-
¿Estás hablando en serio? – El sonido de su voz retumbó por toda la
habitación haciendo temblar las paredes o eso es lo que sintió el pobre abogado
que le daba la noticia a Stefano.
-
Me temo que sí Señor Troyanos, esto no será nada sencillo. La
señora Alcántara está representada por una de las mejores firmas del País y
para ser justos los abogados de esa firma prácticamente no pierden ningún caso.
-
¿Y me podrías decir en que lugar los deja eso a ustedes? – Tronó
Stefano. – Por que hasta ahora solo he oído elogios de tu parte hacia los adversarios.
-
Está con una de las mejores firmas Señor – Dijo serio el abogado –
Pero estamos al igual con ellos, no los superamos ni ellos nos superan a
nosotros pero en todo caso, la situación se nos torna difícil por que la Señora tiene más argumentos
a su favor que nosotros, al menos por el momento. Hoy mismo tenemos una
audiencia preliminar por la tarde y será a puerta cerrada, esperemos que la
prensa no se entere o se desatará el infierno.
-
En lo que a mí respecta que se desaten todos los infiernos. Quiero
a mi hija de vuelta no importa como ¿Está claro?
-
Perfectamente claro Señor – Y salió disparado de la oficina de
Stefano.
¿Cómo lo había hecho? ¿Cómo había logrado
contratar a los mejores antes que él? Por que la firma de abogados que
representaba a Jackie había sido la primera elección de su equipo de planta de
abogados, por que necesitaba abogados americanos ya que en los Estados Unidos
sería la batalla por Maddie. Y resultó que al contratarlos o intentar hacerlo,
el bufete fue claro al decir que ya prestaban sus servicios a Jacqueline
Alcántara y más que claros al decir que se preparara para la batalla.
No dudaba de que Jackie fuera una persona que
tuviera los medios para empezar el litigio, pero estaba confiado y seguro de
que esos medios no eran tantos como para permitirse costear en su totalidad los
gastos de toda la batalla legal y mucho menos creía que podía contratar a los
mejores para defenderla ¿Cómo lo había hecho? Se preguntaba de nuevo.
Enseguida
había pensado que su bella prima política estaba detrás de todo y hubiese sido
así pero daba el caso de que Allyson no estaba costeando nada, por que sabía de
primera mano, ósea de boca de Máximo que Allyson no estaba enterada del asunto.
Ese era otro problema que no podía resolver de momento, suficiente había tenido
con la sorpresa de su primo Max y de paso con su tono de censura en la voz por
haber obligado a Jackie, según las palabras de Max, a ir a los tribunales ¡Pero
la culpa era de ella! De esa terca, necia y desesperante mujer que no se doblegaba
ni un ápice.
Pero ahora la duda le atosigaba el pensamiento
¿Cómo costeaba todo eso? Él la tenía vigilada y había mandado investigarla. La
herencia que había recibido de Sibia no había sido tocada, el dinero de Jackie
seguía intacto en el banco. Sus padres no sabían nada y tampoco su mejor amiga
y prácticamente hermana Allyson ¿Entonces? ¿Cómo? ¿Quién le ayudaba?
Un pensamiento negro y funesto atravesó su
mente, poniéndolo furioso. Tomó el teléfono y llamó al departamento que
alquilaba Jacqueline. Uno muy caro por la ubicación exclusiva por cierto. Nadie
contestó y con un golpe colgó. Nuevamente tomó el casi maltrecho teléfono y
marcó otro número, enseguida contestó uno de los guardaespaldas que seguían a
todos lados a Jackie y a la pequeña. Los había puesto para intimidarla para que
viera que de alguna manera él conservaba poder sobre ella y claro para impedir
que desapareciera. Aunque la última opción sabía era improbable, ella no
huiría, ella se quedaría y no solo eso, al parecer disfrutaría de la pelea.
-
¿Dónde está? – Fue todo lo que preguntó.
-
Almorzando, señor. Trae a la
niña con ella, está en una cafetería cercana a Laurent & Blackwell –
contestó el hombre de inmediato.
Así que acababa de salir de alguna junta con sus
abogados, Laurent & Blackwell era la firma que la representaba.
-
¿Con quién está?
-
Con un hombre señor, la ha acompañado muchas veces en estos últimos
días – Cinco días para ser exactos desde que se habían declarado la guerra, en
esos días él había visto todos los días a Maddie en el departamento que ahora
ocupaba Jackie, pero en ningún momento la había visto a ella. Una eficiente ama
de llaves le llevaba la pequeña y al terminar la visita, la devolvía a su
madre. Maddie no tenía niñera, Jackie lo había querido así, ella la cuidaba personalmente.
Cosa que en realidad le había sorprendido. Pero el caso es que ella lo había
ignorado y él orgulloso, había hecho lo propio por muchas ganas que había
tenido de buscarla por todo el departamento, encontrarla y refrescarle la
memoria de lo que le pasaba cuando él la tocaba.
-
¿Con un hombre? – Arrastró las palabras repitiendo lo dicho por el
guardaespaldas.
-
Sí señor.
-
¿Por que no se me informó de esto?
-
Únicamente nos pidió vigilarla, que no saliera de la ciudad por
eso…
-
¡Basta! Quiero saber inmediatamente quien es ese hombre.
-
Por supuesto señor – Se apresuró el otro a contestar.
Por toda respuesta. Otro sonido seco se escuchó
al azotar el teléfono sobre su base ¿Era eso? ¿Tenía un amante? El pensamiento
que se había metido hacía unos minutos en su cabeza cobró más fuerza haciendo
que la ira lo invadiera de nuevo pero con más potencia. Si era eso, no sabía lo
que haría. Acabaría con ese desgraciado en un instante y después se la llevaría
a ella y a su hija lejos donde todo litigio por Maddie no existiera y
encontraría la manera de castigarla y de que rogando le pidiera perdón. Por que
ella era suya, lo era y ella prefería ignorarlo, así que tendría que
recordárselo y no sólo eso. Marcarla en su totalidad como suya para que no le
quedara la mínima duda. Antes de que destrozara la oficina por la ira que
seguía en él y antes de que se le fuera la oportunidad de hacer pedazos al
hombre que estaba con Jackie, salió directo a donde ellos estaban en ese
momento.
-
No tendrá más
remedio que aceptar lo que tú quieres. – Decía Jan Paul a Jackie, mientras
hacía carantoñas a Maddie que lo observaba risueña.
-
¿Tú crees? No lo
sé, aún siento que no es tan fácil ganarle. Ya sabes, es un hombre con recursos
inagotables.
-
Estás con la
mejor firma de abogados del País, primita.
-
Lo sé – Esbozó
una sonrisa – es sólo que…
-
¿Más dudas de
nuestra capacidad? Me siento ofendido – Dijo Jan con gesto serio y ofendido,
pero el efecto se estropeó cuando al ver la consternación de ella empezó a
reír, ganándose un golpe de ella en el brazo.
-
Deberías haber
sido actor en lugar de abogado. Te creí completamente ese gesto ofendido.
-
Bueno, ya se que
soy tan guapo como para ser actor hollywoodense pero prefiero la abogacía. Me
da dinero, mujeres y también prestigio ¿Qué más se puede pedir?
-
¿Que seas
modesto, quizás? – Preguntó burlona. Pero admitiendo que su primo era un hombre
muy atractivo, de espeso cabello castaño claro como el de ella y con unos ojos
verdes que brillaban de humor e inteligencia. Un cuerpo bien moldeado gracias
al gimnasio, bueno, tenía éxito entre las féminas que veían eso y muchas
también veían su dinero, claro.
-
Estoy seguro de
que ganaremos. Tienes a todos los abogados de la firma pendientes del caso.
Unos por que somos familia y otros por que quieren ser padrastros de Maddie. –
Dijo aquello riendo contagiando a Jackie.
-
No seas
exagerado, hay sido muy amables, es todo.
-
Y tú no seas
ingenua.
-
No lo soy – Dijo
ella con el ceño fruncido.
-
He querido
preguntarte algo Jackie.
-
Dime…
-
¿Realmente no
consideraste ni por un segundo la propuesta de Troyanos de vivir juntos por el
bien de Maddie?
-
Claro que lo
consideré, pero vi que sería la peor opción para Maddie, para mí e incluso para
él.
-
¿Y eso por que?
-
Siempre ocupado
con sus negocios, con sus empresas, con sus mujeres – Al decir lo último gruñó.
-
Así que es eso…
-
Habla claro Jan.
-
Temes que te
deje por otra u otras.
-
No es que lo
tema, es que así sería. No sería hogar apropiado para la niña. Ni loca
permitiría que me fuera infiel y eso generaría conflictos monumentales, lo
juro.
-
Lo creo. Pero
eso no elimina el hecho de que ya estás totalmente en sus redes.
-
¡Estás loco!
-
Yo no. tú si,
pero por él.
-
¿Por qué dices
semejante estupidez?
-
¿Qué por que? A
ver… Hablas mucho de él, te enfureces al ver las revistas donde aparece ya sea
rodeada de una o más mujeres, has dicho en varias ocasiones que Maddie tiene
los ojos de su padre y suspiras como una colegiala al decirlo y sobre todo veo
serias dudas de si has tomado o no la decisión correcta al no irte a vivir con
él, así que si dices que no estás enamorada, ni por asomo pienses que creeré
esa afirmación.
-
Eres imposible a
veces ¿sabías? – Le dijo Jackie sintiendo latir rápido el corazón, así que su
primo se daba perfecta cuenta de lo que ella misma se quería ocultar. Pero
obviamente no era fácil esconder los sentimientos. – Si repites a alguien más
lo que acabas de decirme te mato. – Jan explotó en una carcajada.
-
Lo admites ¿Eh?
-
No estoy
admitiendo nada – Insistió necia.
-
No es necesario
– rió – Tengo que irme mi querida y necia prima – Se levantó y le dio a la
pequeña, para después darle un beso en la frente a Maddie y otro a ella.
-
Vete antes que
te asesine y las mujeres de Nueva York lloren la perdida.
Jan
Paul se alejó riendo todavía y eso la irritó un poco, pero después terminó
sonriendo, su primo era excelente para hacerla recuperar el buen humor. La
familia de su madre era francesa y la mayoría vivía en Francia, pero uno de sus
hermanos, el tío Pierre había decidido probar en América y el resultado había
sido que tenía una de las mejores firmas de abogados al lado de su amigo
Richard Blackwell. Jan Paul era hijo del tío Pierre y uno de sus más querido
primos. Stefano no tenía la menor idea de que ella contaba con semejante apoyo.
El pensar en ello la hizo sonreír y Jackie se sintió algo perversa pero el caso
es que ¡Él se lo merecía! Merecía que fuese él, el que suplicara piedad y se
rindiera. Aún no tenía la victoria pero se sentía segura, respaldada y por
supuesto querida por su tío y primo y como bien había dicho Jan, los demás
también estaban pendientes del caso. A estas alturas seguro que Stefano sabía
que contaba con el apoyo de su familia materna. Aunque no apareciera por ningún
lado en sus documentos el apellido materno, ella era muy apegada a ese lado de
la familia.
Y
Jan la conocía muy bien, reconoció. Si no fuera así no se habría dado cuenta
que suspiraba como una tonta al recordar a ese condenado hombre ¿En que momento
de locura se había permitido el pasar esa última noche con él? Por que esa vez
no la había secuestrado, no la había obligado. Como cordero al matadero había
ido, obediente y sin chistar y más que ansiosa ¡Había tenido sexo con él en el
auto! Sólo de pensarlo se ruborizaba. Maddie se retorció en sus brazos y empezó
con su clásico puchero que hacía cuando tenía hambre, Jackie sonrió y por
milésima vez vio esos ojitos color plata y suspiró, enseguida recordó las
palabras de Jan y en lugar de enfadarse se rió, contagiando a Maddie que
olvidando el puchero reía igual que su madre y así es como las encontró
Stefano.
Stefano
detuvo de pronto el paso enérgico que llevaba y toda su ira casi se evaporó al
encontrar la escena en la cual su hija y Jackie reían contentas ¿Dónde se había
metido ese tipo? De inmediato apareció el hombre con el que había hablado por
teléfono y le informó que tenía escasos minutos que se había marchado el que
iba a ser blanco de toda su furia. Controló su temperamento y se acercó a la
mesa en dónde Jackie ya daba de comer a Maddie. El verlas nuevamente lo hizo
sentir extraño, deseoso de no perderse ni un momento de la vida de su hija y
sobre todo ansioso por tener a esas dos mujeres en casa con él.
Una
sombra tapó el tenue resplandor del sol, estaban en la parte de afuera de la
cafetería precisamente para disfrutar del día que era soleado y sin asomo de
nubes. Jackie levantó la vista para ver y por poco abre la boca al contemplar
al hombre que tenía enfrente. El corazón palpitó rápido y ella se esforzó por
no mostrar su reacción ¿Era justo que provocara ese efecto en ella? No.
definitivo que no. Maddie lo vio y enseguida le dedicó una resplandeciente
sonrisa y que se olvidara el biberón.
-
¿A que debo la
desgracia de que aparezcas? – Le dijo en un intento para ocultar lo que
realmente le provocaba.
-
Yo también te he
echado de menos. – Respondió él, pero esta vez sin burla y con un claro
destello de ira en sus ojos plateados. Destello que Jackie había aprendido a
reconocer ¿Qué pasó ahora? Se preguntó ella ¿Sería por que andaba con Maddie
fuera de casa? No era la primera vez.
-
A la niña puedes
verla cuando quieras, pero definitivamente eso no incluye que nos veamos los
tres en sitios públicos. – Dijo para tratar de saber a que se debía su coraje
esta vez. Stefano tomó a Maddie y Jackie vio como ese enojo se calmó al tener a
la niña en brazos.
-
Creo que tengo
todo el derecho del mundo a ver a mi hija cuando quiera y donde yo quiera. –
Replicó seco, dándole a Maddie su biberón y sentándose frente a ella.
-
Así que has
dejado tu trabajo, tus negocios y todo por que de repente querías ver a Maddie
– Dijo Jackie desconfiada - Aunque bien podías hacerlo en otro momento más
oportuno para ti.
-
¿Oportuno para
mí o más bien para ti?
-
Lo único que
puedo decirte es que definitivamente este momento no es oportuno para ninguno
de los dos por que la prensa puede verte, fotografiarte y esto será un caos, no
sería nada bueno por el bien de la nena, además…
-
¿Con quien
estabas? – La interrumpió dando muestras de no haber escuchado absolutamente
nada de lo que ella estaba diciendo.
-
¿Es eso
relevante? – Jackie estaba empezando a comprender.
-
Así es –
Respondió mirándola con intensidad.
-
Quizás, pero
ciertamente no es de tu incumbencia.
-
¿No? – Stefano
arrastró esa única sílaba.
-
No. precisamente
por que no pienso dejar que nadie domine mi vida o siquiera lo intente es por
que no acepte que viviéramos juntos. Mucho menos si se esperaba sacrificio de
mi parte y de ti ninguno.
-
Dije que
mientras estuvieras en mi cama, no habría nadie más.
-
¡Que honor! –
Exclamó con sarcasmo.
-
Pues lo es. –
dijo con presunción. – Quiero ser padre de Maddie todo el tiempo no solo con
visitas estipuladas por un Juez, vivir juntos por el bien de ella es el mayor
compromiso que he aceptado hacer en mi vida.
-
Puedes irte al…-
Se interrumpió, ella no iba a estallar en público por mucho que quisiera -
¿Sabes? Compromiso de tu parte significaría en todo caso el matrimonio. –Ella
sabía que él jamás daría ese paso y disfrutó al ver que tenía un gesto genuino
de sorpresa en ese bello rostro ¿Quería jugar? Bueno, no sabía con quien lo
estaba haciendo. No era una indefensa damisela en apuros. - ¿Estás dispuesto a
ello? – Remató con una angelical e inocente sonrisa.
-
¿Me estás
pidiendo que nos casemos? – Seguía sorprendido, su tono así lo decía.
Jackie
se inclinó sobre la mesa para quedar más cerca de él, quería reírse en su cara,
pero todo pudo haberse ido al garete pues tenerlo tan cerca fue sumamente
peligroso. El aroma de su colonia le inundó los sentidos y casi se perdió en
esos ojos centelleantes. Con una fuerza de voluntad sorprendente, no dejó de
mirarlo a los ojos y sonrió lentamente con perversidad.
-
Dices que estás
dispuesto a todo por Maddie ¿no es así?
-
Claro, pero…
Jamás pensé que tú consideraras el matrimonio como la máxima prueba de
responsabilidad y compromiso por mi parte.
Para
ese entonces, Jackie no pudo contener más la risa y se echó a reír con ganas se
tuvo que agarrar el estomago pues la risa era demasiada, sus carcajadas
hicieron que varios voltearan a verlos. Maddie nuevamente se había olvidado del
biberón para ver a su madre reír como una loca. Cuando pudo controlarse un poco,
lo miró y eso hizo que sintiera nuevamente ganas de seguir riendo. Stefano la
contemplaba con el ceño fruncido y con ganas de querer sacudirla hasta que le
castañetearan los dientes, cosa que hubiera hecho sin duda alguna si no hubiese
tenido a Maddison en brazos.
-
Deberías ver tu
cara – Le dijo Jackie limpiándose los ojos.
-
Te sientes muy
graciosa ¿verdad? – Le dijo entrecerrando los ojos.
-
Tranquilo, no te
estoy pidiendo el enorme, incomparable y magno sacrificio de que te cases
conmigo – Decía cada palabra con burla – Pero no me hubiera perdido por nada tu
reacción a mis palabras.
-
Debo admitir que
eres la primera mujer que logra dejarme totalmente…
-
¿En shock? –
Terminó por él.
-
Tanto así, no.
Pero si bastante sorprendido. Por un momento creí que hablabas en serio.
-
Y seguro
empezaste a sudar frío – Añadió ella con sorna. – Pero no creo que nunca antes
ninguna se haya atrevido a pedirte en matrimonio.
-
Me han intentado
atrapar sí, y me lo han dicho muy claro. Pero en ningún momento me ha tomado
por sorpresa. Tú tienes ese honor ya que se que no quieres estar atada a mí de
ninguna manera – Le sonrió de una manera que le hizo ponerle los pelos de
punta. – Sin embargo… ¿Segura que bromeabas?
-
¿Mis carcajadas
no fueron lo suficientemente escandalosas?
-
Detrás de toda
esa risa podía haber otra cosa – Le volvió a sonreír y ella juró que tramaba
algo.
-
Sí. más risa. –
respondió con una ancha sonrisa.
-
Debes saber
querida que siempre hay que tener mucho cuidado de lo que uno se ríe, de lo que
uno pide aunque sea en broma. Se te puede cumplir. – Dicho eso, Jackie sintió
un leve estremecimiento e inmediatamente se puso completamente seria.
-
En este caso no
estoy pidiendo nada, solo me reí de ti un poco. Lo último que quiero y necesito
es estar casada contigo, Stefano.
-
¿Estás completamente
segura de tus palabras?
-
Por supuesto.
-
Insisto, ten
cuidado por que esas palabras puede que te las tengas que comer. – Se levantó y
le entregó a Maddison después de darle un beso y acto seguido puso sus manos a
cada lado del asiento de Jackie encerrándola y dejando su rostro a milímetros
del de ella. – Ni por un segundo creas que me he olvidado que te has estado
viendo con otro hombre. Averiguaré quién es y que papel juega en tu vida, más
vale que no sea uno importante Jacqueline. En cuanto a tu bromista propuesta
atente a las consecuencias.
Jackie
parpadeó ante sus palabras y abrió la boca para replicar pero al ver ese fuego
en sus ojos se detuvo.
-
Si dices algo,
si abres la boca te besaré aquí y ahora. Tú decide. Yo encantado que repliques.
– Le dijo Stefano con satisfacción. Ella sólo le dirigió una mirada asesina. –
Sigo esperando nena. – Y Jackie fue fuerte al solo resignarse a mirarlo de tal
manera que esa sola mirada pudiera aniquilarlo. Él se alejó con una enorme
sonrisa. Pero no demasiado como para no escucharla decir a sus espaldas.
-
¡Esto no se
quedará así!
Sin
dejar de sonreír él se volvió y Jackie se tensó temiendo que cumpliera su
amenaza de besarla en prácticamente la vía pública. Pero él se limitó a alzar
las cejas burlonamente y a animarle con la mirada a que siguiera hablando. Ella
simplemente exclamó:
-
¡Vete ya!
-
Nos veremos
pronto – Amenazó para después hacerle una burlona reverencia.
Jackie
pudo haber gritado si hubiera tenido la certeza de que no espantaría a su hija,
por que muy poco le importaba espantar a los transeúntes. Ya se verían las
caras más tarde y podría decirle de nuevo que jamás dejaría de luchar.
Jamás
había pensado en matrimonio, jamás, iba cavilando Stefano. La soltería perpetua
le atraía sobremanera siempre había sido así. La sola idea de estar atado de
por vida a alguien le hacía sentir asfixiado, él no podía estar con nadie más
que unas semanas y eso era todo. Pero ahora era él el que buscaba atrapar a una
mujer y no alrevés. Una mujer que prefería poner abogados de por medio para no
verlo, no compartir casa ni cama con él y eso le había enfurecido, todavía el
recordarlo le hacía sentir furioso y desconcertado, al menos al principio por
que ahora sabía que no se trataba de ninguna estrategia por parte de ella,
hablaba muy en serio y por ello ahora se sentía… raro. Siempre obtenía lo que
quería y sin necesidad de pelear por ello, sobre todo si de mujeres se trataba.
Ahora
lo único en lo que pensaba era en como poder tener a esa mujer con él y sobre
todo como retenerla por que era sumamente impredecible como bien había
comprobado. Maddie era una carta a su favor, era completa y totalmente cierto
que quería a su hija a su lado y todo el tiempo posible pero independientemente
de eso también quería a Jacqueline con él y lejos muy lejos de cualquier hombre
que se atreviera solo a mirarla. Esos pensamientos también eran nuevos para él
que nunca había sido posesivo con nada ni nadie. Así que ella había jugado con
el asunto del matrimonio ¿eh? Otro alarmante pensamiento que ya se había colado
en su mente, ya había pensado que quizás así era la única manera de poder
atarla más firmemente a su lado, idea que desechó pues sabía que Jackie haría
lo que le vendría en gana con matrimonio de por medio o no y también por que él
sentía que ella preferiría cualquier cosa a esa solución. Pero ahora lo había
mencionado en broma, burlándose de él por su reacción y diciéndole que él jamás
se atrevería a hacer un sacrificio de esa naturaleza ¿No? pues le esperaban
sorpresas.
Nunca
antes le había parecido tan atrayente la idea de casarse. Ya encontraría la
forma de que ella aceptara y sería a la buena o a la mala pero lo lograría.
Horas
después Jackie entraba con Maddie al edificio de Laurent & Blackwell, no
salía sin la niña, disfrutaba enormemente de tenerla a su lado y por ello
Maddison no tenía niñera. Vestida con un pantalón negro que hacía ver su
excelente figura y una blusa de seda en color rojo intenso y bien maquillada
pero sin exagerar caminaba a través del vestíbulo rogando para no toparse con
Stefano. Suficiente era tener que verlo de nuevo ese día, él había aceptado que
se vieran allí en el bufete de abogados que la representaba, estaba lista,
segura, pero de igual manera terriblemente nerviosa.
-
Era cuestión de
tiempo, lo sabías perfectamente. – Decía Jan que trataba de calmar a Jackie ya
que pocos minutos antes de la reunión con Stefano esa revista había llegado a
manos de ella poniéndola nerviosa por el contenido de uno de sus artículos.
-
Pero es que ahora…
ahora todo el mundo se enterará y yo no he hablado de esto con mis padres, ni
con Allyson ¡Dios! ¡Ella me matará!
-
El artículo no
es tan malo.
-
¿Ah no? veamos –
Jackie se dispuso a leer el contenido de aquella maldita revista – El hermoso Stefano Troyanos parece haber
posado sus bellos ojos plateados – Resopló enfadada - en una misteriosa mujer de la cual hasta ahorita solo tenemos
fotografías no muy claras, al parecer esta mujer ha logrado lo que otras no, se
dice que Troyanos le ha puesto un departamento en una lujosa zona de Nueva York
para ella y no lo creerán estimados lectores, para ella y un bebé. Todo parece
indicar que es hijo de Troyanos, sin embargo no hay nada concreto hasta ahora
¿Han logrado cazar a este impresionante hombre? Sinceramente, al igual que
muchas mujeres, demasiadas en realidad,
yo espero que no.
-
No cabe duda de
que Troyanos arrasa con cualquier mujer, la que escribió el articulo es un
conocido tiburón que despedaza a todos menos a él. – Observó Jan. – Pero no han
hecho bien la tarea, ni siquiera saben quien eres, o que Maddie es una nena no
un nene. Puras especulaciones.
-
¿Crees que
tardarán mucho en averiguarlo? ¡Claro que no! Esta es una revista conocida,
distribuida en varios países incluidos España e Italia. Llegará seguramente la
noticia y ¡Ay Dios! – Decidida a hablar de una vez por todas se dirigió al
teléfono – Debo adelantarme a este estúpido artículo.
Poco
después finalizaba la llamada con su madre, después de explicarle como es que
ahora era madre sin haber estado embarazada, no pudo evitar agitar a su pobre
progenitora. Pero había sido comprensiva y amable y sobre todo el entusiasmo en
su voz por conocer a su nieta había sido más que genuino. Ahora solo faltaba
Allyson, con ella todo sería hasta cierto punto más difícil, por que si bien su
madre no conocía de nada a Stefano, Ally si y bueno, no iba a ser sencillo.
-
Hola querida
¿Cómo estás? – Saludaba alegre Allyson.
-
No muy bien, en
realidad – Titubeó Jackie.
-
¿Qué sucede? –
Preguntó alarmada.
-
Tengo una hija.
– Dijo de golpe, dándose una palmada en la frente por ser tan brusca.
-
¿Qué tienes
que…?
-
¿Te acuerdas de
Sibia?
-
Claro. Pero no
entiendo nada…
-
Deja que te
explique por favor. El caso es que… - Procedió a explicar lo que Sibia había
hecho, después se hizo el silencio y Jackie se preguntó cuando había sido la
última vez que dejaba a Allyson sin palabras. - ¿Ally?
-
No lo puedo
creer – Susurró la otra. – No me lo puedo creer.
-
Eso mismo dije
yo en su momento.
-
¿Entonces la
niña ya está contigo?
-
Sí. – Al menos
por ahora pensó.
-
¡Gracias a Dios!
Oh, Jackie deseo tanto verla. Mi hija ya tiene una compañera de juegos, una
pequeña prima ¡Y de su edad!
-
El caso Ally es
que ya me vi con el padre biológico y no desea que compartamos la custodia, así
que ahora estamos peleando por ella.
Jackie
lo soltó rápido como si se tratara de un mal trago. Y eso que aún faltaba lo
peor.
-
¿Y quien rayos
es ese cretino? No te preocupes no podrá ganarnos. – Esto hizo que Jackie
sonriera algo compungida.
-
Bueno Ally, tú
lo conoces…
-
¿Sí? Insisto no
te preocupes, tendrás todo lo que necesitas, los mejores abogados, los mejores…
-
Ally… recuerda
que mi tío tiene un excelente bufete de abogados aquí en Nueva York.
-
Es cierto, pero
no está de más que tengas toda la ayuda que puedas necesitar. Máximo te apoyará
al 100 en esto igual que yo.
-
Eso me temo que
tengo que dudarlo.
-
¿Pero por que?
Sabes que él te quiere.
-
Sí, pero también
quiere mucho a su primo.
-
¿Eso que tiene
que ver? – Preguntó Allyson confundida.
-
Todo. Verás, el
padre biológico de Maddie es…. Stefano.
-
¿Stefano?
¿Troyanos? ¿Es una broma?
-
No y si es tu
querido primo Troyanos.
-
¿Estás segura
que no ocultaste tu embarazo de Stefano y ahora me dices todo esta historia
tele novelesca?
-
¿Qué yo que? –
Casi gritó Jackie. - ¿Estás loca? Pero si me viste seguido en el pasado año y
todo ese tiempo ¡Mi estomago estaba
plano!
-
Sí, si lo
siento. Es que estoy en shock y también no estoy ciega. Se perfectamente que en
mi aniversario no dormiste en casa, te fuiste con él ¿verdad?
-
¿Cómo lo
supiste?
-
Bueno, digamos
que te vieron.
-
No me dijiste
nada. – Reclamó.
-
No quería
echarlo a perder y que nuevamente te alejaras de él. Es obvio que ambos están
que se mueren el uno por el otro, si no fueran tan testarudos otra canción
estaríamos cantando ahorita.
-
Mira quien habla
de testarudez – Murmuró Jackie.
-
¿No te das
cuenta de esta maravillosa coincidencia? ¿Por qué pelear con él? Simplemente
tengan armonía por el bien de la niña y de paso descubrirás de una vez por
todas que sin él te mueres.
-
¡Muy graciosa!
Eso se dice fácil pero tú lo conoces, las mujeres le sobran, vive para sus
negocios y….
-
Y eso a ti no te
impidió acostarte con él ¿no?
-
¡No! ¡Pero ahora
es diferente tengo una hija!
-
Exactamente.
Ahora todo es diferente. – Sentenció.
-
¡Dios! A veces
no me gusta cuando pasa esto.
-
¿Qué cosa?
-
Cuando tienes
algo de razón.
-
¿Algo? – se
burló Allyson. – Pero dime ¿Por qué pelean por la niña?
-
Por que no quise
ir a vivir con él.
-
¡Lo ves! El
hombre quiere estar contigo. Jackie no lo compliques todo, sé que no es
sencillo, pero ahora piensa en Maddie.
-
Sí lo sé. –
Gruñó.
-
¿Ahora dime
cuando me traerás a mi sobrina a casa?
Stefano
se paseaba impaciente por la sala de juntas, Jackie ya se había dilatado
demasiado, bueno, a decir verdad habían pasado sólo diez minutos pero él quería
terminar con el asunto de una vez por todas. De pronto la puerta se abrió y él
ya iba a decir lo que opinaba de su retraso pero lo olvidó por completo al
verla, cosa que le pasaba últimamente. Su enojo se desvanecía al verla tan
bella, tan majestuosa, tan orgullosa y claro testaruda a decir basta. Un solo
vistazo a ese cuerpo de pecado y a esa cara de desafío bastaba para que él solo
tuviera ojos para ella y nada más. Ansiaba quitar de su mirada el desafío, el
orgullo y esa maldita necedad que hacían que lo rechazara, la deseaba pero de
igual forma quería que ella admitiera que ella también lo deseaba de la misma
manera. Y sobre todo quería lograr que ella no encontrara como librarse de él.
-
Llegas tarde. –
Le dijo él con tono seco, recuperado un poco de esa visión espectacular de
mujer que al parecer iba vestida para la batalla llevando ese color rojo
intenso que la hacía realmente apetecible.
-
Digamos que es
tu culpa – Espetó ella.
-
¿Cómo dices? –
Preguntó entrecerrando los ojos.
-
¿Nos sentamos
por favor? - Indicó el abogado de Stefano tratando de no empezar al menos no
estando de pie la confrontación. – Su abogado no tardara en llegar me imagino –
Comentó el hombre.
-
Por supuesto que
no – Dijo Jackie con los dientes apretados, al entrar iba bastante enojada
pensando en que todo era culpa de él, si no fuera tan famoso por sus negocios o
peor aún por sus múltiples romances ahora la prensa no andaría fisgoneando en
la vida de ella y la de su hija. Ser perseguidas por la prensa no era una idea
agradable. Quizás no todo era culpa de él, pero aún así ella no estaba de ánimo
razonable. Se sentó frente a él y minutos después Jan se reunió con ella.
-
Buenas tardes –
Saludó su primo y se colocó a su lado.
-
¿Este es tu
abogado? – Increpó Stefano.
-
Jan Paul Laurent
– Jackie habló con orgullo – Sí, este es mi abogado ¿Algún problema?
-
Así que este es
el hombre con quien te ves tan seguido – Afirmó mirándola con ojos fríos. Poco
antes de la reunión, él había recibido fotos del hombre que acompañaba seguido
a Jackie. El informe completo de quien era lo había llevado consigo para leerlo
en el trayecto pero no había podido hacerlo pues había recibido una importante
y sumamente urgente llamada.
-
Es mi abogado
¿recuerdas?
-
Y eso justifica
que estés con él todo el tiempo y no sólo en la oficina ¿verdad? – Su mirada
era del color de la plata encendida.
-
Ese es mi problema. – Respondió ella
altanera.
-
Eso es lo que tú
crees – Dijo Stefano arrastrando las palabras en claro tono amenazador.
-
¿Puedo decir
algo? – Interrumpió Jan.
-
¡No! – Fue la
respuesta de Stefano y Jackie dicha al mismo tiempo.
-
No estamos aquí
para discutir su relación amorosa – Dijo secamente Jan.
-
¡No hay nada
entre él y yo! – Se volvió a decirle Jackie a su primo que sonreía burlón.
-
Eso es lo que la
señorita quisiera. – Agregó Stefano.
-
Hay una niña y
por ello estamos hoy aquí ¿verdad colega? – Preguntó Jan un tanto divertido al
hombre que representaba a Stefano.
-
Exactamente
¿Podemos empezar? – Dijo el abogado de Stefano.
-
Adelante – siseó
Jackie.
-
Mi cliente
solicita para empezar que la pequeña le sea permitido verla en todo momento sin
importar el día y la hora mientras no se define el asunto de la custodia…
-
¡Pero si la ve
diario! – Protestó Jackie.
-
En los horarios
que tú has establecido – Refutó
Stefano.
-
Oye, tengo una
vida. Y no se trata de que yo me acople a la tuya cuando quieras y como
quieras.
-
Lo mismo digo
querida. Tengo muchas ocupaciones no puedo ver a la niña en los horarios
inflexibles que has puesto.
-
Una muestra más
que no tienes tiempo para ella.
-
Más bien es
muestra de tu falta de consideración hacia los demás.
-
¡Eso es lo que
tú crees…!
-
¿Podemos
continuar? – Interrumpió Jan lanzándole una mirada de advertencia a Jackie que
lo miró enfadada. El otro abogado se aclaró la garganta y continuó.
-
Mi cliente
solicita la custodia completa de Maddison Troyanos Alcántara…
-
¡Custodia
completa! ¿Sigues con esa tontería? – Jackie elevó la voz al decirlo.
-
¡Déjalo
terminar! – La regañó Jan y ella enseguida trató de controlar su temperamento.
-
¿Qué es lo que
te sorprende? Por eso estamos aquí, te lo dije desde un principio, si no
aceptabas mis términos era todo o nada – Stefano le dijo sonriendo burlón. -
Prosiga – Dijo a su abogado, riendo interiormente al ver la cara de furia de Jackie.
La acorralaría con todo lo que pudiera hasta que se diera por vencida. Lo que se
leería a continuación era precisamente para lograr su cometido.
-
Se solicita la
custodia completa de Maddison Troyanos Alcántara- Leyó de nuevo el abogado – A
menos que su madre la señora Jacqueline Alcántara acepte contraer matrimonio
con mi representado el Sr. Stefano Troyanos… - Dicho esto el abogado alzó la
vista esperando ser interrumpido cosa que no pasó, por que Jackie se esforzaba
para recuperar la lucidez después de semejante noticia, se sentía en estado de
shock ¡Había tomado en serio sus palabras de la mañana! Dónde ella lo retaba a
dejar su soltería, se había burlado de él y ahora Stefano se estaba vengando
con eso. A lo lejos oía la voz del abogado que siguió leyendo – Este matrimonio
será en aras del bienestar de la niña. se firmará por supuesto un contrato
prenupcial en el que…
-
Mi cliente no ha
aceptado nada aún - Escuchó como interrumpía Jan llegado a ese punto.
-
Por supuesto que
no – Contestó el hombre de inmediato – Pero permítame terminar, la señora debe
saber a lo que el Sr. Troyanos está dispuesto. – Esas palabras sacaron a Jackie
de su trance.
-
¿A lo que el Sr. Troyanos está dispuesto?- Alzó la vista, sus ojos relampagueaban de furia y al observar el
rostro satisfecho y cínico de Stefano, no pudo evitar decirle: - ¡Maldito seas
Troyanos! ¡Tú no quieres casarte! ¡Has puesto esa condición por que sabes, por
que piensas que no aceptaría jamás! ¿verdad? Y eso te dará armas frente al
juez, pensarán que lo mejor para Maddie es tener a sus padres juntos y si me
niego creerán que no quiero lo mejor para mi hija y lograrás quitármela ¡No
tienes una idea de cómo te odio! ¿Pues sabes que? ¡Acepto! ¡Acepto! pero juro
que después ¡desearás el infierno! –
Dicho eso salió azotando la puerta con fuerza.
-
Bueno – Dijo Jan segundos después – mi cliente necesitará ver los términos de
este arreglo.
-
No será ningún
arreglo, será un matrimonio – Dijo Stefano sumamente complacido con el giro de
los acontecimientos. Había pensado que ella se negaría en redondo. Pero que
después de presionarla terminaría aceptando. No había pensado que sucediera tan
rápido y tampoco había esperado esa declaración de odio. No iba ser fácil
apaciguar a su futura esposa. Su futura
esposa el sólo pensar en eso le alegraba profundamente y le hacía ver el
futuro con más optimismo, después de todo estaba seguro que ella no le odiaba.
-
Aquí está el
contrato prenupcial, los términos en caso de divorcio…- Decía el abogado a Jan
dándole todos los documentos.
-
No habrá
divorcio – Sentenció Stefano.
-
Está muy seguro
de ello – Comentó con tono seco Jan.
-
No puede haberlo
al menos en unos tres años, así está establecido – Dijo el abogado de Stefano
- El Sr. Troyanos no se casará sin tener
la certeza antes, de que disfrutará de su hija por lo menos durante esos años que
son vitales.
-
Todos son
vitales – señaló el propio Stefano -
Pero me conformo con ese tiempo.
-
No sé si la Señorita Alcántara
aceptará esto.
-
Lo hará –
Aseguró Stefano mirando a Jan y recordando que ese abogado estaba muy apegado a
Jackie más allá del límite profesional y justo cuando iba a terminar con ese
asunto Jan habló.
-
En ese caso
bienvenido a la familia, Troyanos. – Dijo Jan con mirada y sonrisa burlona
- No sé como se le ha pasado por alto
que Jackie es una Laurent, mi prima
hermana para ser exactos.
Stefano
estaba sorprendido pero también sumamente aliviado.
-
Tu prima es
capaz de hacer que me olvide o pase por alto muchas cosas- Le respondió.
-
Lo sé. Ella
tiene la capacidad de eclipsar todo lo demás. Es una formidable oponente
Stefano, ni por un momento crea que ha ganado.
-
No soy tan tonto
como para creer semejante cosa Laurent. Se que la verdadera guerra apenas
comienza. Queda por ver quien se rinde primero.
-
No apostaría por
usted Troyanos. No lo haré.
¿En
que momento había perdido el rumbo de su vida? Se preguntaba Jackie esa noche
mientras yacía botada sobre la cama de su habitación con la vista en el techo.
Iba a casarse con Troyanos, sería la esposa de Stefano ¿Qué implicaría eso
exactamente? ¿Compartir su cama? De pensarlo un escalofrío mezcla de
anticipación y deseo así como de temor
por seguir dañando su corazón con ese condenado hombre. Su corazón había
decidido que no dejaría ir a Stefano a pesar de los esfuerzos de ella por
sacarlo, conseguía estabilidad manteniéndose lejos de él. Pero ahora… ahora
sería demasiado difícil disimular que no sentía nada por él.
¿Ahora
que? Se incorporó y fue hacia la cuna de Maddie que dormía placidamente. “Lo
haré por ti y solo por ti” Le juro a la pequeña en silencio. Era preferible
perder completamente el corazón a perder a su hija.
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