jueves, 19 de abril de 2012

Amor oculto, 11° parte



Ana había preparado bastante comida y todo lo necesario para pasar un día en la playa con Sean, la excusa era festejar que tuvieran nuevamente auto peor en realidad , después de todo lo sucedido, quería pasar un tiempo agradable con su hijo, relajarse y disfrutar del hermoso y cálido día.
-¿Trajiste las bebidas? – le preguntó a Sean cuando salió de la casa.
-Si – dijo él y levantó la bolsa que cargaba.
-¿Todo eso? Sólo iremos unas horas, ¿lo sabes, verdad?
-No está mal llevar demás, un nunca sabe…
-De acuerdo, ¡pasajeros a bordooooooo! – bromeó ella  y ambos sonrieron.


Media hora después llegaron a la playa, aquello era una de las cosas que más le había gustado a Ana de esa ciudad, estaba a orillas del mar. Ir a pasear un rato por la playa era un paseo siempre bienvenido. Cuando Sean era más pequeño iban  más seguido, ahora un poco menos, pero igualmente siempre lo disfrutaban.
Casi no había gente, se veía cada tanto a alguna pareja o una familia caminando, pero apenas comenzaban los días calurosos así que  la playa no era muy concurrida todavía.
Entre los dos bajaron una manta, la comida, la bebida e incluso una pelota que había llevadoAna para jugar. Apenas pisaron la arena, ella se quitó el calzado.
-Ahhhhhhhhh…esto es vida – dijo feliz.
-Necesitabas un descanso, ¿verdad?- preguntó Sean mientras se acomodaban cerca de la costa.
-Sí, un respiro…-admitió ella y se dejó caer sobre la manta.
-Vamos, mamá – dijo Sean y le dio una mano para que se levantara. Ana tomó la mano y le dio un fuerte tirón haciéndolo caer al suelo, luego salió corriendo hacia las olas riéndose. Sean la siguió, se metieron un poco pero el agua aún estaba fría. Caminaron un trecho ,sin alejarse demasiado, jugaron un rato y luego decidieron ir a comer.
Ana comenzó a sacar lo que había preparado, casi como si fuera un picnic cuando notó que una sombra y que Sean se levantaba a saludar a alguien.
-Hola Finn – dijo Sean y ella se levantó sobresaltada.
-Hola, ¿de paseo? – preguntó él inocentemente, había estado dando vueltas por la playa, esperando encontrarlos.
-Hola…-contestó Ana incomoda.
-Estábamos por comer, ¿te unes  a nosotros? – invitó Sean
-Sean, él debe tener algo que hacer..
-No, en realidad vine a chequear algunas cosas del resort y aproveché a dar una caminata. No tengo nada que hacer.
-Bien, tenemos mucha comida…-dijo Sean y Ana no pudo decir nada.
-Come con nosotros – dijo finalmente, no quería ser demasiado obvia, ni quería cambiar el buen humor de su hijo.
-Gracias – aceptó él y se acomodó junto a ellos.
Comieron y charlaron amablemente, tanto Finn como Sean elogiaron la comida de Ana.
-¿Les gustaría conocer el resort? No está muy lejos –propuso Finn en un intento de disipar la apatía de Ana.
-¡Claro! – respondió Sean.
-Ya deberíamos irnos...-intentó excusarse Ana.
-¿Por qué? No tenemos nada que hacer hoy, es tu día libre y habíamos decidido pasar el día aquí...
-Sí, pero ...
-Mamá...-insistió Sean y ella accedió. Finn les ayudó a guardar todo el auto y luego fueron caminando por la orilla del mar hasta el resort. El chico se adelantó un poco y los dejó atrás, era todo lo que podía hacer.
Ellos caminaban en silencio, ninguno de los dos sabía que decir.
-¿Te gusta el mar? – preguntó Finn .
-Sí, me gusta mucho...
-Esa fue una de las razones para que eligiéramos este lugar para el resort, tiene una playa preciosa, las habitaciones dan al mar y también los ventanales del comedor principal...
-Es un lugar ideal para descansar...es muy relajante comentó ella.
-Sí, donde nací no hay mar, así que de chico debo haber ido sólo un par de veces, pero me gusta mucho. Creo que me acostumbraré a estas caminatas – contó él y aquella mención la hizo pensar en el lugar en que ambos habían nacido. Inspiró profundamente intentando quitarse los recuerdos de la mente, pero aquella acción la hizo sentir el aire marino y también el perfume distintivo de Finn O’Connell, fue mucho más consciente de él de lo que quería. Lo miró de reojo peor él se giró a mirarla también y por un momento sus miradas quedaron conectadas.
Finn tuvo una extraña sensación, por un instante se vio transportado a otro tiempo....era otro nombre, otro lugar, otra mujer pero la mirada era la misma, también el efecto que causaba sobre él.
-¡¿Es por aquí?! – preguntó Sean a los gritos y aquello lo sacó del trance, volvió al presente y de nuevo estuvo frente a Ana Hunt.
-Sí, por allí – respondió y se adelantó para guiarlos. El lugar aún estaba cerrado porque todavía faltaba finalizarlo, pero la estructura principal estaba terminada. El cuidador los hizo pasar y Finn los guió hacia el interior, paso a paso les fue explicando cómo sería ese lugar, las terminaciones y los planes para cada sector.
Tanto Ana como Sean lo escuchaban con atención, él con sus palabras  y entusiasmo los hacía imaginar cómo quedaría cuando estuviera terminado. También habría una mini cancha de golf, un gimnasio, un parque con jardines y una pequeña terraza mirando hacia la playa.
Sería un lugar perfecto.
-Queremos que sea un lugar exclusivo con atención personalizada, ideal para el descanso y también para las familias...-explicó Finn.
Aquella última palabra fue como una puñalada para Ana, porque desde que él había llegado a la playa. Almorzado con ellos y paseado a su lado no podía dejar de torturarse, Sean y él se llevaban muy bien y ella se sentía muy culpable por ocultarles la verdad, pero tenía miedo. No conocía lo suficiente a Finn para saber cómo reaccionaría, sin embargo no podía evitar preguntarse si estaba haciendo lo correcto al callar.
Además, aquello de andar juntos los tres, le recordaba lo que podría haber sido y no fue, también ella hubiera deseado una familia, un padre para su hijo, un hombre que la acompañara y que la amara, pero la realidad era muy distinta.
-¿Ana? – la llamó Finn y ella se dio cuenta que se había quedado perdida en sus pensamientos.
-Oh, lo siento, estaba imaginando lo que mencionabas, sí, será todo un éxito.
-¿Te sientes bien? Estás pálida.
-Sí, estoy bien, debe ser el sol...
-Entra un rato, ven – dijo y la tomó por los hombros para guiarla al interior, Ana llevaba sólo una remera con breteles así que el contacto de las manos de Finn fue todo un impacto. Si alguien se enterara lo que un mínimo contacto con aquel hombre le provocaba, se burlaría de ella, pero no estaba bajo su control, de la misma forma en que quería mantenerlo lejos, un breve toque de él  la estremecía.
Tal vez fuera cierto que se había olvidado de ser mujer por ser madre, pero “¿por qué tenía que ser él quién la hiciera reaccionar?”
-¿Mamá? – preguntó Sean y ella trató de concentrarse.
-Quédate un ratito con ella, le buscaré algo para sentarse… -dijo Finn.
Sean se preocupó, había querido que Finn y su madre se acercaran un poco, pero no estaba resultando, de verdad le caía bien él y algo le decía que era el indicado para su madre. No podía explicar por qué, sólo que cuando estaban juntos se veían bien. Unos minutos después, Finn llegó arrastrando un sillón liviano que aún estaba embalado, terminó de quitarle la envoltura y se lo acercó a ella.
-Llegaron ayer…
-No es necesario.
-Siéntate y descansa un rato Ana, de paso lo pruebas y me dices si son realmente cómodos – mencionó y ella acepto. Se sentía débil pero no tenía que ver ni con el sol ni con su salud, sino con la inquietud que sentía por aquella situación.
Finn y Sean actuaban con mucha naturalidad, sin embargo ella estaba tensa y todo el tiempo quería gritar, gritar la verdad que ocultaba.
Finn le había traído un refresco a ella y ahora charlaba sobre el muchacho contándole detalles de la construcción. Ana los observaba cuidadosamente, eran muy parecidos, se diferenciaban en el color de ojos y cabellos y en que los rasgos de Sean estaban matizados por los suyos, pero el parecido era patente. ¿Nadie más podía verlo? ¿o se debía a que ella conocía que eran padre e hijo y no podía evitar ver el parecido?
Y estaba segura que con el tiempo el parecido se acentuaría, ¿qué haría entonces?. Los dos se llevaban bien, pero si la verdad salía  a la luz, ¿cómo sería esa relación?
O’Connell apreciaba a Sean, pero eso era algo normal, todos los que lo conocían lo querían. Era imposible no hacerlo. ¿Pero sería lo mismo si se enteraba que era el hijo de él, producto de una noche de borrachera en su adolescencia?
Era un dilema, hablar o callar, cualquier elección que hiciera traería consecuencias…Ana suspiró y cerró los ojos un momento.

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