martes, 18 de diciembre de 2012

Desde las sombras 2°


Era un día ajetreado en el hospital, todos corrían de un lado a otro.
-¡Claire! ¡Doctora Wild! – la llamaron y la mujer se dio vuelta sonriendo al colega que se le acercaba.
-Hola Jacob.
-¿Tienes guardia?
-Sí, para compensar los días que me tomé- respondió ella.

-¿Y cómo estuvo el casamiento de tu hermana?- preguntó el hombre caminando rápido  para mantenerse al paso de ella.
-Todo salió perfecto y lo más importante es que ella estaba muy feliz.
-Ya se casó tu hermana menor, ¿y tú para cuándo?
-El matrimonio no es para mí- respondió ella.
-Es extraño, pareces ser de ese tipo.
-¿Ese tipo?
-Sí, de las que se casan tienen hijos, ya sabes. Me refiero a que denunciaste a unos padres por golpear a su hijo, fuiste  personalmente a conseguirle un subsidio del estado a una anciana inválida, eres una persona cálida. Te imagino en una casa rodeada de niños y animales.
-Sólo hago mi trabajo, y mi trabajo es con lo único que estoy casada – respondió ella- Además soy nueva aquí, tengo que trabajar mucho todavía.
-Es cierto, ¿cuánto hace que llegaste ya?
-Seis meses, nos vemos después, tengo que ir a atender – dijo ella y se fue a atender a sus pacientes.
Hacía seis meses que había regresado a su ciudad natal, se había ido apenas había terminado la secundaria y no había regresado jamás. Pero había salido una plaza en el hospital  local y no lo había dudado, había regresado a trabajar allí.
Su madre había fallecido dos años atrás de cirrosis, su hermana se había casado y vivía feliz con su esposo, ya no tenía nadie por quién preocuparse ni quien la retuviera. Se había dedicado en cuerpo y alma a su carrera y había sentido necesidad de volver a su ciudad, al lugar donde había nacido su sueño de ser médica.
Habían pasado doce años, ya no necesitaba seguir huyendo. 
Era una mujer adulta y era hora de dejar el pasado atrás, por eso había decidió enfrentarlo y volver a la ciudad de Mavide.
A la mañana siguiente cuando terminó la guardia, se fue caminando a la casa que había rentado, quería tomar un poco de aire y despejarse de lo que había vivido con sus pacientes. Además podía aprovechar para ver cómo había cambiado el lugar en aquellos años.
Sin darse cuenta llegó ante las puertas de su antiguo colegio y los recuerdos regresaron como un ramalazo de viento.
De pronto se vio a sí misma, atravesando la entrada cargado unos libros, alguien la había empujado y se había caído con libros y todo. Estaba recogiéndolos cuando alguien la ayudó. Era él, así había empezado todo. Aquel chico mayor, guapo y de mala reputación la había ayudado…
Claire sacudió la cabeza, aquello había sucedido mucho tiempo atrás, casi en otra vida. Al menos ella había sido una persona diferente. Era una adulta ahora, su historia no era diferente a la de muchas mujeres, un engaño, un amor truncado en la adolescencia, nada digno de una tragedia griega, sin embargo la había marcado, no había vuelto a confiar en nadie.
Aquella inocencia y entrega para amar las había perdido para siempre.
Salió del mundo de los recuerdos y siguió caminando, Lucian Crow ya no tenía nada que ver con su vida.
Llegó a su casa y se fue directamente a la cama, necesitaba dormir un poco y quitarse de encima el pesar por lo que veía día a día en el hospital. El mundo no era un lugar amable ni justo.

Lucian salió de la ducha, no podía creer que hubiera dormido tanto, quizá se debía a las pesadillas que lo habían acosado las noches anteriores. Buscó su ropa y se vistió, la mujer con la que había dormido se acercó a él y lo abrazó por la cintura mientras él se abrochaba la camisa.
-Quítate Nessa- le dijo con brusquedad y la apartó.
-No decías eso anoche…-lo provocó ella.
-Anoche terminó, fue divertido, ahora tengo que irme a trabajar…
-Eres el dueño de Gladius, ¿qué apuro tienes?
-¿No pensaste que mi apuro tiene que ver con alejarme de ti? – preguntó irónico y ella pestañó confundida sin saber si hablaba en serio o no.
-¿Es por tu novia? La hija del político…
-No, es porque ya me aburrí. Lo pasamos bien anoche, es todo. No somos nada, ni novios, ni amantes ni nada parecido. Sólo la pasamos bien algunas veces. Pero no me gusta que me invadan.
-Eres demasiado frío, ¿también a ella la tratas así?
-No engaño a nadie, las mujeres, ella, tú, cualquiera, sabe cómo soy y lo que puedo dar.
-¿Dinero y sexo? – preguntó la joven.
-¿Acaso quieres mi corazón? – preguntó él mientras se terminaba de vestir.
-¿Tienes uno? – preguntó la joven a su vez.
-No nos veamos más, Nessa -respondió cortante y antes de irse le dejó unos billetes sobre una mesa de cristal que había junto a la puerta. La chica tiró un jarrón contra la puerta, pero Lucian ya se había marchado.

Después de un día de descanso, que había dedicado a  decorar su casa, Claire regresó al trabajo con energías renovadas.
A mitad del día, al terminar de atender a un paciente sus sospechas incrementaron, en aquellas dos semanas era el quinto caso con los mismos síntomas. Sólo tenía que esperar los resultados de los análisis al laboratorio para confirmar lo que estaba pensando.
Había pedido como favor, a la bioquímica del hospital que analizara unas muestras de agua que había tomado personalmente, uno de los ríos que corría en las afueras de la ciudad parecía estar contaminado y eso estaba enfermando gente.
Dos días después, le dieron los resultados y tuvo la confirmación de sus sospechas. El agua estaba contaminada por cromo, plomo y químicos varios. Claire no tenía dudas de que eso causaba los casos que había atendido, pero  para actuar necesitaba más pruebas. Así que recurrió a otros de sus  colegas y empezó a indagar sobre los casos recientes, en el mes siguiente dedicó sus horas libres a investigar para obtener estadísticas confiables relacionadas con los pacientes, los síntomas y la zona en que vivían.
Todo señalaba que los responsables de aquella situación eran los dueños de la  fábrica metalúrgica y química que había cerca del río.
Alguien tenía que hacer algo, antes de que el daño fuera irreversible, ella se dedicaba a cuidar y sanar gente, era su deber  intentar detener a quienes la enfermaban.
Reunió todo el material y fue al hospital a hablar con sus colegas. Sin embargo la mayoría se negó a escucharla.
-Claire, déjalo, no te metas en eso. Nadie te apoyará- dijo Jacob
-Están contaminando el río y enfermando gente, tenemos que hacer algo , hay que denunciarlos– insistió ella.
-No lograrás nada.
-Si no lo intentamos tampoco, es nuestra responsabilidad.- insistió la joven.
-Nuestra responsabilidad es atenderlos cuando vienen, no andar combatiendo a las empresas, y mucho menos a ésta. Sólo perderás tú si te metes con ellos, hazme caso.
-Lo siento, irá  a hablar con el Director, alguien tiene que hacer algo. No voy a  quedarme de brazos cruzados, no es ético.
-Claire, no los conoces. Si te metes con ellos, perderás tu trabajo.
-Puedo recurrir a la Justicia...no les será tan fácil salirse con la suya.
-Mira, no sabes cómo son las cosas aquí. Pero esas fábricas pertenecen al grupo Gladius, el dueño es un hombre temible, tiene un pasado criminal aunque con dinero ha logrado que todos ignoren ese hecho. Y quien dirige todo es mucho peor, según escuché, es un hombre con poder y temible, manejan la ciudad Claire, él incluso sale con la hija de un político. Tiene dinero y poder, Lucian Crow no es alguien a quien puedas tomar en broma- le advirtió el hombre.
-¿Qué dijiste?
-Que te mantengas al margen…
-Eso no, el nombre…¿de quién es la fábrica?
-Lucian Crow- repitió el hombre y Claire sintió como si acabaran de golpearla. No podía ser posible.

La secretaria le avisó que su padre lo esperaba, frunció el ceño y entró a la oficina.
-Hola , padre. ¿Qué te trae por aquí? – preguntó
-¿Cuándo vas a casarte con Judith?- lo atacó directamente.
-No por ahora, tengo cosas más importantes que hacer y ni ella ni yo tenemos apuro.
- Deja de perder el tiempo y cásate con ella – insistió el padre.
-Mi trabajo es más importante que una mujer, ¿no lo crees?. Después de todo he quintuplicado tu fortuna, ¿acaso quieres que me distraiga?
-No quiero que dejes escapar a tu prometida y sus influencias. La ayuda de su padre nos ha beneficiado mucho, incluso ha ayudado a promulgar leyes que nos han dejado trabajar tranquilos con las fábricas y la construcción.
-Y gano buen dinero por ello, no tienes que preocuparte ,a esta altura, nos necesitan más de lo que nosotros a ellos. Igualmente calculo que llegado el momento me casaré, supongo que Judith es tan buena como cualquier otra. Al menos no interferirá mucho en mi vida…
-Tienes treinta y tres, ya es hora de que pienses en hijos.
-No me interesa tener hijos. ¿Quieres ser abuelo? Porque créeme que no das con el rol- dijo ácidamente.
-Ella querrá hijos.- dijo sin hacer caso al irónico comentario.
-No, no le interesan los niños, menos si arruinarán su figura.
-Debe haber un heredero.
-Padre, las monarquías se están extinguiendo, soy joven, pienso estar al frente de Gladius muchos años más, un hijo sería una molestia. Probablemente, algún día los tenga y terminen en un internado extranjero.
-Antes decías que querías tener hijos.
-Eso fue antes, padre, antes que tú mataras los hijos que yo quería.- dijo con odio contenido y el hombre lo estudió como si recién se diera cuenta de lo que se escondía detrás de la fachada de su hijo.
-¿Todavía? – preguntó significativamente.
-Si eso es todo lo que necesitabas, puedes irte. En diez minutos tengo una reunión con unos inversores.
-De acuerdo, hablaremos en otro momento. Ya veo que no estás de humor. ¿Sabes?, te pareces más a mí de lo que crees.- dijo y había cierto dejo de orgullo en su voz.
-No te equivoques, soy peor que tú. Y soy lo que tú hiciste de mí – contestó Lucian mientras su padre se marchaba.

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