miércoles, 18 de abril de 2012

Rechazo al amor.- 1


Un viernes de junio.
En la segunda planta de la casa victoriana situada en el número cuarenta de la calle Aldridge Road de Notting Hill, salía Julia del baño con una toalla alrededor de su cuerpo después de haberse dado un largo y relajante baño de espuma. Ahora, se sentía un poco más relajada ante el suceso que tanto había esperado. Después de tantos años, iba a conocer a su pequeño enemigo como ella decía. Al menos, tendría un fin de semana para desquitarse un poco con él. Pero lo que no sabía, es que el destino le tenía preparada una jugarreta diferente. Ella, aquella noche por culpa de aquella toalla iba a ser la causante de una cadena de tropiezos y afortunado cambio en la vida de su hermano. Se dirigía hacía su dormitorio, cuando al pasar por delante del de su hermano Peter, vio que éste se hallaba con la puerta abierta  en medio de la habitación y totalmente concentrado en un papel que tenía entre sus manos. Decidió acercarse a él por la retaguardia, dado que no había caído en su presencia.
-¡Hola! –Saludó saltando a su espalda y dándole un beso en la mejilla.
-¡Jesús, Julia! –Soltó el chico el aire -. No entres más así de sigilosa.
-¿Qué estas mirando? –Preguntó mientras intentaba verlo por encima de su hombro y este se escondía.
-Nada…  -Sonrió guiñándole un ojo, mientras lo retiraba de su vista.
-Peter, nunca hemos tenido secretos… -Le recordó a pesar de llevarse seis años de diferencia. Dio unas pocas vueltas más a su  alrededor para intentar ver lo que iba ocultando-. Así que no comiences ahora… -Lo regañó un tanto molesta y curiosa.
-Te digo que no es nada importante –Rió, mientras le ponía una mano en la frente y trataba de alejarla un poco.
-No te creo… -Frunció el ceño-. Por favor, enséñame que mirabas….Esta bien –paró de fisgonear y giró su cuerpo de cara  a la puerta-, veo que ya no confías en mí.  Voy a vestirme  –Y con aquel teatro logró engañar a su hermano, consiguiendo avanzar un paso hacía él y arrancarle de sus manos el papel.
En aquel preciso momento, el timbre sonaba en la planta de abajo.
-¡Lo conseguí! –Brincó feliz, pero saliendo de allí veloz al ver que éste la seguía dispuesto a volver adquirir lo que era suyo.  
-¡Pequeña mequetrefe, verás cuando te coja! –La amenazó riéndose.
Mientras en la planta de abajo, la madre abría la puerta con todo aquel escándalo. Era un joven atractivo compañero de Peter, quien se quedó un poco sorprendido ante el ruido.
-Hola, se encuentra en el piso de arriba –Le sonrió amablemente-. No tengas miedo y sube, solo esta  jugando con su hermana como siempre. Desde que Peter se fue a la universidad, esta casa ha estado mucho más silenciosa. Así que supongo que mi hija aprovecha lo máximo para poder incordiarlo cuando nos viene hacer una visita -Expuso con humor.
-Bien, gracias –Sonrió acercándose al pie de escalera en donde las voces se escuchaban más fuertes, tanto que en el segundo peldaño se detuvo y miró hacía arriba. Donde pudo ver como en el marco aparecía corriendo una joven vestida con una toalla, sin mirar en ningún momento hacia abajo  y de pronto ésta se lanzaba por  las escaleras a toda velocidad.
-¡Julia, no te me escaparás! –Soltó Peter apareciendo entonces en el marco y frenando de golpe al ver a su amigo allí-.Alex…
Ya estaba dando el  salto que daba por costumbre, cuando le quedaban unos cinco escalones para llegar a la planta baja. Cuando supo que algo no iba bien al ver como su hermano se detenía y le gritaba alarmado. Miró al frente, pero ya demasiado tarde…
-¡Julia cuidado! –Alertó Peter temiendo lo peor.
Su  cuerpo menudo  se llevó por delante a un hombre que no esperaba aún allí con unos lindos ojos azules que la miraban con gran sorpresa, esperando  lo  peor de aquel choque. Unas milésimas de segundo después, estaban en el suelo soltando los dos gemidos de dolor que sentían por todas sus extremidades al chocar estas contra la dura madera, sin reparar en las carcajadas de su hermano.
-¡Dios mío, estáis bien! –Exclamó su madre apareciendo de la cocina completamente alarmada por el estruendo que había escuchado, cuando al reparar en ellos dos se dio cuenta de la situación en la que se hallaba su hija-. ¡Julia cariño, lo estas ahogando! –Soltó intentando controlarse la risa que se le escapaba  ante tal situación.
-Julia… -Le habló Peter sin poder evitar dejar de reírse-. Será mejor que te levantes, y mires como estas ahogando al pobre Alex… Y tú amigo, ojito con tus movimientos –Amenazó con humor.
-¿Qué? –Preguntó en un quejido al tiempo que  apartaba su cara del suelo y se separaba del cuerpo del chico, notando veloz el airecillo fresco por toda la zona alta. Miró con miedo hacía abajo para quedarse horrorizada al comprender a lo que se refería su hermano-. ¡AH! –Chilló escandalizada al tiempo que se ponía en pie y desaparecía escaleras arriba-. ¡Peter eres un idiota! –Le gritó por el camino.
Llegó a su dormitorio con el cuerpo completamente sonrosado por la vergüenza. Lamentándose  por su mala suerte al habérsele aflojado la toalla en un momento como aquel. Jamás podría mirar a la cara al amigo de su hermano. Se sentó en el suelo apoyándose contra la puerta completamente abochornada. Al ir a taparse la cara con sus manos, reparó que aún conservaba el trozo de papel que le había quitado a Peter. ¡Era una foto donde salía su hermano abrazando a una chica y a su compañero! Lo sabía por aquel color de ojos, que la observaban con humor desde la fotografía.
 -¡Maldita sea! -Resopló dándose un cabezazo contra la puerta, que manera más idiota de hacer el ridículo ante un chico tan guapo.
Mucho rato después y del quinto grito de su madre para que bajara a cenar con todos, aún seguía en su dormitorio muerta de vergüenza. Aún no estaba preparada para mirar a nadie a la cara y menos comportarse de forma corriente durante la cena.
Unos toques suaves en la puerta, hicieron que detuviera sus pensamientos y levantara la mirada del suelo.
-¿Julia puedo pasar? –Pidió su hermano.
-Vale –Aceptó soltando un profundo suspiro.
-¿Sigues enfadada? –Preguntó acercándose hasta la cama y sentándose junto a ella.
-No –Mintió-. Pero avergonzada sí –Refunfuñó volviendo a bajar la mirada al suelo.
-Pues si te cuento como se halla Alex… -No pudo evitar el reírse delante de ella.
-¡Peter! –Lo golpeó en el brazo, mostrando también una leve sonrisa al saber que su enemigo también estaba sufriendo.
-Comprendo que de toda la situación ocurrida, tú eres la que mayor sufrimiento lleva –Seguía riéndose-. Pero es que… -Cogió aire-. No debería reírme, lo se… Pero créeme que ese es un sueño de todo hombre…
-¡Ho por dios! –Lo pegó con el cojín que tenía a su lado-. ¡Quieres callarte Peter! ¿A qué se supone que has venido?
-Apoyarte por supuesto –Se llevó una mano al corazón, con la risa aún puesta en el rostro-. Eres mi pequeña mequetrefe…
-Pues quien lo diría –Volteó los ojos al techo.
-Vamos hermanita –Le acarició el pelo.- Demuestra que ya eres una mujer valiente, bajando abajo a cenar. Aunque creo, que Alex ya ha comprobado lo mujer que eres… -No pudo evitar decir.
-¡Ya vale! –Le gritó abochornada y levantándose para pegarle bien, cuando al hacerlo se le cayó la fotografía al suelo provocando que su hermano parara de reír y se inclinara serio a recogerla. Era obvio que le ocurría algo.
-¿Quién es? –Se volvió a sentar a su lado-. Es muy guapa.
-Olivia –Susurró con ternura-. Y la amo –Le confesó mirándola directamente a los ojos. Pero en ellos no veía ningún rastro de felicidad, sino más bien de sufrimiento. Por eso, ella nunca quería enamorarse. No le gustaba aquel sufrimiento que provocaba el amor a veces.
-Y supongo que no es correspondido…
-No lo se –Se alzó de hombros-. Me da miedo preguntarle o confesarle mis sentimientos.
-¿Tú tímido? –Preguntó sorprendida-. No me lo creo.
-No es eso –Dijo-. Es un poco más complicado… Alex, es más que un amigo como bien sabes. Prácticamente lo considero como un hermano… -Vio como la mirada de su hermana se tornó un poco fría ante aquella señalización-. Unos días después de confesarle a él mis sentimientos hacia Olivia, fuimos a una fiesta en donde Alex se pilló una buena borrachera por culpa de una apuesta… -Rió al recordar aquella noche-. Y de camino a su apartamento, me comentó que también se sentía atraído hacía ella. Pero que no sabía si sus sentimientos eran amor, dado que nunca ha conocido esos sentimientos.
-¡Ho! –Se sorprendió ella.
-Pero, también me confesó que no iba a intentar nada con ella por respeto a mí. Dado que sabe que estoy irrevocablemente loco por ella… Él no recuerda nada de aquella noche. Y yo, no quiero perder su amistad. De manera que yo tampoco haré nada.
-¡Pero no es justo! –Protestó ella odiando un poco más a su amigo.- Y sí esa chica te quiere a ti.
-Son cosas de la vida –Le pellizcó la mejilla soltando el aliento-. Puede que ella no sea mi destino. Eso lo dirá el paso del tiempo.
-Por eso yo no quiero saber nada del amor –Le confesó-. Solo trae complicaciones.
-No digas eso, aún eres muy joven.
-Ahí lo tienes –Le señaló risueña-. Quiero disfrutar de la vida, conocer mundo. Y una pareja te limita mucho… Además, si puedo evitar el tener que sufrir por el amor mejor que mejor.
-No me gusta que pienses así –La miró detenidamente, mientras meditaba un poco-. Pero supongo que eso cambiará en el momento que conozcas a tu…
-¡No lo haré! Hace mucho tiempo que me prometí no enamorarme –le confesó con tono triste-, no quiero llegar a sufrir como lo ha hecho mamá.
-No todo el mundo decide vivir la vida como ella Julia –Le expuso en un murmullo.
-Lo sé, pero si esta en mis manos el poder evitarlo…
-No insistiré más en ello, por que no es el momento. Pero supongo que llegarás a ver lo equivocada que estas.
-Ya lo veremos –Le guiño un ojo un poco más animada.
-¿Y ahora, me harás el favor de bajar a cenar? –Le suplicó juntando las manos.
-Yo… -No sabía que hacer.
-Alex te gustará… Y así, también le quitamos el apuro que lleva encima por haberte negado aún  a cenar.
-Esta bien… -Resopló al haber llegado el  momento-. Que remedio.
Bajó las escaleras detrás de su hermano y para nada se le ocurrió saltar en el quinto escalón. Aunque aquella vez iba vestida con un chándal, pero mejor no arriesgarse a nada. Y tampoco se apartó de detrás de él cuando entraron en el salón.
-Alex, te presento a… -Calló cuando al mirar a su lado no la vio. Entonces se cruzó de brazos y exhaló un profundo suspiro-. Julia, deja de esconderte y saluda a mí amigo.
-Hola… -Asomó su cabeza por un costado del cuerpo de Peter, para volver a ocultarse veloz.
-Hola Julia –sonrió Alex con un brillo divertido en sus ojos-. Siento lo ocurrido… -Se disculpó con ternura en la voz, para nada había risas como su hermano.
-Bueno, aquí os dejo para que charléis –dijo Peter, al momento que agarraba del brazo a Julia y la empujaba hacía el otro hombre-. Me voy a la cocina a echar una mano a mamá.
-Deja, ya lo hago yo…-Habló nerviosa y sin mirar a Alex en ningún momento.- Tú estas aquí de visita…
-Por eso mismo –le guiñó un ojo-, tengo que aprovechar al máximo para estar con vosotras dos antes de volver a marcharme.
Genial, pensó con fastidio al quedarse a solas con él en el salón. ¿Qué tema de conversación se supone que tenía que sacar a una persona que casi había ahogado con sus senos desnudos?
-¿Cuántos años tienes? –Habló él primero.
-Dieciocho casi diecinueve, de manera que puedes estar tranquilo que no irás a la cárcel –Le soltó de sopetón sin ningún motivo, dejando al hombre sin palabras por unos segundos.
-Vaya, al final empiezo a ver el humor del que tanto me ha presumido tu hermano –Rió más relajado y sentándose en el sofá.
-¿Mi hermano te ha hablado de mi? -Frunció el ceño, sin querer dar aún su brazo a torcer.
-A todas horas -la miró detenidamente-, prácticamente podría decirse que es como si ya te conociera.
-Pues sin embargo yo a ti no -Soltó con brusquedad.
-Lo entiendo, son bastantes los años que tu hermano lleva fuera de casa. Y cuando viene o llama por teléfono, no creo que se ponga hablar de mí -Sonrió-. Más bien os avasallará a preguntas. Pero supongo que alguna vez me habrá mencionado. ¿No?
-Sí... -se avergonzó un poco de repente por su actitud hacia él. Era cierto, le había tenido un poco de celos. No le gustaba que su hermano estuviera tan unido a él. No era de la familia. Pero cuando creció un poco, comprendió que no podía hacer nada. Que era normal que Peter tuviera amigos como ella también los tenía. Pero de seguro, que su hermano le habría contado también su época de celos hacía Alex. Y aquello no le hacía mucha gracia. Era otro punto a favor que tenía él hacia ella. Y después de tantos años de espera por conocerlo allí lo tenía, todo un fin de semana. Pero lo que no se esperaba era encontrarse un hombre tan atractivo. De repente, ya no se sentía tan fuerte para hacerle pasar un mal fin de semana en compañía de ella. Había algo en él, en su mirada que la ponía un poco nerviosa. Pero no sabía que era. ¿Y qué más daba? No tenía que preocuparse de ello, lo único que tenía que hacer era disfrutar de la compañía de su hermano y dejar a Alex de lado todo lo posible.
-¿Estas enfadada por que me halle aquí en tu casa? -Le preguntó.
Buena pregunta. ¿Y ahora qué se suponía que tenía que responder? Si le decía lo que le rondaba por la cabeza y se enteraba Peter, se enfadaría con ella. Pero por otro lado, le habían enseñado a decir siempre la verdad...
-Solo te diré una cosa Alex -Miró un momento hacia la puerta de la cocina-. Eres el amigo de mí hermano y nada más.
-Comprendo -Levantó un poco las comisuras de los labios en un amago de sonrisa-. Yo también te diré una sola cosa que acabo de descubrir. Y es que no me vale es respuesta y espero cambiarla.
-¿Cómo? -Se quedó mirándola extrañada-. Creo que no... -Pero tubo que callarse ante la aparición de su madre y hermano.
-¿Tenéis hambre? -Preguntó su madre risueña con una bandeja en las manos y depositándola en la mesa.
-No puede imaginarse el hambre que acabo de descubrir que tengo-. Respondió Alex al tiempo que le guiñaba un ojo a Julia y se levantaba del sofá.
-Pues yo creo que tengo el estomago un poco revuelto -Respondió aquello, mientras meditaba en las palabras que había dicho él sin llegar a comprender su significado, pues sabía que algo querían decir.
-¿Va todo bien? -Preguntó Peter mirando un segundo a los dos.
-Nunca podía haber ido tan bien -Se le adelantó una vez más Alex.
-Perfecto, pues vamos a sentarnos a cenar que es tarde.
El fin de semana tocaba su final para suerte suya. Respecto a la marcha de su hermano se sentía triste. Sabía que posiblemente pasaría bastante tiempo para poder volver a verlo. Pero a Alex, le daba igual perderlo de vista de forma inmediata. Aquellos dos días habían sido pura pesadilla para su sistema nervioso. Para nada su plan de hacerle pasar un mal rato en su compañía había dado resultado. Habían sido muchas las veces en las que se habían quedado minutos a solas en la misma habitación, pudiendo soltar veneno en sus palabras. Pero el único resultado que obtenía era una carcajada por parte del hombre y una mirada intensa que la ponía de los nervios. De manera, que había llegado a la conclusión de que a cuan mayor distancia se hallara de él  mejor sería para el objetivo, que se había prometido hacía mucho tiempo en referencia a los sentimientos hacía el sexo contrario. Cada vez que la miraba, le hablaba o la tocaba de forma accidental era capaz de sentir como su barrera se venía abajo y aquello no podía ser.
En aquel momento, se hallaba tranquila sentada en el sofá del salón mirando folletos de nuevas universidades. Había decidido quedarse en casa, para poder estar un rato a solas sin su presencia cerca. Ellos habían salido a pasear y tomarse un café en alguna cafetería. De pronto, escuchó ruidos en la entrada de la vivienda. Miró su reloj y vio que éste marcaba las siete de la tarde. Buena hora para llegar a casa y empezar a preparar la cena.
-Hola cariño –La saludó su madre asomando la cabeza por el marco de la puerta-. No deberías de haberte quedado aquí encerrada. Ha hecho una tarde magnífica para salir a pasear y sentarnos en una terraza en el exterior.
-Cierto, te has perdido una merienda deliciosa –Se sentó Peter  a su lado quitándole el folleto que tenía en aquel momento en sus manos-. ¿Qué estás mirando?
-Tu hermana se está pensando cambiar de universidad para el próximo curso –Explicó su madre, apareciendo aquella vez en el salón con Alex que llevaba bolsas de compras en las manos-. Gracias Alex –Le sonrió encantada-. Ya me encargo yo de guardar esto.
-¿No te gusta en donde estas? –Le preguntó Peter mientras estudiaba el folleto.
-Sí, pero en Columbia University ofrecen un programa por un año muy interesante, que en London Metropolitan no lo tienen –Le explicó mientras observaba por el rabillo del ojo sentarse a Alex cerca de ella-.  Mi profesor me aconseja que no estuviera de más que me fuera  a realizar ese programa.
-Esa universidad se halla al lado de mi casa, está situada en la zona de Broadway –Expuso Alex, mirando el folleto que había en la mesa del café.- Es muy buena universidad –Sonrió divertido al pronunciar las siguientes palabras-. ¿Significa eso que te vienes a Nueva York?
-No lo sé –Respondió mientras le fulminaba con la mirada sin que se enterara su hermano-. También tengo en mente la Pratt Institute, que se halla en Manhattan. Pero todo esto aún esta en el aire, tengo que pensarlo.
-Mira que bien –Apareció su madre de repente-. Al menos contarías con alguien conocido.
-Mamá, aún no se si me voy a ir –Resopló molesta por la coincidencia de todo-. Además, Peter también vive cerca…
-Pero yo voy a estar unos meses por Europa con el nuevo plan –Expuso serio-. Además, me estoy  pensando trasladarme nuevamente a Londres.
-¡En serio! –Lo miró emocionada su madre.
-¡OH! ¿Vas a volver aquí? –Preguntó sorprendida-. Pero que me dices de… -Empezó hablar, pero su hermano la interrumpió al ver el rumbo de sus palabras.
-Pero no quiero que ésta decisión mía, te fastidie los planes de tu carrera –Le indicó dejando el folleto en la mesa del café-.Veo que ese curso debe ser importante para ti, si te estás molestando en mirar tantos folletos.
-Por mí no hay ningún problema de que cuentes con mi piso mientras estas ese año allí –Ofreció amablemente Alex, pero disparando el mal humor de ella.
-¡Puedo pagarme yo misma un apartamento allí! –Soltó en tono ofendido, cuando en verdad quería ir a patearle el trasero.
-Julia –Rió Peter-. Alex te ofrece su apartamento por que no creo que esté mucho por allí. Además, me ha confirmado este fin de semana que también se viene a vivir definitivamente a Londres.
-Sí –Sonrió con un brillo especial en la mirada y mirándola a ella por unos segundos-. En estos días eh visto que realmente mi vida se halla en Londres. Pero creo que tardaré un poco más en trasladarme que Peter, según vayan sucediendo los acontecimientos de algunos asuntos.
¿Es posible que aquello fuera especialmente dirigido a ella? Frunció el ceño. No lo creía, por que no había ningún motivo para ello. Pero es como si solo ella viera un sentido diferente a las palabras de Alex. Puede que su rencor hacía él, le estuviera volviendo un poco majareta.
-Julia, hija… -La interrumpió su madre de sus cavilaciones-. Creo que esto te hará reducir de forma diferente la búsqueda de esa universidad. Yo si fuera tú, ya lo tendría bien claro.
-Y creo que ella también lo tiene –Rió su hermano-. Según las estrellas que lleva el folleto de Columbia…
-Aún no estoy muy segura –Protestó veloz y con voz temblorosa al ser descubierta por su hermano.
-Mi hermana tiene la costumbre de marcar con estrellas, cuando está decidiendo algo –Explicaba Peter a Alex-. Y el folleto de Columbia University lleva el récord de cinco estrellas. Cuando las demás se quedan con tres…
-¡Y cerca de ella, hay unos magníficos apartamentos que se alquilan a los estudiantes! –Informó veloz.
-Pero cariño, en el piso de Alex seguro que estarás mucho mejor –Protestó su madre.
-No quiero ser un incordio para nadie –Intentó defenderse.
-A mí no me molestaría en absoluto –Indicó Alex un tanto divertido-. Es más, me gustaría que te mudaras allí. Así tendría compañía al no hallarse tu hermano por allí…
-Dudo que te falte compañía –Le dirigió una mirada asesina.
-¡Julia no seas impertinente! –La riñó su madre-. Venga, ya acabaremos de hablar éste asunto en otro momento,  ven ayudarme a preparar la cena.
-Encantada, con tal de que dejéis de marearme –Refunfuñó por lo bajo y enfadada.
Eran las cinco de la mañana, cuando su hermano entró en su dormitorio para avisarla de que en breve saldrían hacía el aeropuerto.
-No hace falta que te levantes –Susurró el hombre-. Nosotros estamos tomando un café en la cocina. Mamá ya se despidió ayer noche, pero se que tú te enfadarías si no venía a decirte un último adiós –Le sonrió.
-Has acertado –bostezó al tiempo que se refregaba los ojos-. Bajo abajo con vosotros -Dijo al tiempo que retiraba las sábanas de su cuerpo, para luego volver a cubrirse veloz al darse cuenta de sus palabras-. Aunque también me puedo despedir ahora mismo de ti –Le sonrió al tiempo que fingía un bostezo-. Es una tontería bajar para diez minutos –Bien mirado se trataba de librarse de esos últimos diez minutos de la mirada de Alex.
-Ya te lo dije ayer noche tontina –Le sonrió Peter al tiempo que se sentaba a su lado en la cama y le daba un cariñoso abrazo-. Cuídate, y ya me dirás si en Septiembre vienes a Nueva York.
-No te preocupes –Alzó los ojos al techo por la pesadilla del tema-. Y prométeme que intentarás hacer algo con Olivia.
-¿Para qué? –Se alzó de hombros-. Además, no quiero que te preocupes sobre eso. Verás que cuando me mude a Londres nuevamente todo será agua pasada.
-Peter por favor… -Le rogó.
-Está bien pequeña, veré que puedo hacer –Le dijo dándole un beso y incorporándose de la cama-. ¿Le doy algún mensaje a Alex? –Sugirió divertido.
-Sí –Sonrió-. Dile adiós de mí parte.
-Está bien –Se rió saliendo del dormitorio sin hacer ruido.
Volvió a cerrar los ojos y se quedó pensando. No tenía por que sentirse mal de no bajar y despedirse de Alex, cuando en la noche ya lo había hecho al acercarse a él y darle un beso veloz en la mejilla, justo antes de que todos se fueran a la cama. Para nada quería volver a sentirse de aquella manera entre sus brazos.
Lo que le había extrañado, era que su cuerpo no había demostrado ningún rechazo ante aquel contacto. Al revés, había sentido un fuerte anhelo por tener más rato aquel calor a su alrededor. Ni con su hermano o algún amigo, había sentido aquel cosquilleo y bienestar. Y jamás, con nadie se le habían inundado sus fosas nasales con su olor que la había perseguido durante horas. Y justo en aquel momento lo volvía a sentir. Era como tener a Alex a su lado en la misma habitación. Soltó un profundo suspiro de frustración y abrió los ojos en la oscuridad del dormitorio para proferir un gemido ahogado cuando una sombra se le abalanzó sobre ella y le acalló el grito en un cálido beso.
¡Alex! Gritó sorprendida su mente, mientras se dejaba inundar de aquella muestra dulce contra sus sentidos. ¿Pero porqué? Se preguntó justo antes de volver a cerrar los ojos en un acto de rendición, pero demasiado tarde. Su asaltante ya se retiraba.
-Adiós Julia –Le susurró con cariño-. Espero verte en Septiembre… -Le acarició el rostro y salió de allí sin darle tiempo aún a decir nada por la sorpresa de su acto inesperado. 

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