sábado, 30 de noviembre de 2013

Quiero olvidarme de ti 2°


Capítulo 4
Daba vueltas en la cama.  No podía dormir.  Cerraba los ojos y lo único que visualizaba era recuerdos que parecían más reales que nunca.  No parecían un lejano pasado… sino un vívido presente.
Aquel viaje había cambiado su vida.  Acompañaba a su mejor amiga Melina a la boda de su hermana en Italia.  Siempre le había fascinado Italia y que mejor oportunidad de conocerla que en una boda. 

Suspiró y se sentó.  No podía permanecer acostada.  Se frotó los ojos intentado alejar las imágenes que en tropel acudían.
Melina estaba nerviosa porque no había visto a su hermana en años.  Ella le tranquilizaba.  Danna siempre había sido una persona cariñosa y en la última carta se le notaba muy feliz y sin rencores por el pasado.  Cuando llegaron a Italia dos hombres les esperaban.  Recordaba que el primero era Carlos, el chofer del esposo de Danna y el otro hombre… ese hombre era otro tema aparte.
No podía más.  Su cuerpo se negaba a darle el descanso que tanto le hacía falta.  Lo mejor era levantarse y fue por un vaso de agua.  No tenía mucha sed pero, necesitaba hacer algo.
-  Soy Sebastien Lucerni  -había dicho en un perfecto español y las dos sonrieron-  Él es Carlos y nos va a llevar con Danna.
-  Mucho gusto, Sebastien  -Melina sabía de él por las cartas de Danna-  Soy Melina y ella es mi amiga, Doménica.
-  El gusto es todo mío, bellísimas  -pronunció y a continuación tomó sus manos y las besó galantemente. 
Doménica recordaba haber pensado que parecía y se comportaba como un príncipe.  Era todo lo que ella deseaba en un hombre  -pensó soñadora.
Ahora que rememoraba, desde el principio había sentido una especie de magnetismo hacia él. 
Tenía ese aire seductor y caminaba con seguridad…  Melina también estaba cautivada pero no en la medida en que lo estaba Doménica.  Bueno es que Melina tenía a Diego, su novio en ese tiempo y que volaría más tarde a encontrarse con ellas en Italia.  En cambio, Doménica no veía ningún obstáculo para hacerse unas cuantas ilusiones… ¿qué tan malo podía ser?
Detuvo su recorrido por la casa…  Había caído que en cierta medida Sebastien tenía un parecido con Diego.  Ninguno de los dos era capaz de amar…
-  ¿Qué tal el viaje?  -inquirió Sebastien y Mel sonrió.
-  Bien…  -Mel miró a Doménica-  ¿A ti que te pareció Dome?
-  Largo…  -le sonrió a Sebastien-  No estoy acostumbrada a viajar…
-  Si, seguro es eso porque a mí se me hace bastante corto  -sonreía Sebastien mientras contestaba su teléfono que sonaba en ese momento-  Disculpen.
Las dos se miraron mientras escuchaban lo que Sebastien decía.  Hablaba en  italiano pero Doménica entendía perfectamente… no en vano sus padres le habían enviado a cursos de idiomas varios veranos. 
-  Lástima…  -le había susurrado a Mel y ella le miró interrogante-  Tiene novia… -traviesa añadió-  o novio…  -terminó provocando risas en Melina.
-  Disculpen, asuntos importantes…  -dijo Sebastien y ellas le sonrieron.
-  Si…  -Melina contenía la risa.
-  Por supuesto…  -Doménica intentaba parecer seria.
-  ¿Qué?  -inquirió él con inocencia.
-  ¿Con quién hablabas?  -Mel lo miró divertida-  Por favor… no me digas que con un hombre…
Sebastien no entendía de qué iba todo aquello.  De pronto comprendió.
-  ¿Hablan italiano?  -él había pensado que ninguna lo hablaba.
-  Yo no… por el momento  -Mel sonreía-  Pero mi amiga si.
-  ¿Doménica?  -él sonrió, así que lo había entendido- ragazza, ¿parla lei italiano?
-  Si, chiaramente –Doménica le devolvió la sonrisa.
Cuando Sebastien iba a decir algo más, Mel interrumpió:
-  Ya que ha quedado claro… podemos hablar en el idioma que todos entendemos.  Español, per favore.
-  Pero si tú también lo hablas…  -había dicho Sebastien.
-  No, Dome me está enseñando pero no he avanzado mucho…
-  Tal vez necesites otra maestra…  -Doménica había bromeado.
-  O maestro  -sonrío seductor Sebastien en tono bromista.
-  No gracias.  Mi novio es muy celoso  -río Mel ante la cara de Sebastien.
-  Jaque Mate  -había dicho Doménica ganándose una fulminadora mirada de Sebastien.
La conversación había sido animada hasta llegar a la mansión.  Sebastien era un hombre muy divertido y sonreía bastante a menudo.  Un peligroso seductor. 
Al salir del auto, primero se bajó Sebastien, luego Mel a quien él ofreció la mano y ella la tomó riendo.  Doménica fue la última.  También le ofreció su mano para ayudarla a salir.  Pero cuando la había tomado, Melina ya estaba alejada y él le susurró: Me refería a ser tu maestro, Dome –el tono sugerente de su voz había hecho que por su cuerpo corriera toda una estela de fuego que despertó sus sentidos…  Si, definitivamente era un seductor.
 -  ¿Sucede algo, Dome?  -preguntó Melina al verla tan callada y sonrojada.
-  Nada  -contestó mecánicamente.
-  No vayas a molestar a mi amiga.  ¿Te quedó claro?  -Melina había amenazado en broma a Sebastien.
-  Ni se me hubiera ocurrido…  -dijo inocente y acto seguido le dirigió una mirada cargada de deseo a Doménica.  Guiñándole un ojo se adelanto hacia Danna que venía con él que suponían sería su esposo.
Doménica maldijo al casi tropezar con uno de los muebles en la oscuridad.  La luz de la luna estaba ausente aquella noche.  ¿Sebastien también recordaría?  Tal vez… pero seguro que no tan bien como lo hacía ella… podía precisar incluso la ropa que usaba Sebastien, sus movimientos, sus palabras… su aroma que era el mismo de esta noche.  No cabía duda… no había cambiado nada.
Sebastien, en su habitación, recordaba el encuentro con Doménica.  No se había dado cuenta que la extrañaba… que extrañaba sus caricias, su aroma, su cuerpo… hasta esta noche, que la había tenido, nuevamente, a su lado.
Capítulo 5
Dadas las presentaciones respectivas, se instalaron en la casa de Leonardo, el prometido de Danna.  El entusiasmo por la boda se percibía en el ambiente y Doménica no podía menos que sentirse muy feliz porque las historias de amor si existían… solo bastaba mirar a Leonardo y Danna juntos.
No volvió a ver a Sebastien hasta la noche.  Él había asistido a cenar y se ofreció a llevarlas a recorrer la ciudad.  Mel declinó la oferta porque quería esperar a Diego…  Doménica aceptó con algo de reticencia.
-  ¿No confías en mí?  -Sebastien la miró cuando salían.
-  Claro que confío, pero…  -no confió en mí, pensaba… además ni siquiera lo conocía.
-  Pronto aprenderás que….  –Sebastien sonrió irónico-  no debes confiar en mí.
Dome lo miró y se echó a reír…  Él estaba bromeando… ¿cierto?
Recorrían las calles en medio del bullicio.  Luces por doquier engañaban la vista.  Daba la sensación de que el sol aún no se ocultaba.
-  ¿Te gusta bailar?  -Sebastien sin esperar respuesta la llevó al interior de un local-  Ven.
Ella no se resistió.  ¿Para qué si él bailaba muy bien y el ritmo ahuyentaba su cansancio?  Movimientos insinuantes y finalmente una canción más lenta hicieron que Doménica se sintiera intoxicada en ese ambiente y aceptó que él la rodeara con sus brazos… más que nada para no caerse.
-  Salgamos de aquí  -una vez más él la tomó de la mano y la arrastró por las calles hasta un lugar muy distinto… silencioso y con tenues luces… sentía que habían dejado la ciudad atrás-  Conozco un buen café…  -dijo al sentir cierta resistencia por parte de Dome.
Sentados en la mesa, eran dos extraños que no intercambiaban ni una palabra.  El ánimo parecía haberse extinguido.  La mesera dejó sus pedidos y Dome empezó a remover su café, incómoda en medio de aquel silencio.
-  ¿Eres española?  -él preguntó y ella confirmó-  Yo soy italiano.  ¿Conocías la ciudad?
-  No, pero me encanta.  Italia es un país mágico.
-  Si… ¿qué edad tienes?
-  23 ¿tú?
-  28…  Danna habla mucho de ustedes  -Él sonrió mirándola con sus ojos azules muy claros-  ¿Cómo se conocieron?
-  En el verano, Mel solía viajar a Ecuador.  Yo le acompañaba de vez en cuando… -rememoraba con sus ojos dorados repentinamente tristes-  Era una situación extraña… Mel nunca vivió con su familia.
-  ¿Vivía contigo?  -Sebastien sabía que era una historia complicada-  ¿Con quien, entonces?  -inquirió ante su negativa.
-  Con una tía suya.  ¿Tú vives aquí?  -preguntó de repente.
-  No… en Los Ángeles  -tomó un sorbo de café-  pero cuando puedo resido aquí también.
-  ¿Trabajas allá?
-  Si, manejo esa sucursal… entre otras cosas.  ¿Y tú?
-  De momento soy asistente en un bufete de abogados. 
-  Bien, pero ya no hablemos de trabajo  -él la miró-  Vamos a otros asuntos más interesantes…
-  Tú dirás…
Se recostó en el sillón.  Finalmente parecía que el sueño empezaba a manifestarse y empezaba a ganarle la partida.  Sin embargo… no se levantó.
-  ¿Tienes novio?
-  No…  -negó aunque por un momento pensó en Edu- ¿tienes novia?
-  No…  -la miró dudando-  ¿por qué no tienes?  Propuestas no te deben faltar…
-  Porque no he encontrado al hombre para mí…  ¿tú?
-  ¿Yo?  -él la miró extrañado-  Ah, no tengo porque, al contrario de ti, he encontrado muchas mujeres para mí  -ella lo miró espantada y él se rió.
-  No me extraña…  -mintió-  ¿sueles engañar a tu novia?
-  ¿Qué?  -él se río por aquella afrenta-  Yo no he tenido “novia”, Doménica.
-  ¿¿No??
-  No… yo no fui hecho para el compromiso.  Siempre he sido soltero. 
-  Pero has tenido romances…
-  Por supuesto…
-  Pero no novias…  -ella no lo entendía.
-  Conquistas, Doménica  -el explicó-  Son conquistas… muchas veces de una noche… otras veces no…
-  ¿Y el amor?  -preguntó extrañada-  Sebastien…
-  ¿Amor?  No, eso no lo he vivido.  No estoy interesado en asuntos complicados…
-  Pero…
-  No es necesario el amor para vivir una relación intensa, Dome.
Finalmente se decidió a subir a su dormitorio, no sin antes pasar una vez más por el cuarto de Alex.  Lo miró con amor.  Si  -afirmó en su mente-  el amor si era necesario… aún cuando en cierto momento de su vida lo había dudado…
-  No estoy de acuerdo, Sebastien…
-  ¿Quieres que te lo demuestre?
-  Sebastien, no se te vaya a ocurrir…  -él se acercaba a su rostro-  Te juro que si lo haces…
-  ¿Qué?  -Doménica sintió como el susurró se perdía entre la unión de sus bocas.  Ella se resistió para demostrarle que se equivocaba… pero no pudo hacerlo por mucho.  Él era un experto que le tentaba a recibirlo sin reservas… tras un momento, él se separó sin aliento pero pudo decir-  ¿Esto fue amor?
Doménica recordaba la furia y vergüenza que le habían recorrido.  Ella lo había besado y él solo pensaba en demostrar su punto…  Había sonreído tratando de parecer despreocupada: Ni en mil años  -dijo sencillamente.
Capítulo 6
Los dos habían reído.  Increíblemente aquel beso se había llevado la tensión entre ellos.  Continuaron bromeando y hablando del amor, su existencia, sus experiencias, sus vidas… el tiempo pasó volando y él finalmente le dejó en la casa de Leonardo.  Dome trato de no hacer ruido pero fui imposible que Mel no encendiera la luz en cuanto había dado el primer paso en el corredor.
-  Quiero saberlo todo  -pronunció siguiéndola a su cuarto.
-  No hay mucho que contar…
-  ¿No hablaron de nada?  -Melina interrogó extrañada-  Entonces… no me digas que…
-  ¿¿Qué??  ¡¡No!!  ¡Como se te ocurre pensarlo siquiera!  -Doménica la miró furiosa-  ¿Quién crees que soy?
-  Ah… porque se hubiera llevado una gran sorpresa…  -bromeó Mel.
-  Vas a empezar con eso…  mejor voy a dormir.
-  No, si no me voy a burlar, Dome  -Mel sonrió-  sabes que respeto tu decisión… pero…
-  Nada Mel, vete a dormir…
-  ¡Que no!  Entre ustedes sucedió algo…
-  ¡Estás desvariando, Melina!  Y si sigues, vas a despertar a toda la casa…
-  Pero…
-  Nada de peros, Mel  -Dome la miró-  ¿Es que no me conoces?  Soy yo, Doménica…
-  Lo sé… pero por un momento pensé… qué tú habías aprovechado y…
-  Si, como no…  -Doménica la empujó fuera de la habitación-  Ahora te vas a dormir…
-  Buenas noches Dome  -Mel sofocó un bostezo en el umbral de la puerta.
-  Buenas noches Mel  -y cuando ella se dio vuelta añadió-  Si me besó –y sin más cerró la puerta del cuarto sin importarle las protestas de su amiga.
Cerró sus ojos una vez más… pero está vez el sueño finalmente acudió en su ayuda.
***
-  Buenos días, Mamá  -le besó en la mejilla-  Papá. 
-  Dome, que bueno que llegaste  -su madre se paró llevándosela a la sala-  ¿Qué?  -enfrentó el malhumor de su esposo-  ¿Es qué no puedo conversar con mi hija?
-  Claro que puedes, querida.  Pero, ¿Por qué no aquí?  -su padre inquirió.
-  Porque es un asunto de mujeres  -respondió saliendo… esa era una frase que dejaba fuera de discusión a su marido.
-  Mami… no tenías que ser tan dura  -Dome se sentó en el sillón.
-  No hay problema… sobrevivirá  -bromeó su madre-  Ahora cuéntame… ¿Dónde está Alex?
-  Ya te estabas tardando… Está con Melina.  Me encontraré con ellos para el almuerzo.
-  ¿Por qué no la invitas a comer aquí?  Mel siempre es bienvenida y quiero ver a Alex.
-  Vale mamá.  La llamaré para que venga.
-  Empieza a hablar Doménica  -su madre notaba su inquietud-  ayer…
-  Vi al padre de Alex  -soltó ante la mirada asombrada de su madre-  Está aquí, en España.  No sé el motivo ni hasta cuando… pero no quiero que vea a Alex…
Le contó su encuentro con él.  Lo sucedido con Edu.  Su llegada a casa y como él la esperaba. 
***
Habían comido lo que la madre de Doménica preparó.  Charlaban animadamente mientras miraban como Alex jugaba en el jardín.  Todos amaban a ese niño y reían con sus travesuras.  Excepto cuando preguntaba por su padre.  Ahí era cuando la tensión crecía y no podían explicar lo sucedido.  En realidad, nadie podía… porque solo Doménica era la que conocía con certeza el por qué y en qué momento había tenido aquella relación.  Si no fuera por la existencia de Alex… nadie se habría enterado de que salía con un hombre misterioso… simplemente porque no era algo propio de ella.
-  ¿Cómo que lo besaste?  -preguntaba Melina siguiéndola por todo el pasillo.  Había estado esperándola en la puerta desde, quien sabe, qué hora.
-  Él me besó  -contestó sencillamente
-  ¿Pero tú le correspondiste?
-  Si
-  ¿Por qué?  ¿Es qué…?
-  No empieces a inventar historias en tu cabeza, Mel.  Sebastien quiso demostrar un punto y yo que él estaba equivocado.
-  Pero si él te besó… hummm… creo que él fue quien te demostró que te equivocabas ¿no?
Doménica no contestó.  Solo recordar el contacto de su boca sintió como aquel calor volvía a invadir su cuerpo.  Mel se río… seguro que era porque ya se había sonrojado… ¡rayos! ¿Cómo se suponía que iba a mantener en secreto la atracción que sentía hacía Sebastien?
-  ¡Te gusta! ¡Te gusta!  -empezó a saltar como una niña alrededor de Doménica-  ¡Te gusta!
-  ¿Sabes que eres insoportable?
-  Pero igual sigues siendo mi amiga  -Mel  río y una vez más empezó-  ¡Te gusta! ¡Te gusta!
-  ¿Quién le gusta a quién?  -Danna entraba abrazada con Leonardo y miraban a las muchachas.
-  No es nada...  –empezaba Doménica.
-  A Dome…  -dijo Mel- a ella le gusta…

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