miércoles, 4 de julio de 2012

Magia en Nottingham 6



-Despierta Ziria –Le susurraba una voz con cariño, mientras le acariciaba el rostro-. Vamos pequeña…

¿Quién era el dueño de aquella voz? ¿Por qué estaba todo oscuro? ¡Dios, le dolía la cabeza un montón! ¿Por qué le pesaban tanto los parpados? Consiguió abrir un poco los ojos, hallando a Drake con mirada tierna a su lado… Qué guapo y dulce que era… ¡Un momento! Se alarmó, al no comprender que hacía tumbada con Drake acariciándole el rostro ¡No, no!

-No me toques -Le exigió cuando se despertó del todo-. Ya te dije que no me iba acostar contigo, aunque fueras el último hombre…

-¡OH, Ziria! –Soltó sorprendida Rini, por sus palabras mientras intentaba aguantarse la risa.

-¡Rini! ¿Qué haces aquí? ¿Qué ocurre? –Preguntó extrañada al ver tanta gente pendiente de ella.

-Ha sido Rini, quien te ha hallado desmayada en el pasillo -Habló Drake con mirada dulce-. Mañana llega el médico de la escuela. Así que Angus ha ido a buscar al del pueblo más cerca.


-¡Oh, pobre Angus! Para que le haces dar ese viaje al pobre hombre… -Lo encaró enfadada-. No sé que me ha ocurrido, pero ya me encuentro mejor. Solo un poco desorientada…

-¿No te encontraras  en estado verdad? –Le inquirió Drake.

-Déjame pensar… -Soltó con sarcasmo-. La última vez intenté seducir al espíritu santo… Pero me dejó corriendo, al ver que era virgen -Soltó un tanto molesta.

-¡Ziria! –La riñó Rini.

-No te enfades –Rió él-. A mí me acabas de acusar hace unos instantes, de estar seduciéndote nuevamente para llevarte a la cama.

-Me estabas acariciando… -Señaló indiganda.

-El profesor Drake, estaba preocupado como todos nosotros  -Lo defendió la otra mujer.

-Chaquetera… -susurró ella en voz baja, pero sin escapar a los oídos de él.

-Eres increíble –Le señaló risueño-. Al final, tendré que seducirte de verdad, para que tus acusaciones al menos sean ciertas.

-Pues ves y cómprame una careta, así intentaremos ser de tu tipo…

-¡Ziria! –La riñó nuevamente Rini-. Es obvio, que ya te encuentras mejor.

-Ten cuidado, no te tome la palabra chica… -Rió él, cuando ella le sacó la lengua por sus palabras.

-¿Puedo ir a mi habitación? Yo ya me encuentro bien –Pidió en una suplica.

-No tienes buena cara –Habló Rini-. Esperemos a que el doctor te observe.

-Bueno… Al menos me siento más tranquila al saber que no hago buena cara -Soltó un suspiro.- Así, sabré que no tengo ninguna posibilidad de que este se me abalance encima para seducirme.

-¡Oh, dios! ¡Pero quieres callarte ya! –Se rió Rini, sorprendida por las palabras de su compañera.

-¿Si quieres, te llevo a tu dormitorio en brazos? –Sugirió él con un guiño de ojo.

-Ni en pintura guapo… -Le respondió.

-Pues entonces, cállate y quédate tumbada a que venga el doctor –Ordenó serio.

Media hora después, el doctor hablaba con ellos después de inspeccionarla en solitario.

-Me gustaría que le hicieran unos análisis… -Pidió el doctor.

-¡A mí no me pincha nadie! –Renegó ella enfadada.

-¡Cállate! –Rini, alzó los ojos al cielo ante su comportamiento.

-Quiero observar si padece  de anemia –Siguió hablando el doctor.

-Ya le informo yo… -Volvió a interrumpir refunfuñando-. ¡No padezco de anemia, doctor!

-¡Ziria! Eres peor que un niño de cinco años… -Resopló la otra chica.

El doctor, Drake y Angus rieron por el comportamiento de la chica.

-Es como si le hubieran absorbido toda su energía –Señaló el doctor mirando a su jefe.

¡Energía! Al momento abrió los ojos alarmada y no vio que Drake lo notó. Tenía que llamar a sus tías, seguro que aquello era obra de aquella energía que rondaba por ahí. Seguro que era negativa, y la estaba atacando.

-Por ahora, quiero que descanse bien ésta noche… El calmante que le eh suministrado antes, deberá…

-¡Un calmante! –Exclamó sorprendida.- Me dijo que era una vitamina -Volvió a renegar Ziria con gran enfado.

-Lo siento Ziria, era la única manera de que te la tomaras -Rió el doctor-. Dentro de un rato, empezaras a notar su efecto.

-Me ha engañado  -Se cruzó de brazos, mientras lo miraba con el ceño fruncido.

-Veras, lo bien que duermes esta noche  -La animó Rini-. Tienes que descansar.

-Descansa tú… -Le replicó-. Yo tengo mucho trabajo mañana.

-Mañana no quiero verte caminar por los pasillos  -Le ordenó Drake.

-Muy bien, entonces volaré  -Le respondió con gran ironía.

-¿No me digas que sabes volar? –Rió él.

-Claro… Solo déjame que mire cómo y te lo demostraré… -Soltó sarcástica.

-¿Te traigo una escoba? –Siguió él con la broma.

-Y no me digas, que tú te ofreces en el papel de gato  -Le chinchó ella aún con sarcasmo.

-¿Cuánto ha dicho que tardará en hacer efecto esa pastilla? –Preguntó Rini-. Esta insoportable, este no es su carácter.

-¿No es su comportamiento habitual? –Preguntó el doctor interesado.

-¡Tan respondona, nunca! –Exclamó Rini-. ¿No le podemos dar otro calmante de esos? –Preguntó ella.

-¡Oye, al menos proponlo a mis espaldas!  -Soltó indignadamente divertida.

-¿Y si le traes un chocolate? –Sugirió Drake-. Seguro que se nos duerme como un bebé -Sugirió con cariño y diversión, por lo que estaba ocurriendo.

-¿Eso de cómo un bebé, lo dices porque soy inocente? Es decir, por que soy virgen…

-Ziria, veo que de repente se te ha soltado mucho la lengua -Señaló él.

-Vaya, que mala suerte que tienes -Rió-. No se me la ha comido el gato… ¡UY, pero si ese eres tú! ¿Cuándo vas a empezar? –Preguntó con un revoloteo de pestañas.

-¿Me estas intentando seducir delante de todos, Ziria? –Inquirió alzando una ceja por aquello y aguantando la risa.

-Ni borracha –Negó con el ceño fruncido y cruzando los brazos.

-Pues es lo que parecía –Señaló él.

-¿Sí, verdad? –Dijo preocupada girándose a mirar al doctor -. ¿Doctor, que me ha dado? Yo no haría eso ni loca.

-Eso sí que lo aseguro yo –Apuntilló Rini.

-Un calmante, nada raro… -Se extrañó.

-¿Y si le hacemos unas radiografías de la cabeza? A lo mejor se ha dado un buen golpe en ella… -Señaló Rini entre risas.

-Oye guapa, que no soy ninguna rata de laboratorio  -Se quejó, dando un buen bostezo-. Y no me noto ningún chichón. Así que nadie de aquí, me lleva  a ningún hospital.

-Bueno, unos minutos y tiene que caer rendida… -Rió Drake-. Ya empieza a  bostezar.

-Y menos tiempo –Señaló el doctor.

-¿Qué cuchicheáis? Yo no me… -Bostezó por segunda vez-. Estoy… -Tercera vez-. Durmiendo… -Y cayó rendida.

-¡Al fin! –Suspiró Rini-. Es como si se hubiese emborrachado. Menudo carácter…

-Dejarla descansar.  Si veis algo raro, me la traéis a la consulta –Dijo cogiendo su maletín.

-Gracias doctor, no se preocupe  -Le dijo Drake-. Seguro que eran los nervios por su traslado y por comenzar mañana las clases, que estaba así de replicona.

-Esperemos que sí -Rió éste despidiéndose.
    
                                                    ***

-Buenos días cariño, aquí te dejo un rico desayuno, para tu primer día  -Dijo Giselle.

-Gracias tía, pero ahora bajaba yo -Habló medio dormida-. Me duele un poco la cabeza… -Se quejó un poco, mientras habría los ojos-. ¡AH! –Chilló veloz al comprender, que no se encontraba en casa-. ¡Pero qué hacéis aquí!

-Desayunar contigo -Señaló Amalie.

-Estáis locas -Soltó un poco alterada-. ¿Y si entra alguien y os descubre?

-Tranquila, sabes que desaparecemos rápido -Intentó tranquilizarla Giselle-. ¿Además, quien es el maleducado que abriría  una puerta, sin antes llamar?

-Estoy muy cansada, para echaros ahora una bronca  -Soltó un suspiro, mientras apartaba la ropa de la cama y se descubría con el camisón puesto-. ¿Qué raro, no recuerdo haberme cambiado?

-Sí que es verdad, se te ve un poco paliducha –Observó Amalie-. ¿Tienes fiebre? –Preguntó poniéndole la mano en la frente.

-Ayer me desmayé, ahora que me acuerdo  -Soltó un poco avergonzada, pues jamás se había puesto mala.

-¡Cómo! –Exclamó Giselle.

-¡Voy a llamar al doctor! –Dijo Amalie sacando su teléfono del bolso.

-Escuchad un momento –Les ordenó con voz cansada-. Para empezar entre mi doctor y yo, hay océano por el medio  -Recalcó con cierta ironía.

-Reservo hora y te recojo  -Soltó Amalie preocupada-. Nadie se daría cuenta.

-Ayer ya me visitó un doctor –Expuso con calma.

-¿Y qué te dijo? –Se interesó la mujer mayor soltando el teléfono.

-Dijo que necesitaba hacer un poco de reposo y que le gustaría hacerme un análisis, por si tenía anemia…

-Pues te lo haces –Ordenó Giselle.

-Pero me queréis dejar acabar de explicaros todo -Soltó exasperada.

-Vale… Pero vete bebiendo el zumo de naranja, que lleva vitaminas -Comentó Amalie, poniéndole el vaso en las narices.

-Que pesadas… -Resopló.

-Solo nos preocupamos por ti.  Y ahora, habla.

-Pues veréis, yo me encontraba en perfecto estado ayer… Para nada me notaba cansada ni estresada. Fue a última hora del día, cuando hacía mi primera ronda de que todos estuvieran en la cama y todo apagado, cuando sucedió…

-¡Te desmayaste por hambre! –Interrumpió Amalie-. Seguro que no te dan bien de comer al medio día.

-¡No me interrumpas! –Exclamó con cierto fastidio-. Y te informo de que la comida de aquí es exquisita.

-¿Me estas tratando de decir algo con ese comentario? –Preguntó levantando la nariz.

-¡Tía, no empieces! –Soltó sulfurada.

-¡Amalie! –La regañó su hermana indignada por el escándalo que estaba liando.

-Vale, vale… -Levantó las manos al aire-. Ya me callo, dejaré de ser una molestia vieja. Porque eso es lo que creo que…

-¡Tía! –Volvió a protestar Ziria un tanto exasperada.

-¡Amalie, dios cállate! –La miró furibunda la otra mujer mayor.

Volvieron a protestar un tanto impacientes las dos, logrando que se callara.

-Bien, pues cuando ya llegaba al final de mi recorrido… Me dio por ir por el otro lado, que solo tengo llaves yo y el director. Ya que están en un lado sus aposentos privados y en el otro, un pequeño almacén… Él, debería de haber estado en el almacén por que estaban las luces encendidas, así que las apagué. Y cuando iba por delante de su despacho, algo me impulsó acercarme a esa puerta…

-¿Algo? –Preguntaron sus tías extrañadas.

-Sí, como una fuerza… Es como si me hipnotizaran…

-¡La energía aquella que te comenté Giselle! –Exclamó Amalie.

-Todo esto es muy raro ¿Y por qué te desmayaste?

-Fue al tocar la puerta, es como si me hubiese dado una descarga –Explicó recordando aquella sensación.

-¿Una descarga eléctrica? –Preguntó Giselle extrañada.

-No, no fue una descarga eléctrica. El doctor, comentó que es como su me hubiese quedado sin energía…

-¿Cómo si te la hubieran absorbido? –Preguntó Amalie.

-Sí. Pero lo más curioso, que al despertar me sentía cansada, pero diferente –Dijo.

-¿Cómo diferente? –Se extrañó Giselle.

-Pues digamos, que más… -Se sonrojó un poco-. Más… Suelta de lengua.

-¿Suelta de lengua? –Extrañó Amalie.

-¿Descarada? –Señaló Giselle.

-¡Sí! Correcto… Me sentía de esa manera, y como un poco más suelta… Ahora, esa sensación no la noto. Solo me siento un poco débil y con dolor de cabeza.

-Te sientes otra vez tú  -Señaló Giselle.

-Sí ¿Ocurre algo malo? –Quiso saber toda preocupada.

-Déjame un momento. Amalie, vamos a pasarle un poco de energía. Sí se le quita el dolor de cabeza y vuelve a tener buena cara, es entonces cosa de eso.

Se quedó quieta y callada, cuando sus tías la cogieron de los brazos y cerraron los ojos, en total y absoluto silencio. Al momento, comenzó a notar como un cosquilleo le empezaba a recorrer desde la punta de los dedos, hacia los hombros. En donde allí, aquel cosquilleo se transformaba en un calor agradable que se esparcía por toda ella. Que agradable, poco a poco se sentía bien con ella y el dolor de cabeza le iba desapareciendo. ¡OH! Se alarmó entonces un poco, pues aquel estado se lo había provocado aquella energía intrusa.

-¿Cómo te encuentras? –Preguntó Giselle.

-Muy bien –Respondió sincera.

-Ya lo veo -La observó su tía-. Hay que averiguar quién es esa energía. Es obvio, que te absorbió toda la 
tuya.

-¿Entonces es negativa? –Preguntó sin gustarle aquello.

-No tiene por qué –Habló Amalie encogiéndose de hombros-. Muchas veces son positivas, que las pobres  han estado ocultas por algo. Y al salir a la luz, necesitan recargarse un poco las pilas.

-Ya veo –Dijo con cierto fastidio.

-Digamos, que fuiste su blanco perfecto –Rió Amalie.

-Pues no me hace gracia –Gruñó.

-Intentaremos averiguar. ¡UY, nos vamos! ¡Vas hacer tarde y no has desayunado! –La apresuró Amalie.

-Gracias por todo –Les dio un beso a cada una.

-De nada cariño, cualquier cosa nos llamas –Sonrió Giselle-.  Nos vamos a investigar.

-Adiós.

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