jueves, 26 de marzo de 2015

Estrella Ardiente 4°



Desde la fiesta en la playa, mi relación con Tess había cambiado y se había consolidado, es decir, podíamos hablar por teléfono y fijar cuando vernos, sin depender del azar. Aunque  seguía siendo impredecible.
Mis amigos reclamaban mi atención,  habíamos hecho muchos planes para aquel verano, pero yo sólo quería verla a ella tanto como fuera  posible. Así que terminaba corriendo de un lado al otro, tenía un par de partidos programados con los chicos y eso era lo único que había mantenido en pie, lo demás era mis pequeñas aventuras diarias cuando me encontraba con la chica de pelo azul.
Aquella tarde habíamos salido a caminar sin rumbo, como la mayoría de las veces, terminamos  recorriendo unas viejas vías de tren que con el tiempo habían quedado muy cerca de la ciudad y habían dejado de ser usadas.
Ella llevaba un largo vestido floreado e iba caminando por las vías haciendo equilibrio, y yo casi inconscientemente la sostenía de la mano mientras hablábamos

-¿De verdad no tienes ningún plan para seguir estudiando?- insistí. Pensaba que ella tenía inteligencia y talento suficiente para hacer lo que quisiera,  debo admitir que era bastante conservador  en ese aspecto, creía que debía planificar un futuro, incluyendo sus estudios, algo distinto parecía ser un desperdicio.
-No me gustan los planes- recalcó ella- ¿Y cuáles son tus planes, Samuel “Mac”?
-Estudiar, graduarme en la Universidad.
-¿Y después? – preguntó ella
-Encontrar un buen trabajo.
-¿Y después?
-Comprar una casa, casarme…
-¿Y después?
-Tener hijos.
-¿Y después….?
-Verlos crecer…
-¿Y después?
-Jubilarme, viajar. Tener nietos…- resumí perdiendo un poco la paciencia
-¿Y después?
-Envejecer…morir…- dije casi con resignación, ya que el después de Tess me había llevado a un lugar sin salida
-¿Ves? – dijo y bajó de las vías para mirarme- Siempre todo termina igual, después no hay nada. Por eso es mejor no hacer planes, vivir ahora, ya. Sin pensar en el futuro, porque después de hoy no hay nada.- sentenció con fiereza.
-Pero hay algo que olvidas, yo sólo mencioné hechos, una forma de formular pasos con palabras, pero entre uno y otro hay miles de momentos , pequeños , memorables…en cada una de mis etapas planeadas se esconde una eternidad.
-La eternidad es ahora Mac, si pensamos en lo que hay después, pierde la gracia – susurró y la atraje hacia mí para besarla. Ya nos habíamos besado en la playa, y así como aquel momento había sido significativo también lo era éste. Donde su ahora y mi futuro se fundían y perdían sentido, o, tal vez,  lo recobraban.
A la tarde siguiente tenía un partido de básquet con mis amigos, invité a Tess aunque estaba seguro que no asistiría.
Me equivoqué.  Cuando terminamos de jugar la pude ver a la distancia, le sonreí y fui hacia ella pero un par de chicas se interpusieron al acercárseme  para felicitarme por haber ganado. Traté de apartarlas rápidamente, miré a la chica de pelo azul que me miraba con una expresión burlona, hice un movimiento con los hombros intentando transmitir que era inocente.
-Es mi encanto natural, no es mi culpa – me defendí cuando llegué a su lado.
-Te gustan las rubias, Samuel “Mac”, siempre andas con alguna colgada de ti.
-Me gustas tú – dije y la besé sin pensar mucho en el lugar donde estábamos, un par de silbidos y gritos de mis amigos me lo recordó. Me sentí orgulloso y muy complacido cuando ella me devolvió el beso con mucha más pasión, quise creer que estaba un poco celosa y que había sido su forma de darle un mensaje a las chicas que pululaban a mi alrededor.
-Vámonos…- dije tomándola de la mano y luego recordé sus palabras sobre las rubias- ¿Entonces me has observado? Digo, sabes el tipo de chica con las que salía.
Como siempre ella logró que mi ego volviera a su lugar.
-Soy observadora ¿recuerdas?, he visto a las rubias una tras otra salir con el capitán de básquet, sé que  Luc le gustaban las de primer año, Terry cambia de tipo cada mes, a Julian le gustan las chicas raras por lo que se pasó varios meses persiguiéndome, sin éxito alguno. Y así podría hablarte de los gustos de la mayoría. También de las chicas de la clase…
-Ya veo. ¿Cuál es tu color de cabello?
-Azul…
-Debajo del azul, quiero saber si estoy siguiendo con mi gusto por las rubias….- la provoqué.
-Créeme, Mac, yo rompo todos los moldes de las chicas con las que saliste.
-Busquemos algo para comer- dije distrayéndola, porque era verdad, nunca había salido con alguien como ella. Y tampoco quería investigar sobre  el tipo de chico que ella prefería.
-¡Allí! – señaló ella un puesto de algodones de azúcar.
- Acabo de jugar un partido, necesito comida, eso no cuenta.
-Empecemos por el postre, entonces- dijo y salió disparada antes que pudiera detenerla. Un rato después caminábamos comiendo aquellas nubes rosas. Eso también la hacía diferente, no le importaba la opinión ajena, muchas chicas trataban de ser sofisticadas y adultas. Tess podía pasar de niña a mujer adulta sin aviso previo y era muy seductor.
Finalmente comimos pizza y ella fijó una nueva cita para vernos.
-mañana, a la noche, tenemos que festejar que ganaras hoy.
-¿De noche? – pregunté y mis hormonas volvieron a ponerse en estado de ebullición.
-Sí, tengo una sorpresa para ti.- dijo ella con una sonrisa traviesa.
A la noche siguiente mientras trepaba una escalerilla angosta para trepar en una vieja torre  de un dique, me repetía a mi mismo que era un idiota. Las sorpresas nocturnas de Tess superaban la imaginación de cualquier chico de dieciocho años.
-¿Qué hacemos aquí? – pregunté cuando llegamos al final y nos sentamos en una saliente con barandilla. Era un deportista entrenado pero aquella pequeña escalada casi me había quitado el aire.
-Celebramos, aunque debemos esperar un rato, por ahora tenemos esto…- dijo y sacó bolsas de bocadillos de su mochila. Aquella chica tenía predilección por la comida chatarra. Se sentó a mi lado y me alcanzó un paquete de papas fritas.
- ¿Qué esperamos? – pregunté intrigado.
-Sólo ten un poco de paciencia…- pidió guiñándome un ojo y cuando iba a protestar, empezó el espectáculo. Eran fuegos artificiales, luces de todos los colores iluminaban el cielo y desde allí la vista era perfecta.
-¿Cómo…? – pregunté asombrado.
- Festejos por el aniversario de la ciudad – respondió y reí. Yo no tenía en cuenta esas cosas, pero a ella no le pasaban  desapercibidas y  había convertido un festejo insulso en un espectáculo privado. Esa era su magia personal.
Esa vez fui yo quien observó fascinado como niño, cuando terminó  ella se paró y me hizo una leve reverencia.
-Felicidades por ganar el partido.- expresó seriamente como si aquel partido amistoso hubiera sido algo excepcional, aunque quizás lo era, uno de los últimos juegos con mis amigos. Había sido muy feliz jugándolo, divirtiéndome a pleno, sin presiones, sin exigencias. Sí, tal vez era digno de aquel festejo, más que cualquier encuentro profesional por un campeonato.
-Gracias – susurré. Ciertamente nadie antes había desplegado un show de fuegos artificiales en mi honor.
-Me alegra que te gustara- dijo ella y empezó a caminar demasiado cerca del borde.
-Tess…ven aquí…es peligroso – le pedí. En respuesta ella se trepó a la barandilla y se sentó allí, en delicado equilibrio. Fui de prisa y la quité de allí, el corazón se me había estrujado de miedo.
-¿Me estás rescatando?- preguntó risueña, divertida por mi reaccón.
-No hagas cosas así.- la censuré con un tono de voz demasiado parecido al de mis padres cuando hacía tonterías.
-Oye, Mac, hay cosas mucho más peligrosas. Y caer tampoco es lo peor que puede sucederme – susurró aún en mis brazos.
Eso me hizo recordar que su madre había muerto de cáncer siendo muy joven, Tess vivía con su padre quien en general , estaba de viajes de negocios,  por primera vez me pregunté cuánto la había afectado todo eso.
-Aún así…- susurré y la llevé junto a la pared donde volvimos a sentarnos. De pronto aquel lugar había dejado de resultarme divertido. Me senté con ella apoyada contra mí mientras la sostenía fuerte.
-¿Tienes que ser Marte? ¿No podría ser un lugar más cercano? – pregunté invadido por un deseo de retenerla.
- De eso se trata, de ir tan lejos como se pueda. Lejos de este mundo- respondió echando la cabeza contra mi pecho.
-¿Por qué? Creí que te divertías…
-A veces, es como ver una función de títeres, es maravillosa y me encanta, pero al final no puedo evitar haber visto cuáles son los hilos que manejan y sostienen todo, entonces  de pronto, la obra ya no es lo mismo.
-Aún así vale la pena…
-Eso es porque te gusta lo predecible. Universidad, casa, matrimonio, hijos…- recitó ella recordándome lo que le había dicho anteriormente.
-¿No has pensado en hijos?- pregunté de pronto. Quería que de alguna manera ella hablara de algo futuro, que hiciera algún tipo de plan.
-No, nunca lo pensé. ¿Es que estás pidiendo mi mano en matrimonio, o algo así Samuel? Porque no soy el tipo de chica que se casa.
- ¿Sólo porque ahora eres o joven o algún tipo de fobia?- pregunté mientras una imagen absurda se formaba en mi mente, aquella chica de cabello azul no pegaba para nada con la idea de una esposa. No podía imaginarla haciendo nada rutinario como preparar  el desayuno en la mañana, tal como hacía mi madre.
No, no era una propuesta de matrimonio, no había pensado en eso. No con ella.
-No creo en eso, digo los papeles no certifican nada. – dijo respondiendo a mi pregunta anterior.
-Pero suelen ser necesarios – le discutí.
-Como digas. Y lo religioso tampoco tiene sentido, quiero decir aún en caso de que creas en Dios, ¿te lo imaginas allí en su trono , nube o lo que sea, dando sus bendiciones a cada ceremonia religiosa?
-¿Tampoco crees?
-Creo que si existe algo como un Dios, que dos personas se conozcan y lleguen a amarse, esa es su bendición, ese es el milagro, no una tonta ceremonia donde se gasta dinero y la gente se preocupa por trivialidades.
 Ella y yo pensábamos muy diferente, sin embargo tuve que reconocer que había algo de verdad en sus palabras. De hecho, yo era demasiado joven entonces para saber cuán inaudito era el encuentro de dos personas, imaginaba que el amor llegaba tarde o temprano, que todos se enamoraban alguna vez. Tess , con mi misma edad , era más sabia y sabía la verdad, sabía que el amor era algo escaso, algo que no sucedía siempre ni a todas las personas. Y eso, lo hacía un milagro.





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