lunes, 24 de diciembre de 2012

Desde las sombras 5°


Si Lucian creía que ella no podía enfrentarlo, estaba equivocado, también tenía recursos. Claire se comunicó con viejos colegas de su anterior ciudad,  también con un compañero de la Universidad que trabajaba en un diario nacional y un amigo de su cuñado que era investigador.
Luego fue a reunirse con el grupo ecologista que la apoyaba en su lucha para planificar sus próximos pasos.
A la noche,  ya tenía un plan diseñado y además tenía el resultado de sus gestiones. Había buscado información de Lucian en internet, era Licenciado en comercio internacional, aunque también tenía otros títulos. Era muy reconocido  en el mundo de los negocios, a pesar de su corta edad, y también había noticias sobre sus relaciones amorosas. Una noticia reciente informaba que había terminado su relación con Judith Conti, la hija de un congresista.
Además de lo que ella había encontrado, tenía los informes que le habían enviado, allí figuraba el otro lado de Lucian Crow. Se hablaba de extorsiones, espionaje industrial, sobornos a políticos, e intimidación casi mafiosa para desalojar gente de terrenos y propiedades que quería adquirir.

Leía con sus propios ojos, había estado frente a ese inescrupuloso hombre y aún así le costaba aceptarlo. No es que no lo creyera, sino que no quería que fuera así.
Se acostó agobiada y se despertó en la madrugada inquieta por un sueño que había tenido.
Había soñado que Lucian le decía que ella era “su lugar”, de hecho esa frase se la había dicho en el pasado cuando eran novios, pero quien se la decía en su sueño no era el joven de veinte años, sino el hombre que era ahora, y había tanta intensidad en su voz, en su mirada, que ella había deseado correr hacia él.
En su sueño Lucian abría los brazos para recibirla y de golpe desaparecía sin dejar rastro.
Se despertó angustiada.
Su subconsciente estaba mezclando el pasado y el presente y la estaba confundiendo.
En la mañana se sorprendió a sí misma al preparar un abundante desayuno, era demasiado para una sola persona, lo había hecho sin darse cuenta. Entonces como un eco le llegó el recuerdo de una antigua promesa. “la próxima vez yo te prepararé el desayuno” le había dicho aquella lejana mañana al hombre que amaba.

Afortunadamente, su suspensión terminó pronto y Claire pudo regresar a trabajar, estaba acostumbrada a dedicarse plenamente a su vocación de medica así que no poder ejercerla la apenaba. Durante años ser doctora había sido su única meta y una vez que lo había logrado, se había dedicado en cuerpo y alma a su profesión, dejando de lado su vida personal, había intentado tener una relación amorosa pero siempre fracasaba.
Ya había dejado de intentarlo. Su trabajo lo era todo y era feliz así.
Aunque temía que le quedara poco tiempo en su actual trabajo, cuando saliera la nota que acaba de dar a un periódico nacional, volverían a suspenderla.

Lucian llevaba dos días trabajando intensamente, se había asegurado que se implementaran las medidas de seguridad correspondientes en las fábricas y había conseguido que le hicieran una inspección en los próximos días  para luego hacer públicos los resultados. Aquello despejaría las dudas. Por otra parte tenía a un grupo de expertos trabajando para buscar una solución a la contaminación, porque un río contaminado no era fácil de ocultar, no por mucho tiempo.
También se había encargado de indemnizar a los damnificados y obtener a cambio  documentos firmados que lo libraban de futuras acciones legales en su contra. Además se había encargado de su trabajo habitual administrando Gladius.
Estaba agotado física y mentalmente, así que se había tomado el día. Había ido a la casa de campo a tratar de descansar y recuperar algo de la clama que había perdido.
Le gustaba aquel lugar, su padre lo había vendido mucho tiempo atrás pero afortunadamente, él había podido comprarlo. Era su refugio ahora,  cada vez que se sentía agobiado iba allí, porque sentía que estaba con ella en ese lugar. Al menos estaba con su recuerdo, con los recuerdos del fin de semana juntos que habían pasado allí doce años atrás.
Casi podía verla andar por la casa, sentada a la mesa con él, sonriéndole, en la cama….durante  mucho tiempo aquella casa de verano había estado llena con la presencia de Claire, con su sombra del pasado. Ahora había vuelto y Lucian no podía evitar imaginar cómo sería tenerla allí junto a él, a veces sólo quería contarle todo, pedirle perdón y recuperarla, a veces lo deseaba tanto que le quitaba la respiración.
Pero no podía hacerlo, por un lado porque no quería involucrarla en su mundo y porque además, dudaba que ella lo aceptara.
Tal vez en otra vida.
La poca paz mental que había logrado se desvaneció con un llamado de su padre. Él no había respondido a las llamadas pero  finalmente claudicó ante la insistencia y escuchó los mensajes de voz. Había llegado al ojo de la tormenta.
“Es ella…esa mujer sale en los diarios. Quiero verte ahora mismo” Eso decía el primer mensaje y bastó para ponerlo en alerta, su padre lo sabía, sabía sobre Claire. Era lo que él había intentado evitar que sucediera, pero la tozudez de la chica, no quería imaginar qué había hecho ahora, la había puesto al descubierto y en peligro.
Sin perder tiempo , tomó las llaves de su auto y partió rumbo a la ciudad. Atrás quedaba la paz anhelada, la casa de verano y los fantasmas de un amor perdido.
Usualmente evitaba la casa de su padre, prefería mantener toda la distancia posible con aquel hombre que lo había engendrado y al mismo tiempo lo había destruido.
Desde un principio había torcido su vida, con su forma de ser, su crueldad había orillado a su esposa a suicidarse. Era una mujer débil para quien el único modo de escaparse de su marido había sido quitarse la vida, sin siquiera considerar el hijo pequeño que dejaba atrás.
Y así las dos personas que lo había traído al mundo y que debían cuidarlo, lo habían dejado. Su madre había muerto y para su padre había sido una herramienta para cumplir sus ambiciones.
Claire había sido la  primera persona que lo había amado sincera y completamente.Tal vez por eso ella fuera su último amor, porque había sido el primero también.
Se detuvo frente a la entrada de la mansión paterna, no le gustaba entrar allí, pero iría hasta el infierno si era por ella.
Apenas entró su padre le arrojó un periódico contra la cara. Lucian se inclinó para levantarlo del suelo y vio lo que tenía enfadado a aquel hombre.
Claire había dado una extensa nota en un periódico nacional, allí contaba la situación de las fábricas Gladius, denunciaba la contaminación y decía que los pacientes habían sido intimidados. También había publicado los informes e invitaba a  expertos a hacer su propia investigación sobre el tema.
No pudo evitar admirarla. Siempre había tenido más valor que él.
-¡¿Por eso no hacías nada?! ¿Por qué es ella? ¿Volvió y me lo ocultaste?
-Te dije que lo estoy solucionando, a mi manera.- respondió hosco.
-¡¿TU MANERA?! Si tú no puedes hacer nada, yo me encargaré…- dijo su padre y Lucían perdió el control
-¡No te atrevas a tocarla!- le gritó con odio.
-Han pasado más de diez años, ¿aún te tiene agarrado?. No dejaré que esa zorra nos arruine…
-Si te metes con ella yo mismo te arruinaré, padre – contestó Lucian con ferocidad.
-Ves de lo que hablo, ella es tu debilidad….debí sacarla del medio para siempre.
-Te equivocas, ella es mi razón. Podría mandarte a la cárcel o incluso llegar más lejos si se trata de proteger a Claire.
-¿Amenazas a tu padre?
-¿Mi padre? Para mí padre es sólo una palabra, nada más, tú te encargaste que así fuera… -dijo con desprecio.
-Voy a liberarte de ella de una vez por todas.
-Hablo en serio padre, sólo por ella me he controlado. Ya no soy un cachorro sin dientes. ¿Estás seguro que quieres soltarme la correa? Porque si te atreves a meterte con Claire , nada va a detenerme y vas a saber la clase de perro rabioso que puedo ser…
-Los perros rabiosos se sacrifican- dijo el hombre mirándolo fijamente y Lucian sonrió.
-Alguna vez me dijiste que no tenía poder para protegerla, todos estos años he hecho lo necesario para cambiar eso. Y te lo demostraré si debo hacerlo.- declaró con frialdad. Por un segundo vio reflejada la sorpresa en los ojos de su padre, como si lo estuviera viendo por primera vez, como si acabara de darse cuenta de que clase de hombre era, tan atemorizante como él mismo.
Ambos se sostuvieron la mirada en un silencioso desafío, la relación entre ellos se había malogrado mucho tiempo atrás, ya no quedaba nada del lazo padre e hijo, de alguna forma los dos sentían que habían llegado al momento de la última batalla por doblegar al otro.
Sin embargo Lucian tenía confianza en ganar, porque su alma estaba en juego, doce años atrás desde las sombras de una esquina que lo ocultaba, mientras veía derrumbarse  a la mujer que amaba sin poder socorrerla, había decidido cuidarla, aunque jamás volviera a tenerla iba a  protegerla y garantizar su felicidad.

Claire iba charlando con Jacob mientras se dirigían hacia los consultorios, cuando ella se detuvo de golpe. Lucian estaba parado delante, mirándola fijamente.
Como cada vez que lo veía sintió que en su interior chocaba la imagen del pasado que tenía de él con la del presente.
Ahora mismo, en su mente se yuxtaponía un muchacho de veintiún años, vestido con un jean y una camiseta con la este hombre, alto y anchos de espaldas que llevaba ropa carísima, de color oscuro que le quedaba hecha a medida, pero le daba un aire distante y amenazador.
-Parece de esos personajes de Star Wars que se pasan al lado oscuro…-susurró Jacob a su lado tratando de relajar el clima pues había notado la tensión.
La joven pensó que el comentario no era desacertado, a veces tenía la sensación de que eso era lo que había sucedido. La mañana que se despidieron felices, Lucian era un hombre, luego había pasado al lado oscuro cuando la dejó cruelmente, y ahora simplemente parecía haberse perdido totalmente en la oscuridad.
Pero , a veces, creía adivinar una luz en su mirada, algún chispazo del Lucian que había jurado amarla y eso la confundía.
Sabía que había ido allí por lo de la nota que le había dado al periódico, así que caminó hacia él.Pero Jacob la detuvo de un brazo.
-¿Ese es Lucian Crow, verdad? Mejor  no vayas Claire, es un hombre peligro. Si vino hasta aquí no ha de ser por nada bueno, aléjate de él.
-No te preocupes, Jacob, está en un lugar público, no va a hacerme nada…y de última estamos en un hospital y eres médico, puedes atenderme.
-¡Claire, no bromees con eso! Voy contigo, entonces.
-No, ve a atender tus pacientes, yo me encargo de él.
-Claire…
-Esto es entre él y yo, Jacob. Ve.- le dijo y avanzó hacia Lucian que seguía observándola fijamente. El joven medico la agarró del brazo intentando detenerla, pero ella se soltó y caminó dejándolo atrás.

Después de la discusión con su padre, Lucian había sentido la necesidad de ver a Claire, quería saber que estaba bien, y tenerla cerca.
Casi sin pensar había ido al hospital, al llegar había inventado una rápida excusa pero la única razón de su presencia allí, era aquella mujer que caminaba furiosa hacia él.
Era la primera vez que la veía con su uniforme de doctora, le quedaba bien, se sentía orgulloso de ella. Al notar al hombre que la acompañaba sintió celos y al verlo tomarla del brazo, instintivamente quiso apartarlo, pero se controló. Él había renunciado a ella y quería que fuera feliz, incluso si esa felicidad estaba en brazos de otro, aunque  en su interior se rebelaba contra aquella idea. Su mente sabía que era lo mejor para Claire amar y ser amada, formar una familia, pero su corazón  aborrecía aquella idea.
Hizo lo posible por mantenerse inexpresivo, para que ella no notara la intensidad de sus sentimientos, era un experto en ponerse máscaras. Lo había hecho durante tantos años, que ya no sabía quién era verdaderamente.
-¿Qué haces aquí, Lucian? – lo increpó ella. Desde su última charla cuando habían mencionado su relación pasada, le parecía una tontería seguir fingiendo que no se conocían o seguir tratándolo formalmente.
Sin embargo, al pronunciar su nombre fue como si algo desbordara en su interior, con cada letra pronunciada el dique que contenía sus emociones se fisuraba.
“Lucian, Lucian, Lucian” el nombre reverberó en su voz, llevaba tanto tiempo sin decirlo, y en el pasado  aquella palabra había sido el sinónimo de lo más amado.
Trató de que aquel recuerdo no se colara en sus palabras actuales cuando lo nombró.
-Vine a hablar con el director sobre la situación de los pacientes que mencionó en esa entrevista, doctora- contestó él ignorando la lucha interior de la mujer así como ella ignoraba la suya.
-No tienes nada que hacer aquí, y menos si se trata de esa gente, ya has hecho demasiado daño.
-Sólo quiero informarme, ya que daré una entrevista hoy para contestar a sus acusaciones, quiero estar al tanto de todo.
-Ya te di un informe poniéndote al tanto, pero no importó , ¿cierto?. No quieres la verdad, sólo lo que a ti te sirva para tu beneficio.
-La verdad no es tan útil como cree, no siempre ayuda o libera, doctora- dijo manteniendo la formalidad pues era la última barrera que lo mantenía a salvo.
-No pienso lo mismo, y me hace feliz, me preocuparía mucho pensar igual a alguien como tú. Y ya que estás aquí podría dar una vuelta por el hospital y ver que hace falta, seguramente el dinero que te sobra serviría de mucha ayuda.
-Pago mis impuestos doctora, según sé eso se utiliza para invertir en salud pública – dijo y pudo notar como sus palabras la indignaban. Aún así, Claire sonrió.
-¿Pagas impuestos? Entonces supongo que deberé tachar la evasión fiscal de tus crímenes, algo menos …- le dijo valientemente. No estaba muy segura de por qué lo hacía pero quería provocarlo, ofenderlo, herirlo si era posible. Quizá se estuviera rebajando a sí misma al comportarse así, quizá en su interior sólo quería devolver lo que había recibido en el pasado, o tal vez deseaba ver a un Lucian más humano, despojado de aquella superioridad que lo deshumanizaba. Fuera cual fuera la razón, reaccionaba con furia cuando lo tenía cerca.
-Parece que sabe muy bien sobre mis crímenes, doctora.
-En gente como tú, sólo hay que raspar un poco la superficie para que la suciedad salga a flote.- le dijo y él se le acercó hasta inclinar su cabeza junto a su oído.
-Si sabes tan bien de lo que soy capaz, aléjate. – susurró con suavidad pero le provocó escalofríos, la amenaza estaba latente, ella retrocedió y buscó su mirada.
-¿Ahora me amenazas a plena luz del día? ¿En la lista también debo incluir que eres un asesino?
-No estoy seguro de lo que puedo ser, doctora, así que deja de enfrentarme. –le dijo y sin más dio la vuelta y se alejó de ella.

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