-
Debo irme. –
dijo impulsivamente y cobardemente agregó para si, pero lo que menos quería era
dar explicaciones y mucho menos si estas entristecían a su abuelo.
-
Pero si acabas
de llegar. – replicó su abuelo mientras él también degustaba de su copa –
además tengo la sensación que no me has escuchado y tampoco me has dicho nada
concreto respecto a por que Allyson se fue de tu lado y el por que estás tan
enfadado, cuando deberías estar contento de que ha vuelto.
-
Esas conjeturas
no te llevan a ningún lado abuelo – le dijo máximo en tono neutral e
indiferente, conciente de que era muy difícil engañar a su abuelo.
-
¿tú crees? Te
conozco demasiado bien y lo sabes ¿me dirás la verdad? ¿O me forzarás a
averiguarla por mis propios medios? Sabes que puedo hacerlo, no te dejes
engañar por mi exterior, ves un vegete pero eso solo es la fachada.
Oh, si,
engañar a Fabricio Vecchio no era cosa fácil pero en todo caso ¿Por qué no,
decirle la verdad? Después de todo, no era justo que su abuelo la tuviera en el
concepto de santa e inmaculada eso le podría traer problemas después, mejor
dejar las cosas en claro de una vez por todas ¿Qué más podía perder? Su abuelo
entendería, lo único que le preocupaba es que lo tomara mal y tuviera una recaída
en su salud.
-
No. –dijo su
abuelo.
-
¿No, que? –
preguntó confundido.
-
No pienses que
lo que tengas que decirme me afectará tanto como para necesitar un médico. No
soy tan inútil, aunque de esa imagen y creo que ya te lo he dicho en
innumerables ocasiones.
Maldición
¿Por qué tenía que conocerlo tan bien? Y eso le recordó a Allyson, aparte de su
abuelo ella y sólo ella había podido diseccionar su alma, su cuerpo, su
espíritu, su mente de tal manera que lo conocía prácticamente a la perfección.
Cosa que en su momento le llegó a fascinar tanto como a aterrar, aunque en ese
momento le molestaba sobremanera. Era una digna adversaria en el juego que se
llevaría a cabo. Era una fortuna que ella no recordara, era ventaja para él y
que aprovecharía implacablemente en su contra. Lo haría y no se arrepentiría se
lo juró con fervor.
-
En cambio tu
silencio me hace pensar que lo que tienes que decirme es realmente grave y vas
a lograr que me altere – dijo sacándolo de sus pensamientos.
-
No siempre me
dejo llevar por tu apariencia abuelo, asi que no creo que esto te altere – al
menos, esperaba que no demasiado.
-
¿podrías
empezar a hablar? Maldita sea la espera – gruñó el anciano.
-
Allyson, se fue
un día de casa – dijo eligiendo las palabras con cuidado.
-
Dime algo que
no sepa.
-
No seas
impaciente.
-
Está bien,
prosigue.
-
Huyó de casa,
para ser específicos. Un día simplemente desapareció sin dejar rastro. Llegué a
pensar que la habían secuestrado, pero me di cuenta que se había llevado parte
de su ropa, no había una maleta y después mis investigadores me confirmaron que
había salido del país.
-
¿Se fue sin
dejar una nota? – preguntó extrañado su abuelo.
-
Así es.
-
Es demasiado
raro, no es propio de ella.
-
¿Que te hace
pensar que la conoces bien abuelo? – y se lo dijo con más énfasis del que
debería.
-
¿Eso lo aplicas
a ti mismo? ¿Acaso me estás diciendo que Allyson no es lo que parece? – casi
gruñó al responderle.
-
Algo así.
-
Haz el favor de
ser específico.
-
Allyson y yo
teníamos problemas, no todo siguió color de rosa como al principio – le dijo
omitiendo lo más importante y eso era que llegó un momento en el que Allyson
había estado contra su voluntad con él.
-
Es normal que
las parejas tengan problemas, aunque me sorprendió mucho que ella a los tres
meses de casada se marchara, fue demasiado repentino.
-
Vaya que lo
fue. – Máximo sabía que ella lo haría, ya había intentado una vez marcharse.
Pero él no se lo había permitido. No podía culparla, la vida de ambos era un
infierno.
Pero él
se había encargado de que ella lo odiara y deseara abandonarlo. Ella se lo
merecía, es cierto. Pero eso no impedía que se arrepintiera de muchas cosas.
-
Ella tenía una
aventura – se forzó a decirlo. Las palabras le salieron por poco atragantadas,
no podía siquiera pronunciarlas en voz alta sin que la rabia también ascendiera
por su garganta.
-
Casi no me
atrevo a preguntar, pero…
-
Dilo de una
vez, pregúntame si estaba al cien por ciento seguro – le dijo un tanto agresivo
Máximo.
-
No es necesario
que te enfades, se que tienes un equipo de seguridad increíble, que yo mismo me
encargué en su momento de rodearme de la mejor seguridad y aún lo hago cuando
es necesario, es de esperarse que a tu esposa la protegieras de la misma manera
y que por ello no estuviera sola como la mayoría de las personas lo están para
hacer lo que quieran, súmale a eso el hecho que ella es una mujer entregada y
preocupada por su carrera y que le dedicaba mucho tiempo, además del que te
dedicaba a ti por que sin duda vi que eras su prioridad, acompañándote a tus
viajes, a los eventos, a las fiestas y añádele el tiempo que generosamente
también me concedía. En resumen ¿me puedes decir de donde sacó el tiempo para
un amante? Sin contar que el amor por ti le salía por todos los poros del
cuerpo.
Su
abuelo finalizó evidentemente fatigado y exaltado por la acalorada defensa de
su nieta política ¡Se suponía que estaba de su lado no del de ella! Pero era
una reacción que ya preveía.
Allyson,
con su cara de ángel lo había logrado engañar a él, ni más ni menos. Conocido
por su alma de acero para los negocios, a quien no engañaba ni engatusaba
nadie. Sin embargo ella había prescindido en muchas ocasiones en contra de sus
órdenes de la protección de sus guardaespaldas. Ahora sabía por que. A veces,
sencillamente desaparecía.
-
Abuelo, no te
exaltes por favor – le dijo preocupado y enfadado por haber abierto la boca.
-
Supongo que
tienes pruebas de lo que dices – le dijo un todavía muy enfadado anciano.
-
No te entiendo,
en serio que no. Un momento me demuestras que me conoces y al siguiente no
¿crees que actuaría sin pruebas?
-
No, se que no –
le concedió el anciano.
-
Por lo visto lo
olvidaste; ella empezó a actuar extraña conmigo. No era la misma, sentía como
se alejaba de mí – aún recordaba la incertidumbre que lo invadió cuando Allyson
cambió con él. El miedo, que no había sentido jamás. Miedo a perderla. Que
estúpido había sido, ella solo preparaba su marcha con su amante.
-
¿Cuales son
esas famosas pruebas? Si se puede saber.
-
Fotografías –
le dijo reacio.
-
Las hiciste
checar por si se trataba de un fotomontaje supongo.
-
Asi es, y no se
trata de un fotomontaje son auténticas totalmente.
-
¿Las tomó
alguien de tu equipo de seguridad?
-
No, pero son
auténticas. Allyson se volvió muy buena para esquivar la protección que yo le
brindaba cuando no la quería. Quisieron chantajearme con esas fotos y me las
mandaron. Tuve que dar una jugosa cantidad de dinero por ellas, si no quería
que salieran publicadas en los diarios.
-
¿Te dieron los
negativos?
-
Por supuesto.
-
¿No faltaba
ninguno?
-
No, estaba el
rollo completo.
-
Aún así hay
cabos sueltos.
-
No. Créeme los
busqué y até todos.
-
Nunca es de
fiarse el que un extraño te entregue semejantes fotografías, no las tomó nadie
de tu equipo. Hay algo que no cuadra.
-
No es de
extrañarse que alguien quiera dinero a cambio de unas fotografías sumamente
comprometedoras para una persona conocida y millonaria que puede darle mucho
dinero a cambio. Allyson es una persona conocida, aunque obviamente buscó
sitios privados, el que la vio no dejó pasar la oportunidad – dijo con rabia
duramente contenida.
-
Mmmm,
no lo se, aún tengo mis dudas ¿y si se trató de una trampa?
-
¿te
puedo decir algo, sin que te ofendas abuelo?
-
Claro,
adelante.
-
Deja
de leer novelas intrigosas.
-
Muy
gracioso – gruñó el anciano.
-
Créeme
cuando te digo que no me hace mucha gracia el ver como la defiendes, yo soy tu
nieto ¡por Dios Santo!
-
El
que seas mi nieto no significa que seas perfecto y yo te apoye en algo que
definitivamente no está bien. Debiste buscar más, indagar más. Puede ser que
alguien esté muy contento por haberlos separado y bueno, no cabe duda de que
logró eso y mucho más.
-
Allyson
era amante de William Carlton, su mentor – le dijo sintiendo la hiel en la
lengua - Se veían a escondidas y no mucho después de casarse conmigo. Cuando lo
descubrí por medio de las fotos, era algo que ya sospechaba pero que me negaba
a creer. Ella lo negó todo por supuesto, pero las fotos eran más que
concluyentes. A pesar de las pruebas insistía en su inocencia. Obviamente
pensaba que lograría convencerme, nada más alejado de la realidad – concluyó
agriamente.
-
Si
como dices, las pruebas eran claras ¿Por qué negarlo? Insistió en su inocencia
por que era inocente.
-
No
seas ingenuo, abuelo. Aceptó que se había estado viendo con él, como amigos
supuestamente – y esbozó una mueca amarga – y que ese beso ella no se lo había
correspondido, solo que las fotos dejaban ver lo contrario.
-
¿Por
qué la retuviste a tu lado? Si era una adúltera ¿Por qué no el divorcio?
Excelente
pregunta, la cual él se había hecho en muchas ocasiones.
Pero no soportaba el estar lejos de
ella, era una especie de amor-odio que rebasaba toda lógica. Eso y por supuesto
su afán por provocarle el mismo dolor que a él lo arrasaba. Y jamás se la
dejaría a Carlton ¡jamás! Primero muerto. Y si Carlton no había recibido su
merecido era por que sencillamente había desaparecido de la faz de la tierra.
Cosa que tarde o temprano tendría solución por que no había detenido la
búsqueda de ese cretino ¿Qué haría con él cuando lo encontrara? Se imaginaba
muchas cosas todas ellas terminando en asesinato. Sabía que no valía la pena
mancharse las manos con la sangre de ese tipo. Pero el saber que ese imbécil
había hecho suya a su mujer, a Allyson, le provocaba reacciones asesinas.
-
Teníamos
que intentar arreglar las cosas, antes de pensar en un divorcio – mintió,
esperando que Fabricio lo creyera, viendo duda en los ojos de su abuelo tuvo
que añadir – eso, y claro, que no hubo contrato prematrimonial, jamás
permitiría que se lleve el patrimonio de la familia.
-
Así
que la retienes por que no firmó nada que asegurara tu dinero ¿no? Eso es cruel
y lo sabes.
-
No,
no lo es. Crueldad fue el haberme engañado.
-
Ofrécele
una cantidad justa, y ya que no crees en su inocencia y no pretendes ahondar en
el asunto, déjala marchar. No la quieres a tu lado por que la amas, si no por
que temes por tu dinero, eso no es justo Máximo.
-
La
vida no es justa – replicó fríamente, dando gracias que su abuelo le hubiese
creído eso.
Su abuelo no pudo replicar por que
en ese momento entraba Grace, la paciente y encantadora enfermera personal de
su abuelo. De unos cincuenta años, pelo del color del fuego y hermosos ojos
azules había sido la única que no se había marchado y dejado el puesto. Su
abuelo ciertamente era imposible cuando se trataba de sus enfermedades, no le
gustaba tomar las medicinas ni acudir al médico. Fabricio Vechio era un
encanto, pero no cuando se trataba de doctores, hospitales y medicamentos.
Grace era la única que no había salido corriendo, llevaba más de 12 años en la
casa y Máximo le tenía especial cariño al igual que ella a él, aunque era otra
fan de Allyson, las dos habían congeniado y se habían hecho amigas.
-
Hola,
cariño – le había saludado afablemente Grace.
-
Hola
Grace ¿mi abuelo te ha hecho enojar mucho esta semana?
-
No
tienes idea – dijo Grace y puso los ojos en blanco.
-
Eres
única ¿lo sabes, verdad? Por que mira, que soportar a Fabricio.
-
Sí,
lo se – dijo Grace y rió con ganas.
-
Eh,
que estoy aquí ¿Por qué hablan como si no me encontrara en la habitación? –
dijo su abuelo intentando aparentar enojo sin mucho éxito.
-
Abuelo,
Grace, debo irme.
-
Saludos
a Allyson y tráela a casa – dijo su abuelo.
-
Veré
que puedo hacer.
-
Nada,
simplemente tráela y es una orden.
-
Ve
con cuidado Max y salúdame a Allyson – Grace intervino.
-
De
tu parte Grace, nos vemos pronto abuelo.
-
Más
te vale que así sea – gruñó nuevamente el anciano.
De camino a
la villa Máximo pensaba en las palabras de su abuelo ¿y si hubiese sido una
trampa? ¿Que tal si el mismo William había preparado todo? No, no podía ser
así. Todo indicaba que se veían desde hacía tiempo, algunas de esas veces él
mismo había sabido que estarían juntos por que tenían trabajo. Los celos lo
habían invadido en esas ocasiones pero había logrado controlarse. Era el
trabajo de su esposa y él un simple compañero se había dicho. Ella actuaba con
él como una mujer enamorada, ardiente en la noche y cariñosa y entregada a él
en el día. La esposa ideal. Pero todo había sido eso: una actuación. Apretó el
volante con fuerza y aceleró. Lo único que tenía que hacer era llegar a casa y
seguir con su venganza contra su esposa. La excitación le recorrió el cuerpo.
Sería suya esa noche.
Capitulo 13
Sentada
en un banco de piedra, teniendo al frente el jardín mas maravilloso y bello que
había en su vida se encontraba Allyson tratando de procesar lo que le enviaba
su frenético cerebro. Que irónico, se había burlado de si misma, quería
recordar por supuesto pero no quería el dolor que acompañaba esos recuerdos.
-
Mañana mismo –
había dicho Máximo.
-
¡Estás loco! –
había rebatido entre emocionada y sorprendida Allyson – no podemos casarnos con
tan poco tiempo, mis padres no saben nada, Jaquie me mataría si no le aviso,
eso puedo jurarlo.
-
Mmmm, en ese
caso tendré que convencerte – le había susurrado seductoramente al oído.
La
mañana después de haber hecho el amor por primera vez durante prácticamente
toda la noche había sido como el renacer de Allyson en todos los sentidos. Se
había despertado en sus brazos y la sensación era indescriptible. No se
imaginaba estar en una cama sin él a su lado, no se veía sin él en su vida. Los
miedos y dudas habían desaparecido, los dos eran más que compatibles
sexualmente. Eso era algo que no se podía fingir y recordarlo hacía que su piel
ardiera anhelando su contacto, cosa que le enfurecía.
Una vez
que hubo salido de la habitación y comprobado que Máximo no estaba, su cerebro
seguía proporcionándole información que toda ella procesaba como dolorosa. Le
habían informado que él se había marchado y que no tardaría. Puede quedarse el
tiempo que quiera en lo que aclaro mi cerebro, pensó Allyson.
De vuelta
a sus recuerdos, él la había convencido haciéndole el amor de tal manera que se
encontró suplicándole que la poseyera. La Boda sería por el civil habían acordado, sin
ninguna recepción. La fiesta sería para cuando se lo informaran a sus
familiares y amigos. Embriagados de amor, habían querido pasar el mayor tiempo
juntos y a solas, aunque analizándolo bien la que estaba enamorada era ella, él
disfrutaba el sexo y el que compartían era increíble lo que seguramente había
orillado a Máximo a continuar con su propuesta matrimonial. La enorme fiesta
que seguramente querría dar el abuelo de Máximo requeriría tiempo, además de
que los separaría hasta que fuera la recepción y ellos no querían separarse ni
por un instante.
Máximo
ni siquiera había mencionado a sus padres, para él sólo existía su abuelo y
ella no había querido preguntar más acerca de ellos, aunque sabía que existían.
Obviamente la relación entre ellos no era la mejor a diferencia de ella y sus
propios padres.
La
ceremonia civil había sido al día siguiente tal como él le había dicho, lo
tenía todo arreglado.
Una
preciosa y sencilla ceremonia en un clima de absoluta discreción.
Ellos
dos, el juez y dos testigos escogidos rápidamente ahí mismo. Sin embargo a su
mente no venía el recuerdo de una gran recepción posterior festejando su
enlace. Otra cosa que estaba en el limbo de su amnesia. Lo que ya venía a su
mente era Fabricio Vechio un anciano adorable al que ella había llegado a amar
sinceramente y se encontró deseando verle de nuevo. Seguramente podría
encontrar la manera de verlo y quizás hasta él la ayudaría a recordar.
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