sábado, 14 de enero de 2017

Aprendiendo A Seducir Epílogo XXIII

-¿Cómo que estás de visita a éstas horas? –Preguntó confusa por lo hilarante de la situación.



-Jovencita, no intentes despistarme –Soltó en una especie de riña, moviendo su dedo índice de forma negativa, al tiempo que miraba por un segundo una vez más a Alex-. Va a resultarte algo difícil, aún me arden los ojos ante la visión del veterinario –Soltó en un pequeño gruñido, mostrando su descontento.

-Solo te queman por el veterinario –Soltó con cierto reproche y sarcasmo, logrando que los tres hombres alzaran sus cejas de forma inquisitiva-. Porque en la cama tienes a Adán y Eva, después de morder la manzana...

-Pero lo nuestro ha sido medio pecado –Soltó Donovan con voz suave y risueña-. Sin embargo –chascó la lengua con burla, mirando a su primo por poder devolverle una de sus miles de jugarretas-, de vosotros dos...

-¡HO! –Se sorprendió Mandy por aquel gesto del vaquero.

-¡Lo sabía! –Puso el clérigo los brazos en jarra para mirar enfurruñado a su hija-. Has pecado con el veterinario...

-¡Que no he pecado! –Soltó sulfurada Mandy, alzando las manos al techo, sin comprender como Álex, no protestaba por las acusaciones que se estaban llevando a cabo. Simplemente tenía la mirada puesta en el suelo, pensando-. ¡Donovan, no intentes rebajar tú culpa utilizándonos como vía de escape! –Lo acusó histérica.

Éste, solo supo soltar una pequeña carcajada que cortó de sopetón, en cuanto el clérigo se giró a prestarle suma atención.

-Hijo, es mucho pedir que os vistáis y vayamos a otra sala más adecuada para solucionar ésta fiesta de cuatro –Insinuó con deje burlón y algo de reproche.

-¡Que no es una fiesta múltiple! –Volvió a sentirse atacada Mandy.

-Créame que me gustaría poder cumplir sus deseos padre –carraspeó un poco avergonzado-, pero se nos fue la cosa un poco de las manos... -Silvia, mortificada se mordía los labios, tratando de reprimir la risa que se le avecinaba-. Pero no tenemos en nuestra posesión las llaves de las esposas... -Carraspeó nuevamente, al ver el fruncido de cejas del hombre.

-Entiendo –Asintió con tono suave y asintiendo con un gesto de cabeza-. Mandy...

-¡Por qué supones que las tengo yo! –Explotó como un perro tras un gato.

-Cálmate niña, que luego voy con vosotros dos –Amenazó con su mirada-. Solo quiero que bajes a preparar café o té, mientras llamas a Steve para que traiga su soplete –Añadió con pretensión, viendo como su hija salía de allí gruñendo cosas ininteligibles al tiempo, que cerraba de un fuerte portazo la puerta del dormitorio.

Cuando dejaron de escuchar los pasos de la joven, se quedaron por unos momentos en silencio, mirando  quien hablaba primero.

Obvio, que fue el clérigo al conocerlos a todos desde que eran pequeños.

-Y vosotros dos -Soltó un suspiro-. Como no habéis esperado un par de horas más... -Negó con la cabeza.

-¡Os ibais a casar en secreto! -Interrumpió con escándalo Alex, al comprender la acusación del cura.

-¡De verdad! -Exclamó ilusionada Silvia, dándole un casto beso en la mejilla al vaquero-. Te amo.

-Nada escandaloso a lo tuyo con mi hija -Subrayó el hombre mayor, viendo como Alex se sonrojaba por un momento, mientras que Donovan le enseñaba toda la dentadura a causa de su sonrisa explayada.

Carraspeó un poco, antes de mirar como seguía aún en alza su erección, por mortificación suya.

-Primero, quiero pedir disculpas por mi situación -Soltó con un gruñido en dirección a Silvia, quien se encogió de hombros algo risueña-. Pero la culpable de ello, es ella... -Indicó sin ningún pudor, señalándola con un gesto de cabeza-. Me secuestraron, desnudaron y bañaron, para después maniatarme en su granero, para su despedida de soltera -Su voz sonaba tosca, mientras que el clérigo no conseguía cerrar la boca por lo que sus oídos iban asumiendo-. Siendo tratado como mercadería al crear un sorteo mañado, en donde me entregaron a su hija -El hombre allí frunció el ceño al escuchar la mención de su hija-. Pero por el medio de todo eso, fuí víctima de la ingesta de cierta pastilla química, que causa el levantamiento de... -Volvió a carraspear avergonzado.

-¡Silvia por el amor de dios! -Bramó Donovan tras escuchar el relato, observando como se escondía bajo él, algo avergonzada.

-¿Por qué mi hija, Silvia? -Quiso saber curioso.

-De primero en mi defensa -Expuso con tono indignado-, toda ésta trama hacia la persona de Alex, lo hice por llevar días sufriendo de sus bromas de mal gusto -Lo señaló tambien con gesto de cabeza-. Fue un acto vengativo, mal hecho -el hombre asintió con su cabeza-, pero en medio actué de buena fe...

Allí, Alex soltó una falsa carcajada siendo callado por la seria mirada del clérigo.

-Prosigue hija -La animó.

-Hicimos sufrir un poco a su primo -Confesó con tono calmado-, pero después, todo fue tramado por su bien porque lo queremos mucho y queremos, que sea igual de feliz que Elisabeth y yo -el aludido rebufó por lo bajo-. Y aquí, es donde entra tú hija en la ecuación. Los dos son sendos burros.

-Mira quien fue hablar -Ironizó Alex.

-Schh joven -Lo calló de nuevo el padre de Mandy.

-Llevan dos años que se comen con la mirada, cuando se cruzan por el pueblo, ninguno se atreve a dar el paso por una idiotez -El hombre mayor alzó las dos cejas sorprendido, girándose a mirar al veterinario con detenimiento-. Y decidimos darles un pequeño empujón.

-Lo que en resumen eso es: Dos locas, alborotando la vida de una joven inocente -Gruñó mal humorado Alex.

-Vaya, veo que sí es cierto que guardas sentimientos por mi pequeña -Dijo con tono sospechoso.

Alex, miró al cura y luego a la pareja atrapada en su lecho de amor, viendo como lo observaban atentamente en espera de una respuesta.

Alzando sus manos atadas, se rascó en un gesto nervioso la barbilla.

-Esta bien -Confesó tosco y de mala gana-. Pero nadie va hacer nada, Mandy es una joven dulce que aún debe conocer lo que quiere de la vida... Necesita a su lado alguien más...

-¿Muchacho, acaso no te ves bueno para ella? -Se sorprendió ante las palabras del joven veterinario.

-Pues no -Confesó sincero sin miedo algun por el modo que los presentes en el dormitorio, arrugaran su ceño por sus absurdas palabras-. No me miréis con ésas caras -Se alzó de hombros-. Punto primero, sou bastante más mayor que ella.

-Como yo con Silvia -Apuntó Donovan, eliminando así un punto negativo de su lista-. ¿Qué más?

Alex, lo miró con malas pulgas por no recibir su apoyo.

-¿Padre, podría intentar desatarme las cuerdas de mis manos? -Demandó primero con educación.

-En el bolsillo de mis tejanos -Señaló Donovan, hacia la banqueta que había en una pared-, hay una navaja afilada.

-¡Genial! -Corrió el joven a buscarla y entregárselas al clérigo con gran ilusión.

-Al menos, uno se queda libre -Bromeó el hombre mayor-. Sigue diciéndome, porque no eres bueno para mi dulce Mandy.

-Vamos padre, por favor -Rió Alex incrédulo-. No me creo que ústed no sepa los motivos -Lo miró fijamente a los ojos-. Nos conoce a todos desde los pañales, sabe del pie que calzamos.

El hombre mayor, calló por un momento para lugeo reír con suma tranquilidad.

-Ya se lo qué ocurre aquí meneó la cabeza de izquierda a derecha-. Jovencito, porque sea cura no significa que mi hija deba ser casta hasta el matrimonio...

-Pero ústed antes...

-Trátame de tú -le cortó al fin las cuerdas-, o mejor, mi nombre es Patrick -le entregó el arma pequeña-. Y lo que viste antes, es algo que me encanta hacerle a Mandy desde hace un buen tiempo -Soltó con un guiño de ojos, sorprendiendo a todos-. No soy un cura de tiempos en guerra, entiendo que la sociedad avanza... Sí, deben mantenerse ciertos valores, pero todos o de la misma manera son imposibles.

-Ya veo -Soltó algo mosca Alex.

-Joven, si vas tras mi hija tienes mi total apoyo -Soltó una suave carcajada-, porque creo que te hará falta tirar de él... Lleva tiempo decidida en perder su virginidad sin que sea amor... ¡OH! -Se calló y lo miró totalmente divertido-. ¡ Ahora comprendo! ¡Tú eres su frustración sexual!

Alex, hizo una mueca de fastidio con el rostro.

-En éste pueblo, nadie está a salvo de sus propios secretos -Masculló entre dientes fastidiado.

-Éso, porque somos una gran comunidad que nos gusta poder ayudar a todos -Rió Patrick.

-O tocar los cojones muy bien -Intervino Donovan-. No se ofenda padre.

-Entonces, ya comprende que su hija sólo me desea para un solo uso -Se alzó de hombros.

-Éso, no te lo crees ni tú -Intervino Silvia-. Está enamorada de tí, solo que cree, que tú si las quieres a las mujeres para un solo uso... Además, de verla como una niña, como siempre le recalcas según nos contó su mejor amiga.

-Apoyo a Silvia -Habló Donovan.

-Y yo -Aceptó Patrick.

Alex, meneó la cabeza negativo.

-Creo que estáis majaretas.

-Solo tienes que llevarla a su límite, para que mi hija te confiese sus sentimientos -Señaló Patrick-. Y creo que podemos darte la excusa perfecta para empezar esa presión.

-¿Cuál? -Preguntó desconfiado.

-Fácil -Se alzó de hombros el clérigo-. Solo debes mentir, en tu confesión que sí pecaste con ella. De ése modo, yo me impondré con no casar a Donovan y Silvia, si no hacéis algo...

-¡Y un cuerno! -Vociferó Donovan.

-Vamos chico -Le guiñó un ojo Patrick-. Que es una semana más, si ya probaste el fruto.


1 comentario:

  1. Jajaja estás locaaaaaaaaaaa....solo a ti se te pueden ocurrir semejantes enredos y toda esa gente en situación embarazoza charlando tan animadamente, me los imagino y me parto. Gracias Brujis...¿MASSSSSSSSSSSSSSS?

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