sábado, 30 de diciembre de 2017

Tan solo amor 29 °- Gaby Ruiz



Mía se tragó los cientos de insultos que se le agolpaban en la cabeza, limitándose a asentir con fuerza para no golpearlo. ¿Quién era esa Emma? ¿Nueva novia de André? ¿Por qué buscaba a Marcos? ¡Su mirada parecía decirlo todo! Estaba interesada en él… y, aun cuando él no parecía interesado en ella de esa manera, sí que parecía tenerle un gran cariño. ¿Por qué? ¿De dónde nacía eso?
¡Se moría de celos! Jamás le había pasado antes, solo con Marcos. La primera vez con Alessandra y ahora con esa Emma. ¿Por qué no le había hablado de ella? ¿Habían tenido algo y ella no sabía?
– Es solo que… estoy preocupada por Alessandra –empezó Emma vacilante– ella, es evidente creo, está enamorada de André.  Yo continúo pensando que no es conveniente y no importa que tú digas que todos tienen un pasado, André y Alessandra… bueno –Emma suspiró– solo necesito que me digas que es lo que sabes.  Ella es prácticamente mi mejor amiga, la quiero mucho y sé que tú no me mentirías.  Ante todo, eres transparente y me dirás si André…

– ¿Por qué ahora? –Marcos señaló con preocupación mientras le pedía que se sentara frente a él, y él mismo tomaba asiento en otro sofá con Mía– pasó algo ¿cierto? –Emma asintió– lastimosamente, tendré que reiterar lo que te dije la última vez.  No sé mucho de André, sé que somos familia pero él siempre ha mantenido sus relaciones en reserva, por decirlo de alguna manera.  No puedo ayudarte… tal vez Alex podría pero creo que tampoco será muy útil pues está en su propio mundo…
– ¿Enamorado? –Emma sonrió y Marcos asintió– ¿quién tuviera esa suerte? –rió encogiéndose de hombros– o desgracia, dependiendo de quién sea…
– ¡Emma! –reprendió riendo Marcos– no digas eso. Encontrarás un hombre al que amar y te arrepentirás de cada palabra…
– Lo dudo mucho –soltó con seguridad Emma– los hombres como tú no existen.
Mía apretó los dientes con fuerza para no abalanzarse sobre Emma.  Miró la reacción de Marcos, que pareció tomarlo como una broma o un cumplido, no estaba segura, pero no hizo nada más que sonreír y levantarse para despedirse ya que Emma había hecho lo mismo, primero.
– Cuídate mucho, Emma –la acompañó hasta la puerta y se despidieron con un abrazo– espero verte en mi boda.
Mía no logró escuchar que le contestaba, aunque le consolaba que Marcos no se olvidara de la boda. Con ella.
– Encontrarás a alguien, lo sé –él le besó en la mejilla y cerró la puerta.  A Mía no se le escapó que esa Emma le acarició la mejilla a Marcos y le sonrió.  Demasiado– ¿Comemos Mía?
– ¿Comer? –Mía soltó con un gritito– ¿Qué tal si me explicas qué fue eso?
Marcos abrió la boca con sorpresa y luego intentó hablar pero no lo lograba.  Nuevamente, Mía sintió intensas ganas de golpearlo pues él parecía a punto de echarse a reír. Con grandes carcajadas, dicho sea de paso.
– ¿Eso? ¿De qué hablas, amor? –Marcos se acercó con esa sonrisa pero Mía cruzó los brazos, como signo de obstinación– ¿Estás celosa?
– ¡Muy gracioso! –Mía trató de resistirse a su abrazo– ¡no es divertido, Marcos!
– Tu expresión Mía… –Marcos la volvió a abrazar– eres tan hermosa.
– ¡Basta! No me distraerás así… quiero saberlo todo –se quejó cuando él la beso en la punta de la nariz y sonrió.
– Está bien ¿qué quieres saber, Mía? –preguntó con calma.
– ¿Quién es Emma? ¿De qué la conoces? ¿Por qué parece que… son tan cercanos? ¡Incluso la invitaste a nuestra boda! –resopló con enfado.
– ¡Mía! –Marcos usó un tono condescendiente que la irritó aún más– cálmate, amor.
– ¡Estoy totalmente calmada! –siseó Mía pasándose una mano por el cabello– es que no lo entiendo. ¿Por qué vino aquí? No es la primera vez…
– ¡Mía, no puedo responderte todas las preguntas que haces! –Marcos la tomó de los brazos y la detuvo con firmeza– respira profundamente y escucha.
Mía lo intentó, pero sentía como la furia le recorría cada terminación nerviosa. Y miedo, reconoció. Intenso miedo ante la idea de perderlo.
– Amor –Marcos le pasó la mano por la espalda, calmándola– Emma es amiga de Alessandra y la conocí un tiempo atrás por medio de André. Salimos a comer los cuatro, él quería que le hablara positivamente tanto a Alessandra como a Emma de él pero yo me limité a decir la verdad, al menos la que conozco. Sabes que no me gusta entrometerme en la vida de los demás.  Por esa misma razón, y a falta de conocer a Alex, Emma me llamó para hablarme de André y le dije que podía venir.
– ¿A hablarte de André? –Mía se soltó de su abrazo– tú no puedes creer eso ¿cierto?
– ¿Por qué no, Mía? ¡Para eso vino! –enfatizó.
– ¡Claro! –ella frunció el ceño– quería verte, era evidente.  No esperaba que tú te fueras a casar ni que yo estuviera aquí. ¡Qué bueno que estuve aquí o jamás me habrías hablado de ella!
– Mía, tranquilízate –pidió Marcos despacio– si invité a Emma es porque la aprecio y es amiga de Alessandra, además que me parecía una descortesía no hacerlo. Te habría hablado de ella sin problema pero no surgió la oportunidad ¿cómo querías que sacara el tema? ¡Es tan solo una amiga!
– ¿No era amiga de Alessandra? ¿Ahora es tu amiga, también?
– Mía, no estás siendo racional con esto –Marcos puso los ojos en blanco– Emma no significa nada para mí… –ella dejó que él la estrechara– tú eres mi amor. Es a ti a quien amo y nada ni nadie podría cambiarlo.  Solo existes tú para mí.
– ¡Ay, Marcos! –Mía lo abrazó con fuerza– no quiero perderte. Nunca. Te amo tanto…
– No digas eso, nunca me perderás –él le pasó su mano por el cabello– no te dejaré. Te lo prometo. Para siempre, Mía.
– Marcos… –ella lo miró seria– ¿no crees que ya es hora de hablar de tu pasado?
– ¿Más? –él se rió– te he dicho todo lo que había que decir, es bastante aburrido –Mía clavó sus ojos en él– en verdad.
– Es que no puedo creerlo. Tú eres…        
– ¿Vamos a empezar? –Marcos hizo un mohín.
– Me encanta fastidiarte –rió Mía y él puso los ojos en blanco.
– Yo pensé que lo decías por el interés de Emma…
– ¡Si lo notaste! –Mía lo reprendió– ¿lo notaste cierto?
– No necesariamente… –contestó con lentitud– es difícil notar algo cuando tú estás alrededor mío.
– ¿Es un cumplido? –sonrió.
– Sin duda lo es –confirmó él.
– ¿Le hablaste de mí? –preguntó Mía.
– Sí, cuando nos conocimos… le dije que estaba enamorado.  Demasiado.
– Eso lo explica todo. ¿Tratabas de conquistarla? –se burló.
– ¿Con un truco tan usado? No –rió él cuando Mía lo golpeó con ligereza– solo era la verdad, estaba enamorado de ti.
– ¿Lo estabas?
– Y lo seguiré estando, amor.
– Marcos…
– ¿Si? –él sonrió y Mía suspiró– ¿es hora de irnos?
– Al aeropuerto, a recibir a tu padrino de bodas –asintió Mía– hablé con mi hermana y llegarían dentro de unas horas.
– Comemos algo y vamos –Marcos se dirigió a la cocina, llevando a Mía de la mano.
– Creo que la mitad de tu dinero lo gastas en comida –comentó con sarcasmo.
– ¿Solo la mitad? –él le clavó sus ojos azules– ¿y qué hago con la otra mitad?
– No lo sé… ¿compras hoteles y viajas a lugares alejados del mundo? –sonrió.
– Mis pasatiempos favoritos –él tomó un sándwich y se lo pasó– sobre todo si implica seguir a la mujer de mis sueños.
– Estás loco, Marcos –rió Mía encantada, dándole un gran mordisco a su sándwich.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...