martes, 14 de febrero de 2012

Email Erroneo, Ahora llegamos al final... Solo uno mas!!!

Diez segundos después, Demetrios aún seguía mirando a los dos jóvenes en espera de una respuesta.
-No tengo todo el día –Señaló cruzándose de brazos.
-Ni yo tampoco lo tengo para estúpidas apuestas –Subrayó Rose.
-¡Entonces sí tenéis una apuesta! –Volvió a indicar Demetrios.
-Nada serio papá –Rió Andreas-. Tranquilo que con ello no vamos a tirarnos ningún plato a la cabeza.
-¡Ha! –Rió ella con sarcasmo-. Yo no apostaría por ello.
-Si Rose quiere tirarte algo a la cabeza, es que resulta un tanto serio.
-Lo único que le ocurre a nuestra pequeña Rose, es que aún no me eh puesto a domarla, por así decirlo…
¡Plas!

Sonó bien fuerte la bofetada que le propinó ella a él, sin ningún reparo en que se hallara allí presente el padre de Andreas. Y dolerle tenía que dolerle, porque le picaba la mano un poco y se veía una leve marca de sus dedos en la mejilla masculina. ¡Pero se lo merecía! Sabía por donde iban los comentarios que estaba soltando. ¡Maldito email, los problemas que le estaba ocasionando aquel día! Y era obvio, que Andreas quería sacar provecho de su error. ¿Oh podía ser ella la mal pensada y simplemente era el ataque verbal de toda la vida? ¡Joder, ya no sabía que pensar! Porque el muy mal nacido, aún seguía manteniendo el brillo de diversión en sus hipnotizadores ojos.
-¡Rose! –Exclamó Demetrios sorprendido.
-Discúlpame –Miró con cierto furor al hombre mayor-. Pero hay ocasiones en las que se lo merece…  Y por alguna extraña razón, siempre se ha librado. Pero hoy no.
-No te preocupes papá –Seguía sonriendo como si nada-. Sabes que me gusta ver carácter en las mujeres –Guiñó un ojo a la chica, consiguiendo que aún se sulfurara más.
-Yo lo único que creo –Dijo empleando humor-, es que deberíais de hacer una pequeña visita a un consejero matrimonial.
-¡Cómo! –Exclamó Rose escandalizada-. ¿A qué viene esa tontería?
-No lo creo –Rió el joven-. Para mi lo adecuado sería un fin de semana en una misma habitación. Como se hace con los perros y gatos…
-Saldrías con los ojos morados –Rió el padre.
-Suerte que tienes de librarte, con las ratas no se hace eso –Escupió ella, logrando que aún riera Demetrios más fuerte-. Y parad ya de tantas tonterías. Lo único que me iría bien, sería fabricarme un repelente para que no me molestara más. ¿Y consejero matrimonial? Eso es para parejas formadas con algo de seriedad. Creo que tu hijo desconoce el significado de ello –Chinchó nuevamente provocando que Demetrios riera con lágrimas en los ojos. Pero la interrupción de Chantal, hizo que este se calmara en un segundo.
-Siento interrumpir, pero tu reunión está subiendo por el ascensor.
-Gracias Chantal, ya saldré yo ha recibirlos –Indicó con amabilidad.
-Muy bien… -Respondió mirando a Andreas-. ¿Quieres que busque baberos tamaño XL, o te sentirás avergonzado con esa talla? –Soltó con cierta burla.
-¿Quieres que desvíe todo el muérdago alrededor de tu mesa y lo anuncie? –Dijo levantando una ceja con humor.
-¿Te fijaste que mi paraguas acaba en punta afilada y es de acero?
-No se supone que es todo paz en estos días –Volvió a reír su padre-. ¿Cómo es que te liaste con apuestas, bofetadas, muérdago y paraguas con punta afilada? –Andreas se alzó de hombros.
-¿Bofetadas y apuestas? –Se interesó la otra chica.
-Fue Rose –Rió Demetrios-. Y creo que lo hizo por no tener tu paraguas a mano.
-Bien hecho –La miró con orgullo Chantal-. Se lo merecía.
-Ver para creer –Se carcajeó el hombre-. Existen mujeres que te odian. Se lo tengo que decir a tu madre.
-¿Y qué apuesta es esa? –Insistió la joven.
-Una tontería –Respondió con rudeza Rose-. No resulta para nada interesante.
-Yo estoy en desacuerdo contigo –Bromeó Andreas.
-Chantal –Llamó mirando de reojo al hombre-. ¿Me puedes prestar tu paraguas?
-Alto, alto… -Intervino el hombre mayor-. Es navidad. Dejarlo para después de fiestas. Y me gustaría tener la alfombra limpia para la reunión que tengo ahora.
-Que suerte tiene el niño, por trabajar con papá y ser salvado por él –Volvió a bromear Chantal desapareciendo de allí.
-¡Esta noche no te libras! –Exclamó Andreas en amenaza divertida a la joven-. Yo voy a cambiarme. Hasta luego Rose –Volvió a guiñarle un ojo de manera picarona.
-¿Y a mí para qué me llamaste? –Preguntó ignorando al joven.
-¿De verdad qué no quieres comentarme nada? –Inquirió alzando una ceja.
-Demetrios, créeme  que no hay nada que contar –Suspiró con cierto agobio.
-Muy bien, aceptaré tus palabras –Sonrió con cariño-. Quería que me dieras tú opinión, sobre unas pulseras que compré para mi mujer, tú madre y Chantal para dárselas en el día de hoy por la noche –Informó ilusionado yendo a sacar el paquete del cajón de su escritorio y poder mostrárselas.
-¡OH! –Exclamó con admiración-. Son preciosas –Se acercó a mirar los cuatro modelos que habían en el estuche-. ¿Cómo que  cuatro? –Frunció el ceño.
-Es que esas dos son más para jóvenes como tú y Chantal, no sabía escoger –Dijo algo nervioso.
-Pues con todas ellas acertaras –Sonrió-. Son todas preciosas.
-¿Sí? –Preguntó con duda.
-No te preocupes, decidas lo que decidas darle a cada una, quedarás como un rey –Habló con ternura.
-Muchas gracias pequeña –La abrazó.
-No hay de qué –Se alzó de hombros.
-Es que tú también conoces el gusto de esas dos viejas –Le guiñó un ojo.
-Eso sí que es verdad, pero no quiero saber nada de cómo las llamas –Rió-. Bien… Te dejo que creo que ya habrá llegado tu cita.
-Muy bien –La acompañó hasta fuera del despacho-. Nos vemos ésta noche –Se despidió de ella.
Una vez que salió de allí decidió bajar por las escaleras en de subirse al ascensor. Sería más seguro y tan solo eran tres plantas. Además, como quería ir al baño y éstos estaban en cada planta en la sección de las escaleras de emergencia, aprovechaba el viaje.
Un rato después, estaba lavándose las manos cuando su móvil pitó por un email entrante. Seguro que Andrea. Se secó las manos bien y sacó el aparato de su bolsillo. Sí, era ella sonrió ante lo que iba leyendo.

“16:46 horas; oficina norte planta 5ª”
Andrea
Asunto: Otra vez!!!
Decidido, voy a ir al veterinario a que me den un chip identificativo para ti. ¡No paro de perderte!
Me acerqué a tu despacho como te dije y no estabas. Te esperé como buena amiga unos quince minutos y nada…  ¿Al menos podrías avisarme que te mueves? Hoy a pesar de no ir al gimnasio al mediodía, estoy haciendo ejercicio. Fui por las escaleras. ¡Y no soy la única! Je, je… Es impresionante la de chicas que te encuentras ahora circulando por ahí. Los de decoración no cayeron en esa zona.
Te toca bajar a verme.
Andrea.
Ir a su despacho, iba a ir… Pero después de haber mirado el modelito que guardaba la bolsa que había en su despacho. Por si había que agarrarla del cuello, así aprovechaba un solo viaje. Pero antes le respondía, para que no volviera a inundarla de emails como había sucedido aquella mañana.

“16:48 horas, oficina norte planta 8ª”
Rose
Asunto: RW: Otra vez!!!
El chip te lo regalaré yo, pero no el de gps… Sino uno de descargas eléctricas, para cada vez que me reniegues. ¿Desde cuando te volviste una vieja renegona? ¿No se supone que los primeros días del amor todo es felicidad?
Ahora me pasaré por tu oficina, vengo de estar con Demetrios. Pero quiero mirar un momento qué puñetas me obligaste a comprar para ésta noche. ¡Seguro que te aprovechaste de mi estado de confusión!
Dame cinco minutos, para decidir que hacer contigo.
Rose.
Iba abrir la puerta del despacho, cuando su móvil volvió avisarle de un nuevo email. Seguro que la respuesta de Andrea. Decidió detenerse y leerlo… Seguro que era una excusa para que no viera la prenda.
“16:46 horas; oficina norte planta 5ª”
Andrea
Asunto: Demetrios!!!
¿Qué puñetas fuiste hacer a la planta alta?
Rose, Rose… Espero que no le hayas entregado en mano una solicitud de renuncia. Como sea así, te frío el cerebro con el chip que me vas a regalar.
¡Y no te preocupes por el vestido de la bolsa, tienes cuerpo para lucirlo!
Andrea.
-¿Si te doy un beso por estar bajo el muérdago, me volverás atizar? –Preguntó Andreas a su lado provocando que chillara por el susto.
-Idiota –Lo fulminó con la mirada-. ¿Acaso quieres matarme?
-¿No era al revés? –Indicó divertido.
-Imbécil –Escupió abriendo la puerta de su despacho y entrando.
-El día que dejes de insultarme, puede que luego lo eche en falta –Rió entrando dentro del despacho.
-¿Acaso vislumbras ese día? –Rió con falsedad.
-Nunca se sabe las sorpresas que te trae la vida –Guiñó un ojo provocando.
-¿Venías a buscarme para algo? –Preguntó seria, intentando ocultar que por dentro estaba como un flan de nerviosa.
-Para muchas cosas –Volvió a mostrar esa sonrisa-. Pero no se cual de ellas coger primero.
-Sino resultan importantes, te aviso que tengo cosas que ir hacer –Soltó un suspiro completamente exasperada ante su presencia allí.
-¿Algo que ver con el email que estabas leyendo? –Sugirió alzando una ceja.
-Vaya –Rió con mofa-. Los años están pasando para ti. Te estas convirtiendo en un viejo curioso.
-Yo más bien diría en un madurito interesante –Rió acercándose al gran ventanal para mirar por él.
-Claro que sí –Volvió a chinchar-. Hay que ir mirando con gran pesimismo la era de la viagra. Cada vez te acercas más.
-Rose –Se giró a mirarla con las manos en los bolsillos-. No hables de lo que careces de experiencia –Dijo sabiendo que era una provocación hacia ella.
-Mira niño guapo –Alzó una mano para amenazarle con el dedo, pero tuvo que callar al sonar el teléfono de la mesa. Respiró y contestó-. ¿Sí? –Su semblante se calmó al escuchar a su amiga tras la línea-. Dime Andrea… -Bajó un poco el tono y le dio un momento la espalda al hombre, pero justo antes de colgar volvió a mirarlo para escandalizarse al instante-. ¡Serás cabrona! –Exclamó furiosa a su amiga. Al ver como Andreas sujetaba con mirada sorprendida lo que había en la bolsa-. ¡Cómo has dejado que me comprara eso!

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