jueves, 17 de diciembre de 2015

Aún te amo 26° - Gaby Ruiz



-  Fernando, creo que deberías...  –decía Caro encarándolo, para darse cuenta que él estaba profundamente dormido- Oh –soltó en un suspiro, mirándolo con ternura... no podía evitarlo.  Siempre le había encantado mirar a Fernando dormir, en el pasado.  Su rostro parecía tan sereno en instantes así, cuando sus ojos estaban cerrados... sus facciones se volvían aún más atractivas porque parecían perfectas, sin rastro de debilidad humana. Pero, cuando despertaba... fruncía el ceño, preguntaba la hora y se volvía humanamente imperfecto... se volvía Fernando... y ella lo amaba más en ese momento.

Eso era pasado tan solo.  Ahora, él era el hombre que una vez le destrozó el corazón... dos veces exactamente.  Él hombre que había decidido amar y por el cual arriesgó todo y perdió. Lo tenía ahí, para ella... diciendo que la necesitaba.  Pero eso no sería más. Necesidad...  así como necesitaría a cualquiera...  como un ¿reemplazo de Deborah?
No, eso ni pensarlo.  Él no le había insinuado algo semejante y ella jamás haría el papel de madre de Christopher... mucho menos de –miró aprensiva hacia él-  esposa de Fernando... ni pensarlo.  Él no la quiso hace un año, no la quería ahora... nada había cambiado.
Volvió a suspirar y se concentró en Christopher.  Sin duda tenían algunos rasgos que denotaban el parentesco.  Era un niño precioso, pero esta vez estaba tan pálido y delgado... realmente parecía tan frágil.  ¿Con qué clase de corazón alguien podría dejarlo?  ¿Cómo podía Deborah?  Esa mujer... lo había tenido todo y había sido tan estúpida como para dejarlo.  Divorciarse de Fernando y dejar a su hijo, ella jamás lo habría hecho... se habría llevado a su hijo, aún más, jamás habría dejado a Fernando.
Ahora Fernando había pasado de primo del padre de Christopher, a padre del pequeño.  Era algo casi sin sentido cuando Fernando había pronunciado su deber, pero ahora lo entendía, evidentemente no era el deber de querer a ese pequeño... sino el deber de lograr tenerlo a su lado.
Claro, él había dicho: “Deborah nunca supo que significaba tener un hijo”  Esa podía haber sido la razón de...
¡Basta!  A ella le importaba muy poco las razones que hubiera tenido o no Fernando.  Él había decidido y había escogido “mal” aparentemente.  Pero ese ya no era su problema.  Él estaba fuera de su vida y eso no iba a cambiar... ya no.
Pero... seguía sin entender... ¿qué demonios hacía ahí?
***
-  ¡Gracias a Dios que llamaste!  -Danna gritó al auricular y eso despertó completamente a Caro-  ¿cómo estás?
-  Agotada pero con esperanzas.  Ha sido una semana dura, sin ningún cambio pero hubo una ligera señal...
-  Oh, estás realmente cansada. ¿No crees que deberías dejar la clínica?
-  No Danna, yo estoy perfectamente.  Hoy viene Fernando luego del almuerzo y descansaré 2 días.
-  No lo puedo creer... ¿lograste que accediera a irse?
-  Era mi condición.  Él necesitaba descansar y haríamos turnos, o no lo ayudaba.
-  Sí que tienes carácter.  Esa es la Caro que yo recuerdo  -dijo Danna con algo de nostalgia-  ¿prometes venir mañana y contarme los pormenores?
-  Te lo prometo... aunque no hay mucho por contar...  excepto que besé a Fernando.
-  Está bien.  Hasta pronto Caro.
Danna colgó el auricular al mismo tiempo que Carolina.  Ella se sintió mal por “omitir” algo de la verdad.  En realidad no había casi nada que contar con respecto a Christopher... pero esa semana con Fernando...
Fernando había despertado desorientado y algo aturdido de su siesta en el sofá.  Encontró que Caro miraba a Christopher con ternura y tristeza... acarició su cabeza y se acercó a decirle algo al oído.  Él debió haber hecho ruido porque ella levantó la cabeza y lo miró...
Después de todo... ella estaba ahí.  No era un sueño.
-  ¿Has descansado?  -preguntó Caro con una ligera sonrisa.
-  Sí, gracias. 
Se quedaron en silencio mientras Fernando se incorporaba y se estiraba. El ambiente estaba cargado de pesadez y preocupación por el estado del niño, pero cuando se miraron...
-  En verdad Carolina... no sé como agradecerte...
-  Fernando, no es nada... –reiteró ella sonriendo con ternura-  cuando conocí a Christopher, me pareció un niño muy serio para su edad... solemne como... tú.  Me recordaba en muchos aspectos a ti.  Ahora verlo así... –su voz se quebró imperceptiblemente-  soy muy sensible –se disculpó.
-  Lo sé... –dijo él-  lo recuerdo...
Fernando estaba al borde de la cama.  Tomó una de las manos de Caro entre las suyas y la apretó con dulzura.  Ella levantó el rostro y él se acercó... todo sucedió tan natural... que Caro no fue consciente del roce de sus labios hasta que la caricia pasó de ser un contacto humano tierno y de agradecimiento... a verdadera pasión y fervor contenido.
-  Basta Fernando.  Esto así no funcionará.  Yo quiero que quede claro... no lo hago por ti.  Al menos no... no para crear ninguna posibilidad de un futuro juntos.
Fernando no la miró. Se apartó en ese instante y cuando volvió a mirarlo, él tenía el mismo semblante inexpresivo, tan familiar y que ella siempre odio.
-  No volverá a pasar, te lo prometo.
En efecto, no había vuelto a acercarse a ella... no lo suficiente.

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