martes, 26 de mayo de 2015

Besos Robados

Resultado de imagen de besos atropellados-¡Joder, joder! – Estalló Meredith, justo cuando su hermano Colt llamaba de forma seca a la puerta de su despacho y entraba, para alzar las cejas por las palabras insultantes de boca de su hermana pequeña-. Odio, cuando todo se tuerce justo en el último minuto –Resopló mirándolo con el teléfono móvil apoyado en su mejilla, tras haber colgado aquella frustrante llamada telefónica-. Hola hermano… -Lo saludó completamente desanimada, mientras caminaba de un lado a otro de su despacho.
-¿Qué te ocurre? –Quiso saber tras cerrar la puerta y acercarse al escritorio de la mujer, para dejar en él el sobre con las invitaciones para la gala del sábado, en el que la llevaba como invitada.

Ella, detuvo sus pasos histéricos para mirarlo por un segundo en silencio al tiempo que parecía relinchar como un caballo, toda la frustración que cargaba en aquel momento sobre los hombros.

-Ángel, me acaba de fallar a su palabra –Confesó con los ánimos desinflados.

Colt, juntó su ceño extrañado por aquel dato, dado que el amigo gay que tenían en común desde la infancia, jamás fallaba a su palabra.

-¿Y eso? –Seguía sin creérselo, preguntó con su mirada gris atenta sobre su hermana pequeña.

-Conseguí que aceptara posar para un proyecto –Comenzó hablar, pero la risa de su hermano hizo que se interrumpiera y lo mirara con cierto fastidio, hasta que terminara de su reacción divertida.

-Perdona –Cogió aire con fuerza en sus pulmones, para dejar de reír-. Pero me hace gracia, saber que nuestro amigo gay, ha aceptado posar como modelo para tus portadas de novelas románticas de mujeres.

Meredith chascó la lengua con fastidio, al tiempo que le lanzaba un bolígrafo que había cerca de ella en el escritorio.

-No seas tan egocéntrico –Le replicó-. Y admite, que no es el hecho de que pose lo que te hace risa, sino más bien, el tema del amor –Alzó las cejas con actitud algo exasperante-. A diferencia de ti, nuestro amigo también cree en el amor. Y no ve solo problemas en una mujer.

Su hermano, revoloteó la mirada hacia el techo por aquel comentario puntilloso. Mientras soltaba un profundo suspiro, sabiendo que nunca iban a llegar a un punto intermedio sobre aquel tema.

-Déjalo hermanita –juntó las manos en una súplica-, hoy no tengo ganas de pelear. Solo vine a traerte la invitación, para que me acompañes a la gala del sábado –Intentó volver apaciguar la marea.

-Cuando dejarás tus malditas probetas y tus ratas blancas de laboratorio, para darte cuenta que no todas las mujeres son iguales –Inquirió con esperanza-. Solo conozco, que hayas tenido aventuras con mujeres cuando estabas en la universidad. Después, ya no sé nada más de tu vida privada –Comenzó hablar de forma abstraída-. A éste paso, creo que todo el mundo cree que eres gay.

-Eso, queda entre mí alcoba y yo –Soltó con tono burlón, sabiendo que la sacaría aún un poco más de quicio.

-¡OH por favor, no me creo que un hombre que está tan de rechupete como tú, aguante sin sexo por más de una semana! –Explotó ya fuera de sí la joven mujer.

-¿A qué diantres viene ahora tanto interés en mi vida privada y sexual? –Rió divertido.

Meredith, se quedó por unos segundos callada observando a su hermano de arriba abajo en silencio, causando que él entrecerrara la mirada,  sabiendo que algo tramaba la joven.

-Tú vas a  ocupar el puesto de Ángel –Soltó en una sentencia así sin más la chica, levantándose del sillón, para abrir la puerta y llamar a su secretaria. Mientras dejaba a su hermano sumido por un segundo en la sorpresa, sin mediar aún palabra alguna-. ¡Karen! –Vociferó con tono cantarín-. Avisa a los de vestuario, que en cinco minutos bajo con el modelo.

Esperó a que volviera a cerrar la puerta tras su espalda, para alzarse del sillón y encaminarse hacia la salida. Pero como sospechaba, en menos que cantaba un gallo, su querida hermana lo estaba agarrando con cierta fuerza del puño de su americana, mientras lo miraba con cierto desafío.

-Si decides cruzar por esa puerta –comenzó a señalar con tono amenazante-, juro que te verás solo este fin de semana para la gala que tienes –Soltó con sonrisa astuta, dado que sabía iba a cantar victoriosa con aquella amenaza.

-¡Estás de broma! –Gruñó entre dientes-. No hay color con lo tuyo y lo mío –Protestó indignado.

Meredith solo supo alzarse de hombros, mientras presumía de sonrisa.

-Tú verás, verte rodeado de hambrientas mujeres que van tras tu fortuna y algunas tras intentar descubrir si eres gay –Alzó la comisura de sus labios-. O posar para la portada de una novela, siendo respaldado en la gala por mí como tu guardaespaldas.


-Pero… -Intentó protestar con cierto puchero en los labios-. Me niego a posar semi-desnudo –Imploró incrédulo de verse metido en aquella trampa por su hermana-. Que luego habrá más de uno que me reconozca seguramente –Soltó en un quejido moribundo, mientras se dejaba arrastrar por su hermana a la zona de vestuarios. 

Treinta minutos después, salían las chicas de vestuarios con aspecto agotado pero con cierta sonrisa de victoria en el rostro. Para buscar a Meredith, quien se hallaba al lado Hada su jefa, acabando de dar los últimos detalles al bosquejo que llevaban en las manos, pero que no dejaban de estar atentas al resultado de ellas.

Teresa, la que más mando tenía de las chicas se acercó hasta allí con el dedo pulgar alzado.

-Ha sido difícil pero nada desagradable –Confesó con cierto suspiro anhelante-. Al final, hemos conseguido ponerle el chaleco de vaquero sin nada debajo, tras darle ciertas amenazas como nos dijiste y confieso, que algún que otro pellizco en su trasero como nos aventuraste también por si se complicaba el asunto –Explicó con cierto guiño de ojos.

-¿Y por qué no ha salido de ahí dentro? –Se aventuró a preguntar Hada, al ver el revuelo que había causado en las mujeres y no pudiendo calmar su curiosidad, por el amigo gay que había conseguido Meredith para la nueva novela.

Teresa, solo supo reírse y mirar a Meredith, con cierta sonrisa conspiratoria.

-Creo que a nosotras ya nos tiene bien pilladas entre ceja y ceja… -Suspiró-. Mejor ves tú, que por ello eres su amiga.

Meredith, soltó una risilla por lo bajo sin llegar a confesar aún, quien era verdaderamente el hombre que había en el vestuario.

Con cierto nerviosismo pero si con actitud determinada, caminó hasta el vestuario y allí corrió la cortina, para hallar a su hermano sentado en el taburete con cara de niño enfadado.

Muy enfadado…

-Esas arpías… -Comenzó a quejarse en un gruñido-. ¡Me he sentido violado por dios! –Soltó completamente exasperado, alzando las manos al aire-. Y encima se han llevado toda mi ropa –Recriminó furioso, sabiendo que aquello tenía que venir de ella.

-Yo…

Intentó disculparse, por el acoso que había recibido en aquel pequeño espacio por tres mujeres, pero una vez más éste no le dejó terminar.

-¡No tiene ni punto de comparación con lo mío! –Masculló entre dientes poniéndose en pie, para hacer sentir a su hermana algo amenazada por su altura.

Pero a pesar de ser hermanastros desde la adolescencia, podía decirse que parecían hermanos de siempre, dado el mismo carácter que tenían los dos.

-¡Pero tú me has pedido muchos más favores que yo a ti! –Replicó amenazándolo con el dedo índice, consiguiendo que éste callara de inmediato.

-Juro, que si te los cobrarás siempre así, no te pido ni uno más como tampoco te haré nunca más ninguno –Masculló cruzándose de brazos.

Meredith, ante aquella amenaza solo supo reírse para alzarse seguidamente y depositar un beso en la mejilla rasposa del hombre, con mucho cariño como siempre había hecho.

-Eso, no te lo crees ni tú –Le apretó el brazo con cariño-. Sabes que soy tu ojito derecho –Le confesó con guiño de ojos.

-Pero confieso que hoy te estás ganando todas las papeletas para que deje de ser así –Soltó con cierta sonrisa torcida, mientras con las manos se señalaba así mismo-. Me prometiste que no llevaría el torso desnudo.

Su hermana, se mordió el labio mientras pensaba una respuesta que resultara convincente.

-Y así es, llevas un chaleco de piel –Se aguantó la risa-. No estás del todo desnudo.

Colt volteó los ojos al techo, para resoplar como haría un toro de rancho.

-Meredith… -Dijo su nombre con cierto pragmatismo.

-Y lo guapo y sexy que estas –Rió dando un paso atrás.- Si pudiera verte Ángel, fijo que dejaba de ser tu amigo de toda la vida para violarte aquí mismo.

Éste, meneó la cabeza con cierta negatividad.

-Qué diantres te pasa con el sexo éstos días –Se aventuró a señalar su hermano divertido-. Lo metes hasta en la sopa.

Ella suspiró primero, para después sonreír con travesura.

-No creo que a mi hermano mayor, le guste saber que ando escasa de un buen orgasmo desde hace bastante tiempo –Soltó la perorata a bocajarro, pillándolo desprevenido y saturándolo con aquella información.

-Ok –Alzó sus manos, para que no explicara más-. Pues en vez de perder el tiempo en intentar averiguar de la mía, date por intentar alegrar más la tuya listilla –Expuso con un guiño travieso de ojos-. Puedo presentarte algún que otro compañero de laboratorio…

-¡Una rata de laboratorio como tú! –Lo interrumpió con cierto énfasis y pavor en sus palabras-. Ni hablar –Negó con cierta efusividad-. Creo que tú debes de ser el único pastelillo de chocolate con nata, que hay en ese laboratorio.

-¿Meredith? –Los interrumpió la voz ronca de Hada, en el pasillo sin atreverse aventurarse al cuartillo que hacía de vestuario-. ¿Va todo bien?

-Sí, sí –Afirmó de manera atropellada  mirando a su hermano retadoramente a los ojos-. Ya salimos, ves posicionando a la modelo.

-Lo que tiene qué hacer uno por sus hermanos, dios… -Se quejó por lo bajo Colt, dejándose arrastrar fuera de aquel cubículo, para llevarlo a la sala de torturas.

-Ídem, querido Colt –Sonrió Meredith, mientras lo adentraba a una enorme sala en donde habían unas diez personas, mirando hacia la puerta esperando su entrada.

El sentirse observado por todos aquellos pares de ojos, siendo él mostrado de aquella guisa, en vez de ser mostrado como el científico que era, debería de haberle hecho sentirse cohibido o enfurecido.

Pero no tuvo tiempo de que su cuerpo llegara a experimentar aquellas sensaciones, pues se quedó bloqueado en un solo par de ojos de color verde. Pertenecientes, a lo que para él era, la cosa más preciosa que nunca había visto.

No, no era gay. Solo era un poco exigente con sus gustos y forma de vivir.

Tampoco había que indicar, que su vida pudiera ser comparada con la de un monje budista, dado que no era así.

Pero sí que era cierto, que le gustaba guardar su intimidad con cierto recelo y eran contadas con una mano, las amantes que podían ser así.

Pero por el salto que había dado su corazón y cierto punto tirando al sud de su cuerpo, podía decirse que había encontrado aquello que tanto le decían su hermana y amigo, que debía de encontrar.

Ella, tenía que ser suya.

De ellos tres, siempre había resultado el más serio. Pero por su profesión y por su forma de ver la vida.
No le gustaba ir tras el amor, sabía que vendría algún día a él, si así tenía que ser.

Y por fin, así era.

Y sin querer resultar presumido, sabía que ella también sentía interés por él. Dado que de forma tímida, no paraba de observarlo atentamente pero discretamente.

¿Quién era? ¿Acaso la modelo para la portada?

Increíble, jamás se hubiera esperado que su media naranja fuera una modelo, siendo él un renombrado científico. No es que el estilo de vida de cada uno,  compaginara mucho…

-Anda, ve y siéntate sobre ese montón de heno –Le ordenó su hermana, dándole un empellón suave a su espalda.

Éste sonrió un poco por aquella orden, pues en vez de sentarse lo que le gustaría era darse un revolcón con la castaña de ojos verdes.

Sin querer pensar en lo que suponía aquel favor, para su reputación en el mundo de la ciencia, le dio orden a sus piernas para que se acercara al lugar y procediera a plantar su trasero allí.

Solo esperaba, que la mujer castaña fuera su compañera.

Pero no. Tuvo la mala suerte, que no era ella quien tenía que salir en aquella portada. Si no, la pelirroja pechugona que no paraba de mirarlo de forma provocativa. Algo, que no le atraía para nada. Ni aunque llevara una copa de más.

Con cierto pesar, le sonrió con falsedad mientras procedía a escuchar al fotógrafo como debían posicionarse.


-Mira que el mundo está mal hecho –Confesó en un susurro Hada a Meredith, mientras se hallaban en un rincón observando como les daban el último retoque, antes de comenzar con la sesión fotográfica-. Los más guapos, siempre son de la acera de enfrente –Dijo soltando un profundo suspiro con mirada anhelante.

Ella, solo supo girarse a mirarla con las mejillas algo encendidas pues aún no había sacado a nadie de su error. Pero sabiendo lo receloso que era su hermano con su entorno profesional, había creído que por el momento si se salvaguardaba el secreto…

Pero ella era su jefa. Una mujer y amiga leal, quien era mejor decirle la verdad.

-Hada, veras…

-¡Hada! –Exclamó el fotógrafo a pleno pulmón en tono de socorro, no dándole tiempo a confesar.

Así que ella era el mando allí. Pensó Colt más animado, al ver como la castaña de ojos verdes se acercaba con sus tacones y falda de tubo en un paso apresurado sin apenas mirarlo por más de un segundo a los ojos.
Sí, ella también sentía la atracción. Observó sonriendo de forma felina.

-¡Eso, joder es lo que quiero! –Exclamó el fotógrafo de sopetón, tras haber captado la sonrisa en su rostro.

Y deteniendo así los pasos de la mujer, al ver que ya no hacía falta de su presencia. O eso creía.

-Hada, ya te estás desabrochando los dos botones de la camisa y sentándote en la pierna de él –Ordenó con gran emoción el hombre.

-¿Perdona? –Logró pronunciar incrédula por las palabras que había creído escuchar de su fotógrafo.

-Esos dos botones de remilgada fuera, cariño –Volvió a ordenar pero añadiendo un guiño perverso-. Y Siéntate en sus rodillas.

Oh sí, aquella pesadilla ya no iba pareciéndose al infierno. Pensó Colt en silencio, observando de forma intensa a Hada.

Mmm… Hasta su nombre resultaba dulce.

-Ralph, creo que quien da las órdenes y contrata a la gente soy yo –Se atrevió a mencionar, poniendo los brazos en jarra-. Y la modelo, es esa joven.

El fotógrafo, se irguió sin miedo alguno para reivindicar su respuesta con la misma sonrisa aún.

-Y quien hace que las portadas de tus novelas obtengan premios, soy yo –Soltó con gran orgullo-. Y tú querida amiga, haces magia con él.

-Pero… -Intentó protestar, pero la asistente de Ralph se posicionó delante  desabrochándole los dos botones pedidos y empujándola seguidamente a las piernas del amigo de Meredith.

-Hola –La saludó él con una voz sexy y ronca, causando que miles de mariposas le recorrieran por todo el cuerpo, al tiempo que se sentía atrapada por sus ojos grises.

-¡Perfecto! –Volvió a exclamar Ralph extasiado-. ¡No os mováis!

Si era por ella, no creía tener las suficientes fuerzas en sus piernas para hacerlo. A parte, de sentirse atrapada, cazada o enamorada.

 ¡Dios mío! Había dicho enamorada… Pensó soltando un gemido con su garganta, al reconocer que aquello no era buena idea. Era el amigo gay de Meredith.

-Por qué tienes que ser gay –Le susurró sin dejar de mirarlo a los ojos.


-Quien ha dicho qué lo soy –Habló sonriendo de forma avasalladora justo antes de atrapar sus labios en un beso cargado de pasión.

4 comentarios:

  1. OH CIELOSSSSSSSSSSSSSSSSS!! Eso es igual a ME HA ENCANTADO quiero más pronto o te acosaré día y noche por todos los medios...se nota tu gusto por los vaqueros porque este te ha quedado sexyyyyyyyyyyy. ¿Ya dije que me gustó? La historia es divertida, ellos pura química y quiero más

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    1. era sólo un post!!!!!!!!!!!!!!!

      jajajajaja Pero bueno, haré el cuento. avisó que será corto.

      papanatas jejeje

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  2. ohhh nueva historia?! me gusta, me gusta, me gusta! :D

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    1. porque tu también lo dices, lo hago a cuento. soys malas dándome más trabajo.

      jajajajajaja

      besazos

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