jueves, 30 de mayo de 2013

"Gabriela Ruiz" Encuentro Con El Destino 4

Los recuerdos de lo sucedido tras el abandono de Stefano volvieron a su mente. Si de por sí se sentía con el ánimo por los suelos y todas sus ilusiones rotas, saber que estaba embarazada fue el último empujón que necesito para hundirse en una profunda depresión a la cual pensó no sobreviviría.  Pero, lo bueno de tocar fondo es que ya no te vas a hundir más y la única alternativa era mirar hacia arriba y escalar hacia una recuperación que fue lenta pero gracias al apoyo de Caro se hizo realidad.  Cuando Danny había pensado, que después de todo, algo bueno resultó del engaño de Stefano, pues a pesar que la noticia de que esperaba un hijo fue impactante y le dejó en estado de shock tal que al principio no le importaba la suerte de aquel pequeño, poco a poco se había hecho a la idea de que una pequeña vida se gestaba en su interior y fue conciente del milagro que eso significaba. 

Claro que ella aceptó su situación, pero no sucedió lo mismo con sus padres, quienes, no daban crédito a lo que ella decía; su madre lloraba por ver arruinada la vida de su pequeña y su padre la maldecía por haber avergonzado a su familia y sentar un mal precedente para su hermana.  Pasada la primera impresión de la familia, su padre le echó de la casa y ni el llanto de su madre ni las súplicas de su hermana hicieron que él cambiara de opinión.  Danny no dudó que lo mejor era irse, pero ¿qué haría ahora?  No tenía trabajo, estaba estudiando y no tenía dinero ni lugar a donde ir, pero los padres de Caro le abrieron las puertas de su casa y de igual manera le ayudaron con los pagos de sus estudios, con lo que Danny estaba sumamente agradecida y les dijo que lo aceptaba solo como un préstamo y que les pagaría todos los gastos que les ocasionaba.  Busco un trabajo que le hiciera factible estudiar, así que trabajó en una librería y cambió sus estudios a modalidad nocturna.  Su bebé iba creciendo, ella lo sentía, a pesar de que apenas se estuviera notando un leve cambio en su vientre. 

Un día Danny debía colocar libros en uno de los estantes más altos, por lo que tomó una escalera y cuando estaba a punto de descender, calculó mal el escalón que estaba abajo, resbalándose y sin poder evitar caer al suelo estrepitosamente, lo que citó de inmediato la atención de todos y al verla inconciente llamaron a una ambulancia.  Pero, todo fue en vano, a pesar de los esfuerzos que se hicieron, la caída había impactado directamente a su vientre, lo que le provocó un aborto instantáneo.  Al conocer esta noticia Danny se sintió morir y sobretodo, se sentía culpable, pues al inicio no había aceptado con entusiasmo la noticia, más bien había deseado no estar embarazada, Dios le había arrebatado el regalo que ella en un principio despreció, pero luego, todo había sido distinto, inclusive había comprado pequeñas prendas que le hacían mucha ilusión.  Ahora todo estaba roto, no había ilusión ni vida en ella, nada, solo la nada absoluta la invadía y por segunda vez en menos de 4 meses volvía a morir su corazón y por ende todos los sentimientos existentes.  En ese momento, ella murió con su bebé y dudaba mucho que la vida osará a volver pasar por ahí.  No importaron los esfuerzos que hicieron a su alrededor, ella simplemente no reaccionaba.  Estaba como en otro mundo y lloraba constantemente.  Hasta que un día de pronto paró, ya no se lamentaba ni sollozaba, parecía haberlo aceptado y aunque casi no tocaba ese tema, siguió adelante y no miró nunca más al pasado, excepto en las noches, ahí no podía ignorar sus remordimientos y las pesadillas que le atormentaban. 

Al saber del aborto, su madre y hermana le ofrecieron su apoyo, pero ella solo las escuchó y nada más.  Ya no le dolía más, les dijo, y, parecía que lo decía en serio, lo que preocupó a su madre pero supo que nada podría hacer, pues le había abandonado cuando más la necesitaba.  Su padre también fue a buscarla para exigirle que regresara ya que aquel niño jamás vería la luz y que había sido un alivio saber lo ocurrido.  Danna no se alteró, solo lo miró fugazmente con un brillo de odio y lo ignoró, causando la furia de su padre por herir su orgullo. 

Continuó con sus estudios y se graduó como una de las mejores en su especialidad.  Desde la Universidad ya había adquirido fama con lo innovador de su diseño, por lo que montó su estudio de diseño independiente y poco a poco fue amasando una respetable fortuna, pagó todas las atenciones de los padres de Caro diciéndoles que quedaba eternamente agradecida con ellos y que era como si fueran sus padres.  Su padre viendo su éxito, la visitó nuevamente, pidiéndole que regresara con ellos.  Danna por supuesto no aceptó y él le recriminó que si estaba donde estaba era gracias a ellos y que era una malagradecida.  Danna lo ignoró, pero esta vez, su padre no estaba dispuesto a perder un dinero que consideraba suyo y le dijo que, después del daño hecho a la honra de su familia, lo mínimo que podía hacer era retribuirles por el perjuicio.  Danna lo hizo, le preguntó cuanto era lo que quería, pero con la condición de que se olvidara de que tenía una hija para siempre.  El aceptó, solo después de negociar una cantidad considerable.

Si le afectó la situación a Danna, ella no lo demostró.  Siguió con su vida y al presentarse la oportunidad de una pasantía con posibilidad de contrato permanente en una empresa de fama mundial,  Danna no lo dudó, presentó su candidatura y al enterarse de que había sido escogida, vendió su pequeño local de trabajo y se embarcó en ese nuevo episodio de su vida.   


Después del impacto inicial, se dio cuenta del error que habría cometido si se hubiera ido de Italia abandonándolo todo.  No, todo iba a ir bien de ahora en adelante, de eso se encargaría ella.  Aunque le inquietaba un poco, no, mucho, lo que estaba empezando a sentir por Leonardo, su jefe desde el mismo momento que lo conoció.  Pero, no eran muy importantes esos sentimientos, ella los podría reprimir, estaba segura y más cuando sabía que él era el padre del hombre que tanto daño le había hecho.  Si antes había una pequeña posibilidad de que se estuviera enamorando de él, ahora con esa verdad revelada era imposible.

Danna notó que ya era la hora del almuerzo por lo que estaba a punto de salir, cuando una pequeñita entró a su oficina y le miró con una sonrisa en los labios.  Danna se la devolvió y le preguntó su nombre.  Beth dijo y a ella le pareció una belleza de niña.  Tenía los ojos verdes más lindos que hubiera visto y una boquita pequeñita.  Parecía una muñequita con aquella piel clarísima y un cabello rubio precioso. 

- Hola Beth, mi nombre es Danna – dijo a la niñita

- Hola Danna y ¿tú trabajas aquí?

- Si soy nueva… pero ¿y tú de donde saliste?

- Vengo de la oficina de mi papi, me escapé ¿sabes? –dijo orgullosa.

- Ah ¿sí?  Pues vamos a buscar a tu papi porque debe estar muy preocupado.   Andando.

Tomó a la niña de la mano y ella le siguió sin muchas ganas.  Precisamente cuando estaba por atravesar el umbral de la puerta, su jefe pasaba agitado por delante y al ver algo dentro retrocedió:

- Por fin te encontré pequeña, porque escapas de papá así nena- dijo un tanto jadeante agachándose a abrazarla.

- Solo quería jugar un poco porque estaba aburrida, mira papi, tengo una nueva amiga, su nombre es Danna.

- Si nena, la conozco, ahora deja a la señorita que debe tener mucha hambre y tú también ¿verdad?

- Claro, vamos –concluyó sin soltar la mano de Danna con lo que ella tomó parte activa en la conversación.

- Mira Beth, tu padre tiene razón debes ir a comer y yo también así que ve preciosa, ¿te parece? y conversamos luego, vale.

- Vale, pero, ¿por qué no vas tú con nosotros?

- Porque… bueno, porque es complicado sabes, yo… yo ya tengo con quien ir.

- ¿Si?, ¿con quién? –preguntó con suspicacia la chiquilla.

- Pues con una amiga… hum Mandy si eso es, con ella.

- ¿Eres amiga de tía Mandy?  Pues seguramente no le importara que comas con nosotros –insistió la niña.

¿Dijo tía Mandy? algo se le estaba escapando, se dio cuenta Danna, algo grande.

- Nena deja a Danna, ya te dijo que está ocupada. –replicó por fin Leonardo y Danna suspiró aliviada.

- Pero papi, Danna aceptaría si tú le invitas a comer ¿verdad Danna? es que me ha agradado mucho y además tú eres su jefe, ordénale.

- Cariño yo no puedo hacer eso –contestó, pero ante la súplica en la mirada de su hija cedió- Danna ¿podría acompañarnos a comer?

- Bueno, no creo que sea apropiado y yo… no lo creo señor.

- Por fis –pidió Beth tomando la mano de Danna – acompáñanos.

Ante la mirada de esperanza de la pequeña Danna terminó por ceder y se encendió un brillo en la mirada de la niña y en la del padre también.

Mientras caminaba hasta el parqueadero, pues iban a un restaurante, porque ya tenía reservaciones le comentó su jefe. Danna pensaba que era para evitar comentarios y lo que fuera aún peor, que llegaran a oídos de su esposa, porque ahora sí que Danna estaba segura que Leonardo estaba casado.  Sus pensamientos fueron interrumpidos por un comentario de Leonardo al terminar de acomodar en el asiento trasero de su auto a Beth y abrir la puerta del copiloto a Danna:

- No había visto tan feliz a Beth desde la pérdida de su madre.

Danna lo miró con desconcierto y Leonardo continuó con una sonrisa triste:

- Así es, soy viudo.

- Lo siento –balbuceó Danna.

- No hay problema, de eso hace tanto ya, pero… aún duele como si hubiera sucedido ayer.

- Lo imagino – replicó Danna con cierto toque de amargura en su voz porque entendía perfectamente el sentimiento de su jefe.  Ella misma lo sentía aún.



Capítulo 8

El restaurante era precioso, nada ostentoso y de una sobriedad digna.  Le encantaba esa sencillez que cautivaba la vista con pequeños detalles.  Ordenaron la especialidad de la casa y luego reanudaron la charla, pues habían permanecido en silencio, ambos sumidos en sus recuerdos y Beth entretenida con una revista.

- ¿Qué edad tienes Beth? –preguntó Danna a una inquieta Beth

- Tengo 6 años –contestó con una sonrisa - ¿y tú?

- Yo tengo 22 años –dijo Danna y continuaron la conversación que era seguida con interés por Leonardo.

Danna es tan joven –pensaba Leonardo – dudo que se fije en mí, además seguramente le parezco un abuelo ya – se lamentaba.

Cuan equivocados estaban los pensamientos de Leonardo, Danna pensaba que su jefe la veía como una niñita por la cara que puso cuando dijo su edad, pero, para ella la edad no era ningún impedimento, si estuviera interesada en él claro, y además su jefe no debía ser tan mayor pero entonces… ¿cómo era papá de Stefano?  Hasta que algo que dijo la niña captó su atención:

- … y Stefano me trata a veces como si fuera un bebé pero Mandy es distinta.

-  Así… y ¿por qué ella es distinta?

-  Por qué ella me permite participar en sus conversaciones con mi papi y Stefano no. – bajó la voz y le susurró a Danna – no se llevan muy bien ¿sabes?
En ese momento sonó el celular de Leonardo quien se disculpó y se retiró de la mesa para hablar con calma.

-  Entonces ¿Stefano es tu hermano? –continuó Danna

- Si.

- Y ¿cómo era la relación de Stefano y la madre de ustedes?
- Stefano se llevaba bien con mi mami aunque supongo quiere más a su mami.

- No entiendo nena, ¿tu mami y la de Stefano no era la misma?

- No, su mamá sigue viva y la mía está en el cielo.

- Ah… nena pero no te pongas triste, sé que la debes extrañar pero no olvides que ella te cuidará siempre desde el lugar en el que está.

- ¿Tú tienes hijos? –dio un giro al tema Beth ante la mirada atónita de Danna.

- No, no tengo –cuando había estado a punto de cambiar de tema, algo la impulsó a seguir – mi hijo también está en el cielo, con tu mami.

- ¿Lo extrañas mucho? –inquirió Beth colocando su pequeña manito sobre la mano de Danna, en un gesto de total dulzura.

- Si, cada día.

- Entonces ¿estás casada?

- No.

- ¿Eres viuda como mi papi?

- No nena, soy soltera. Nunca me he casado.

- ¿Podrías casarte con mi papi? Él está muy solo y triste desde que mi mami se fue y además, tú me caes bien.

Danna iba a ignorar la propuesta de la niña y continuar por temas más fáciles, pero no contaba con que su jefe había oído la propuesta y reprendiera a la niña por lo que había dicho.  Ahí, sí, que Danna se puso de mil colores y su jefe también tenía un aspecto algo avergonzado.

- Cariño, deja en paz a Danna y no le hagas más esas preguntas, que no deben ser tratadas por niñas sino por los adultos.

- Papi, ¿por qué no le pides tú que se case contigo? Tú si eres un adulto.

-  Para casarse primero hay que conocerse y amarse nena, no se lo propones a la primera persona que vez en la calle.

- Pero a Danna yo no la encontré en la calle, sino en tu oficina, es decir, ya la conoces y solo falta que la ames.  ¿No la amas, papi?

Afortunadamente llegó lo que habían pedido, cesando así las preguntas de la niña que tenía mucha hambre y para alivio de Leonardo quien, francamente no sabía que era lo que sentía por Danna y para ella que había pasado de estar blanca de la sorpresa por la primera propuesta a pasar a estar roja por la última pregunta.

Sin embargo, el respiro que les dio el momento de la comida, no bastó para calmar los alborotados pensamientos que cruzaban sus cabezas.  Beth había decidido que quería como nueva mamá a Danna porque era muy linda y se portaba bien con ella, al contrario de esa odiosa de Marie.  Si, Danna era la indicada –pensó con decisión para sí y un brillo centelleó en su mirada.

Danna no dejaba de pensar en las palabras de Beth.  En realidad lo que más le sorprendía era que con ella hubiera podido hablar de su bebé.  Era con el primer ser humano que hablaba de ello después de la pérdida que sufrió.  Y eso en realidad le hacía pensar que tal vez por fin lo estuviera superando.  Beth era la primera persona que había atravesado la coraza que había construido alrededor de esos recuerdos, especialmente del aborto, pues si bien hablaba con Caro, nunca se pronunciaba específicamente sobre su bebé, dándolo por sobrentendido.  Sin embargo, eso de casarse con su padre era, sencillamente absurdo.  Porque apenas lo conocía, era el padre del hombre que destruyó sus sueños y no lo amaba.  Bueno, en el último punto ya no estaba tan segura.

Leonardo batallaba con los sentimientos que surgieron de las palabras de su pequeña.  ¿Cómo iba él a volver a casarse y mucho menos con Danna? No era que Danna no lo atrajera sino más bien por la diferencia de edades entre ellos, y que apenas se conocían claro.  Pero lo que más pesaba era el asunto de los años.  Ella tenía casi la misma edad que su hijo Stefano y seguramente haría mejor pareja con él.  Si no estuviera casado, claro, su nuera le caía de maravilla, era una gran muchacha.  Además, él ya tenía 38 años y necesitaba, si volviera a casarse, una mujer más madura que tuviera expectativas reales y no una jovencita que seguramente todavía vivía fantaseando y no habría experimentado nada de la vida.  Pero, lo que sinceramente le había sorprendido era que su hija quisiera que él se casara, pues siempre se había mostrado apática a la idea y con un par de mujeres que él quiso formalizar no lo hizo en parte por la negativa rotunda de Beth.

Terminado el almuerzo, reanudaron la charla, con temas triviales, y Danna les contaba lo hermoso que era su país, cuanto lo extrañaba y a sus seres queridos, la nostalgia que sentía por los paisajes que ya se había acostumbrado a ver y se los describía, ante la admiración de Leonardo y la ensoñadora mirada de Beth, quienes se sintieron traslados por el sentimiento de Danna.

Al llegar a la empresa, Danna cortésmente agradeció por la deliciosa comida a Leonardo y besó en la mejilla a la niña despidiéndose para dirigirse a su oficina con una sonrisa en los labios.  A pesar de todo, había disfrutado enormemente de la compañía de Leonardo y Beth.

Danna se concentró tanto en el trabajo que perdió la noción del tiempo, se detuvo para mirar el diseño en conjunto y colocar detalles, cuando se dio cuenta de la hora.  Era casi las 9 y ella salía a las 7.  Realmente le apasionaba lo que hacía –se dijo- pero ahora era momento de partir para el hotel.

Mientras caminaba se dio cuenta que no había notado lo cansada que estaba hasta este momento.  No miraba por donde caminaba pues apenas había una tenue luz, sin embargo, pudo sentir que no estaba sola.  Alguien se acercaba, pero ¿quién sería a esas horas?

- ¿Qué demonios haces aquí? –inquirió una voz masculina muy familiar en un tono peligroso mientras la tomaba fuertemente del brazo.
 

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