martes, 10 de febrero de 2015

Gabriela Ruiz -Definitivamente Amor 19

Nick vaciló antes de contestar. Ni siquiera entendía la razón de que sus pensamientos se hubieran vuelto tan… ¿decididamente confusos y sin sentido?

- ¿Nick? ¿Sigues ahí? –inquirió Emma extrañada.

- Sí, aquí –Nick intentó sonar normal- llamaba para hacerte una invitación.

- ¿Una invitación? Cuéntame de qué se trata –pidió con curiosidad, aunque notó que él no había contestado a su pregunta.


- No por teléfono. ¿Crees que podríamos encontrarnos?

- Seguro Nick. ¿Cuándo te viene bien?

- ¿A qué hora terminas hoy? ¿Podría ser más tarde? –Nick sintió la duda de Emma- o, si te parece bien, podría ir a verte…

- ¿De verdad? –Emma arqueó las cejas con sorpresa. ¿Tan importante era lo que quería decirle?- Pues bueno, si tomamos un café… tengo un receso de media hora, dentro de una hora y…

- Bien, ahí estaré –confirmó Nick, despidiéndose.

- Espera, aún no te he dicho la clínica…

- La has mencionado antes –contestó Nick con suficiencia, dándole el nombre, para sorpresa de Emma- ¿ves? Ahí estaré.

- Sí –ratificó Emma sin creerlo. Colgaron y aún se quedaba sin palabras ante la increíble capacidad de recordar datos de Nick. ¿Sería siempre así? ¿Con todo?
                                  
                                                                               ***

- Este café es terrible –frunció el ceño Nick hacia la taza semivacía y Emma ocultó una sonrisa detrás de la suya- ¿no lo crees?

- Después de horas bebiéndolo, creo que ya no siento su sabor.

- O su falta de sabor –Nick aspiró el aroma y negó- definitivamente tendremos que encontrar otro lugar para vernos.

Emma rió y le golpeó la mano que él tenía sobre la mesa con la suya. Nick atrapó su mano y la recorrió con los dedos lentamente, formando una sonrisa mientras elevaba sus ojos verdes hacia ella.

- Estaba deseando verte, Emma.

- ¿Ah sí? –replicó, sin poner demasiada atención a sus palabras. El calor de la mano de Nick en la suya no le permitía concentrarse.

- Sí, ¿estás ocupada este fin de semana?

- Me parece que no tan ocupada… -bromeó con una pequeña sonrisa. Nick la observó con sus ojos verdes brillantes- ¿por qué?

- Quiero que vengas conmigo a visitar a mi abuela –pidió Nick y Emma lo miró sorprendida- sí, bueno, es que he decidido pasar por ahí y…

- ¡Oh Nick, me encantaría! –Emma habló emocionada- ¿alguna razón en especial?

- Me gustaría decir que el simple placer de su presencia pero… -Nick carraspeó. Emma espero y tras unos segundos, él añadió- es mi cumpleaños.

Lucía azorado, no la miraba y carraspeó una vez más. Emma sonrió divertida y encantada, adoraba a Nick.

- ¡Ay Nick, no sabes la alegría que me da tu invitación! –Emma apretó la mano que aún tenía atrapada él y le sonrió ampliamente- no importaría nada más, yo iría contigo a donde tú decidieras. Es tu cumpleaños, después de todo.

- Con esa respuesta, tú te has convertido en la mujer ideal –comentó Nick con tono risueño. Emma soltó una carcajada y no pudo evitar sonrojarse.

Siguieron charlando varios minutos más hasta que Emma tuvo que regresar a su guardia. Se despidieron con un abrazo y Nick le prometió llamarla más tarde para darle todos los detalles sobre el fin de semana.

                                                                                   ***

Los ojos verdes se iluminaron ante la imagen que le ofrecía la puerta que acababan de abrir. Nick sonrió a su abuela Agatha y ella lo abrazó.

- ¡Nicholas Donnelly, finalmente decidiste aparecer! –exclamó efusivamente, sin soltarlo. Él sintió un leve azoramiento- ¿por qué no me avisaste? ¡Ah, no viniste solo! ¿Quién es esta encantadora joven?

Emma sonrió avergonzada hacia la mujer que la contemplaba con entusiasmo. Reconoció aquellos ojos, el mismo tono de verde que los de Nick. Arqueó sus cejas con sorpresa ante la manera de llamarlo.

- Ella es Emma, abuela –contó Nick y a continuación ladeó el rostro hacia ella- insiste en llamarme así, detesta mi apellido inglés.

- ¡Es que tú eres un Donnelly, Nicholas! –censuró con voz firme- y, déjame decirte, que estoy encantada de conocerte, Emma. Es la primera vez que mi muchacho trae a una novia a casa, ¡qué alegría!

- Eh, abuela, no… -Nick habló con incomodidad- Emma es una amiga, solo ha venido porque quería que la conocieras y…

- ¿Ah sí? –inquirió su abuela con perspicacia.

Indudablemente, no lograría convencer a su abuela de la inexistente relación amorosa entre Emma y él. Porque era cierto, nunca antes había llevado a nadie ahí. Pero es que con Emma era diferente. Y aquel día de entre todos, bueno…

- ¡Por supuesto! Es tu cumpleaños –su abuela señaló con precisión- debiste avisarnos. Tu abuelo ha salido y… -podía ver como la mente de ella se ponía en acción- no importa, yo me encargaré de todo –miró a su alrededor, apenas notando que seguían en el umbral de la puerta- ¡qué descortesía la mía! Pasen, por favor. Nicholas, lleva a Emma al salón. Iré por unas bebidas y llamaré a tu abuelo.

Siguió caminando sin detenerse hasta la cocina mientras continuaba dando instrucciones, aunque no estaba claro si a Nick, a Emma o a sí misma.

- Me agrada –habló Emma con una amplia sonrisa iluminando su rostro- tu abuela, es encantadora.

- Lo sé –Nick contestó con orgullo- la adoro.

- Se nota –Emma lo miró con cariño- gracias por haberme traído.

- Gracias a ti por acompañarme –retrucó Nick, tomando su mano y estrechando sus dedos entre los suyos- gracias.

Emma recorrió la estancia con gran alegría, juraría que si se concentraba escucharía los pasos del pequeño Nick mientras escapaba riendo de sus abuelos. No sabía por qué razón, pero podía imaginarlo así.

- ¿En qué piensas, Emma? –Nick la miró detenidamente- ¿está todo bien?

- Sí, es solo que trataba de imaginarte a ti, creciendo en esta casa. Debió ser maravilloso –suspiró.

- Realmente lo fue –reconoció Nick un poco sorprendido. ¿Cómo lo había notado Emma? Quizás aquella sensación hogareña no solo la sentía él.

- Beban algo –la abuela de Nick entró con una bandeja que él tomó de inmediato- gracias querido pero aún puedo.

- Abuela, permíteme. No es algo que pueda hacer todos los días –soltó y sonrió encantadoramente. Su abuela rió.

- Con ese rostro y esas sonrisas tú logras todo Nicholas –lo regañó con una enorme sonrisa- ahora cuéntenme, ¿cuánto tiempo se quedarán? ¿no eres estadounidense cierto Emma? –interrogó mientras tomaba asiento en uno de los sofás cercanos. Nick desvió sus ojos con una disculpa hacia Emma que empezó a contestar.

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