miércoles, 1 de febrero de 2012

Dark Angel 1 "Un Ángel a Medianoche" Capitulo 8



-      Pues sí, me meteré a esa habitación ¿acaso tengo más opciones?, haré lo que tenga que hacer para remediar esto.
-      ¿Lo que sea…? – Le preguntó Brisia.
-      Lo que sea. – Confirmó Kendra.
-      Pues, una opción habría sido llevártelo a la cama y hacer que se olvidara del asunto,  pero fuiste tan grosera con él que puede que hayas echado a perder esa oportunidad. En todo caso, si decidieras hacerlo, tendrías que forzarlo. – Al parecer no iban a dejarla en paz, no ayudaba que ahora Briatore fuera el dueño del Rembrandt.
-      ¿Puede un hombre acusar a una mujer de violación? – Preguntó Sulin siguiendo el juego a Brisia.

-      ¡Basta!  - Exclamó Kendra – Pueden fastidiarme todo lo que quieran una vez que haya regresado, pero ahora, si siguen por ese camino vamos a acabar mal, lo juro.
-      ¡pero que agresividad! Resérvasela a  Briatore, a de ser un animal en la cama. – Suspiró Sulin, y el pensamiento lamentablemente se coló en su mente haciéndola olvidarse de que estaba a punto de estallar contra todos. La imagen de él con ese cuerpo magnífico, con ella, en la cama…
-      ¿podrían callarse y concentrarse? – Las interrumpió Derek quien en realidad había empezado a divertirse al ver como molestaban a Kendra. - ¿así que fuiste grosera con él?  No cabe duda de que todos los actos tienen sus consecuencias. Tracemos la ruta y el plan a seguir.

Tomaron asiento alrededor de una mesa redonda que se hallaba en la esquina del despacho y Bri tomó su laptop lista para checar las áreas aledañas al hotel.

-      Ir de mucama no creo que sea una opción. – Opinó Su.
-      No, no lo es. Brisia reservaremos una habitación en el mismo piso, la más cercana a la 98 que es la que él ocupa. – Dijo Kendra.
-      Estoy reservando la… 93, lo siento, es la más cercana. Las demás las ocupan miembros de su personal, desde guardaespaldas hasta secretarios, etc. Pero al menos quedarás en el mismo piso.
-      ¿Cómo me introduzco desde la 93?
-      Espera… - Dijo Bri mientras tecleaba a toda velocidad -  Me temo que la cornisa es la única opción… de nuevo.
-      ¡Maldición! -  Kendra se levantó de la silla y empezó a pasearse por la habitación. Así que de nuevo iría a las alturas. Un escalofrío de aprensión recorrió su cuerpo.
-      ¿Qué haré yo? – Preguntó Sulin.
-      Nada, ella tiene que remediarlo sola. – Fue la respuesta de Derek.
-      Lo siento, por muy enojado que estés con ella. No me quedaré de brazos cruzados sin hacer nada. – Protestó Su.
-      Con la ayuda de Brisia será más que suficiente. – Le dijo él.
-      Gracias, Su. Pero por esta vez creo que tiene razón. Lo que necesite puedo llevarlo sin problemas en una maleta. Iré como huésped después de todo.
-      Ahora el asunto es como entrarás ya que cualquiera puede reconocerte tomando en cuenta lo conocida que eres aquí. – Señaló Su.
-      Bueno, algo se nos ocurrirá. Tú dime por donde será más fácil accesar a esa habitación Bri, y la agenda de Briatore para hoy, tenemos que saberla.
-      Haré unas llamadas y enseguida la tendremos. – Dijo Su tomando el teléfono. – Tenemos como pretexto localizarle para entregarle su invitación.

Minutos después averiguaban que Briatore estaría en una cena en su honor en casa de los Wenworth. Su estancia en el País se había divulgado con celeridad y le llovían las invitaciones, los Wenworth eran amigos de su madre así que esa noche acudiría como invitado de honor. Tendría hasta más o menos hasta la media noche para lograr su cometido pensó Kendra. Su equipo de seguridad casi en su totalidad se desplazaría hasta la mansión donde sería la cena, así que no tendría tantos problemas como había imaginado en un principio, aún así no  podía evitar estar algo tensa a pesar de que todo prometía ser sencillo.

Horas después y antes de que el sol desapareciera por completo sobre Londres, entraba en la recepción del Hotel, que más que hotel parecía un palacio con todas esos muebles de maderas nobles, alfombras espectaculares, lámparas del más fino cristal que dejaban complacidos hasta el gusto más exigente.  Vestida con un elegante vestido azul de premamá avanzaba lentamente y con cuidado como toda mujer embarazada de ocho meses, eso era lo que calculaba debía aparentar con el enorme estomago que se le miraba.

Llevaba una larga peluca rubia y un sombrero que le ocultaba parcialmente el rostro, usaba pupilentes azules que ocultaban sus ojos del color de la miel y unas gafas grandes y oscuras. En la mano una pequeña maleta que inmediatamente habían intentado tomar al entrar al Hotel, pero se había negado con una sonrisa diciendo con un perfecto acento estadounidense que no pesaba nada.  Llegó a recepción y se registró, poco después iba en el ascensor a su habitación acompañada del botones. Al salir comprobó que la distancia de su habitación a la de él era considerable y sería largo el trecho para llegar. Los balcones y las cornisas no eran precisamente el mejor camino.
Al llegar a su habitación vio salir de la 98 a dos hombres del personal de seguridad que acompañaba a Briatore, enseguida salió él y ella se quedó parada observando disimuladamente con pretexto de observar un cuadro que estaba en el pasillo, dio la propina y se quedó allí. Iba vestido de etiqueta y maldijo por dentro, ¿Qué no se suponía que la cena era hasta dentro de dos horas?

-      Vamos a la opera. – Decía uno de los hombres por un intercomunicador. ¿Opera? Habían pensado que él no asistiría. Bueno, ahora tenía más tiempo para entrar. Las cosas seguían saliendo bien. Se pusieron frente al ascensor esperando y de reojo notó que él la observaba, ligeramente se permitió  mirar y vio que él no le quitaba el ojo de encima, ella siguió observando el cuadro y luego caminó lentamente hacia su habitación aunque lo que quería era correr. Cerró la puerta y se apoyó en ella. Escuchó pasos en el pasillo que se detuvieron frente a su puerta, ella empezó a sudar ¿la habría reconocido? No, era imposible. Los pasos se alejaron y ella soltó el aliento. Marcó al móvil de Brisia.
-      Bri, se fue a la Opera.
-      Sí, yo iba a ir también pero surgió esto.
-      No llamé para consolarte – gruñó Ken al otro lado de la línea -  Tendré más tiempo. Intentaré entrar de una vez.
-      No, tendrás que esperar. Hay movimiento en la habitación. – Bri estaba en un edificio enfrente del Hotel y observaba todo con detalle, equipada con lo último en tecnología sabía que aún había gente. Estaba justo enfrente de la habitación de Rafael.
-      ¿Cuántos son?
-      Sólo una persona, ha de ser su secretario.
-      Puedo noquearlo.
-      ¡Olvídalo! Lo que menos queremos es llamar la atención.
-      Sólo bromeo – Sonrió Ken.
-      El secretario si está invitado a la cena después de la Opera – Le informó Bri – así que quizás ahorita esté trabajando y después se reúna con su jefe en casa de los Wenworth.
-      Es posible. Esperaré hasta que den las diez de la noche, después de eso entraré.
-      La cena está programada a las nueve, así que podrás entrar antes de las diez. Mientras tanto goza de los lujos del Ritz.
-      Una mujer embarazada siempre está comiendo ¿cierto?
-      Muy cierto. – Convino Bri.

Tres horas después y habiendo dado buena cuenta de deliciosos postres y siendo las nueve de la noche Kendra paseaba con impaciencia por la habitación.

-      Ya salió el secretario de la habitación. – Le avisó Su quien también se hallaba en el edificio de enfrente junto a Bri. - ¿Estás preparada?
-      Desde hace horas.
-      Bien, ahora es cuando.

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