martes, 9 de enero de 2018

Tú 6

Se sentaba en la terraza junto a una Laura, que lo miraba en aquel momento con el ceño fruncido, al tiempo que le mostraba la fotografía de la llave, consiguiendo arrancarle una carcajada antes de coger su vermut negro y darle, un buen trago a la fresca bebida.
-Si ésta llave creo que es de quién es – habló con cierta condescendencia-. Me podrías decir, como es que ha llegado a tu poder –Sonrió curiosa-. Y que sea antes, de que te liquide ella, ya que la has invitado a que venga a recogerla. ¿Y cuándo ha ocurrido?
Oliver, volvió a reír extasiado mirando por un segundo por encima de su hombro.
-Tu querida hermana, se halla en la tienda ruidosa de allí delante –Laura abrió los ojos por la coincidencia-. Yo la vi, ella a mí no –Se alzó de hombros-. Y digamos, que me las ingenié para quitárselas sin que se diera cuenta y así, pasara un rato con nosotros bajo éste agradable sol.
-Increíble –Sonrió divertida mientras con su cabeza hacia un gesto negativo-. Sé que no me lo estas contando todo –Lo señaló con el dedo índice-. Me hallo encantada con tu decisión hacia ella –se llevó una mano al cuello-, pero creo que aún no has comprendido lo complicada que puede llegar a ser. No quiere saber nada de los hombres –Soltó un resoplido con actitud exasperada-. Ya te lo dije.
-Tranquila –Le guiñó un ojo con gran confianza en sí mismo-. Ella solo tiene que aceptar que yo aparecí y soy real.
-Real el golpe que te va atizar –Masculló entre dientes, al ver llegar a su hermana por detrás del hombre con actitud cabreada-. La tienes apenas a quince metros.
A medida que se iba acercando a ellos dos, su enfado se iba disipando por la cordura. Su subconsciente, le iba gritando por el camino, mientras trataba de agarrarla por el jersey y detenerla, de que no serviría nada montarle un numero allí, aquello es lo que parecía, que él quería.
Sacarla de quicio.
De modo, que comenzó a respirar profundamente, consiguiendo calmarse bastante cuando ya se posicionó detrás de su objetivo, para soltarle un sonoro sopapo y retener las ganas de continuar el ataque con su bolso, como haría una vieja ante un degenerado de aquel calibre.
- ¡Auch! –Se quejó Oliver, al tiempo que se reclinaba hacia delante, pero sin perder en ningún momento la sonrisa de su boca.
-Imbécil –Gruñó al tiempo que se sentaba en una de las dos sillas libres que quedaban-. Quiero mi llave –Expuso, alargando su mano hacia él sin quitar el fruncido de su ceño.
-Después de que nos acabemos de tomar algo relajadamente, te devolveré las llaves –Soltó con cierta mofa, mientras pillaba una patata chip y se la introducía en su boca.
Estela, fue entonces cuando se dignó a mirar hacia su hermana con mal humor.
-Dime que es por lastima, ante por su subnormalidad tan visible, que lo recogiste como amigo –Soltó en tono quejumbroso-. Porque aún no logro comprender que puñetas viste en él.
Tanto Laura y Oliver, se echaron a reír ante aquella acusación.
-Tú sí que viste ayer noche, pequeño duende –Le guiñó un ojo mientras soltó aquello con tono ronco-. Que por ello, estas con las orejas agachadas.
 -Que yo sepa, ésta noche solo vi a un tio pagado de sí mismo-Soltó casi en un gruñido.

-Ojo que no te muerda mi hermana, que es capaz de pegarte hasta la rabia –Rio divertida Laura, dando un trago a su bebida.
-Estoy seguro, que cualquier mordisco de ella me gustaría –Se atrevió a señalar con cierto tono cargado de sensualidad, causando que su hermana sonriera por lo bajo, mientras que ella, trataba de calmar tono el erizamiento del bello de su cuerpo al no entender porque se vio en un puñetero flash con él en su cama de sábanas blancas.
Pero una vez más, calmando sus nervios de no saltarle a la yugular, se fijó en el vaso que había encima la mesa con bebida oscura, y sin pensárselo, lo agarró para darle un gran trago y apaciguar sus nervios.
¡Joder, suerte que era vermut! Porque si hubiese sido whisky, lo habría escupido al notar su fuego por la garganta.
- ¡Estela! –La riño su hermana sin perder la risa-. No seas tan maleducada y espérate a tú bebida. 
-Mejor que le haya robado un trago, a que le atizara fuerte con el cenicero de la mesa –Achicó su mirada, para mirar a su hermana con un fuerte resoplido.
-Déjala –Soltó con voz melódica Oliver, agarrando aquella vez el vaso él, para darle un trago casualmente pro el mismo sitio que ella lo había hecho-. Me ha regalado un beso indirecto –Le guiñó el ojo divertido-. En el fondo, me busca.
-Creo la cagaste –Dijo con tono apenas audible Laura, haciendo un gesto negativo con la cabeza hacia su amigo y jefe.
-Joder, pues debe de ser un fondo muy hondo –Le respondió con tono borde-. Porque lo veo muy negro, chaval –Alargó su mano derecha-. Mis llaves, quiero aprovechar el día y dejar de perder el tiempo.
Oliver, le aguantó la mirada por un segundo, para con media sonrisa ladeada introducir su mano en el bolsillo derecho de su americana azul y sacar de allí su llave.
-Puede que también te ocurra a ti –Soltó con mirada directa y dura-. Y cuando quieras verlo, verás que el tiempo no está medido con un reloj de arena, no todas las cosas  vuelven a girar para el principio.
Y dicho aquello, le dejó encima de su palma, la llave del coche, para girarse a mirar a su hermana Laura, quien se veía apurada por el mensaje oculto en sus palabras.
-Gracias –Se puso en pie-. Pero las agujas del reloj, no corren igual para todo el mundo –Escupió con rabia-. Nos vemos Laura, dale un beso a mi cuñado.
Y dicho aquello, se alejó de allí a paso enfadado hacia su coche.


-Te lo dije –Advirtió con cierto lamento Laura, una vez que su hermana ya no podía escucharla-. Lo pasó realmente mal, a parte de otras cosas. Por ello, que se puso una norma y ahora sé, que la va a cumplir a rajatabla –Su tono de voz era de disculpas-. Me animé mucho cuando me dijiste que ibas a por ella -sus ojos se anegaron un poco en lágrimas-. Me gustas para ella, sé que hacéis un equipo perfecto... -Agachó la mirada por un momento-. Lo siento Oliver.
-Pues yo no lo siento –Soltó con un pequeño suspiro, volviendo agarrar lo que quedaba de su vermut-. Se lo que vi y sentí –Le guiñó un ojo-. Solo guardaré un pelín las distancias, o eso intentaré –Se encogió de hombro con cierta sonrisa de comisuras.
- ¿Nos vamos a buscar ésa documentación? –Propuso, sonriendo un poco por el optimismo del hombre.
-Sí –Carraspeó, alzándose de la silla.



¡Madre de dios, lo desentrenada que estaba o lo mucho, que había cambiado el ambiente de salir por la noche!
No es que se quejara. Prefería mil y una veces su hijo, a todo eso. Pero sí que era cierto, que de tanto en tanto el salir un poco, no hacía daño.
Al final, se había puesto un vestido negro de gasa que ya tenía, con unos tacones rojos, combinándolo con un semi recogido que le había realizado su amiga. Y ahora, eran las doce y media de la noche, cuando acababan de entrar en un local de música un tanto curioso, después de haber cenado en una masia todas juntas.
No había pista de baile, todo eran mesas con sofás negros o rojos de dos o una persona. Con dos barras encada lado del local. La música, sonaba alta, pero podías hablar y escuchar a tus compañeros.
Era un lugar agradable, pensó dando un volteo con la mirada por un lado del local, mientras se dejaba arrastrar por sus amigas a la barra.
En verdad, se alegraba bastante de que nadie fuera a bailar allí. De aquel modo, se evitaba de hacer el ridículo después de tanto tiempo.
Pues nada, a disfrutar de una noche agradable de risas con sus amigas, se dijo cuándo con botella de champan en mano, se dirijan a sentarse en una de las mesas.

- ¡No, no Soraya! –Clamó alzando un poco la voz, cuando su amiga marchaba nuevamente a la barra a buscar otra ronda de chupitos. Y como la ignoró, no le quedó más remedio que alzarse e ir tras ella, mientras las otras se descojonaban.
-No me seas mojigata –Rio su amiga cunado la alcanzó en la barra, ya con la siguiente ronda pedida-. Estás sola sin tú hijo el fin de semana y no tienes que conducir. Qué importancia tiene que te pongas un poco chispa –Se alzó de hombros divertida.
-Porque ya lo voy de chispa –Resopló divertida-. Mis movimientos son más lentos que mi vista –Frunció el ceño-. O algo así…
-Pues un chupito más no te va a emborrachar –Volteó los ojos-. Además, estamos todas juntas. No dejaremos que te ocurra nada malo –Le sonrió con cariño.
-Vale –Alzó rindiéndose las manos al aire-. Solo que no mezclemos por favor –Gruñó por lo bajo.
-Puedes estar tranquila –Le guiñó un ojo-. Que no saldremos del tequila.
-Borrachas –Soltó un suspiro, al tiempo que se giraba a inspeccionar un poco más a la gente que había por allí. Para al instante alargar su mano y agarrar a su amiga del brazo.
- ¡Auch! –Se quejó Soraya, girándose a mirar a su amiga para reprenderla, pero al verla clavada con mirada de asombro cambio de plan-. ¿Qué ocurre?
-No me lo puedo creer –Susurró Estela-. Es él.
-OH –Se sorprendió muy interesada su amiga-. ¿Quién, en dónde está? –Preguntó mirando en dirección a donde lo hacia su amiga.
-El del traje negro, con camisa blanca que está sentado con una pareja mayor –Dijo largando un movimiento con su barbilla.
- ¡Joder! –Silbó su amiga-. ¿Cómo coño rehúyes de un tío así?
-Es un idiota creído –Soltó en un gruñido.
-Pero tiene pinta de ser muy bueno en la cama, nena –Rio-. Y un favor o varios de ése, creo que te alegran un poco los meses –Se giró a mirarla-. ¿Cuánto hace que nadie entra ahí abajo?
- ¡Soraya! –La reprendió riéndose-. Ya sabes cuál es mi postura.
-Sí –La miró a ella y luego a él, para soltar un gruñido-. Y créeme, uno a pilas no te da el mismo gusto que uno a temperatura corporal.
- ¿En serio? –Soltó con sonrisa torcida, consiguiendo que la mujer volteara los ojos.
-En mi vida me han hecho falta –Bufó-. Pero créeme, ése tiene pinta de estar muy bien en todo.
-Es un ego andante tocapelotas –Se quejó.
-Pues yo lo veo muy formal –Dijo tras observarlo por un momento más.
-Porque apuesto a que son sus padres –Indicó pensativa.
-Estela… -Arrastró su nombre en una advertencia, conociendo que algo tramaba su cabeza.
-Creo que voy a saludarlo –Reveló sonriendo de forma malévola.
-Pues deja que me lleve los chupitos a la mesa y ponga al tanto a las chicas –Dijo desesperada, sabiendo que iba a reírse seguro.





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