viernes, 24 de julio de 2015

Saga Emisora Apasionada "Gabriela" 3

-Hola cariño –La besó Sandra-. ¿Te han hecho mucho en el coche? ¡UY! Veo que sí, por tu expresión.

-No estoy enfadada por el golpe en mí coche, sino más bien por quien me lo dio –Respondió totalmente ofuscada, y dejando su bolso encima de una silla-. Fue Cristian Doyle.

-¡OH! –Se sorprendió-. Eso sí que es casualidad… ¿Y qué ha ocurrido?

-Nada –Se alzó de hombros-. Simplemente no dejé que desplegara su encanto conmigo.


-¡Eres tonta de remate! –La regañó su amiga-. Tienes la oportunidad de hablar con un magnífico ejemplar y…

-Que resulta ser mi enemigo –Recordó aún enfadada.

-Perdona preciosa –Se rió-. Enemigo durante el trabajo, en la cama no.

-Por favor, no comiences tú también –Alzó los ojos al techo-. ¿Me puedes informar entonces de alguna cosa?

-Sí, básicamente van hacer una campaña sencilla para autobuses y paradas de ellos –Buscó una carpeta y se la entregó-. Ves, son fotos de cada uno de ellos en solitario, sujetando un cartel con el horario del programa.

-¿En serio? –Se entretubo mirando las fotografías de cada uno, para detenerse  más tiempo en la de su enemigo.

Para que negarlo. El muy condenado, estaba de rechupete… ¿Cómo no había sabido nada de él hasta el momento, si tan conocido era? ¿Tendría razón su hermana? ¿Llevaría mucho tiempo sin hacerle caso a los hombres?

-Puede que hagan más campañas –Respondió Sandra-. No lo sé aún, pues tan empezando como bien sabes. ¿Me la devuelves, o te hago una fotocopia para la almohada? –Rió, al ver que miraba al hombre detenidamente.

-Ni loca –Puso cara de hasco y le entregó la carpeta.

-No sabes lo que te pierdes –Soltó un suspiro profundo-. Es muy amable y divertido y…

-No deja de ser otro creído, que le gusta que las mujeres le rodeen y babeen por él.

-¿Cómo tú hace unos segundos? –Soltó con cierta picardía, obtuviendo unna mirada recelosa por parte de la chica-. ¿Crees qué serán un problema los  nuevos fichajes?

-Dylan se halla muy enfadado –Suspiró mientras se reclinaba en la silla.

-Entonces es que sí… Y yo también lo creo… Al menos en tu espacio –La miró con cierto abatimiento-. Es tambien muy admirado.

-Eso me han dicho mis chicos –Admitió con pesar-. Yo no sabía quién era él, hasta el día de hoy. Y ya me cae mal…

-¿Pero en qué mundo vives? –Rió su amiga-. Tienes que salir de fiesta. ¿Cuánto hace que no sales por ahí?

-Bastante –Soltó en un lamento.

-Y supongo, que también hace bastante que no tienes una cita.

-¿Y eso, qué tiene que ver ahora? –Soltó un tanto molesta.

-¡Mucho! –Se levantó de la silla -. ¡No puedes seguir así!

-Quien fue hablar –Soltó acusadora-. ¿Cuánto hace que tú no tienes una cita?

-Pero yo salgo alguna vez de fiesta… -Se defendió-. Así, más o menos estoy al día sobre los solteros de nuestra ciudad.

-Por favor sandra –rió -, tú saldrás como mucho dos veces cada medio año. Admitelo, eres como yo. Y no entiendo por qué, trabajando en una agencia de publicidad tienes mucha más ventaja…

-No te creas que mucha –Gimoteó cómicamente-.  La mayoría, suelen ser muy pagados de sí mismos, y no suelen salir con chicas corrientes como yo.

-¡Bingo! –Se descoyuntó de la risa-. Ves como tenía razón…

-¡No! Tú, tú si que tendrias oportunidad de que se fijaran en ti… Eres alguien, pero ocultas que lo eres…

-Tú tambien puedes ser ese alguien –Dijo enfadada-. Por eso, no me gustan estos hombres. Por eso dejé de salir, son unos interesados…

-¡No me seas monja! –La calló-. Sabes, que solo tienes que ir conociendo gente. No todos son iguales.

-No tengo ganas para ello.

-Te quedaras soltera.

-Mejor, así siempre tendré la tapa del water bajada –Le replicó con humor.

-¡Tonta! –Rió su amiga-. ¿Entonces? –Inquirió volviendo a sentarse en la silla.

-¿Entonces qué? –Frunció el ceño sin comprender por donde iba ahora.

-¿Cuándo salimos juntas de fiesta? –Preguntó con travesura-. Por favor… Además, tú puedes entrar libre en mejores discotecas que las mías… Déjate de tonterías, y dime que sí… -Revoloteó sus pestañas.

-Ya me lo pensaré –Le guiñó un ojo-. Por lo pronto, eh tenido una idea… Voy a llamar un momento a Dylan.


Veinte minutos después…


-Gabriela, no tenemos todo el día –Resopló Sandra-. Sal de ahí dentro ahora mismo…

-No estoy muy segura –La voz le temblaba, mientras se miraba en el espejo insegura. Iba simplemente vestida con aquel albornof blanco, que ella misma había pedido… ¡Era idiota!

-¡Como no puedes estar segura, si la idea la has dado tú! –Habló su amiga un tanto exasperada pro la situación.

-¿Cómo siendo mi amiga, me dejas hacer éstas cosas? –Le reprochó abriendo la cortina del provador.

-Lo que no entiendo, es como no se me ocurrió antes –Indicó un tanto molesta-. Se supne que ese es mí trabajo. ¿Estaré teneindo una crisis de creatividad?

-No digas memeces –Rió Gabriela-. Te recuerdo, que no vine buscando trabajo. Solo er ainformación… Y se me ocurrió esto… -Se señaló el albornof.

-Que ha sido una idea genial –La empujó hacía la sala, donde un fotografo la estaba esperando-. Pero, que nadie debe saber aún. Sino, me juego mi reputación al igual que Jasper.

-Lo sé –Suspiró-. Hasta que los anuncios de ellos, no lleven un día en la calle, no pueden salir lso nuestros… Pero, no se si esperarme a la última y ver como quedan los trabajos de mis compañeros…

-¡No me seas cobarde! –La sujetó por lso hombros la chica-. Venga, que el tiempo corre… ¡Dios, que sexy vas a quedar! –No pudo evitar decir con gran excitación.

-¡Tampoco quiero ese efecto! –Protestó alarmada-. ¡Y lo sabes!

-Camina y calla… -Ordenó su amiga.



***


Aparcó su abollado coche, en su plaza de parquin de la emisora. Cuando lo había movido aquella mañana de allí, no se esperaba que fueran haber tantos acontecimientos. Si hubiera sabido por adelantado todo aquel alboroto, para nada abría sacado un pie fuera de su cómoda cama. Apoyó la frente en el volante, mientras soltaba un profundo suspiro. 

No quería subir y ver a su jefe, ni tampoco a ninguno de sus compañeros… Miró un segundo al sillón del copiloto, para soltar un sollozo al ver allí la llamativa carpeta roja. ¡Por favor, si hasta el propio color de ésta ya anunciaba el desastre! Desastre, solo para ella. Porque tanto como Sandra y Jasper, estaban encantados con lo que habían puesto dentro de aquella carpeta.

Pero ella no.

 Y ahora, le tocaba aguantarse por bocazas. Eso le pasaba, por no detenerse antes a pensar un segundo en sus acciones.

 Lo que había en aquella carpeta roja, era una acción más del papel que representaba en aquella emisora. Era la seducción y pasión, en aquellas cuatro paredes. ¡Pero ella no era así en verdad! Hacía mucho tiempo, que no sabía lo que era la pasión… Simplemente, era una mujer más que le gustaba pasar la noche del viernes y sábado, en casa o saliendo a pasear. No era una amiga de las discotecas… Todo lo contrario, que reflejaba aquella maldita carpeta roja.

 ¿Y sí la extraviaba qué ocurriría? Que Sandra, estaría encantada de pasarle el trabajo realizado a su jefe Dylan. Lo dicho, aquel día se tenía que haber quedado durmiendo.

-¡Por fín, ya volviste! –Apareció de golpe Steve.

-¡AH! –Votó en el sillón por el susto.

-¡Joder! –Rió divertido el chico, ante el susto de la joven-. Si que estabas lejos de aquí mona… -Seguía riéndose, al ver que ella lo miraba con el ceño fruncido-. Eh aparcado mi coche, dos plazas a la derecha… Hice ruido, así que no me culpes por estar tu distraida. Fui a buscar comida china para todos nosotros.

-¿No te has marchado a casa? –Le preguntó saliendo del coche con sus cosas y la dichosa carpeta.

-No –Sonrió-. Todos estamos curiosos, con esa campaña de publicidad que has propuesto… ¿Cómo va a ser? ¿Está en esa carpeta? Déjame ver…

-Ahora no –La apretó contra su pecho con fuerza, al tiempo que sus mejillas se teñían de rosa-. Arriba, con los demás… -Habló nerviosa.

-¿Eso es sonrojo? –Preguntó sorprendido y curioso-. ¡Dios, ahora estoy aún más curioso! Venga, démonos prisa… ¡Tú coche! –Exclamó veloz, al mirar bien hacía el vehículo.

-Me han dado un golpe ésta mañana….

-¿Estás bien? –Se acercó y le levantó la barbilla para inspeccionarla bien.

-Sí, no te preocupes –Le sonrió por su preocupación y cariño-. Pero adivina quien me dio… -Dijo con un poco de rabia.

-Ni idea –Se alzó de hombros.

-Cristian Doyle –Pronunció su nombre con retintín.

-¡Cómo! ¿En serio? –Su expresión era de total asombro-. ¿Y cómo fue?

-Es mi enemigo, como quieres que fuera… -Respondió emprendiendo el camino al ascensor, y escuchando la risa divertida de él.


Ya en el ascensor, su compañero Steve no paraba de observarla a ella, y a la dichosa carpeta. Aquello, solo estaba intensificando sus nervios. Lo único que quería, era salir de allí y llevar una vida relajada. Pero sabía, que ahora iba a ser imposible. La gente, simplemente conocía de ella su nombre de pila. Y solo, el que sintonizaba su emisora. Lo cual, era un número bastante elevado de gente. Pero no la conocían a ella físicamente. Jamás, había tenido que ir hacer ningún reportaje, ni nada parecido.

 Pero todo se iba al garete gracias a ella misma.

¡Mentira! Si toda su paz se iba al garete, era por culpa de aquel adonis, que ahora era su enemigo público número uno. ¡Sí! Él, tenía la culpa de todo.

-Me estas dando miedo, con esa mirada –Dijo Steve, mientras respiraba más relajado al ver que ya llegaban a su planta, y las puertas se abrían.

-Perdona… -Sonrió veloz-. Solo estaba pensando en mí contrincante…

-Pues compadezco al pobre hombre –Silbó divertido de éste-. Nunca t eh visto tan amenazante…

-Tampoco exageremos tanto Steve –Le dio un pequeño empujón.

-¡Bien, ya era hora de que llegarais los dos! –Soltó impaciente Dylan-. A la sala de reuniones ya… Que también tengo hambre

-Sí, claro… -Agachó la cabeza avergonzada y hacía allí fue, junto con los dos hombres.


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