jueves, 18 de octubre de 2012

Ocultandose Al Amor cp.- 21

Santino, se había movido de tal manera que su cuerpo descansaba de forma relajada sobre su espalda, con la cabeza ladeada hacia ella y completamente destapado. Sus ojos se abrieron de forma desmesurada, mientras que sus mejillas volvían adquirir un tono rosado. Aquello no estaba bien, tenía que apartar la mirada de su… ¡Pero se sentía completamente hipnotizada! Era la segunda vez que había hecho el amor con Santino, y no había tenido aún una visión tan clara de su… Bueno, que aún no había tenido oportunidad de poder observar con cierta tranquilidad su masculinidad. Ni de acariciarla… Pensó acalorándose aún más de lo que ya estaba por los pensamientos que estaba sintiendo. ¿Qué quería? Era novata en todo aquello y tenía allí mismo ante su vista a Santino, dormido pero completamente excitado. ¿Aquello era normal durmiendo?

Resultaba tan bello. Tenía un cuerpo tan perfecto… Pensó sin poder evitar el soltar un profundo suspiro. ¿Estaba haciendo mal, por quedarse allí con la mirada puesta en su hombría con impulsos retenidos de averiguar si era tan suave como se veía? ¡Dios, su corazón galopaba en aquel momento como un loco! Ni siquiera haciendo un trompo con el coche, había revolucionado tanto al pobre órgano de su cuerpo. Si hasta notaba cierto cosquilleo en las palmas de sus manos.  Obvio, que ante la anticipación de sentir el calor de Santino en ellas. ¿Pero y si despertaba ante el leve contacto? ¿Qué es lo que pensaría de ella?  

No creía que aquel gesto se pudiera considerar que fuera una obsesa sexual. Una mujer también tenía que tener el mismo derecho que un hombre. Y había que considerar, que él jugaba con cierta ventaja en todo aquello. Ella tenía que aprender para poder proporcionarle el mismo placer, y para ello había que tener pleno conocimiento de lo que se tenía entre manos. ¡Pero maldita sea, no era el momento! La estaban esperando, ella estaba allí en Alemania para trabajar, agrandar su curriculum vitae. Y no, para ampliar sus conocimientos en el campo sexual.
-HUM… -Gruñó dándole la espalda con gran desgana, para proferir seguidamente una exclamación y darse un rápido impulso de la cama, cuando notó una mano acariciar su hombro.
-Siento haberte asustado –Rió de forma lánguida Santino, medio incorporado en la cama con los ojos medio cerrados, el cabello despeinado y la sombra de barba de un día a juego con aquella sonrisa tan atractiva-. Pero creí que mejor daba yo el paso, al ver que después de tanto meditarlo te echabas atrás –Señaló sin perder su sonrisa y sentándose en límite del colchón.
-¡OH! –Exclamó alarmada y avergonzada-. ¡Estabas despierto! –Dijo en un pequeño grito agudo al comprender que él sabía que ella lo había estado mirando de forma abierta y hambrienta-. Yo… -Sus mejillas ardían al saber aquello. Menuda vergüenza…  
-¡EH! –Exclamó alargando una mano hacia la cama al ver que éste se ponía en pie con gran diversión en la mirada-. ¿Dónde crees qué vas? –Alzó una ceja dudosa.
-Me encanta tú timidez –Admitió dando un paso más, ignorando el nerviosismo de ella-. Seguro que piensas, que no estaba bien el mirarme cuando creías que dormía.
¿Tan transparente le resultaba? Pensó al escuchar sus acertadas palabras. ¡Aquello resultaba completamente penoso!
-Realmente he sentido un poco de decepción, cuando te rendiste y no viniste a mí –Le guiñó un ojo, justo cuando se situaba apenas a un paso de ella-. Más que nada por curiosidad, en ver como dabas el primer paso –rió al ver que ella entrecerraba sus ojos-. ¿Por qué no volvemos a la cama y seguimos en donde tu curiosidad no se atrevió? –Propuso en un suave susurro, rodeándole la cintura con sus brazos.
Se inclinó hacia abajo, para comenzar a mordisquear su oreja izquierda, mientras daba la vuelta sobre sí en un radio de ciento ochenta grados, a paso lento y con ella entre sus brazos. Logrando que la cama quedara tras la espalda de ella-. ¿Y bien, qué me dices mi pequeña cobarde? –Preguntó dejando su oreja atrás para besar momentáneamente sus dulces labios y mirarla a los ojos, todo sonriente.
-Estas desnudo… -Articuló aún aturdida por haberse visto sorprendida en una acción tan delicada a su punto de vista.
-Y tú también –Respondió llevando sus cálidas manos al rostro de ella para sujetarla por sus mejillas. Tenía que hacerle bajar los pies al suelo. En aquel momento, no sabría a ciertas donde se hallaba la mente de aquella jovencita-. Es lo normal, después de haber hecho el amor –Susurró con ternura y besando una vez más con la misma suavidad sus labios-. Y lo normal, para dejarme seducir por ti –Continuó hablando con la misma calma al tiempo que emprendía el camino al lecho poco a poco, aprovechando el estado de turbación de Jaimie-. Creo que ha llegado tú momento, hay que avanzar un poco más –Siguió hablando con voz ronca y en susurro-. Tú deseo hacia mí, así lo indica. No debes sentir vergüenza tesoro mío –Depositó otro beso más en sus labios-. Es una manera de mostrar lo mucho que nos…
-No –Interrumpió con voz firme cuando sus piernas chocaron con el lecho tras ella, logrando que Santino callara por unos segundos, tensando un poco su actitud pro el rechazo.
-¿No? –Frunció el ceño ¿Por qué no le había dejado terminar la frase? ¿Acaso no quería que él la amara? Entonces, él se hallaba completamente equivocado y todo aquello, no era más que un fuerte deseo. No podía creerlo, aquello era imposible… Era mejor ser directo y preguntarle. Quería saber si no estaban destinados a estar juntos. Iba ha tardar mucho tiempo en olvidarla, y sí lo lograba alguna vez. Porque él se sentía completamente enamorado. Para él, aquello era amor. Porque hasta que no encontrara al nombre que figuraba en su carta, no creería nada diferente. Pero nunca iba ha olvidarla…

-Perdóname Santino –Resopló Jaimie, ajena a los pensamientos  del hombre-. Créeme que lo que más me gustaría hacer, es quedarme el resto del día contigo –Sonrió con timidez-. Aprendiendo a seducirte, como bien me has pillado… Tengo o mejor dicho, siento ciertas curiosidades –No se atrevió a mirarlo al rostro-. Pero he quedado con Sergei.
-¿Sergei? –La interrumpió con sumo interés.
-Le prometí a Henrí que podía contar éste verano conmigo –Comenzó a explicar, pero nuevamente la interrumpió.
-Ya veo… -Estaba nuevamente un poco más animado. Podía descartar por el momento sus frustrantes dudas. Ella quería estar con él. Pero tenía que cumplir con el jefe mecánico-. Comprendo muy bien, aunque no digo que no vaya ha cobrarme éste abandono, después de tener ciertas ilusiones en…
-¡Eh, listillo! –Lo alertó con cierto apuro volviendo a sentir calor en sus mejillas, cuando notó contra su estomago sus ilusiones bien firmes-. Yo… Tengo que marcharme, de verdad –Suplicó no pudiendo contener una sonrisa en sus labios, al ver como él se hallaba bien divertido por lo inocente que era aún, con estar los dos completamente desnudos a plena luz del día, abrazados y hablando de apagar el fuego del deseo que tenían mutuamente.
-Yo no te lo prohíbo –Rió soltando el cuerpo de la chica, que tenía sujeto con sus manos pero sin separarse un ápice de ella.
-Pero sí me tienes encorralada –Rió.
-Es verdad, tienes razón –Suspiró fuerte-. Pero dame un beso.
-Ah no –Dijo con gran rotundidad.
-¿No? ¿Por qué? –Exigió divertido.
-¡Santino! –Protestó entre risas un poco nerviosa. Aún seguían los dos desnudos, hablando… Y el pobre Sergei, tenía que hallarse aburrido y desesperado por no aparecer ella aún-. Necesito espacio para poder vestirme –Indicó frunciendo el ceño, intentando buscar con la mirada donde se hallaba su ropa-. Solo entonces, podré darte un beso. Así resultarás menos peligroso.
-HUM… Me gusta más uno ahora –Dijo con aire pillín, pero moviéndose al ver como ella iba a protestar, dejando caer su cuerpo sobre el lecho con cierto aire decadente-. Pero soy algo comprensivo y…
-Ya, claro –Rió, no queriendo mirarlo por si sus ojos se detenían una vez más en algún punto determinado, provocando que no saliera de aquel dormitorio. Así, que recogió su ropa desperdigada por diferentes lugares del suelo y corrió por sorpresa del hombre al baño.
-¿Dónde vas? –Inquirió éste, arqueando una ceja tumbado en la cama de costado y aguantando su rostro con la mano izquierda.
-¡A darme una ducha rápida! –respondió cerrando la puerta y utilizando el cerrojo del pomo.
-¡Yo también quiero ducharme! –rió Santino, elevando bastante la voz para que ella lo escuchara-. ¡Eres una agua fiestas! –Se tumbó sobre su espalda sin perder aún la sonrisa que tenía en sus labios, cuando escuchó como ella cortaba el agua y abría la mampara de la ducha.
Cinco minutos después, ella salía con andar apresurado completamente vestida, el cabello mojado y suelto. Vio como buscaba su bolso y el móvil de encima de la mesita de noche. Pero aparte de eso, pudo observar que se hallaba un tanto agitada. ¿Por qué? Se incorporó de la cama, para acercarse a ella cuando ya se estaba colgando el bolso.
-¿No vas a darme un beso? –Paró en frente de ella con los brazos en jarra.
-Sí –Sonrió mirándolo a los ojos-. Pero quiero tus manos tras tu espalda –Amenazó levantando un dedo hacia el rostro masculino-. Aún sigues desvergonzadamente desnudo. Y eso, es peligro en mayúsculas.
-Te recuerdo, que no me dejaste entrar para ducharme –Mostró una sonrisa torcida, cuando ella se puso de puntillas y apenas le rozó los labios-. ¿Esto, no será tu beso de despedida?
-Sí –Afirmó dando un salto atrás y llegando a la puerta de la habitación.
-Un momento, detente que no estoy nada conforme –Señaló yendo hacia ella con paso tan  directo, que solo logró ponerla aún más nerviosa para que ésta abriera la puerta de par en par y cruzara el marco de madera, no cayendo en que si alguien pasaba por allí delante hallaría la piloto completamente en cueros.
-Lo se –Le guiñó un ojo divertida por poder escapar de sus manos-. Pero los reservo para ésta noche. Quiero prepararte una cena romántica en mi dormitorio. Te espero allí a las ocho –Dijo con cierto colorido en sus mejillas, porque aquello tenía un poco matiz de proposición indecente. Pero lo iba hacer, para poder decirle la verdad.
-Genial –Le guiñó un ojo, para volver a llevarse las manos a sus caderas en jarra y comenzar a balancearse de forma suave hacia los lados-. Yo llevo el postre… -Rió fuerte, al ver que ella abría los ojos como platos y cerraba veloz la puerta escabullendo no sin antes, haberle podido escuchar como le soltaba la palabra desvergonzado.

Se había duchado y arreglado, sin dejar de canturrear en todo momento. Se sentía pletórico por el cambio que había en su vida. Todo iba bien. Ella también quería estar con él, por ello quería brindarlo con una cena romántica en su dormitorio. Seguro que tenía algo en mente, como también lo tenía él. Quería acercarse a la joyería del hotel, para ver si encontraba algo que fuera perfecto para Jaimie.  Porque estaba seguro que si le regalaba ropa interior, ésta no se la pondría aquella noche, dado que aún era nueva en todo aquello.
Entraba en la zona comercial del hotel, divisando a Sandro que lo esperaba allí para tomar algo, cuando su móvil comenzó a sonar. Lo extrajo del bolsillo de su pantalón, para sonreír al ver que era su madre.
-¿Hola preciosa, me llamas para decirme que vendrás a verme competir? –Habló risueño, sabiendo que su madre no era muy fan de verlo en directo. Pero cuando llegó junto a su amigo, frunció el ceño por lo que le indicaba su madre-. ¿Cómo sabes qué estoy con una chica? No, no te avisé porque llevo solo un día con ella. Y además, antes quería asegurarme de que ella es… ¡Un momento! –Exclamó sorprendido y logrando captar la total atención de su compañero-. ¿Estás segura que han dicho ese nombre en el programa? –alzó un momento los ojos hacia Sandro, para mirarlo muy serio-. ¿Me dijiste que en Touch? Muy bien, tengo que colgarte… No, no ocurre nada. Luego te  llamo, un beso.
-¿Qué ocurre? –Preguntó Sandro nervioso por temer lo peor.
-¿Dónde hay un ordenador con internet? –Pidió extremadamente serio-. Por lo visto, acaban de publicar ahora mismo como primicia unas fotos con Jaimie de hace unas horas, en un programa italiano del corazón.
-¿Y qué hay de malo? No es la primera vez… -Le dio con el puño suave en el hombro a su amigo.
-Su nombre, eso es lo que hay de malo –Se giró a mirarlo con gran furia.

4 comentarios:

  1. WOWWWWWWWWWW!!! picante la cosa!! Jajaj me ha gustado mucho y ahora sí llegó la tormenta, EL LO SABEEEEEEEEEEEEE!!
    Gracias por no hacernos esperar mucho, espero el próximo. Besos

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  2. Que se ha enterado el tio!!!!!Gracias por el cap.. lo esperaba como agua de mayo jejejeje

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  3. noooo.... Ya se va a enterar por otro medio, sera una catastrofe que horror!!! Me encanto todo el capitulo, queremos mas!!!

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  4. Gracias porque os guste como voy llevando la historia!!!! Estoy emocionada porque ya llego al final. wiiwiiwiiwiiwii

    La semana q viene irá el siguiente capitulo, espero que no os decepcione!!!!

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