martes, 12 de mayo de 2015

Blackdalion, La luz del Lobo 2° parte



La mañana siguiente trajo otra prueba para Iolhen, su padre la invitó a acompañarlo a ver los caballos que estaban domando para él. Eso significaba estar junto a Dionis y a Baylor al mismo tiempo. Extrañaba horriblemente a su hermano Kouros, siempre había sido su apoyo y su confidente, sin embargo esta vez no era posible consultar con él.
Una vez más, Iolhen  fue testigo del trabajo de Baylor, llevaba el cabello suelto y estaba intentando montar al percherón que retrocedía ante los avances de él, finalmente pudo trepar al lomo del caballo. Ella había estado conteniendo el aliento pero sólo se dio cuenta cuando Dionis le habló.
-Es un espectáculo increíble, ¿verdad? Nunca he visto a nadie como él con los caballos.
-Es mágico…- susurró Iolhen y su padre la miró.

-Sí, supongo que podría definirse así – comentó pensativo y luego completó su comentario justo al momento en que el domador los veía y se dirigía hacia ellos- Le he pedido que se quede aquí, a trabajar con nuestros caballos.
-¿Qué? – preguntó ella asombrada por la posibilidad, pero su padre ya no respondió porque el muchacho estaba delante de ellos descendiendo del caballo para saludarlos. Su mirada pasó rápidamente sobre ella, pero sin detenerse, como si fueran completos desconocidos.
-Iolhen, él es Baylor. Baylor, mi hija menor, Iolhen – los presentó Dionis y ambos respondieron cortésmente a aquella fingida presentación.
-¿Ya tomaste una decisión? – preguntó Dio una vez que terminaron de saludarse.
-No, todavía no – contestó con cierta incomodidad.
- Espero que aceptes, nuestras tierras son un buen lugar para vivir y  no conozco a nadie que pueda tratar con los caballos de la forma en que lo haces.
-Lo pensaré – respondió  y luego se puso a dar un informar de los progresos que había hecho con los nuevos corceles de Dio.
Iolhen guardó sus preguntas hasta la tarde, cuando volvieron a encontrarse pero en secreto y con diferentes roles.
-¿Te quedarás? – fue lo primero que preguntó al verlo junto a la laguna. Él demoró en responder como si estuviera pensándolo muy cuidadosamente.
-No lo sé.
-Quédate, podría enseñarte sin límites de tiempo.¿No te gusta este lugar?
-Sí, pero...-dijo y se interrumpió.
-¿Pero…?
- Pero debo pensarlo un poco más – concluyó. Ella iba a argumentar para convencerlo de quedarse pero no creía que eso sirviera con él, tal vez incluso lo espantara más. En cambio decidió tentarlo con lo que él deseaba...el lado bello del don que poseían.
-¿Probamos con los arcoíris?
- ¿Qué tengo que hacer? – preguntó agradecido por el cambio de tema y porque de verdad quería crear aquellos arcos multicolores.
- Está ahí...- dijo ella señalando hacia la laguna- Sólo se trata de agua, y luz...
-Agua y luz – repitió él.
- Así ...- enseñó Iolhen con un gesto mínimo hacia la laguna, lo que provocó que gotas de agua casi invisibles se clavaran en el aire y reflectaran la luz solar para convertirse en brillantes fragmentos de arcoíris allí donde ella indicaba.
-Tu turno- le indicó al joven deshaciendo las luces que había convocado con su poder. La laguna volvió a verse como siempre y Baylor pestañeó ante el cambio de paisaje.
Miró a la joven que le sonreía dándole confianza. Suspiró, se puso de frente al agua y se concentró, era algo propio de la naturaleza, sólo tenía que controlarlo esa parte era la complicada.
Dejó fluir su poder y, antes que pudiera evitarlo, se formó una tromba de agua que se elevó con rapidez y luego terminó volcándose sobre ellos.
No hubo arcoíris sino dos jóvenes empapados.
Baylor miró con culpabilidad a Iolhen.
-Lo siento…- dijo en voz baja y ella lo sorprendió riendo a carcajadas.
-No vi venir eso. No te preocupes, es sólo agua- dijo la chica sacudiendo su empapada melena oscura e inmediatamente convocó a un aire cálido que se arremolinó a su alrededor y la secó, luego aquel pequeño viento propio se encargó de secar al joven domador.
-Yo…
-También sirve para cosas útiles este poder nuestro. Vamos, inténtalo de nuevo, hasta que salga. Ya te dije, es sólo agua y luz, nada malo puede pasarnos. Una vez más – dijo ella y se puso a su lado posando suavemente la mano sobre su brazo – Estoy aquí, justo aquí y no me molesta mojarme.
Baylor pensó que así debían sentirse sus caballos cuando intentaba calmarlos, aunque si Iolhen Likaios era quien lo guiaba, no era una mala sensación. Ciertamente si ella estaba allí, él podía pensar en el lado bueno de aquel poder que lo atormentaba, la joven no temía y eso le daba confianza.
Una vez más, soltó aquel poder que usualmente ataba y lo dejó mezclarse con agua y luz para después descomponerse en  haces multicolores, bellos e inofensivos arcoíris salieron del agua  y se extendieron sobre ellos.
Con aquel logro algo dentro de él se alivió y fue como si aquella luz se le metiera dentro.
-¡Es maravilloso! – exclamó Iolhen orgullosa y él se giró hacia ella.
-Voy a quedarme…mientras pueda, voy a quedarme.- dijo con tanta firmeza como pudo  y sus miradas quedaron unidas durante un brevísimo momento antes que Baylor rompiera el contacto.
-Entonces deberías ir a decirle a mi padre.- dijo ella intempestivamente y eso pareció hacerlo dudar- ¿Baylor?
-Sí, le diré – dijo él.
-Entonces podré seguir enseñándote.
-Por favor- pidió y volvió a darle la impresión de ser un niño desamparado.
-Será un placer – contestó Iolhen haciendo una pequeña reverencia, eso lo hizo sonreír y aligeró el ambiente.
Se sentaron a descansar sobre la hierba y aprovecharon para charlar un rato.
- ¿Qué más se puede hacer? ¿Hay un límite? – preguntó él.
-No lo sé, creo que cada persona tiene un límite de acuerdo a la fuerza de su don.
-¿Conoces el tuyo?- preguntó él.
-No, nunca me ha interesado averiguarlo, los mellizos, me refiero a mis hermanos mayores, siempre han experimentado con su poder, les gusta probarse. Para mí siempre fue distinto, lo he usado sólo cuando era necesario y en forma natural, es una parte de mí, nunca menos que eso y nunca más. Así que no sé cuántas cosas puedo hacer. ¿A ti te preocupa?
- Sí, creo que sí.
-Es un extraño para ti…- comentó ella como si recién acabara de encontrar la forma de expresar esa impresión que él le daba.
-¿Qué?
-Tu poder…es un extraño que no conoces, o que quizás no te animas a conocer.
-Supongo que es así – dijo él frunciendo el ceño.
- ¿Lo heredaste? ¿O eres el único en tenerlo?- preguntó Iolhen. Lo frecuente era que aquel poder se heredara, pero cada tanto aparecía alguien que lo poseía sin que su familia lo tuviera. Era el caso de su tío Ennis Blackdalion y eso lo había hecho difícil para él ,a pesar de contar con el amor y apoyo incondicional de toda su familia.
Baylor se tensó ante aquella pregunta, incluso su mirada cambió y Iolhen se dio cuenta que había ido muy lejos con sus preguntas. Creyó que él no respondería, pero lo hizo aunque su voz se había vuelto áspera.
-Lo heredé…de él.
-¿Tu padre? – preguntó y él asintió con la cabeza. Iolhen siempre había sido discreta, de hecho junto a Kouros eran los más sensatos de los hermanos Likaios, así que supo que aquel era el límite y no iba a forzarlo sin importar lo mucho que quisiera saber.
Él estaba empezando a confiar en ella y en su propio poder, además había decidido quedarse, eso era lo único que importaba.
Después de aquello, se marcharon, caminaron juntos y en silencio un largo trecho, hasta que estuvieron cerca de la Casa Antigua y él la dejó adelantarse.
Los días siguientes fueron una agradable repetición, se reunían en la tarde junto a la laguna y la joven le enseñaba a usar aquel poder un poco salvaje para crear hermosos prodigios. Y cada encuentro significaba acercarse un poco más.
Iolhen había creído que podrían seguir de aquel modo mucho tiempo, pero no fue así.
Aquella tarde iba camino a encontrarse con Baylor cuando una voz familiar la detuvo.
-Iolhen, ¿Dónde vas? – era la persona que menos esperaba encontrarse y una de las más peligrosas, porque era imposible distraerla, su prima Lyonisse Blackdalion.
Io tenía dos primas de una edad aproximada a la suya, la hija menor de Caleb Blackdalion, Lyonisse y la hija de su tío Connor, Shenara. Las tres eran muy amigas y estaban muy unidas a pesar de tener personalidades totalmente opuestas, Sheny era impulsiva y traviesa, Lyon era bastante callada pero con una voluntad de acero. Las tres se equilibraban perfectamente. Pero la última persona que deseaba enfrentar era su prima, con aquel aspecto delicado y su larguísimo cabello rubio, podía ser horriblemente tenaz, y como su padre , tenía un detector de mentiras incorporado.
-Lyon, ¿cuándo llegaste? No sabía que estabas aquí.
-Acabo de llegar, escapé de casa y vine a quedarme unos días – respondió y tras esta afirmación Iolhen gimió mentalmente.
-Pensé que estaban los preparativos para la feria en el Castillo de los Cerezos.
-Por eso escapé. Papá y Blaze están esforzándose al máximo para que todo sea perfecto…
-¿Agotadores, verdad?
-Más si tu hermano Lysander anda  molestándolos constantemente.  
-Suena mal – sonrió Iolhen al imaginar a los perfeccionistas Blackdalion en lucha con su hermano revoltoso.
-Y mis hermanas, están muy entusiasmadas con la feria.
-¿Las gemelas?
-Sí y me refiero a MUY ENTUSIASMADAS…ellas y sus hijos. Es una pesadilla.- se quejó Lyonisse y su prima rió divertida. Usualmente las gemelas desbordaban energía, no quería imaginarlas en un estado muy entusiasmado
-Entonces viniste a refugiarte.
-Así es , tía Kaly me dijo que habías venido hacia el bosque. ¿Dónde ibas?
-No importa , será mejor que vayamos a casa – dijo Io y su prima se le paró delante.
-Iolhen Likaios, ¿qué te traes entre manos?
-Nada.
-Te conozco.
-Vamos a casa, Lyonisse.
- Estás ocultando algo, lo sé. Elije, me lo dices o  hago que los chicos Likaios lo averigüen.
-Te estás pareciendo terriblemente a tu padre, ¿lo sabías? – le dijo Iolhen aunque sonaba más a crítica que a elogio.
-Estoy muy orgullosa de eso, así que habla.- exigió cruzándose de brazos. Io suspiró.
-De acuerdo, voy a contarte.- claudicó Iolhen y le contó a su prima aunque en forma muy general, había detalles, impresiones que prefería guardar para sí misma.
-Iré contigo…- afirmó Lyonisse
- No, él va a estar incómodo con alguien extraño y…
-Iolhen, no era una pregunta – dijo  hablando con suavidad pero firmemente- Si quieres que guarde el secreto como me pediste, al menos para darte un poco de tiempo para que lo cuentes a los tíos, porque sabes que tienes que contarlo, ¿verdad?. En fin, si quieres mi ayuda tienes que permitir que lo conozca y juzgue si es buena persona.
-¿No confías en mi criterio? Te he dicho que es un buen hombre. No hay nada de qué preocuparse.
- Usualmente confío en tu criterio, Io, pero esta vez quiero ver por mí misma. Además tiene el don, quiero decir no me preocuparía si fuera un hombre común porque estarías en ventaja de condiciones para defenderte si algo sucede, pero este caso es distinto.
-Él no me haría daño, jamás.
- Déjame comprobarlo, sabes que es mejor que sea yo .
-Lyonisse…
-¿No harías lo mismo si se tratara de mí? Dime sinceramente que no y me marcharé – dijo mirándola con aquellos intensos ojos oscuros y Iolhen suspiró. No podía, ella se comportaría de la misma manera que lo hacía la joven Blackdalion, simplemente proteger a la familia era su prioridad.
-Vamos, pero si lo molestas  haré que te crezcan cuernos o algo – la amenazó Iolhen. Y su prima sólo levantó las cejas para hacerle notar lo extremista que sonaba aquello.
- Está bien, seré buena con tu domador.
-No es mi domador…
-Quise decir tu alumno, o lo que sea.- replicó Lyonisse haciendo un gesto vago con la mano.
-Baylor, su nombre es Baylor – recalcó Iolhen y luego se dirigieron juntas hacia el bosque.
El joven sonrió al ver aparecer a Iohen, pero su gesto cambió drásticamente al ver aparecer a la muchacha rubia que la seguía.
-Es mi prima, Lyonisse Blackdalion, e insistió en acompañarme.- explicó ella acercándose.
- Digamos que la atrapé en plena fuga, y es un placer conocerte – dijo Lyonisse dejando en claro su posición.
-Igualmente – dijo él inclinando la cabeza en un gesto de saludo.
- No se preocupen por mí, no voy a molestar, me quedaré aquí a disfrutar del paisaje, pueden continuar con sus clases.- dijo y se sentó debajo de un árbol apoyando la espalda en el tronco.
Io le dirigió una mirada asesina a su prima, solía ser encantadora pero en esos momentos no lo era. Además Baylor se veía realmente confundido por la intrusión.
-Es verdad, no tenemos que preocuparnos por ella.
-Pero…¿y si sucede algo?
-Baylor, yo estoy aquí.
-Está preocupada por ti, ¿verdad? Quizás sería mejor si vuelves a tu casa, quizás…
-Ni se te ocurra decirlo.- lo interrumpió antes que él mencionara algo como dejar de tener aquellos encuentros- Empecemos con la emocionante lección de hoy.
Baylor sonrió y se concentró en la joven de cabello oscuro que tenía delante, intentando ignorar que estaban siendo vigilados por una joven rubia que lo consideraba potencialmente peligroso para Iolhen.
-¿Cuál es la lección de hoy?
-Cambiar colores…- dijo ella tomando un par de hojas amarillentas en sus manos, para luego volverlas de color verde intenso.

Lyonisse los observó cuidadosamente prestando atención a cada gesto y movimiento entre ambos, estaba concentrada  en su misión hasta que la hierba sobre la que estaba sentada se tornó de color azul.
Miró inquisitivamente a su prima y a Baylor.
-Perdón…- musitó él dejando en claro que era el causante de aquello.
-Es un lindo color – comentó  Lyon imperturbable, no era dada a los escándalos ni a mostrarse sorprendida.
Iolhen apoyó su mano sobre la de él mientras la posaba en la tierra, ambos intercambiaron una mirada al tiempo que la joven Likaios le susurraba algo, inmediatamente la hierba volvió a su color verde primaveral.
-Buen trabajo, estoy  más habituada a este color- alentó Lyonisse mirando directamente a Baylor. Éste se sonrojó avergonzado.
-¿Ella no tiene el don, verdad? – le preguntó en voz baja a Iolhen.
-No, y no lo necesita. Es hija de Caleb  Blackdalion, eso basta para hacerla aterradora – le dijo con complicidad y él sonrió. Se había sentido muy nervioso por toda la situación, pero ahora le encontraba el lado divertido. Su joven maestra tenía el talento de relajarlo.
Practicaron un rato más hasta que empezó a atardecer y Lyonisse se puso de pie como señal de que debían despedirse.
-Nos vemos mañana- dijo Iolhen y él la miró con cierta duda.
-¿Estás segura?
-Sí.
-Ella vendrá mañana , pero ya nos vamos – dijo Lyonisse llegado hasta ellos.
-Lyon…
-No seas tan melodramática, Iolhen. Huí del melodrama, ¿lo olvidas? Volvamos a casa, necesito comer.- finalizó y las dos se retiraron.
Io caminó un rato en silencio junto a su prima hasta que no aguantó más.
-¿Entonces?
- Voy a ayudarte, Io, no diré a nadie tu secreto. Parece ser un buen hombre y creo que estarás bien, pero aún así...
-¿Qué sucede?
-¿Cuánto sabes sobre Baylor, Iolhen?
-Lo necesario- respondió cortante.
-Prima, lo necesario no es igual a lo suficiente.
-Lyonisse...
-Me dio una buena impresión, Io, por eso voy a ayudarte, pero tú lo debes saber mejor que yo, su poder no es como el tuyo...se siente como si estuviera desbocado.- dijo la joven tratando de encontrar una palabra que explicara su sensación.
“Desbocado”, aquella palabra resonó en Iolhen, quizás porque había algo de verdad en las palabras de la joven Blackdalion. El poder de Baylor era diferente a cualquiera que ella conociera, aunque para ser sincera no tenía contacto con mucha gente con el don, salvo los de la familia, pero el don de aquel hombre era muy diferente al de su padre, al de sus primos y hermanos y al suyo propio. Eso la intrigaba , pero jamás lo había visto como una amenaza.
-Que algo sea diferente, no es malo...- dijo y aquella afirmación iba dirigida tanto para Lyonisse como para ella misma.
-No sé cómo funciona con el don, quizás sea igual, quizás diferente – dijo con lentitud Lyonisse- pero sé cómo es con las espadas. Cuando se le enseña a alguien a usar una, el maestro enseña sus trucos y al hacerlo descubre sus debilidades delante de su aprendiz, así que éste no sólo aprende las habilidades del maestro sino que también aprende a derrotarlo. No digas nada, sé que vas a discutir, pero Iolhen...sólo sé un poco precavida, no dejes que lo que sientes por él te ciegue.
- ¡Lyonisse Blackdalion sólo estás hablando tonterías! Yo no...
-Tampoco sé sobre el amor, pero he visto suficientes personas enamoradas para reconocer una cuando la veo. Y tienes esa mirada, no lo niegues.
- No es que lo niegue, sino...-titubeó Iolhen y su prima la miró sorprendida.
-¡Cielos! No lo sabías, acabas de darte cuenta.
-Eso parece – confirmó la joven Likaios poniéndose pálida.
Lyonisse sacudió la cabeza en un gesto de incredulidad, luego pasó el brazo por sobre los hombros de su prima y se fueron juntas a la Casa Antigua cada una sumida en sus propios sentimientos.
Aquella noche a Iolhen le costó mucho quedarse dormida. Sin dudas Baylor le importaba, pero ¿enamorada?. Quería verlo y era muy feliz en los momentos que compartían, quería saber más de él y no le gustaba verlo herido o asustado. Quería protegerlo y hacerlo feliz. Y cuando lo tenía muy cerca, se ponía tan nerviosa que era capaz de olvidar su propio nombre. También estaba la calidez, eso era lo principal, cerca de él sentía que su alma se volvía cálida. En la oscuridad , sonrió, no había dudas, estaba enamorada.
No sabía que iba a hacer, habría muchas cosas que solucionar y sobre todo tenía que averiguar qué sentía Baylor por ella, pero tenía tiempo para todo eso. Ahora que era consciente de sus propios sentimientos, resolvería todo lo demás poco a poco. Finalmente se quedó dormida.
Al día siguiente, después de desayunar, Iolhen arrastró a su prima a donde se domaban los caballos. Las sospechas de Lyonisse eran un aguijón que la molestaba, quería que la joven Blackdalion viera al domador como lo veía ella.
Las dos jóvenes se apoyaron en el cerco mientras Baylor trabajaba con el caballo. Luego  de lograr cabalgar un rato en el arisco animal, se apeó y contempló a las muchachas que lo observaban.
Lyonisse Blackdalion era intimidante, a pesar de la delicadeza de sus facciones, tenía una mirada penetrante que parecía estar desarmándolo para estudiar parte por parte y decidir si le daba su aprobación o no. Sin embargo quien más lo intimidaba era la joven que estaba a su lado, Iolhen lo inquietaba más allá de lo que podía explicar.
Sin dudas era hermosa, pero su belleza iba más allá de lo físico. Tenía un aura especial, algo que la hacía única. A diferencia de él, ella no estaba rota ni se despreciaba a sí misma, Iolhen estaba segura de su lugar en el mundo, llevaba su don con naturalidad, no luchaba sino que fluía con lo que la rodeaba. Ella no tenía miedo. Y lo más perturbador era que cuando estaba a su lado tampoco él tenía miedo.
La joven Likaios era para él como una primavera tras un largo invierno, reunía las características de un sueño feliz, si alguna vez hubiera tenido el valor y el derecho a soñar con la felicidad estaba seguro que sería tener cerca a alguien como esa joven.
Y así como se sentía bien a su lado, estaba inquieto, temía que ella descubriera cuan indigno era.
-Buen día…- dijo Lyonisse interrumpiendo el hilo de sus pensamientos y obligándolo a acercarse a saludarlas.
-Buenos días – respondió  y se sintió incómodo ante el silencio de Iolhen que parecía centrar su mirada en el caballo que iba a su lado antes que en él.
Temió que hubiera descubierto algo, pero ella lo miró y sus dudas se despejaron, era la misma mirada de siempre. Casi la misma de siempre. Había algo nuevo en los ojos de la joven pero él no podía descifrar qué era, aunque estaba seguro que no era desprecio ni enojo.
-¿Puedo acariciar al caballo? – preguntó Lyonisse y eso lo distrajo.
-Es peligroso, aún se siente incómodo con extraños.
-Soy buena con los animales – respondió.
-Es buena con los animales – dijo Iolhen al mismo tiempo lo que hizo sonreír a ambas primas.
-Además ustedes están aquí, no dejaran que me pase nada malo, ¿verdad? – preguntó la joven rubia pero su mirada se clavó en Baylor como si su pregunta fuera dirigida únicamente  a él.
-Así es ...- respondió quedamente sintiendo que nuevamente estaba siendo sometido a una prueba de la joven Blackdalion.
Lyonisse sonrió y luego entró al espacio cercado.
Iolhen se quedó contemplando a su prima, tenía un aire majestuoso en todo lo que hacía. Quizás fuera el contraste  de su personalidad con la de sus hermanas gemelas, o aquel aplomo con que hablaba y se movía pero que al mismo tiempo transmitía seguridad y autoridad.
Aquel cabello dorado y su figura esbelta le daban un aire frágil , pero al mismo tiempo tenía la mirada oscura y seria , demasiado parecida a la del propio Señor Blackdalion.
Sólo entonces, al detenerse en su mirada, Io pensó que su prima se traía algo entre manos. Estuvo a punto de lanzarse tras ella, pero se detuvo, interponerse en el camino de Lyonisse sólo avivaría más su determinación, y sabía que su prima no podría hacer nada en su contra. Así que se mantuvo alejada mientras la veía caminar hacia Baylor y el caballo que se habían ubicado en el medio de la pista.
Lyon se acercó lentamente al animal, estiró la mano sin miedo para posarla en su cuello y , extrañamente él la recibió sin espantarse.
-Buen chico, eres realmente hermoso – dijo dulcemente acariciándolo y de pronto su mirada oscura volvió a detenerse en el hombre que sostenía al animal. Esta vez le habló al entrenador- ¿Tienes familia? – preguntó.
-No – dijo él demasiado rápido y esquivando la mirada, la chica  supo que le mentía.
-Ella sí – explicó y él no necesito que le aclarara que hablaba de Iolhen Likaios.
-Lo sé.
-Me refiero a que tiene un padre y hermanos muy peligrosos que harían cualquier cosa por ella, también tiene tíos, primos ...y primas que sólo desean verla a salvo y feliz.
-Lo sé...- repitió él y su voz cobró un tono extraño aunque indescifrable para la joven Blackdalion.
-¿Buscas dañarla?- preguntó directamente.
- Jamás – dijo él y esta vez para ella fue muy clara su sinceridad porque además la miraba a los ojos  y supo que buscara lo que buscara aquel hombre, no quería dañar a Iolhen.
- Está bien, confiaré en ti. Y espero que sepas lo valiosa que es para todos  nosotros.
-También para mí – musitó él y Lyonisse le dio un par de palmaditas más al animal e hizo un breve gesto de asentimiento hacia el joven. Algo muy parecido a una señal de consentimiento. Luego, regresó hacia donde estaba su prima esperando ajena a quella conversación privada.
-Nada mal – comentó Io.
-Es un animal precioso y él está haciendo un gran trabajo.
-Lo sé.
-Me dio hambre, ¿volvemos a la casa? – propuso Lyonisse tomando a su prima de la mano.
-Pero , desayunamos antes de salir…- protestó Iolhen.
-Vamos, Io.- insistió con una mirada severa que la hizo rendirse. Después de todo, no podía quedarse allí parada mirando a Baylor toda la mañana, y a él también se lo veía incómodo. Tenía que lograr que la familiaridad que tenían para tratarse trascendiera los límites de sus encuentros junto a la laguna, pero no podía presionarlo. Y mucho menos con Lyonisse Blackdalion entrometiéndose.
Se encaminó junto a la joven rubia, pero antes se giró hacia el domador y lo saludó con la mano al tiempo que  silenciosamente formaba un mensaje con los labios que esperaba él entendiera “Nos vemos más tarde”
Él pareció interpretarla porque asintió con una leve sonrisa.

2 comentarios:

  1. Que nervios, que esconderá Baylor....y quisiera saber mas de los otros integrantes, que tal esta Raine... gracias por subir tan pronto la segunda parte de esta historia

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    1. Gracis Yoce, veré si nos cruzamos con Raine por ahí, o en alguna otra historia...también me dan ganas de saber cómo andan

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