miércoles, 22 de mayo de 2013

Cazadora En Sus Redes 7

-Mmm… ¡Que rico que estaba todo! –Suspiró Karolaine, reclinándose hacia atrás en el cómodo sofá.
-Sí, muy rico –La apoyó su amiga, dando un sorbo a la copa de vino-. ¿Verdad chicos?



Los hombres, que durante la hora transcurrida desde el encierro en el balcón, habían compartido una charla entre ellos dos e ignorándolas. Se miraban en aquel momento con cierta ironía por la situación. Y decidieron seguir sin dirigirles la palabra…

Aquello, solo provocó que Susan riera aún más. Todo lo que fuera fastidiar a Zack, era bueno…

-¿No nos vais a invitar siquiera a un café? –Preguntó al fin Vince, al ver que Susan se levantaba e iba a la cocina a prepararlo solo para ellas.
-No –Respondió muy risueña Karolaine.
-Increíble… ¿Vas hacer que vuelva a saltar a mí balcón? –Preguntó, haciéndose la victima con gran falsedad.
-Sí –Volvió a responder la joven, sin borrar su sonrisa.
-Ya veo…  -Sonrió guiñándole un ojo-. Me gustaba más la otra Karolaine…
-Mala suerte, a mí me gusta esta –Le guiñó también el ojo con aire pícaro.
-Te lo dije… -Habló Zack-. Ya pertenece por completo a las chicas… A mí amigo Thom, lo han vuelto loco –Sonrió.
-No digas mentiras… -apareció Susan, que lo estaba escuchando todo-. Tu amigo Thom, estaba muy mal acostumbrado respecto a Karolaine. Ni que fuera la chica su sirvienta… -Soltó molesta.
-Tampoco exageréis tanto… -Contraatacó él-. Si tenéis a un trozo de pan, como jefe.
-Es igualito a ti… -Señaló Susan.
-¡Entonces, es todo un tesoro! –Rió éste.
-Engreído –Le sacó ella la lengua.
-¿Susan, qué no hay café para mí? –Preguntó a todo esto Vince, intentando si colaba.
-No, hazlo con esa cafetera que tienes… Además, tú siempre tienes café listo y caliente…
-Porque a uno le gusta ser atento con sus invitados, no como otros… -Se metió con ella.
-Perdona, pero yo soy muy buena anfitriona ¿Verdad Karolaine?
-Por supuesto… -Rió la joven-. La cena de hoy, era exquisita.

Quince minutos después…

-Creo que va siendo hora de irme… -Se desperezó Karolaine en el sofá-. Mañana trabajo…
-Que lastima, que tengas que marcharte ya… -Suspiró Susan.
-Vuelve al trabajo –Le indicó la chica-. No creo que Thom, te recrimine nada…
-¿Perdona? –Dijo consternada-. Eso sería lo último que él haría… -Refunfuñó-. Él, fue quien comenzó a gritarme y quien tiene la culpa de todo…
-La tenéis los dos y punto… Que ganas tengo, de que llegue Sabrina… -Suspiró.
-¿Y Marta? –Preguntó, mientras la acompañaba a la puerta.
-No se si vendrán a la vez, o un día después… No me acuerdo, estaba muy emocionada por su adquisición…
-Desde luego, hay que decir que Marcus ha sido muy rápido en atraparla –Se rió Susan.
-Ha tenido que ser muy romántico seguro… -Suspiró la joven-. Que ganas de que me lo cuente todo… ¡Y tenemos otra boda! –Soltó emocionada.
-Por romántico no lo sé –Comentó ella-. Según las primeras llamadas de ella, eran de pura desesperación… Y créeme, que procuraré que en esta boda el ramo de la novia te caiga a ti…
-¡Qué! ¡OH, déjame tranquila que soy joven! –Protestó Karolaine sonrojándose un poco.
-Es verdad… -Se acordó-. Sigues enamorada de tu Sebastián… Deberías de ir al ataque, y comprobar si tienes alguna posibilidad.
-No lo creo… Él sale con mujeres muy sofisticadas –Señaló con un poco de amargura.
-De las cuales, se acaba aburriendo muy pronto. Si te viera con tu nueva personalidad, yo creo que lo volvías loquito…
-No digas tonterías… ¿Crees qué Zack se ha ido ya?
-Seguro que sí… Hace rato que entraron en casa de Vince y apagaron las luces de la terraza y del comedor… Abriré ya mí balcón, para que entre la suave brisa y sin peligro de que me entren esos dos.
-Seguramente que sí, por que son las doce menos diez de la noche… -Suspiró Karolaine.
-Pues es mejor, que me dejes acompañarte a tu casa…
-¿Por? Si solo son tres calles –Protestó la chica.
-Por eso mismo –Le señaló, mientras cogía sus llaves y la empujaba al rellano.
-¿Y luego quién te acompaña a ti?
-Yo se me defender mejor que tú…
-¿Desde cuando sabes karate?
-¿Karate? –Rió-. Hay un par de golpes, que son suficientes sin falta de tener que enseñar las bragas, al levantar las piernas para patearles el culo…
-¡OH! –Eres imposible… -Se rió la joven.


Veinticinco minutos después, Susan soltaba sus llaves en el mueble del recibidor. Sin encender ninguna luz, se dirigió al cuarto de baño. Allí, se peinó el cabello se lavó los dientes perdida en sus pensamientos… ¿Ya se había acabado el día? Se esperaba más guerra por parte de Zack. Se lo tenía bien merecido… Sonrió al recordar la cara del hombre de pocos amigos, cuando hubo cerrado la puerta del balcón venciéndolo en una batalla más… Pero tenía que confesarlo. Sí, tenía el mono… Es decir, estaba enganchada a él… Como uno que estaba enganchado a sus cigarrillos, después de cada comida… ¿Aquello era malo? ¡Sí! ¡Pero mira que era idiota!

Abrió el grifo del agua fría, y echándose jabón en las manos se puso a lavarse la cara con gran enfado… ¡Estúpida! ¡Tenía que quitárselo de la cabeza, pero ya!... La estaba afectando un montón, si ahora se hacía drogo dependienta de Zack… Todo le iría mal. ¡Por dios! ¿Pero por qué le hacían ahora aquella trastada sus sentimientos? ¡No podía enamorarse de esa manera de un cretino como aquel!

¿Acaso no había aprendido nada de sí misma, en todos esos años? Se riñó, mientras se quitaba la ropa que llevaba puesta y la tiraba a la cesta de lavar. Abría el grifo de la ducha y se metía dentro del cubículo, cerrando la mampara para que no saliera el agua fuera.

Fueron dos minutos, lo justo para ducharse sin falta de tocar el pelo. Abrió la mampara un poco, lo suficiente para sacar un poco el brazo y coger la toalla… No estaba en su lugar. Una vez más, se había vuelto a caer el soporte al suelo… Con gran fastidio, abrió de un solo tirón la puerta de la ducha, para quedarse completamente helada por unos instantes…  Juraría, que aquella mañana había puesto una toalla limpia…

-¡Maldita sea! –Gruñó con gran fastidio, saliendo de la ducha totalmente empapada. Se secó los pies en la alfombra, para no mojar el suelo de la casa y de paso, no resbalarse y romperse el cuello.

Caminando rapidito, como una ninfa de los bosques, se dirigió a su dormitorio para coger una toalla del armario. Abrió la puerta de par en par, y dio dos pasos para quedarse clavada en el lugar, sin lograr pronunciar una sola palabra por la sorpresa.


-Si buscas esto –alzó Zack la toalla con su mano, todo tumbado cómodo en la cama-, aquí la tienes… Aunque, no me importaría para nada ayudarte… -Dijo divertido, y sin perderse ni un gramo de su cuerpo.
-¡AH! –Chilló al despertar de aquella sorpresa-. ¡Qué haces aquí! –Retrocedió los dos pasos y se escondió detrás de la puerta-. ¡Cerdo! –Le escupió con gran enfado.
-Que yo sepa, aún no me había despedido… -Rió-. Será mejor que entres a por la toalla, y así, yo me despediré como es debido.  Vamos Susan… -Siguió sonriendo-. Acércate y sécate… Oh, deja que lo haga yo…
-Vete al cuerno Zack –Le gritó tras la puerta-. ¡Tírame la toalla!
-Va a ser que no…
-¡Imbécil! –Volvió a insultarlo en un gruñido.
-Bueno… Veo que sabes insultar… -Dijo aún con la risa puesta-. Pero también veo, que eres una gallina… Mira que siendo una cazadora, y te escondes tras una puerta…
-¡Por que estoy desnuda, idiota! ¡Y quieres largarte de mí casa!
-Lo de que estas desnuda, créeme que lo eh comprobado de una manera muy placentera…
-¡Cállate so memo! –Soltó sonrojándose aún más.
-Entre el beso del otro día y la visión de tu bello cuerpo, eh de decirte querida mía que aún me tienes más loco…
-¡Déjate de estupideces y márchate!
-Sé que en el fondo no deseas que me marche ésta noche… Tus ojos, son los que me han estado mandando ese mensaje durante toda la cena.
-Me parece que el vino te ha emborrachado… ¡Y pásame la toalla, de una maldita vez! –Dijo asomando la cabeza por la puerta, asustándose al momento-. ¡Qué haces! –Chilló un tanto alarmada, al ver que el hombre se levantaba de la cama.
-Tranquila, querida… -Le susurró-. Solo voy a darte la toalla.
-Quieto ahí… Solo quiero que me la tires… -Le imploró un poco desesperada.
-Muy bien… -Suspiró alzándose de hombros, para coger y enrollar un poco la tela y lanzarla al aire con muy poca fuerza, consiguiendo que esta se quedara a medio camino de ella-. Ahí la tienes…
-¡Eres un maldito necio! –Escupió enfadada, viendo que el hombre lo había hecho expresamente-. ¡Canalla! ¡Traidor! ¡Cerdo!
-¡Pero querida! –Le dijo todo divertido-. Te voy a lavar esa sexy boca con jabón, como escuche un insulto más…
-¡Burro! ¡Subnormal!... –Dijo sin hacerle caso.
-Muy bien Susan, tú lo has querido… Luego, a mí no me vengas replicándome…
-Te replicaré todo lo que yo quiera, dado que estas en mí casa pedazo de alcornoque –Refunfuñó-. Y ándate con cuidado con tus amenazas, por que te vuelvo a señalar que te hallas en mí casa… ¿Oyes?... ¡Mí casa! Así que lárgate, por que soy capaz de coger el teléfono y llamar ahora mismo a la policía…
-¿Y cómo les piensas abrir la puerta? ¿Así, tal como vas? –Rió con cierta zalamería-. Y otra cosa… ¿Dónde tienes el teléfono?... ¿Te atreves de ir desnuda al comedor a cogerlo?


Como única respuesta a todas sus malditas, pero acertadas observaciones, lo que escuchó fue un golpe seco en la puerta. Sonrió… Por lo visto,  a su cazadora no le gustaba encontrarse en tan gran batalla perdida… Perfecto, punto para Susan y punto para él en aquella misma noche… Aunque a él, podría apuntarse dos tantos…


-¿Estas bien Susan?  -Preguntó, sin disimular en ningún momento su  humor en la voz-. ¿Te ocurre algo? Mira… haremos una cosa… -No le dio oportunidad a responderle-. Voy hacer que no estés en ninguna desventaja…
-Lo único que tienes que hacer, es largarte de mí casa…
-Pero Susan, si me tengo que marchar date cuenta que tendré que pasar por tu lado… -Le informó-. Por eso mismo, voy hacerte un favor para que estemos con la misma desventaja…
-No quiero ni un favor, viniendo de una sabandija como tú… -Le escupió mal humorada.
-Encima que me preocupo por tú situación de desventaja… -Le soltó con descaro-. Que poco comprensible que me llegas a ser mujer…
-Si me tiraras la toalla en condiciones, no habría ninguna situación… Esto solo me está demostrando, lo traidor y degenerado que llegas a ser con las mujeres…
-Madre de dios –Se rió-. Hay que ver como juzgas a las personas, sin darles una oportunidad siquiera de defenderse…
-¿Pero que oportunidad quieres que te dé ante esto? –Refunfuñó.
-No te preocupes, que ya te la estoy dando yo en estos momentos… -Dijo, mientras hacia unos ruidos extraños.
-¿Qué estas haciendo? –Preguntó ella con gran curiosidad, ante aquellos pequeños ruidos.
-Darte una cierta ventaja, aunque… -Más ruidos-. No creo que te los merezcas…
-Espero que no estés registrando el cajón de mí ropa interior… Pervertido –Señaló con un poco de desesperación.
-… -Zack, se volvió a reír-. Eso no me hace falta, aún no eh entrado en los setenta para hacer esas cosas… -Escuchó como se movía y se sentaba en la cama, para acto seguido escuchar dos golpes secos. ¡Un segundo!... –Bueno, ya casi…
-¡Te estas desnudando! –Chilló ella, al comparar aquellos dos golpes, con el gesto de cuando uno lanzaba los zapatos al suelo.
-Sí… -Se rió él-.Ya te lo eh dicho… Me pongo en la misma desventaja para…
-¡AH! –Chilló desesperada y asomando un poco la cabeza sin creérselo aún-. ¡Pero que te crees que haces! ¡Vístete, idiota!... –Le gritó con la cara colorada, al ver que el hombre se hallaba sentado en la cama y desnudo de cintura para arriba.
-No… -Se levantó y se desabrochó el cinturón, para seguidamente empezar a bajarse la cremallera del pantalón.
-Zack –Respiró aire, por lo que estaba viendo-. Por favor, ni se te ocurra bajarte los pantalones…

Demasiado tarde. El hombre con sonrisa de triunfo se los bajaba, para descubrir unos bóxers negros arrapados a su cintura estrecha, y musculosas piernas…

Susan tragó saliva, ante tal sensual visión. Como iba  a luchar ante aquel adonis, cuando ahora mismo sus pulsaciones ante lo fuertes que latían casi la empujaban hacia él… No podía apartar la mirada de aquel cuerpo, y él también estaba viendo aquella debilidad.

Que ganas de borrarle aquella sonrisa de triunfo con una buena bofetada… Pero por nada del mundo iba acercarse a él, con tanto musculo al aire libre. ¡Y menos tocarlo!

Con los ojos bien abiertos, observó su siguiente movimiento… Vio segundo a segundo, como sus fuertes manos se dirigían a su estrecha cintura, para con sus dedos sujetar en gesto decidido la costura de sus bóxers… ¡Ah no!...

-¡Zack, para!... –Le ordenó, pero sin poder apartar su mirada. Estaba completamente hipnotizada por aquella situación.
-Si te moleta, solo tienes una opción… -Sonrió-. Cierra los ojos querida…
-¡No seas idiota, quiero que…! ¡OH! –Cerró los ojos de golpe, al ver como en un gesto único, el hombre se desprendía de la única prenda que le quedaba para entrar en el punto de algo de decencia-. ¡Ponte ahora mismo toda tu ropa, so memo! –Le gruñó con los ojos cerrados y totalmente en estado de puros nervios.
-No ocurre nada Susan… -Le habló él, mientras se acercaba a ella deteniéndose tras la puerta-. Ahora, si que estamos en la misma desventaja… Ahora, podremos hablar en completa igualdad no crees…
-¡Qué! –Abrió los ojos de sopetón, al notarlo tan cerca de ella-. ¡No des ni un paso más!... Pero estate quieto, que diantres te crees que estas haciendo… -Soltó indignada.
-Vamos Susan, sabes que es lo que quiero... Y lo que tú también quieres…
-Sí, que te largues y dejes de hacer el idiota… ¡Y vístete!
-Susan… -Le dijo, poniendo una de sus manos en el borde de la puerta, provocando que ella diera un salto hacia atrás y se pusiera muy nerviosa.
-¡Haber capullo, como me asomes la cabeza por esa puerta te juro que te mato! –Le escupió, tapándose aún más el cuerpo.
-No tengas vergüenza, si tú y yo estamos acostumbrados a enseñar nuestro cuerpo…
-No me interesa que tú me lo veas, y no soy ninguna exhibicionista… -Soltó enfurruñada.
-Lo siento querida, pero ha llegado nuestro momento y lo sabes… No tienes por que estar nerviosa…
-Zack, estate quieto… no hagas ninguna tontería so burro…
-Voy abrir la puerta del todo…
-¡Y yo digo que no!
-Lo siento… -Y acto seguido, abrió la puerta de par en par provocando que ella chillara y saliera corriendo dirección al comedor.
-Pero por que te comportas como una virgen tímida… -Rió él, caminando tranquilamente hacia ella-. No te engañes más Susan, sabes que tú también lo quieres… ¿Pero qué te has puesto? –Rió, cuando entró por el marco del comedor y se encontró a la chica, con el hule de plástico de la pequeña mesa del sofá, alrededor de su cuerpo como escudo de protección-. Eso, no te va a servir de nada…
-No te acerques a mí… -Le dijo, moviéndose unos pasos en dirección a la cocina al ver que él la seguía y no hacía caso a sus palabras.
-Susan… -Susurró su nombre, mientras sin que ella se diera cuenta era atrapada en la cocina sin ninguna vía de escape-. Admite la verdad, esto es lo que quieres… -Le dijo con voz sensual, una vez parado delante de ella.
-No… -Susurró terca, y sujetándose con fuerza el mantel de plástico a su cuerpo.
-Sí… -Le sonrió él, poco antes de depositar sus cálidas manos alrededor de su rostro con mucha delicadeza, y mirarla unas milésimas de segundo fijamente a los ojos, antes de cerrarlos y acercar sus labios a los de ella en un leve roce.
-Zack… -Pronunció en un susurro, y sin cerrar aún sus ojos, pero sin tratar de defenderse para nada.
-Dime pequeña… -Le habló con dulzura y mirándola a los ojos-. Ves como no ocurre nada malo… -Siguió hablándole, mientras rozaba otra vez aquellos sensuales labios-. No hay nada de malo en lo que estamos haciendo… Es lo que nuestro cuerpo, lleva deseando desde hace tiempo… -Bajó sus labios al cuello, en donde el pulso de la chica latía con gran fuerza, y logrando que ella se rindiera un poco al cerrar aquella vez sus ojos-. Por que negarle esto, si es lo que nosotros también estamos deseando… -Le dijo mientras mordía con sensualidad el lóbulo de su oreja.
-Zack… -Volvió a susurrar, pero con gran pasión mientras conducía sus manos a la nuca del hombre, dándole igual que con aquel gesto dejara de sujetar aquel frío mantel alrededor de su cuerpo. Lo que quería, era sentir la calidez del cuerpo de él.

Ante aquella entrega de confianza de la chica, bajó sus manos hasta depositarlas en la delgada cintura de ella, para sujetarla con fuerza y alzarla hasta la encimera de la cocina, y seguidamente atrapar con gran pasión sus labios. Escuchando, un gemido salir del fondo de su garganta, mientras lo abrazaba con sus piernas… No sabía si era por contraste del frío del mueble en sus nalgas, o por hambre ante aquella pasión… Lo que si sabía, es que había llegado el momento… Los dos estaban preparados desde hacia mucho…
Sin separar sus labios, solo lo justo para coger aire… Deslizó su mano derecha por su muslo en una posesiva caricia, para después dirigirse  a su latente sexo y comprobar en una suave caricia, que ella estaba dispuesta… Consiguiendo con sus dedos, que ella gimiera más y profundizara más el beso por las sensaciones que estaba sintiendo.

Paró de acariciarla, por que ya no podía más y estaba seguro que a ella también le ocurría lo mismo. Y con un simple gesto, empujó sus caderas hacia dentro, conduciendo su sexo a la boca de placer que lo recibía con gran agrado… Para empezar a bailar un sensual baile, con sus cuerpos…

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