domingo, 7 de mayo de 2017

La mujer del rey 14°




Diez años atrás, durante una de las largas ausencias de Janeul, Byul había descubierto que estaba embarazada.
Se había desmayado en el jardín y luego de  socorrerla , la herboristera y la regenta le habían informado sobre su estado y también le habían ofrecido ayudarla a terminar con el embarazo ya que era muy reciente.
-Voy a tenerlo- había dicho ella sin dudarlo, un hijo con Janeul era el mayor anhelo de su corazón y había pensado que nunca sería posible, nunca había dejado de tomar los bebedizos y todas las precauciones necesarias para evitar un embarazo, pero la vida había imperado y ahora estaba gestando un bebé. Y era feliz.
-¿Estás segura? – preguntó la regenta y ella asintió. Sabía lo que significaba, su hijo estaría en peligro y ella también. El niño que estaba gestando sería un hijo ilegítimo del rey, una amenaza para los hijos legítimos, cuando llegaran,  y un instrumento para los enemigos políticos de Janeul.
Nadie sería feliz con la llegada de ese niño, e incluso quizás quisieran matarlo. O a ella.
Por lo tanto , nadie debía enterarse que estaba esperándolo, ni siquiera Janeul, porque ella sabía que él lo arriesgaría todo si se enteraba. Sabía que la llevaría a palacio y se desataría una guerra, sabía que pondría en riesgo su reinado para proteger a su hijo . Ni siquiera quería que él tuviese que plantearse aquella encrucijada, ella iba a elegir por ambos.

-¿Lo sabe alguien más?- preguntó.
-No, sólo tú y nosotras dos.
-Nadie debe saberlo- musitó ella posando la mano en su vientre.
-¿Ni siquiera el rey?
-Él menos que nadie – respondió con tristeza.
-¿Qué harás?
-Necesito alejar a Janeul y marcharme a un lugar donde mi hijo pueda vivir tranquilo.
 Y así había nacido su plan, amaba a Janeul más que a nada y hubiera podido seguir esperando por él siempre, pero un hijo lo cambiaba todo. Ahora debería proteger al niño , esa era su prioridad.
Y cuando el rey volvió a su lado, por un instante había deseado correr hacia él y contarle la verdad, pero no podía. Si lo hacía, todos estarían en peligro, así que había  dicho las palabras elegidas cuidadosamente en los días pasados. Había pensado una y otra vez en cómo alejarlo, ella lo conocía mejor que nadie, ella conocía sus arrepentimientos. Era cruel usar ese conocimiento  contra él, pero lo había hecho con total premeditación.
Lo había herido intencionalmente, le había pedido que se marchara y lo había convencido de que su amor no era suficiente. Hubiera querido gritarle que su amor era tan grande que estaba dando vida a un nuevo ser, pero no podía.
Y después de alejarlo, había sentido que su propio corazón se rompía, pero había guardado la esperanza de que alguna vez pudiera regresar a su lado. Y esperaba que él la perdonara.
Había comenzado a planear su huida reuniendo todo el dinero que podía, tenía ahorros hechos de cuadros que había vendido en los últimos años, y dinero que podía obtener vendiendo las joyas que él le había regalado mucho tiempo atrás. Necesitaba dejar el país antes que se le notara, o antes que alguien sospechara, pero había sido muy inocente al creer que sería tan fácil.
Dos encuentros habían sido determinantes.
El primero había sido el  embajador a quien le había vendido la pintura, había vuelto a la casa de cortesanas y le había enviado un mensaje pidiéndole una nueva pintura, ella como necesitaba dinero , había aceptado.
El segundo había sido el más inesperado de todos. Y había llegado un par de días de después de que ella empezase con las náuseas y las descomposturas típicas de su estado.
-Hay alguien que quiere verte, no pude negarme. Te espera en mis habitaciones – dijo la regenta y por su cara, Byul supo que no eran buenas noticias.
Nunca antes la había visto, pero la reconoció al instante. Era la reina. Durante años , había fingido que aquella mujer no existía, y ahora estaba allí. Estaba vestida sencillamente, pero aún así era elegante y hermosa.
-¿Sabes quién soy? – preguntó altanera.
-Sí- respondió ella.
-Bien, eso nos ahorrará una charla incómoda. Sé que estás embarazada del rey- dijo y  al ver que la reina estaba acompañada por una muchacha que trabajaba en la cocina de la casa de cortesanas supo que era inútil negarlo. Había puesto una espía dentro, y ahora sabía la verdad.- ¿Él lo sabe?
-No, no lo sabe. Ya no lo veo.
-Pero volverá, ¿verdad? Siempre vuelve a ti.
-No dejaré que lo sepa- insistió Byul asustada.
-Siéntate – dijo la reina y se sentó, invitándola con un gesto a hacer lo mismo.
-Parece que las dos le mentimos. Mis médicos personales me han dicho que no podré tener hijos – confesó y calló lo otro que le habían dicho, que su corazón tenía problemas y que no viviría mucho- si él se entera o  si los demás se enteran lo harán tomar una nueva reina . No puedo permitirlo, sería una humillación para mi familia que yo pierda mi lugar – explicó y  algo brilló en su mirada, Byul sintió que aquella mujer también ocultaba lo que verdaderamente sentía por Janeul, sin embargo continuó hablando - Quizás esto ha sido oportuno, voy a un retiro en un templo, en unos días enviaré noticias a palacio sobre mi embarazo y mi decisión de quedarme allí hasta que nazca el niño. Volveré con un heredero en brazos. Ahora es tu turno de decidir si ese heredero será el verdadero hijo del rey o no.- dijo y Byul la miró mientras intentaba comprender lo que le había dicho. Acaba de decirle que fingiría un embarazo y llevaría un bebé cualquiera a palacio para hacerlo pasar por hijo de Janeul, o , y esto era lo más aterrador, le ofrecía  llevar al niño que ella tendría.
-No- susurró.
-Piénsalo. Tu hijo puede ser un obstáculo para mí, o puede ser mi salvación. Y entonces ocuparía su lugar legítimo, podría crecer junto a su padre, no le faltaría nada  ni correría peligro alguno. Lo criaría como mi propio hijo, siempre que tú decidas desaparecer, irte donde el rey no te encuentre y no volver jamás.Te doy la posibilidad de elegir- dijo y Byul sintió que aquellas palabras habían sido pronunciadas con mucho odio-  Si aceptas ve al templo en los próximos días, si no lo haces…ya pensaremos otra salida- finalizó la reina y tras decirle donde era el templo, en un lugar muy lejos, casi en la frontera, se marchó.
Durante unos minutos , Byul se quedó con la mente en blanco y abrazándose el vientre con los brazos, como si su amor pudiera proteger a su niño. En realidad no había opción posible, si quería que su hijo viviera, si quería que Janeul estuviese a salvo, debería aceptar el plan de la reina. Aunque velada, la amenaza había sido muy elocuente. Y si aceptaba significaría que nunca podría ser la madre de su hijo, que Janeul nunca sabría la verdad y que se separarían para siempre. Tendría que pagar un precio demasiado alto.
-Es una locura – dijo la regenta cuando le contó- ¿Acaso vas a ir? ¿Qué te garantiza que no te mate a ti y al niño una vez que vayas  hacia allá?
-Tenía una espía aquí, si hubiera querido matarme, unas gotas de veneno hubiesen bastado. Ella sabe la verdad ahora, y no va a perdonarme. De esta forma, mi hijo estará bien, es mi única posibilidad.
- Cuéntale al rey, cuéntale la verdad a tu hombre.
- Eso no serviría, sólo se desataría un infierno.
-¿Vas a sacrificarte , entonces?
-No es sacrificio, es amor – dijo ella y la mujer sacudió la cabeza. Ella sabía que el destino no era justo y que la vida era dura, lo sabía mejor que nadie, su vida estaba llena de noches oscuras,  pero había llegado a compadecerse de aquella muchacha.
En los siguientes días, Byul  hizo los arreglos para marcharse. Kang no la seguía desde su separación de Janeul, así que tenía más libertad de acción. Necesitaba ir al templo y encargarse de que Janeul no la siguiera, de que en verdad no deseara saber nada más de ella. Recordó que había una forma de hacerlo, necesitaría contactarse con el embajador extranjero. Le envió un mensaje diciéndole que tenía terminada su pintura y que le gustaría entregársela en persona, el hombre acudió encantado al encuentro.
-¿Cuánto es? – preguntó amablemente luego de elogiar el trabajo.
-Usted se marcha en dos días, ¿verdad?
-Sí.
-Podría pedirle entonces que me pagara con un favor y no con dinero.
-¿Un favor?
-Sí , necesito ir a un templo, le quedará de camino, y quisiera que me lleve.
-¿Puedo hacer eso? ¿Es libre para que yo la lleve? – preguntó haciendo referencia a su relación con Janeul. La mujer lo atraía demasiado pero no como para  ofender al rey del país por ella.
 -Soy libre de ir donde y con quien quiera – respondió.
-Entonces será un placer llevarla – aceptó el embajador y ella le sonrió agradecida. Janeul se enteraría de eso, de que se había marchado con aquel hombre y ya no la buscaría. Al menos eso esperaba.
Preparó todo para su partida, recogió lo esencial, no pensaba regresar allí , probablemente se marchase a otro país luego de tener a su bebé. Sacudió la cabeza, no quería pensar en el después, por ahora su niño estaba seguro en su interior, no quería pensar cuando tuviera que separarse.
Estaba en medio de aquellos preparativos cuando  una de las cortesanas llegó a visitarla, era aquella a quien ella había pintado un retrato para su hijo, se habían hecho cercanas con los años.
- La señora habló conmigo y me contó todo.- dijo sentándose.
-¿Qué?
-Creo que es su último intento de hacerte desistir de esta idea.
-No puedo  cambiar de idea.
-Separarse de un hijo es muy duro, ¿estás segura de que podrás vivir con ello?
-  Una madre hace lo que haga falta por el bien de su hijo, esto es lo único que yo puedo hacer por el mío. Sé que lo entiendes.
-Lo entiendo, Byul, lo entiendo muy bien, por eso te lo digo. Yo al menos puedo verlo cada tanto, y gracias a todo lo que has hecho por mí estos años sé que mi hijo estará bien  y que me quiere, soy su madre pase lo que pase. Tú renunciarás incluso a eso.
-Quiero que mi hijo viva, y no se me ocurre otra manera.- dijo casi llorando y la mujer la abrazó.
En verdad no encontraba otra salida, así que continuó con su plan. Al día siguiente , dejó la casa de cortesanas en el carruaje del embajador. Le pidió que la recogiera a la hora en que empezaban a llegar los clientes al lugar,  hizo una salida muy teatral  y saludó al hombre con una reverencia y una sonrisa seductora. Pudo escuchar el murmullo a sus espaldas y esperó que aquel rumor llegara hasta oídos de Janeul.
El embajador pareció entender el juego , pues , para sorpresa de Byul, le puso la mano  en espalda para guiarla y ayudarla a subir.
-¿Cree que será suficiente? ¿O lo llevamos más lejos? – preguntó el hombre en un susurro  cerniéndose   junto a su oído y la joven se preguntó si se había confundido al pedirle que la llevara.
- Es suficiente – dijo con firmeza.
Una vez en el carruaje , trató de alejarse  lo más posible de su acompañante, él pareció notarlo pues  esbozó una sonrisa divertida.
-¿Así que va a un templo?
-Sí- respondió ella escuetamente.
-¿Y piensa quedarse a vivir allí?
-No, sólo un tiempo, necesito descansar- respondió  tratando de no pensar  en su estadía en aquel lugar ni en el después que aún no se animaba a vislumbrar.
-Imagino que no podré visitarla allí, ¿verdad?
-No.
-¿Y luego?¿ Volverá a la casa de cortesanas?
-No- dijo ella cada vez más incómoda por el interrogatorio.
- Entonces lo que está diciendo es que no quiere volver a verme, sólo necesitaba mi ayuda para que su partida fuese un poco más “excepcional” ¿debería preocuparme que el rey venga tras de mí después de esto?
-No, claro que no- dijo ella preocupada  de que aquel hombre fuese tan perceptivo.
- Siento que  debí pedir  por lo menos una pintura más por el favor que pidió, siento que estoy en desventaja.
-Me disculpo, no fue mi intención, no pintaré por un tiempo, pero pagaré lo que usted crea conveniente.- le dijo compungida.
-Usted está huyendo y me ha involucrado para evitar que el rey la siga, ni siquiera sé qué tanto estoy  enredado en esta historia o qué peligros entraña para mí ayudarla, así que creo que definitivamente está en deuda conmigo.
- Si me dice cómo compensarlo, lo haré. Pero le aseguro que no corre peligro alguno.
-No estoy tan seguro, creo que mi próximo encuentro con el rey no será muy amable o quizás ya no pueda volver como embajador a su país, así que  me gustaría que la recompensa haga que el riesgo valga la pena- dijo y la miró intensamente. El instinto le dijo a Byul  que huyera, pero no podía hacerlo, estaba atrapada, así que cuando el hombre se inclinó hacia ella y la sujetó con fuerza no supo qué hacer. Él la besó y ella forcejeó para soltarse. Estaba muy asustada, pero más que por ella, por su bebé. De pronto el hombre se apartó.
-No se preocupe, ese fue mi precio, un beso.- le dijo y ella lo miró iracunda.
- Puede golpearme si quiere, pero ya que estoy siendo parte de su juego, no creo que haya sido demasiado. Estoy empezando a creer que usted no sabía lo mucho que me impactó desde la primera vez que la vi, me parece que no es consciente del deseo que despierta en los hombres – le dijo divertido y ella se abrazó a sí misma como para protegerse- Tranquila, no debe temerme, he cometido toda la ruindad de la que era capaz al forzar ese beso, además aunque no sepa porque huye, hace años me quedó en claro que no es la amante del rey, sino mucho más. En aquella ocasión, su relación con el príncipe era de una intimidad muy distinta a la de un noble y una cortesana, había demasiadas emociones en cada gesto, en cada mirada, supe que estaba más allá mi alcance. Y aún hoy lo sigue estando .- finalizó.
-¿Entonces por qué me besó?
-Porque sé que no tendré otra oportunidad y porque soy un hombre completamente fascinado por usted. Su belleza, su talento, podría haberme enamorado, incluso. Pero jamás tendría su corazón. Así que con el beso me despedí de mi anhelo, ahora , quizás hasta podamos llegar a ser amigos- le dijo y Byul pensó que era un hombre  extraño, impredecible, y curiosamente, no le disgustaba.
Llegaron al templo antes de lo esperado, o quizás, ella esperaba no llegar nunca. Por un momento ,pensó en decirle todo al embajador , en pedirle que la llevara a su país donde pudiese desaparecer con su hijo, pero sabía que  eso no sería una verdadera solución.
Cuando se despidieron, él le ofreció  su ayuda si alguna vez lo necesitaba, lo que hizo que confirmara que era muy intuitivo.
-Si alguna vez viaja a mi país, búsqueme, estaría encantado de volver a verla- le dijo y ella hizo un leve gesto de asentimiento. Luego recogió las pocas cosas que había llevado consigo, se despidió y entró al templo.

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