viernes, 20 de noviembre de 2015

Besos Robados 7

-¿Doña tacones? –Repitió Meredith con cierto recelo.

Tanto Ralph como Ángel, la miraron por un segundo para después romper en risas roncas. Aumentando más el enfado de la joven.

-¿A qué puñetas vienen esas risas? –Resopló mirando entonces al ruso-. ¿Qué les contaste?


Ivan se alzó de hombros, tratando de aguantar también la risa que se le quería escapar.

-Desde luego, no  pensábamos que eras de las que tiraban la piedra y salían huyendo como liebres – Explicó limpiándose un par de lágrimas su amigo de la infancia.

Meredith, solo supo girarse con las fosas nasales algo hinchadas hacia su nuevo enemigo.

-Vaya, quien iba a decir que con todo lo grande que eres y no has tardado en venir a tus amigos llorando –Escupió con rabia, logrando que el individuo borrara su sonrisa del rostro y la mirara con ojos medio abiertos, mientras que la nueva pareja de enamorados se partía el culo de la risa.

-Venga Meredith –se puso Ralph en pie, para sujetarla del brazo y hacer que se sentara en su sitio, mientras él empujaba al serio de su amigo, para quitarle el sitio-. Mejor os ponemos una barrera entre vosotros –Explicaba con tono apaciguador-. Es viernes, hemos venido a pasar un buen rato –le acercó su propia copa a los labios-, dale un trago y cálmate. Solo habéis tenido un mal principio…

-Y quién ha dicho que yo quiero que haya una continuidad –Masculló en un gruñido, aceptando dar un pequeño trago a la copa de su amigo, observando por encima de ella a su enemigo.

-Eso podría decirlo yo también –Alzó sus cejas con cierto tono beligerante el gran hombre.

-Venga chicos –habló aquella vez Ángel, agarrando a su amiga por encima de los hombros con cariño-, Ralph tiene razón. Venga ruso –le guiñó un ojo al amigo de su cita-, por mucho que te cueste vuelve a mostrar esa sonrisa que tienes. Y tú –le besó la mejilla a la chica-, desde cuando te comportas así con un hombre atractivo –Le susurró pero que los demás lo oyeran también.

-¿Ruso? –Repitió con cierto sarcasmo, agarrando nuevamente la copa de Raplh-. Solo te falta decirme ahora, que eres científico y tengo la noche completita… -Escupió con gran sarcasmo, dando ya un trago a la copa cuando reparó en los rostros de los tres hombres tras decir aquello-. ¿Qué ocurre?

-Soy científico –Afirmó con tono seco y mostrando aire pensativo-, y tú eres Meredith…

Aquello parecía en aquel momento una película del oeste, silencio sepulcral en la mesa y los cuatro observándose mutuamente con la mirada entrecerrada. ¿Quién dispararía primero?

-Ahora comprendo, el porqué no me has caído bien desde un principio don poste telefónico –Escupió con cierta acritud-. Trabajas en el mismo laboratorio que mi hermano, tú eres uno de esos qué…

-Meredith… -La frenó Ángel, con cierto tono pacificador.

-Yo más bien creo, que esa rabia que sientes hacia nosotros es por no tener la misma suerte tú, estando por la media tu CI… -Soltó puntilloso y algo rabioso, al comprender que esa atracción pequeña que había sentido en un principio, la había malgastado con alguien que repulsaba antes de conocer-. Y por ello, aún sigues buscando tu amor. Pero alguien a quien tú puedas domi… -Calló de sopetón, cuando la bella joven le lanzó a la cara la copa que tenía sujeta entre las manos.

Ralph y ángel, contuvieron el aire a la vez. Pero Meredith se puso en pie veloz, para volver a lanzar fuego por su boca.

-Al menos, se que yo tengo corazón –Lo miró con gran orgullo por encima del hombro-, pero una persona tan fría como tú. Creo que para encontrarlo, debe darse un par de voltajes así mismo, para que salten algunas chispas.

Ralph rió por el comentario, pero calló de seguida.

-Hay que reconocer que tuvo gracia –Dijo con tono débil-. Hiriente, pero fue gracioso –Se rascó tras la cabeza, soltando un poco el aire-. Hay que ver lo pequeño que resulta el mundo… Venga amigo, no te enfades. Sabes que tú y yo nos decimos cosas peores a veces –Le dio un golpe amistoso en el hombro con el puño, pero éste seguía mirando aún a la joven con ojos de cazador.

-Me voy abajo con las chicas a bailar –Dictaminó ella-. Espero no os importe si no vuelvo a subir en toda la noche – Se disculpó ante sus amigos-. El ambiente que se respira no es de mi agrado.

-Ojo, no vuelvas a caerte por las escaleras –Se burló Ivan.

-Si estuvieras tú abajo, te aseguro que esta vez me tiraba para clavarte el tacón en el corazón  –Se golpeó la frente con tono cómico-. Que burra, pero si tú no tienes nada ahí dentro. Científico y ruso –Soltó con gran risa desposta-. Menudo coctel, espero que tengan cuidado las mujeres que ronden cerca de ti, no vayan a congelarse con tu toque –Escupió alejándose de allí, sin atreverse a mirarlo por una última vez a la cara.


Pasados cinco minutos en absoluto silencio los tres hombres, Ralph volvió a romper el silencio.

-Bueno… Ya conoces a la Meredith que repulsabas –Soltó con cierto humor-. Tenías razón, en que no compaginaríais.

Pero ante aquella observación, fue su cita de la noche quién rompió en carcajadas. Sorprendiéndolos un poco.


-Te equivocas y mucho –Rió otra vez, dando un trago a su copa y mirando luego al fotógrafo para guiñarle un ojo-. Estos dos, están molestos entre sí por saber quiénes son en realidad… Conozco a mi niña de toda la vida. Diantres, nos hemos ido a ligar juntos siempre –Volvió a reírse-. Y se cuando le interesa alguien. Pero esta molesta, por ser quien eres –Miró a Ivan con sonrisa pícara-. Y confiésalo, antes nos dijiste que te gustaba. No creo que tu cuerpo haya cambiado de repente. Solo tenéis que aceptar que tu eres un ruso frío y chiflado y ella, una joven alocada y deseando encontrar el amor. 

-Pues como no se de prisa –Gimió Raph, con la mirada puesta en la pista de baile-. Meredith lo encuentra ésta noche con ese tipo de la barra –Señaló, causando que los otros miraran abajo y vieran como la joven aceptaba ir a la pista de baile con un rubio trajeado.

 Ivan, sintió rabia crecer por dentro al ver a la joven con aquel chico. Y pro primera vez, se sentía desconcertado al tener aquel sentimiento por una joven, reconociendo que era mejor explorar a donde conducía todo aquello nuevo para él.

-¿Me permites salir? –Pidió a su amigo, logrando que se moviera nuevamente al sitio donde estaba antes sentado-. Espero que tengáis buena noche –Sacó un billete de cincuenta euros y lo depositó en la mesa-. Invito a las copas. Hasta luego.

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