miércoles, 27 de junio de 2012

Doble Trampa 8


-Me encanta teneros aquí - Comentó Marcos, el cuñado de Lucas-. Estoy muy contento del reportaje que me has hecho por San Valentín. Fue todo éxito. Quiero hablar para unas futuras ideas que tengo en mente...

-Por supuesto, no te preocupes... -Le aseguró Thom.

-Y ciertamente, me gusta que estéis vosotros dos prometidos. Pero podríais haberme dicho algo -Se quejó con una sonrisa agradable.

-Lo siento Marcos, Sabrina es un poco tímida sobre ese tema...

-Bueno, yo me marcho a casa que me espera tu hermana Bianca. Quiero estar con ella antes de que se me vaya una larga temporada a Sídney.


-No se como lo aguantas -Dijo Lucas-. Pídele que no viaje tanto...

-Que le vamos hacer, su trabajo es así.... Le quito eso, y le quito la vida –Rió mientras se despedía de las dos parejas.

-Veo que le va muy bien con ésta compañía de teatro -Comentó Helen.

-Sí, dice que tiene muy buenos compañeros de trabajo y con ésta obra se siente muy a gusto. Supongo que está aprovechando un poco, antes de quedarse embarazada. Luego se cogerá obras más pequeñas...

-¿Cómo se encuentra Hannah con la pierna? -Preguntó Sabrina al haber mencionado él, el tema de niños.

-Enfurruñada -señaló Helen con cariño-, la pobre no puede salir al patio a jugar con sus compañeros.

-En el fondo le está bien empleado -Interrumpió Thom-. Es una chica, no tiene por que subirse a un árbol para demostrarse mejor que a los chicos.

-Tiene catorce años -observó Sabrina-, mejor para ti que aún piense en retar  a los chicos, que querer ligárselos -. Sonrió al ver el fruncimiento de su amigo, ante la idea de que su hija tuviera novio a tan temprana edad.

-En eso tiene razón -Apoyó Helen.

-Pues que quieres que te diga -contradijo en tono burlón Lucas-, si no tiene un novio pronto. Corres en peligro de tener a una mini-Sabrina -Dicho aquel comentario, solo se escucharon las carcajadas de los dos hombres. Mientras que ellas dos los fulminaban con la mirada.

-¿Qué? -Protestó Thom-. Venga vamos, ha sido una observación cariñosa. Acertada, pero con cariño... -Carraspeó un poco, al ver que sus expresiones seguían sin producir cambio alguno-. ¿Oye Lucas, verdad qué no lo has hecho sin ningún ánimo de ofender?

-Por supuesto, es solo que me ha recordado mucho a ti Sabrina -Se giró hacia ella, poniéndole ojitos de cordero degollado-. Vamos mujer, no seas así... siempre decías que no querías tener aún pareja. Y con cualquier cosa, ibas demostrando la igualdad de sexos...

-Pero ahora no es así, ya que al fin declaró que estáis muy enamorados y que tenéis pensado en casaros... -Señaló en broma Thom.

-¡Thom! -Lo reprendió su esposa.

-¡Qué! Se besan y salen en una revista. Pasa un poco de tiempo y me los encuentro yo besándose otra vez. No sé, si se vuelven a besar después de aquella última vez. Pero aparece que están prometidos y luego San Valentín -Miró a su mujer exasperado-. Y hoy, me los encuentro a los dos en el sofá de su oficina...

-¿Cómo? -Helen abrió los ojos y miró a Sabrina en busca de una respuesta. Y la vio, con la cara roja pero sin saber si era de vergüenza o de ira.

-Que culpa tengo yo, de que éste sea un pulpo y se aproveche de cualquier
situación... -Acusó en su defensa.
-¡Lucas! -Lo recriminó Helen, pero sin poder ocultar mucho la sonrisa que le
asomaba a los labios.
-Que culpa tengo yo -Se defendió, pero sin ocultar su expresión de diversión en ningún momento-, de que ella no pare de provocarme en todo momento y yo me sienta atraído. Estoy esperando a que admita lo que siente por mí, y así poder...

-Acostarte conmigo -Murmuró ella-. Por que eso es lo único que buscas.

-Si yo fuera soltera... -Empezó Helen bromeando.

-Os juro que se volvería a fijar en mí -Puntualizó Thom.

-Creído -Dijeron las dos a la vez.

-Creo que estas desperdiciando tu vida al encerrarte solo en el trabajo-Expuso Thom.

-Y yo creo, que hay un momento en ésta vida para cada cosa-Se defendió.

-La felicidad, entra en todos los momentos -Puntualizó aquella vez Lucas.

-¿Desde cuando un revolcón, entra en la categoría de la felicitad? –Preguntó mientras se llenaba nuevamente su copa de champan.

-Desde que me conociste a mí... -Dijo sin ninguna vergüenza y con voz sexy-. Pero nadie a dicho nada de un solo revolcón.

-¡Cuidado! -Bromeó ella con ironía-. Dejar un hueco más, que en cinco minutos viene a cenar con nosotros el ego de Lucas. Son tan inseparables...

-¡Ja, Ja!...  –Rió éste con sarcasmo-. Que graciosa.

-Pues sí -Miró a Helen y las dos se pusieron a reírse a carcajadas, mientras brindaban y le daban un buen trago a sus respectivas copas.

-Parecéis dos brujas aquí brindando por cada comentario feminista –Subrayó Thom.

-Al menos, nosotras reconocemos que podemos llegar a ser arpías -Comenzó Helen.

-Pero vosotros, jamás admitiréis que vuestro ego es más grande que...

-¡Sabrina! -La cortó Helen riendo.

-Brindo por nosotras... -Alzó la copa Sabrina, después de volver a llenarla por cuarta vez-. Las arpías más guapas... -Y volvieron a bebérselas de un solo trago.

-Helen, mi amor -Comenzó Thom-, vamos por la mitad de la cena y os habéis bebido entre las dos una botella de champan.

-¿Qué ocurre mi vida, si querías un poquito haberlo dicho? -dicho aquello, levantó la mano y el camarero acudió de seguida-. Podrías ser tan amable de traernos... ¿Una? -Miró a Sabrina, para después sonreír traviesa-. Sí, mejor dos botellas de champan.

-Mejor nos traes agua -Interrumpió Thom.

-Pero yo quiero champan -Señaló Helen.
-Y yo también -Pidió Sabrina.

-Me parece que ya habéis tenido suficiente por ésta noche -Comentó con voz dulce Lucas.

-No estoy embarazada, ni conduzco... -Indicó Helen con risas-. Y tampoco veo doble... -Se le escapó un poco de hipo-. Así que... Tráiganos esa botella.

-Mejor, que sea un benjamín. Como queda muy poco para pedir los cafés -sugirió Thom, un poco desesperado pero divertido por la situación.

-Eso, yo tampoco... -Comentó un poco tardía Sabrina-. Así que traiga el benjamín, por favor.

-¿Tú tampoco, de qué? -Le preguntó Lucas.

-Veo doble...Mmm...Estoy embarazada...Y sí conduzco...-Dijo satisfecha y con una gran sonrisa.

-Me parece que vas un poco chispa -Comentó él divertido.

-Sch… Sí, pero no digas nada -Le pidió, mientras con el dedo índice le indicaba silencio.

-De acuerdo, con una sola condición.

-Eres muy aburrido, no nos dejas reír... -Comentó soltando un suspiro.

-Ya claro, qué me dices si te digo que mejor conduzco yo tú coche y te llevo luego a tú casa.

-Te digo, que no me caes nada bien –Frunció el ceño.

-Que lástima -Sonrió-. Ya ves lo que eso me preocupa a mi, mi amor.

-¡Buf! -Gruñó-. No me llames así... Solo lo haces para provocarme.

-Y a ti, bien que te gusta que lo haga para poder responderme con esa lengua tuya tan afilada.

Soltó una carcajada, al ver como Sabrina le hacia una burla, sacándole la lengua como una niña pequeña. Parecía bien a gusto así, al menos se estaba soltando la melena. Y eso le gustaba, así podría atacarla más adelante recordándole todo lo ocurrido.

-Creo que mejor será irse para casa -empezó a sugerir Thom-. Quien iba a decir que estas dos se iban a soltar de tal manera.

-OH, que aburrido...-se quejó Helen, guiñándole el ojo a Sabrina-. Que te parece si nos damos una vuelta por un puf, hoy es Viernes...

-Mmm...Vale. Creo que abrieron uno nuevo hace dos semanas.

Thom y Lucas, se miraron con horror. Aquello se estaba volviendo demasiado irreal. Pero no pudieron esconder una sonrisa, ante la ocurrencia de las dos mujeres.
-Helen, tenemos a Hannah en... -Empezó a excusarse el hombre.

-Karol, es su canguro y no le importará quedarse hasta tarde. Para cuando es una de tus reuniones, bien que no te preocupas por ella -sonrió traviesa. Sabiendo que llevaba la razón-. Así que no hay ningún problema. Pero si este cansado, puedes volverte tú para casa. No te preocupes por nosotras -se giró hacia Sabrina-. Pero me parece que te toca conducir, estoy un poco contentica y no quiero que me paren y ya sabes...

-No hay problema... -Aceptó sin más Sabrina.

-Tú no conduces -Le zanjó Lucas riendo.

-OH, vale...Como me mandes mi comandante -se llevó la mano derecha a la cabeza, a modo de saludo militar-. Mira, otro viejo mandón.

-Sí -Admitió Helen-. Tenemos unos maridos...

-¡EH! Pro...Prometido -puntualizó ella riendo-. Aún no me he casado.

-Pero lo será, así que es lo mismo -alzó los ojos al cielo-. No me seas quisquillosa.

-Cierto. Y éste futuro marido tuyo, dice que es el momento de ir a la discoteca. Tú -le dio un golpe con delicadeza en la nariz con su dedo índice-, te vienes en mi coche y ellos en el suyo.

-¡Bien! -se levantaron las dos animadas por lo dicho de Lucas-. ¡Fiesta,
Fiesta!


Media hora después, Lucas llegaba a casa de Sabrina con ella durmiendo en el asiento del copiloto. Habían tenido muchísima suerte, que cayeran dormidas profundamente nada más sentase en el vehículo. Buscó las llaves en su bolso y se las metió en el bolsillo de la chaqueta. Dio media vuelta al vehículo y la cogió en brazos. Justo, cuando llegaban a la puerta, Sabrina se despertó un poco.

-¿Ya hemos llegado? ¿Dónde está Helen? ¿Y toda la gente?...

-Han cerrado la discoteca por una enredada, de manera que Helen se fue para su casa -Comentó rápido, mientras con ella intentaba sacar las llaves de su bolsillo.

-Vaya...-Sonrió con travesura-.Que fuerte que eres. Y que romántico de llevarme en brazos... Es justo lo que hacen todas las parejas en su feliz noche de bodas -Lucas, abrió la puerta y atravesó la entrada con ella aún en brazos-. ¡Que pena verdad! -Suspiró.

-¿El qué? -Preguntó sin mucho interés, pensando que no se sabía lo que decía la chica con tanto champagne.

-Que nosotros dos, no tendremos esa noche. Quiero decir que no la celebraremos...

-¿AH, no? ¿Y porqué? -Comentó al dejarla sobre la cama.

-Pues por que unas horas antes de que llegue ese momento, te darás cuenta de que nuestra boda habrá sido un fraude. No te enfades...-Puso morritos-. Fue principalmente idea de tu madre. Creo que el cura será falso.

-¿En serio? -Aquello, ya le parecía interesante.
-No lo sé aún, dado que está todo por confirmarse...Es decir, creo que ella quería saber si me atrevía....Uy! Se me están cerrando los ojos -Bostezó, mientras se abrazaba a la almohada y en milésimas de segundo pasaba a roncar con mucha delicadeza.


Algo rasposo y húmedo, le estaba acariciando la mano. Extrañada, abrió un poco los ojos para encontrarse con Bigotes, su pequeño gatito persa. Sonriendo, le acarició entre las orejas y soltó un profundo suspiro. Tenía que levantarse, era día de limpieza en su piso. Pero se estaba tan bien en la cama. ¿Cama? ¡Un momento! No recordaba como había llegado a su cama. Solo recordaba haberse subido al coche de Lucas... ¡OH, dios mío! Con temor se incorporó con velocidad, para llevarse enseguida las manos a la cabeza.

-¡OH! -Sollozó-. Mataré a Helen, me duele la cabeza de tanto champagne -Con gran frustración, volvió a recostarse. Momento que Bigotes, aprovechó para acercar su nariz a su cara-. Hola chiquitín -lo acarició con cariño-. ¿Sabes si ayer hice algo malo, aparte de emborracharme? ¡Maldita sea! No recuerdo mucho. Se que me trajo Lucas, y que me metió en la cama... -Asustada, se volvió a incorporar y con los ojos bien abiertos, levantó la sábana y miró con temor bajo ella.

-Tranquila, tú virtud sigue intacta -Indicó una sensual voz desde la puerta, consiguiendo que se llevara la sábana al cuello.

-¡AH! -Chilló asustada y mirándolo sorprendida y avergonzada-. ¿Qué diantres haces en mi dormitorio?-Su mirada se tornó de enfado-. ¡Y un cuerno, qué haces en mi casa!

A Lucas, le dio igual que ella estuviera enfadada. Cruzándose de brazos, se apoyó en el marco de la puerta y la miró detenidamente.

-Vaya...Así que eres de las que se levanta con mal pie.

-¡Fuera de mí casa! -Señaló con un brazo hacia él, con mucha energía.

-Increíble... -Se incorporó y metió sus manos en los bolsillos del pantalón, mientras con mirada divertida se acercaba un poco-. Ayer por la noche, no me decías eso.

-¡Mentiroso! -Le gritó furiosa consigo misma, por no acordarse de nada de lo ocurrido.

-Mira que eres mal pensada, a mi me parece que quien piensa siempre en sexo eres tú.

-Tú, eres el único culpable que me hace pensar mal -Lo acusó con enfado.

-No te cansas nunca, de señalarme siempre como el malo de la película -Inquirió con tono de humor.

-Déjame en paz  y prometo que dejaré de hacerlo.

-No puedo, soy tú prometido...-Levantó una mano, deteniendo su protesta-. Y antes de que incluyas algo ingenioso, te recuerdo que fuiste tú quien comunicó ésta noticia para que los paparazzi, nos dejaran en paz de una vez por todas -La miró con seriedad-. ¿No hay nada oculto por ahí verdad?

-¿Cómo? -Preguntó nerviosa. ¿Acaso él sabia algo del plan de su madre?

-Nada, que creo que lo ocultas de esa manera...

-¿El qué? –Apretó aún más fuerte la sábana.

-Que te sientes profundamente...

-Claro -Se golpeó la frente con la palma de la mano-, se me olvidaba que tengo que arrastrarme de deseo ante tu sola visión.

-Está bien, mejor lo dejamos -la miró-, tienes el mismo mal carácter hasta recién levantada. Y creo, que te tiene que dolerte bastante la cabeza -Sabrina le sacó la lengua, ante su comentario-. Vaya, ese gesto no te sienta bien, señorita seria. Es más típico de una cría...

-¿Quién lo dice, el jovenzuelo?

-Hoy te tengo piedad, pero otro día no me piques con una cama por el medio -le advirtió en tono sensual-. Te espero en la cocina, con el desayuno...Mapache -Rió.

¿Mapache? Se preguntó desconcertada ¡AH! Sus ojos debían de estar con el maquillaje corrido ¡Que ridícula había sido!...  Con las prisas por salir de la cama y mirarse en el espejo, se hizo un lío con las sábanas y acabó cayéndose al suelo con ella liada entre las piernas.
¡No! ¿Por qué a ella? Es que nunca iba a ir por delante de Lucas. El muy cretino, se lo tenía que haber pasado de maravilla con su doble espectáculo. Uno; su borrachera compartida con Helen. Y dos; por dejar que la viera con aquella pinta. Ahora, segurísimo que no se la tomaba en serio. Muy a pesar suyo, enchufó la ducha.

Antes de entrar en la cocina, se detuvo para poder observarlo a escondidas. Éste, se encontraba de espaldas a ella preparando algo que no lograba ver. Llevaba la misma ropa que el día anterior, más arrugado pero estaba igual de atractivo. Como iba aguantar la tentación que presentaba Lucas, para sus hormonas. Ahora lo tenía allí en su casa, era como tenerlo a tiro... Desde luego, cada vez le parecía más atractiva la sugerencia de Thom. Era joven, por lo tanto según se suponía tenía que divertirse. Un besito por aquí, otro por allá y como postre, un revolcón...Bueno, mejor dos. Pero con él, le era imposible tener una aventura. Su corazón había decidido otro destino, diferente a sus pensamientos. ¿Por qué, era tan facilona en lo que correspondía a meterse en líos? ¿Cómo iba hacerle aquel engaño? Cuando lo único que le apetecía, era conquistarlo... Aunque, sabía que no sería como quitarle un caramelo a un niño. Más bien, sería como realizar la búsqueda del Santo Grial.

-¿Puedo darme la vuelta ya, o quieres seguir admirándome un poquito más?

¡Qué! El muy canalla sabía que estaba allí espiándolo. ¡Dios que vergüenza!

-No seas tan creído -entró con la barbilla bien levantada y orgullosa-. Solo estaba intentando averiguar que estabas preparando. En dos palabras, si eres persona fiable.

Lucas, se la quedó mirando durante toda la parafernalia que había soltado con cara de póquer, para después alzar los ojos al cielo.

-Por supuesto Blanca nieves -Se giró y cogió de encima la encimera un plato lleno de fruta cortada-. Para ti, pero puedes respirar tranquila. Llamé a la bruja malvada, para que me diera su receta de la brillante manzana. Pero su espejo, me comunicó que se encontraba de vacaciones -soltó un fuerte suspiro-. Anda, siéntate y come. El café está también listo, junto con las tostadas...
-A sus ordenes mi comandante -lo miró con burla-, supongo que tendré que hacer caso a una persona más mayor que yo... -Vio como Lucas se giraba y la miraba fijamente-. Dicen que saben más.

-Creo que lo que necesitas, son un par de azotes en tu trasero como a modo de disciplina.

-Estoy segurísima, de que a ti te encantaría ponerlo en práctica...-Mordió un trozo de manzana-. Pero que pena, hoy no es tú día de suerte.

-No llames al buen tiempo, querida. Nunca se sabe como puede ir la cosa.

-Cambiando de tema. ¿Has dormido aquí? –Preguntó con sumo interés.

-Sí, en tu grandioso sofá de dos plazas...

-¡Ei! -se rió-. No haberte quedado...

-Pensé, que tal vez a media noche te hacia falta...

-¡Ha! -Atacó enseguida sin dejarlo terminar.

-Por culpa de las nauseas -acabó impaciente la frase-. Ves como la única que piensa mal siempre eres tú.

-¿Pero quién tiene la culpa de ello? Tú -Se rió desenfadada-. Quien va por ahí, diciéndoles siempre a Thom y quien se cruce, que quieres sexo conmigo.

-Pero nunca te atacaría, mi niña-Le guiñó un ojo.

-Que yo sepa, ya lo has hecho unas cuantas veces.

-Pero porque siempre me estás provocando –Rió-.  Y cambiando de tema....Hay que ir a buscar tú coche al hotel de mi cuñado.

-Gracias, pero no hace falta que me lleves. Precisamente hoy, había quedado con Marta. Queremos ir a dar un paseo por las tiendas.

-Así que no te da vergüenza, planificar tu vida sin tenerme en cuenta –Se burló-. Eso, no se le hace a un prometido, querida.

Masticó con tranquilidad el trozo de pan, que se había introducido en la boca.Por que si no, se le tiraba encima y se lo comía a él como plan del día.

-Creo que todas las parejas, tienen su pequeño espacio donde poder respirar...

-Cierto, no te lo discuto -Dejó su taza en la pica del fregadero-. Pero se supone que somos una feliz pareja prometida. Y creo, que es cuando apenas se toman ese pequeño espacio -se acercó a ella y se la quedó mirando, sin darse cuenta que le estaba poniendo los pelos de punta por no saber qué iba hacer o decir-. Creo que organizar una boda, les obliga a ello  Soltó con un poco de humor.

-Te recuerdo, que dije aquello para que me dejaran en paz... -Le recriminó, con los nervios alterados por tanta proximidad.
-Te recuerdo, que conoces a mi encantadora madre y ella, se espera otra cosa. Y me sabe muy mal, mentirle en una cosa como esa...

Sabrina, se atragantó con el trago a su taza de café, en cuanto escuchó aquellas palabras. Tosiendo para coger aire, se levantó mientras Lucas le daba palmadas en la espalda.

-¿Te encuentras bien? -le preguntó, un pelín preocupado. Pero escondiendo su sonrisa al saber que sus palabras habían provocado aquello. El timbre sonó, extrañándolo.

-¡Que bien! Debe de ser Marta -Dicho aquello, Sabrina se dirigió abrirle la puerta a su amiga, con gran alivio en el cuerpo. Seguida de Lucas, que tras pasar por el comedor agarró su chaqueta de encima del sillón-. ¡Marta! -Le abrió con gran alegría.

-Hola-sonrió su amiga, mientras le daba dos besos-. Hace un magnífico día para ir de compras.

-Sí, tienes razón....

-¡Hola Marta! -interrumpió Lucas, que apareció por el quicio de la puerta poniéndose la chaqueta-. Me alegra el volver a verte... -Sonrió abiertamente, al ver en el rostro de la joven la sorpresa de encontrárselo allí.

-Hola...Lucas... -Sonrió forzadamente-. No sabía que estabas aquí –Arrastró las palabras, mientras miraba de reojo a su amiga.

-Si, bueno... -Empezó Sabrina.

-Pero ya me voy, quiero pasar por mi casa y cambiarme de ropa -Miró un momento su reloj-. Siento no poder quedarme y ayudarte arreglar el desorden del dormitorio mi niña -Las dos mujeres abrieron los ojos tras aquel comentario. Suponía, que Marta de sorpresa y su Sabrina, de vergüenza. Aquello le gustaba, ahora iba a ser él quien llevara siempre la sartén por el mango-. Luego a la noche te llamo -Se movió con gran rapidez, para coger desprevenida a Sabrina y propinarle un buen beso de despedida. Aquellos que provocaban envidia a cualquier mujer que los viera.



El martes, cerca del mediodía se encontraba en su despacho catalogando fotografías, cuando le sorprendió que Susan, la interrumpiera por el intercomunicador de Marta.

-Creo que tienes visita...

-¿Cómo? -se extrañó aún más. Miró por encima su agenda-. Pero si no tengo nada programado...

-Es sorpresa -¡Lucas! Pensó enseguida...-. Se trata de tu futura suegra.

-¡Sophía! -exclamó horrorizada, sabiendo a lo que venía.

-Cuando entraba en el ascensor, ella entraba por la puerta del edificio...Creo que ya viene...

-Bien -Suspiró hondo-. Dile a Marta, que no la haga esperar.

Desde San Valentín, que aquella mujer no sabía como iba el plan dado que no había sido noticia de ninguna revista del corazón. Y se suponía que ese era más o menos el plan. Salir en diferentes portadas, durante un tiempo para que se vieran como una feliz pareja. Y que la boda, viniera sola... Pero ya no deseaba aquello. Cerró los ojos y apoyó la frente en su enorme escritorio. ¿Cómo le decía aquella mujer, que se estaba pensando lo de seguir en adelante? ¡Pero sí es que era igual de insistente que su hijo! Aquello la iba a matar... Tenía que escaparse como fuera.

Dos golpes consistentes en la puerta, y se abrió para dar paso a una impactante Sophía.

-¡Sabrina, querida! -Sonrió acercándose a ella.

-¡Sophía! -Sonrió por igual y levantándose para abrazarla-. ¡Que sorpresa!

-Me han dicho, que no has salido a comer.

-Cierto, aún me queda trabajo por hacer.

-Estoy segura, que Thom no dirá nada si te escapas conmigo para ir aquí a la esquina.

-¡OH, no!... -Sonrió nerviosa-. Podemos ir tranquilas.

-Bien, en marcha hay mucho que hablar.


Fueron al Temsun, un restaurante tres calles más abajo. No creía que a Sophía, le gustara el Mctrish, un pintoresco local en donde servían toda variedad de bocadillos. Todo iba muy tranquilo, hablando del tiempo y salones de belleza, hasta que les sirvieron el primer plato. Lo supo por el brillo que apareció en sus ojos, el mismo que Lucas cuando tramaba algo.

-¿Y qué noticias tienes para mí?

-Bueno, el caso... -¡Dios, estaba segura que el sudor le debía de resbalar por las sienes! -. Es que, voy paso a paso...

-Sabrina...

-¿Tampoco tenemos prisas, no hay fecha de entrega, no?

-Cariño...-La miró con ternura-. ¿Estás muy enamorada de él, verdad?

-¡No! -Exclamó de seguida y nerviosa-. Es solo que...

-Lo quieres -Afirmó con seguridad la mujer-. Mirándote lo veo, no quieras negarlo querida.

Se quedó sin palabras, solo la miraba a los ojos fijamente sin saber que decir. Pasados unos segundos, asintió sigilosamente a su afirmación. Admitió la verdad de sus palabras, una verdad que le dolía.

-¿Y él lo sabe? -Sabrina negó antes de dar un trago al vino rosado que les habían servido.

-Espero que no...Supongo, que solo cree que me siento atraída hacía él de forma física.

-Eso es lo que más le gusta -reconoció-. Pero que no adivine tus sentimientos hacia él. Sino, todo se perderá. Y puede que él, incluso se aprovecho un poco de ello. Espero equivocarme...

-¡Sophía! -Fue a protestar, pero ella no la dejó ni empezar.

-Cariño, ese sentimiento para ellos es como un tarro de miel. Y Lucas, no es diferente por que sea mi hijo. Que yo sepa, creo que nunca le he visto ir en serio con una mujer. Aunque hayan sido pocas como él dice... Se merece una pequeña reprimenda. Mira que meterte en éste lío y todo, para intentar llevarte a la cama...

Ahí tenía la verdad de porque no tenía que estar enamorada de ese hombre. ¡Dios!. No podía buscar excusas, era su madre quien reconocía todo aquello. Y tampoco tenía que ser muy bueno, el quedar mucho con Sophía. Por que cada vez que la veía, se le encendía la mecha de la venganza. Por lo que veía, no le quedaba más remedio que seguir adelante. Sabía que cuando llegara el día, él la odiaría y sería una manera de no volver a verlo más. Y entonces, solo entonces, podría curarse su amor por él.

-Mira que bien, allí se encuentra Harry...-La mujer levantó la mano y le hizo señas a un hombre de treinta y pocos años-. Él, va a ser nuestro siguiente paso. Es periodista.

¡Paso!.¡Periodista!. Las alarmas en su cabeza empezaron a sonar con doble campanada. ¿A qué le tocaría enfrentarse los siguientes días? ¿Quién iba a decirle, que en su futuro iba a salir en la prensa rosa? Debería de parar aquella locura... ¿Verdad?

-Sophía, creo que no...

-Tranquila, querida -Le apretó una mano con afecto-. ¿Hola Harry, qué haces por aquí?

-Sophía, encantado de verte... -se giró con una sonrisa hacia Sabrina-. Señorita García...

-OH, déjate de formalidades. Es mi futura nuera, no una mujer de ochenta años -Rió coqueta.

-Encantada, Harry -Sonrió con sutileza, cuando en verdad quería salir de allí corriendo.

-¿Es cierto, qué estáis prometidos?

-Sí –No dijo nada más por temor a meter la pata.

-¡Harry! -Protestó Sophía-. ¿Es que solo te importa el trabajo?

-Perdona, pero es que me resulta increíble que Lucas se nos haya prometido...

-Pues más sorprendido te vas a quedar -Sugirió la mujer. Aquello la alertó mucho...-. Quieren casarse para Septiembre.

Soltada aquella bomba, tanto Harry como Sabrina abrieron los ojos como platos. Estaba segura de que ya estaba sentenciada para la orca.

Una media hora después.



-Sabéis una cosa, me caso en Septiembre -Escupió nada más llegar de la comida, ante sus amigas-. Sois mis damas de honor.

-¿Cómo?

-¿Qué?

-¡Dios mío, qué has hecho!-Las tres chicas dejaron de trabajar, para agarrarla y meterla corriendo en el despacho. Allí, la sentaron en el sofá y se quedaron mirándola.

-Sabrina -interrumpió Thom, que vio la llegada de ésta-, tienes las fotos de...

-¡Fuera! -Gritaron las tres a la vez.

-¿Ocurre algo? -Preguntó preocupado, en dirección a Sabrina.

-¡No!

-¡Sal de aquí!

-¡Largo!

Volvieron a insistir de forma impaciente.

-¡Oye, soy vuestro jefe! Un poco de... -Calló enseguida, al ver la mirada asesina de todas. Se dio la vuelta para salir, no sin refunfuñar-. Quien demonios se han creído, no hay quien las aguante. Seguro que es uno de esos días....

Se cerró la puerta y se dejó de escuchar a Thom. No se oía nada, solo el respirar nervioso de las cuatro.

-Yo no tengo la culpa -Empezó a excusarse Sabrina.

-No creo que te apuntaran con una pistola -Acusó Marta.

-¡Marta! -la regañó Karolaine-. Anda, cuéntanos como te has complicado tanto la vida en tan solo cincuenta minutos. Por que creo que te llevas el premio a la estupidez...

-¡Karolaine! -La regañó Susan-. Habla ya, no quiero escuchar ni una palabra hasta que no acabe -Amenazó a las dos jóvenes.

-Casi al final de la comida, apareció un periodista que conocía Sophía. Y fue ella, quien soltó la bomba... Me quedé tan conmocionada, que no supe reaccionar a tiempo.

-¡OH! ¡Maldita sea, no ibas a dejar todo esto a un lado! -apuntó Karolaine.

-No pude...No se que me ocurrió, pero pude... -Empezó a llorar-. ¡Nos hizo una foto, seguro que mañana sale publicada!-Siguió llorando de rabia-. Acabo de arruinarme la vida, lo sé.

-Perdona, ya lo hiciste al aceptar ésta locura de venganza -Señaló Karolaine-. Nunca me escucháis.


-Me gustaría ver la cara de Lucas, en cuanto se entere de la noticia -Se rió Susan-. Ánimo, seguro que salimos de ésta. Solo piensa que tienes más cogido a Lucas. Solo tienes que reírte un poquito. Hazle tener miedo y seguro que sale con el rabo entre las piernas.

-¿Cómo? -Preguntó Sabrina.

-Me parece genial. Vas a tener durante unos días a la prensa detrás. Pues utilízala. Ponte muy mimosa, dile en público que lo quieres. Que deseas tener pronto muchos niños...

-¡Sí! -Rió Marta.

-Estáis piradas-Soltó Karolaine-. Espero que sea imposible acabar en la cárcel por esto Suspiro Karolaine, animándolas con su apoyo.

Se miraron las cuatro y empezaron a reír como verdaderas brujas.

1 comentario:

  1. De verdad leer esta novela me relaja bastante por que me hace reir y hace salir todo el estres.

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