miércoles, 22 de febrero de 2012

El Dulce Sabor Del Amor Capítulo 15


Drake la observaba con detenimiento desde donde estaba, había salido de la cocina hacía varios minutos con la finalidad de encararla y anunciarle que estaba más que dispuesto a cobrar la apuesta. Pero se había detenido al verla atender a las personas, ella tenía personal para eso, pero parecía que era algo que  también disfrutaba, la vio sonreír a un abuelo que se llevaba un enorme pastel y darle una galleta a un niño que lloraba a pesar de los esfuerzos de su madre por callarlo, logrando lo esperado. Unos jóvenes habían deambulado por el local sin decidirse de inmediato y todo indicaba que compraban no solo por las delicias que se vendían allí, sino también por poder ver a Candy, sonrió sintiéndose de pronto identificado con ellos.
No recordaba el momento exacto pero, un día particularmente estresante había decidido salir a caminar, las cosas no marchaban como él quería y estaba a punto de explotar, no quería hacerlo con sus empleados y sin más había salido del edificio de la compañía. Un delicioso aroma había de pronto no solo llamado poderosamente la atención a su olfato sino que, como descubrió después, le había calmado por completo.

A través de la cristalera la había visto, riendo y charlando con los clientes mientras les atendía, a riesgo de sonar cursi, ella tenía la expresión más hermosa en un rostro sonriente que había visto en su vida. Se le formaba un solo hoyuelo en el lado derecho y sus ojos brillaban con una expresión entre divertida, pícara e inocente. Su sonrisa era amplia, sincera e incluso refrescante. Se dirigió al interior sin apartar la vista de ella, había sido una mezcla se decía en ese momento, el aroma delicioso, la jovialidad y el encanto de la chica del mostrador lo que le había conducido adentro sin pensarlo dos veces.
En ese momento ella partía unos pedazos de pastel a unas señoras, el teléfono había sonado y poniéndoselo entre la oreja y el  hombro había seguido atendiendo a todo el mundo. ¿Por qué no había esperado a que ella se desocupara? Si lo hubiera hecho quizás así Candy lo hubiera visto a la cara por lo menos, le había preguntado qué era lo más delicioso de su menú y ella arrugando el ceño mientras cortaba más rebanadas de pastel había contestado con toda la seguridad del mundo que “todo era delicioso”, para luego ponerle delante y sin siquiera dirigirle una mirada un pastelillo de moka, que efectivamente estaban estupendos. Casi era adicto a ellos, así como a la necesidad de saber más acerca de ella, la chica del mostrador como solía llamarla.

Como nunca en su vida había tratado de llamar la atención de una mujer, ella se limitó a andar de un lado a otro atendiendo aquí y allá, otro chico le cobró y tuvo que irse muy a su pesar pues no tenía más pretextos para quedarse, excepto comprar todo el establecimiento.
Así que al siguiente día había pedido a su secretaria que localizara el teléfono del lugar y pidiera servicio a domicilio, bajó a propósito para ver si ella era la que hacía la entrega y así toparla en el ascensor, cuál fue su sorpresa al tener éxito  pues una chica iba cargada de cajas de pastelillos y tomaba el mismo ascensor que él, ella intentaba apretar el botón del piso al que iba, cosa imposible ya que parecía no querer dejar a un lado sus cajas o asomar un poco más su rostro y él deseando que lo hiciera la contemplaba divertido. Por fin se había decidido a ayudarla y en cuanto ella llegó a su piso salió lo más rápido posible tirando en el proceso una cajita con un pastelillo, el cuál por supuesto se comió. Hubo más pedidos por parte de él y toda la empresa que también se habían aficionado a ellos, pero después ya no pudo toparse con ella, por lo general por su apretada agenda, la cual se había incrementado últimamente.

Hasta ese día hacía poco, por fin había podido verla y entablar una conversación y hecho mucho más pues había logrado que su hermano la contratara para el próximo evento de la empresa, sabiendo así de paso que era la dueña de Creaciones Apasionadas, que era la creadora de esos pastelillos  y que no podía tener mejor nombre: Candy.

¿Debía echarle la culpa al sabor de sus creaciones el hecho de que buscó la forma de seguirla viendo?
-          No lograrás nada si solo te limitas a observar.

-          ¿Cómo dices? – Volteó enseguida al escuchar la voz y sonrió al ver a Silk.

-          Creo que me has oído demasiado bien.

-          He descubierto que tu amiga ha hecho trampa.

-          ¿Candy? Eso es… ¿es cierto? – Silk lo miró asombrada.

-          ¿La dulce Candy no es capaz de algo así? No lo creo.

Si supieras de lo que es capaz, pensó Silk. Candy era de las que tenía las reacciones más inesperadas. Su apariencia era dulce y suave, pero por dentro tenía la fuerza del chocolate. Debo dejar de pensar en comida se reprendió Silk.

-          No creo que ella no haya creado el postre con el que te ganó.

-          No me malentiendas, ella sí que lo creo pero hace tiempo, no cuenta. Tenía que haberlo creado en el lapso de tiempo que le di, no antes, no después.

-          Eso es injusto por tu parte ¿no crees? Así que, si has ganado la apuesta ¿cómo piensas cobrártela?

-          Eso es lo interesante de todo esto ¿no? Créeme lo sigo pensando.

-          ¿Por qué no le dices que…? – Empezó Silk con una sonrisa maliciosa…
-          Dime, soy todo oídos. 
Candy miraba extrañada a Silk, comía con lentitud su postre y a cada tanto soltaba risitas divertidas pero más que nada sonaba  un tanto ¿esperanzada? Como si fuera una chiquilla a la que le han prometido un ansiado regalo.
-          Casi temo preguntarte pero, ¿se puede saber que tienes?
-          Nada, ¿Por qué?
-          Para empezar, estás comiendo demasiado despacio. Ese postre no te dura ni cinco minutos.
-          ¡Oye! Que soy perfectamente capaz de saborearlo y…
-          ¿Y a que vienen esas risitas extrañas eh? –Candy se acercó más para verla a los ojos directamente, Silk se puso roja y Candy enseguida abrió los ojos con gesto alarmado. - ¡Que hiciste! – exclamó.
-          ¡Nada, nada! Que ideas más raras tienes. ¿Qué no puedo comer tranquilamente? – Objetó Silk.
-          Te has sonrojado y eso pasa solo cuando ocultas algo.
-          Créeme querida, también mi marido logra aun hacerme sonrojar. La otra noche…
-          ¡Basta, no intentes distraerme! ¿Qué hiciste? Dímelo ya.
-          Ella no hizo  nada. – Alta y clara le llegó la voz de Drake y enseguida le miró ¿cómo podía verse tan bien incluso con ese delantal que usaban los empleados? – La que hizo todo fuiste tú.
-          ¿De qué rayos hablas?
-          De qué hiciste trampa mi querida Candy.
-          No sé de qué estás hablando. – Contestó de inmediato. Él avanzó hacia ella y Candy tragó saliva. - ¡Tú le dijiste algo! ¿verdad? – Reclamó a Silk.
-          Te acabas de descubrir a mí no me dijiste nada mala amiga, no compartiste conmigo el pequeño detalle de que hiciste trampa.
-          ¡Oh, oh…! –Exclamó Candy sin poderse detener. -¿Cómo tú…?
-          Pasión oscura lleva meses en el menú y tú lo hiciste pasar por algo nuevo, así que has perdido. -Dijo Drake.
¡Maldición! Dijo Candy por dentro.
-          ¿Y ahora qué? – Le preguntó alzando el mentón, no se iba dejar intimidar. Lo cierto era que no tenía idea del castigo que le pondría pero lo haría.
-          Tranquila no te pediré nada fuera de lo común, solo que me hagas deliciosos postres.
-          ¿En serio? – Esa pregunta no solo fue dicha por Candy, Silk también la hizo mirándolo confundida.
-          Pero yo te dije que… - Empezó Silk para callarse después, la idea que le había dado era que Candy le preparara postres sí, pero en la casa de él y de preferencia que lo hiciera de noche.
-          En mi casa claro. – Añadió Drake.
-          ¡Ah! – Suspiró aliviada Silk ganándose una mirada furiosa por parte de Candy.
-          ¿Cuándo? – Preguntó Candy debatiéndose entre el enojo, el nerviosismo y conteniendo los deseos de asesinar a Silk quien tenía mucho que ver en todo ello.
-          El fin de semana.
-          ¡Qué! – Nuevamente las dos dijeron lo mismo. Drake rió con ganas.
-          El ganador elegía el castigo ¿recuerdas? No te preocupes no pienso comerte caperucita – Dijo al ver su cara espantada – Silk vendrá ¿no es cierto Silk?
-          ¿Yo? ¡Ah sí, claro!
-          Tengo invitados en mi casa de campo y que mejor que agasajarlos con tus postres.
Seguro que iría la Barbie Malibú, ¿la quería para estar metida en la cocina esos dos días? Que decepcionante pensó Candy. Ocultó su pesar y le dijo:
-          Está bien, lo haré.
-          No te echarás para atrás ¿verdad?
-          Nunca. – ¿quería postres al por mayor? Pues eso tendría y después mejor si no lo volvía a ver en su vida.


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