no a enterarse que tenía una bonita sonrisa y que ella había estado enamorada de él. Y creía que aún habitaban esos sentimientos, al escupir tal veneno hacia la persona de Mónique. Quien ciertamente, lucía sus senos con gran orgullo. Y le daba igual que vieran su interés por él. Por lo visto, la tal Andrea creía que todo ese odio era por eso. Rose aún sentía algo por él. Pero como no, Rose era mucho Rose… Suspiró con pesar, recordando el carácter de la chica que siempre tenía reservado para él. Solo había que ver su cabezonería en sus últimas palabras. Aunque fuera el último hombre de la tierra se negaba a besarlo. Y que seguro que besaba como un pulpo baboso…

Le encantaría poder demostrarle lo equivocada que estaba. ¡Pero cualquiera se acercaba a ella! El pitido del intercomunicador interrumpió sus cavilaciones. Se inclinó en su sillón y activó el altavoz.

-Dime Margarite…

-Acaban de llegar los de decoración para preparar la fiesta de esta noche. ¿Les entrego las llaves o les acompaño a la sala?

-Entrégales las llaves –Dijo pensativo, para dar un respingo al segundo siguiente-. ¿Margarite, siguen aún ahí los de decoración?

-Esperando el ascensor. ¿Los detengo?

-Sí, diles que quiero un ramo de muérdago dentro de cada ascensor, y encima de cada marco de todas las puertas de la empresa –En sus labios habitaba una gran sonrisa.

-De… Acuerdo… -Dijo con gran asombro su secretaria-. ¿Qué quieres lograr, el record de besos en el día de hoy o el mayor nombre de denuncias por acoso en una empresa? –Soltó ésta con humor, mientras avisaba a voz alta al personal de decoración.

-Por favor Margarite, que es una navidad sin muérdago… -Respondió con humor.

-En mis tiempos, no habían navidades tan interesantes…. –Bromeó la mujer apagando el intercomunicador.

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